Siguiendo lo programado, al día siguiente, Kain hizo su camino al castillo de Asura. "Asura siempre será Asura" dijo Reida y no se equivocaba. Kain podría ser la persona más fuerte del reino, a lo mejor, a la par con el Dios Dragón, pero Asura no lo consideraba más que un insignificante semi humano. Por otro lado, gracias a la fuerte influencia del príncipe Grabell. Clark, un emperador del estilo Dios del Agua, era tratado como un simple sirviente. Cuando llegaron al castillo, a las siete de la mañana, los hicieron esperar durante una hora. Después de eso, los guardias hicieron el cambio de turno y recién ahí los tomaron en serio. Para ser más específicos, el encargado del anterior turno ni siquiera se había molestado en anunciarlos. Clark tuvo que molestarse y recién ahí, los guardias reaccionaron. Como a eso de las nueve de la mañana, recién les dieron luz verde para entrar al palacio. Después de eso vino la molesta escolta. Los dos magos y caballeros los rodearon hasta llegar a los aposentos de la princesa Ariel. Era como un advertencia, una ridícula advertencia contra los guerreros más fuertes de la nación, como si solo con números los pudieran igualar. El hecho es que en ningún momento se hablaron, si no que todo fue como un, "por aquí" y "síganme". Avanzaron por el castillo durante una media hora y después subieron a la torre más alejada del centro del castillo. Una vez que llegaron al quinto piso y los hicieron esperar en una especie de recepción. Kain sin ningún problema camino hasta un largo sillón burdeos y se sentó como quien está en su casa. Los magos y caballeros lo quedaron mirando, como preguntándole "¿Por qué se salía de los márgenes? debía estar quieto". Pero Kain no le dio ninguna importancia a esas miradas. Clark soltó un suspiro y camino hasta Kain para sentarse al lado. Mientras Kain estaba a sus anchas y estiraba sus brazos por todo el respaldo. Clark estaba sentado y apoyado hacia adelante, con los ante brazos sobre sus muslos y sus manos entrelazadas.
-Siempre me dijiste que las cosas no eran fáciles, pero ahora que lo veo, te encuentro la razón- comento Kain
-Sí, bueno- respondió Clark con incomodidad -no somos apreciados últimamente. Al parecer, el próximo rey confía en algo llamado ciencia-
-Ridículo- murmuro Kain -por mucho que la ciencia tome lugar, se creen maquinas y se establezcan profesiones. La magia y el touki es algo inherente en la humanidad. Créeme- dijo alzando su índice -la famosa ciencia, se mesclara con la magia y dará lugar a otra era. Pero es imposible que la magia y el touki sean erradicados-
-¿Qué sabe un hombre mitad bestia?- pregunto con un toque de ira uno de los magos
Kain le sonrió y le respondió -mucho, mucho mas que tu y tu pequeño príncipe-
-¡¿Cómo osas…?!-
Pero Kain levantó su mano como si estuviera sosteniendo una piedra y como un acto reflejo, el mago quedo aprisionado, convertido en una bola, con los brazos y piernas retraídas. En reacción a esto, los guardias, que eran cinco, sacaron sus espadas, pero Kain levanto su otra mano para detenerlos.
-Deténganse- dijo Kain -solo estamos conversando. Él hizo una pregunta y yo estoy respondiendo. Además ¿Qué me podrían hacer?- soltó un risita siniestra. Después de eso, hizo un leve movimiento con la muñeca y atrajo al mago aun convertido en una bola. El rostro quedo a un metro de Kain, pero no recupero su movilidad.
-Bien, ¿Adónde íbamos?- dijo Kain mientras levantaba su espalda del respaldo y se acercaba al mago -Ah, sí, sé mucho. Veras, lo que tu pequeño príncipe quiere hacer, ya lo hizo alguien más. Se llamo Dios demonio Laplace. Todo el mundo habla mucho de sus enormes reservas de magia y de lo malo que era, pero nadie le da crédito a su inventiva. Él transformo en poderosos guerreros a sus seguidores, pero no fue con magia, fue con ciencia. Estudio como funcionaban las cosas y creo cosas increíble, terrible, pero increíbles. Como un ejemplo: esta la armadura del dios de la lucha. Sinceramente, creo que debió ser algo increíble, pero dudo, que como dicen los cuentos, el choque contra el dios Dragon Urupen, haya creado la separación de los continentes. No sé si lo puedes dimensionar, pero entiende esto- dijo Kain levantando sus dos manos como si en cada una poseyera dos masas del tamaño de una pequeña pelota -si un mago, de nivel rey, puede generar una magia poderosa, a lo mucho, podría destruir una pequeña ciudad- movió su mano izquierda, como diciendo que esa era el rey y después se enfocó en la otra -por otro lado, un mago de nivel emperador, podría destruir toda la gran ciudad de Ars y convertirla en escombros. Entonces ¿Qué piensas de un nivel dios? ¿Tiene el poder para destruir el mundo y separar los continentes? Yo creo que no. Bueno, eso no tenía mucho que ver con lo que estábamos hablando- dijo apoyando una vez más su espalda en el respaldo -pero, sí, sé mucho. Y como sé mucho, te daré un consejo, no sigas a tu príncipe. Él se deshará de todas las personas talentosas. Después de todo, ¿Qué es más fácil que gobernar a un montón de gente promedio? Y créeme, eso es lo que él quiere. Nosotros los que dominamos la magia y el touki somos, a sus ojos, un factor inestable-
El mago lo miraba con incredulidad y en los caballeros se había insertado el bicho de la duda. Con el frio roce del metal, enfundaron sus espadas, mientras que Kain, dejaba libre al mago. El cual lo miraba como si estuviera frente a un dios maligno. En sus ojos habitaba el miedo mezclado como un terror reverencial. Como el que se tiene al mar. Puedes jugar en la orilla, pero nadar por tu cuenta a mar abierto era imposible, mucho menos podías pensar en investigar sus oscuras profundidades.
De repente se escucho un pequeño aplauso que reverbero por toda la recepción. Todo el mundo volteo y vio a una muchacha, de no mas de unos trece años. Tenía el cabello rubio, como si fuera delicados hilos de seda, unos ojos azules que brillaban con claridad y una figura modesta, pero tentadora. Era el epitome de la belleza, joven, tierna e impoluta. Ella aplaudía mostrando una cautivadora sonrisa.
-Como se esperaba de su excelencia, Kain Dragonroad- dijo la joven encantadora
-Niña- dijo Kain poniendo una suave sonrisa -¿Cuál es tu nombre?-
Haciendo su camino desde la puerta al sillón, la joven se paró en frente de Kain e hizo una reverencia tomando el borde de su elegante vestido -esta humilde se llama Ariel Anemoi Asura, mucho gusto-
Kain se desperezo, apoyo la palma de sus manos sobre sus muslos y se puso de pie -vamos a ver como va esto- dijo -hace mucho tiempo que no hago estas cosas- y respondiendo al gesto, puso una mano en el corazón y realizo una leve reverencia. Después la miro a los ojos y le pregunto -¿Cómo estuvo?-
-He visto mejores- dijo Ariel sin perder su sonrisa
Kain soltó una risita y le contesto -sí, también lo creo, debe ser la poca costumbre. Vine a conversar contigo-
-Así parece, por favor, acompáñeme- y señalo la puerta. Después miró al resto y les dijo con una voz de mando -el resto de ustedes esperara afuera-
-Pero su excelencia- dijo el mago que se había quedado al margen de la discusión -tenemos ordenes-
-Lo sé- respondió Ariel con una sonrisa que no lo era -tienes ordenes de mi hermano, lo sé, lo sé muy bien. Pero mi hermano no es el rey y no puede obligarme a recibirlos. Mucho menos a sus espías, así que pueden irse o esperar acá afuera-
Después de eso, entraron a la habitación y Clark y los demás se quedaron afuera.
-o-
Entraron a los aposentos de la princesa Ariel y lo primero que pudo ver Kain, fue una ante sala cuidadosamente diseñada. Con cuadros en las paredes, una gran alfombra roja que cubría el centro y varios sillones para atender a las visitas. Muebles de un café oscuro, relucientes y con finos dibujos que daban la impresión de ser enredaderas. Al fondo había un gran ventanal cubierto por una cortina blanca que traslucía la luz del día, pero sin llegar a incomodar.
-Por aquí- señalo Ariel a un gran sillón. Kain tomo asiento mientras de forma disimulada revisaba los alrededores. Por otro lado, Ariel atrajo una carrito con todo tipo de implementos para servir té y le preparo una taza. Después se la paso a Kain y lo miró expectante a ver que decía.
Kain olio el aroma del té, le dio un pequeño sorbo y le comento -esta exquisito-
-Muchas gracias- respondió con una gran sonrisa, después se gano en el sillón del frente y le dijo -¿En que lo puedo ayudar?-
-Eres una niña encantadora y por eso te diré esto de forma directa- le dio una fuerte mirada a los ojos -no juegues conmigo el juego de los nobles, no me gusta-
-Lo siento-
-No hay problemas, eres solo una niña, estas creciendo. Por otro lado, creo que eres lo bastante inteligente como para darte cuenta. Vengo por mi sobrina, bueno, me dijeron que su cabello se volvió blanco. Así que ahora, debe parecer mas mi hija-
-Sylphi- dijo Ariel en un leve tono. Desde un puerta, que daba a las habitación internas, salió una elfo de pelo blanco, lentes negros y una capa azul. Kain se levantó con una gran sonrisa y se acercó a la niña. Por su parte, la niña lo miró hacia arriba y estiro sus manos para tocarle las facciones del rostro. Kain se hinco sobre su rodilla derecha para hacerle las cosas más fáciles. La niña comenzó a sollozar y a derramar lágrimas. Kain se puso de pie y la abrazo. La niña solo respondió al abrazo y lloro desconsoladamente. Como sí hubiera recuperado algo de su antiguo yo, algo de su tiempo que paso en Buena Villa. Algo de lo que fue su niñez. Algo del calor de sus padres que ahora le falta. Lloro como si un gran dolor estallara desde su interior, pero al final, fue un llanto liberador. Algo en su interior, se completó.