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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · Komik
Peringkat tidak cukup
935 Chs

Capítulo 41 - Apócrifo - Kin

En un templo ubicado en una isla de Océano Pacifico, se encuentra el gran sacerdote meditando. Su mantra se escucha por todo el templo cargado de una voz grave y poderosa. Como gran sacerdote, su vida es la meditación y la guía de sus hijos, los cuales son los discípulos del templo. Mientras reza, va pasando una a una las cuentas de su rosario pero de repente suena tañido de la campana del templo y el collar se rompe liberando las cuentas por todo el suelo. El monje abrió los ojos y miro el hilo que sostenía las cuentas. ¡Se rompió!. Sudor frio comenzó a caer por su frente y con un gran respiro se recompuso. Lleva más de cuarenta años con este rosario, se lo había entregado su maestro cuando alcanzo la adultez y nunca le paso nada, pero ¿Por qué se rompió ahora?.

Mientras el gran sacerdote juntaba sus manos y rezaba con más intensidad para que nada malo le pasara a sus hijos. Uno de sus discípulos golpeo la gran puerta del templo y dijo -Gran sacerdote, vino el señor feudal Minamoto y demanda tu presencia. Por favor detenlo, pateo a varios de mis hermanos cuando le dijimos que se fuera y casi mata a otro. Solo tú tienes la fuerza y autoridad para detenerlo-

El gran sacerdote no se angustio ni enojo, miro a su hijo con los ojos que solo un padre podría mirar y dijo -niño, debes mantener la calma, vas a tener que meditar más si quieres alcanzar la iluminación. Los acontecimientos de la vida no pueden mover tu corazón tan fácilmente, ten calma-. El gran sacerdote se levantó y avanzo con calma hasta llegar a la puerta. Le palmeo el hombro y continuo -vamos, él desea algo de mí, de lo contrario no habría sido tan clemente con tus hermanos-

Mientras el muchacho esta acongojado por la amonestación, el gran sacerdote salió del templo y camino con el sol iluminando su cara. Avanzaba sintiendo la brisa de la tarde y pensando en el mal presagio en su corazón, solo puede espera que no le pase nada a sus hijos. Bajo los escalones que se podían contar por cientos y cuando llego a la parte baja vio a un hombre grande, gordo y fuerte como un toro, estaba sentado sobre una de las tantas piedras de oración. El sacerdote frunció el ceño y pensó "Así son los señores de estos días". Solo cuando necesitaban la bendición de los dioses para ir a la guerra eran respetuosos. El resto del tiempo eran patanes, impulsivos y recelosos de todo lo que esté por encima de ellos.

El gran sacerdote miro al hombre a los ojos y levantando su palma, le indicó -Joven señor, levántate de esa piedra y conversemos-.

El hombre bufo, pero al mirar a los ojos al anciano, todos los pelos de su cuerpo se le erizaron y disimulando su miedo, se paró orgulloso y altanero. El hombre aplaudió una vez y tres de sus subordinados trajeron a una niña encadenada. Tenia el cabello morado, muy hermosa y si nadie lo dijera, cualquiera pensaría que es hija de un emperador. El hombre se cruzó de brazos y con su gran estatura miro hacia abajo al anciano en más de un sentido -viejo, tu templo es budista y combate a los onis y yokais. Me han dicho que tu fuerza excede al gran gorila demonio que esta apresado en las montañas. Cuida de esta niña-

El gran sacerdote miro a la niña y vio el mal que presagio hace un momento. Se encuentra en su interior, solo que no se ha manifestado aún. El anciano suspiro y supo que esto era el destino. Miro al hombre y le dijo con calma -joven señor, déjala aquí y no vuelvas nunca. Ella no te necesita, solo dios la salvara y la guiara a un mejor final-

El hombre apretó los dientes, pero no hizo nada. Aunque él es dueño de muchas tierras, tiene muchas esposas y un gran ejército, no se atrevería nunca a desafiar a este anciano. Cuenta la leyenda que en su juventud, hace unos treinta años, mato a un sin fin de demonios y por eso esta tierra es tan fructífera y rica, de lo contrario vivirían en la miseria y esperando la muerte como en las demás provincias. Con voz iracunda y mordaz el hombre se dio la vuelta y dijo -vámonos- y el resto de su sequito se fue sin mover nada, ni tocar nada. Ellos tenían aún más miedo que su señor. Ellos eran solo pequeños guerreros, si provocaban la ira del gran sacerdote, él los mataría y nadie lo lamentaría. Ellos golpearon a algunos de los jóvenes sacerdotes porque su señor se los ordeno, era eso o ser despedidos y vivir con hambre hasta la muerte.

El gran sacerdote vio irse a todos los guerreros y al hombre en su caballo. Negó con su cabeza, miro a la niña y con sus dedos rompió las cadenas. La niña abrió los ojos como platos y miro al gran sacerdote asombrada. El gran sacerdote la encontró cómica y rio con la suavidad de buda. Cuando la niña se recompuso miro al suelo y el gran sacerdote la tomo del mentón y se lo levanto para que sus ojos coincidieran -dime pequeña, ¿Cuál es tu nombre?-

-Raiko, señor- respondió la niña con una voz pequeña

El gran sacerdote la miro a los ojos y le pidió a dios que la proteja. Le aparto los cabellos de sus ojos y con una sonrisa amable dijo -Raiko, desde ahora eres mi hija al igual que todos los discípulos que viven en este monasterio, pero como eres niña, vivirás en una choza aparte. Tranquila, esa choza no está lejos del templo donde yo medito y si necesitas algo, puedes venir a pedirlo-

Raiko miro al gran sacerdote. Se sintió como si la brisa fresca le acariciara el rostro y el sol del verano le calentara su corazón. Con los ojos acuosos le dijo -gracias gran sacerdote-

Entonces los monjes se acercaron y le dieron pequeñas reverencias en señal de bienvenida.

Cuando solo quedaron ella y el gran sacerdote, él la llevo en brazos. La niña no tenía más de cinco años y para sus cortas piernas sería un desafío casi imposible llegar a la cima. Cuando la puso en el suelo, Raiko se dio cuenta de que todo el camino estaba rodeado de cerezos y que el gran templo (que según ella llegaba al cielo) era hermoso. El anciano la guio por todo el camino atento a todos los rostros que pudiera poner. El asombro se apodero de Raiko y cuando llego a la choza, fue como un balde de agua fría. El anciano se rio a carcajadas y le dijo -no te preocupes Raiko, esta choza es buena, solo pasa que yo hace más de quince años que no la ocupo. Te ayudare-

Entonces la joven Raiko acompaño al anciano y entre los dos limpiaron y ordenaron durante todo el día la choza. Cuando ya era de tarde y solo faltaba traer un par de cubos de agua de un estanque que estaba a unos veinte metros, la joven Raiko se durmió. El anciano la acomodo en la cama y la tapo.

Cuando iba con las cubetas silbando una tonada armoniosa tuvo una visión y otra y otra. Hasta que después de cinco minutos se calmó. Se sentó al lado del estanque y oró. Era una pena conocer a semejante niña solo para que el destino se la llevara. Entonces entre sus oraciones y ruegos tuvo otra visión. El futuro no desapareció, pero cambio. Él en su sabiduría entendió que nada es definitivo, un encuentro podría traerle una gran dicha o su destino final.

Solo esperaba que los dioses se apiadaran de la niña y en su capricho no la destruyeran.

-o-

Han pasado casi diez años desde que la joven Raiko vino al gran monasterio. Ella y el gran sacerdote son los únicos que quedan vivos. Una ola creciente de demonios a diezmado las tierras, trayendo mala fortuna y muerte a todo el que viva para luchar contra ellos. Raiko como la única discípula viva del anciano maestro, ha tomado todos los conocimientos de su "padre" y ha crecido para ser casi tan fuerte como él. Su única debilidad es que en las noches de la luna roja pierde el control y su sangre demoniaca explota. La locura y el deseo de destrucción presiona contra su pecho y le dice que corra salvaje, que mate a todos y no deje nada en pie.

Una voz débil, pero amable interrumpió la meditación de la joven Raiko -¿Cómo estás?-

Ella abrió sus oscuros ojos como la noche y con una sonrisa le dijo -muy bien padre, si me mantengo en mi mejor nivel, seguro que venceremos al gorila demonio-

El gran sacerdote asintió y mostrando una sonrisa, se sentó a su lado y juntos meditaron durante toda la noche.

Cuando los primeros rayos del sol alcanzaron las ventanas del gran templo y lo iluminaron con su esplendorosa luz. Raiko abrió los ojos y dijo -es hora-.

El gran sacerdote abrió los ojos y levantándose del suelo, le dijo -Raiko, acuérdate del plan y no vayas a luchar tu sola. Recuerda lo que pasa cuando sacas todas tus fuerzas-

Raiko frunció el ceño y dijo -sí padre-

El anciano vio la disconformidad en sus ojos y se rio.

-o-

El gran monte, así se llama el lugar donde una demoniaca criatura está atrapada. Tiene un nombre tan simple porque nadie se atreve a ponerle un nombre. Es un lugar desolado, donde habitan una gran cantidad de demonios y sobre todo, es la prisión del gorila demonio. Una criatura antigua que azoto estas tierras en la época del maestro del gran sacerdote y solo con el sacrificio del maestro pudo ser confinado.

El gran sacerdote caminaba por los angostos senderos apoyado por un cayado y Raiko iba detrás suyo por si se mareaba o se cansaba. Raiko miro hacia el acantilado que acompañaba el paisaje y de repente vio a un centenar de pájaros volando lejos de la montaña. Ellos no migraban, ellos huían de algo.

Siguieron caminando hasta alcanzar la parte superior de la gran montaña. Avanzaron por una quebrada y llegaron a un pequeño valle que se producía en el centro de la montaña. Miraron hacía abajo y pudieron divisar al demonio gorila atado con las ramas de un árbol. Era un cerezo especial que con sus raíces lo purificaba y aprisionaba. Sin embargo el miasma que emitía el demonio, contaminaba toda la zona y fortalecía a los demonios menores.

Raiko puso un rostro serio y dijo -vamos padre, después de esto aunque muera no tendré quejas. Habremos vengado a todos mis hermanos-

El gran sacerdote negó con su cabeza y dijo -Raiko…- pero repentinamente sintieron una gran temblor. Los gritos del gorila se empezaron a escuchar y este volv��a a estar despierto. Raiko y el gran sacerdote se pusieron pálidos y miraron como el gorila luchaba por liberarse.

El agua alrededor del árbol de cerezo chapoteaba y salpicaba todo alrededor, el gorila tiraba de las raíces y cuando veía que no podía liberarse golpeaba el suelo con sus grandes manos generando pequeños temblores. El gorila hacía fuerza y de vez en cuando miraba a su alrededor buscando algo con lo que golpear al árbol, pero no había nada. En la base del valle, en el interior de la gran montaña. Solo había un poco de agua estancada y el árbol de cerezo, pero ninguna piedra o palo para que lo pudiera atacar. El gran gorila tiraba y tiraba y a cada minuto su fuerza volvía. Algo le decía que huyera, que se acercaba su fin y tendría un destino peor que la muerte.

De repente una voz calmada y fría dijo -En esta tierra habitada por pequeños demonios, no esperaba encontrar a un gran hylden como tú. Dime…¿Cómo te gustaría morir?- la voz se rio de manera siniestra y él gran gorila cayo en su desesperación. Tiro con todas sus fuerzas de las ramas hasta el punto de romper sus muñecas y "crac", las ramas del cerezo cedieron y el árbol cayo partido a la mitad.

Raiko fue corriendo y dejo atrás al gran sacerdote, miro lo que estaba pasando y vio a un hombre de cabello blanco que salto desde una saliente y caía al suelo como si fuera una pluma. Miro hacía donde se dirigía el hombre y se dio cuenta de que gorila demonio había roto el cerezo. El hombre se paro frente al gran gorila y este grito muy fuerte, chapoteo el agua a su alrededor generando pequeños temblores con sus golpes.

Por otro lado, el guerrero se rio y emitió una espada de fuego, sus ojos se iluminaron como los rayos de las tormentas y empujo al demonio con alguna especie de magia. El gorila retrocedió rodando y una vez que retomo su postura, trato de devolverle el golpe como pudo, una y otra vez le lanzo manotazos, pero el guerrero se transformaba en niebla y le devolvía los golpes. El demonio gritaba de dolor y de angustia, mientras el guerrero se reía.

Cuando el guerrero le había cortado las extremidades y solo quedaba el torso del gorila demonio, Raiko volvió en sus sentidos y no sabía qué decir. Si había alguien tan fuerte ¿Por qué no apareció antes? ¿Por qué no salvo a las personas?. Apretó sus puños con fuerza hasta que estos sangraron y se acordó de todos sus hermanos que murieron en las manos de los demonios.

El guerrero camino hasta el demonio que ahora daba débiles gemidos y ni fuerzas le quedaban para retorcerse. El guerrero lo miro a los ojos y le enterró su espada de fuego, una especie de luz de colores lo rodeo y casi al instante se extinguió. El guerrero escupió con desagrado y molesto se dio la vuelta y se apuró a caminar. Dentro de su mente, este combate fue una decepción. No obstante, se detuvo. Se movió la tierra con otro temblor, pero ya no estaba el demonio gorila para provocarlo, así que ¿Qué lo hacía?.

De repente tres cráteres aparecieron de la tierra y tres cien pies monstruosos se mostraron. Eran tan grandes como un árbol y sus patas y colmillos eran tan gruesas como el brazos de un adulto. Uno de ellos golpeo al guerrero mandándolo a volar. Las cosas del guerrero se regaron por toda la zona, pero él estaba ileso y sin ningún problema se levantó.

Uno de los cien pies tomo el cuerpo del gorila y se lo llevo a las profundidades de la tierra. Los dos restantes atacaron al guerrero y este los golpeaba sin tregua. Los cien pies choreaban líquidos de su cuerpo, pero no se detenían, era una danza sin fin hasta que uno recibió un poderoso corte que lo partió por la mitad. El que quedaba en buen estado le lanzo una especie de veneno al guerrero y lo cegó. Sus carne se carcomían por el veneno y sus ojos fueron cegados, pero el guerrero no sucumbía al dolor y espero la embestida del cien pies. Un movimiento lo alerto, el guerrero dio un salto y lo corto.

Después de vencer al último cien pies, el guerrero guardo su espada de fuego y se dirigió a donde habían quedado sus cosas. No obstante, al poco andar, su respiración se hizo más fuerte y su pecho subía y bajaba en un frenesí. Colapso. El guerrero dejo de moverse y Raiko lo vio tendido en la charca de agua y una sonrisa de satisfacción apareció -el karma es grande- dijo -toma todo tu egoísmo de vuelta-

Ella no lo ayudaría. Si tenía esa fuerza ¿Por qué nunca se supo de él?¿Por qué nunca ayudo a la gente?. Pero de repente sintió un golpe contundente en la cabeza.

El gran sacerdote la escucho y no estaba muy feliz -vamos a ayudarlo- dijo

Raikou lo miro con consternación y respondió -pero padre, él solo luchaba por su propia satisfacción. Dios sabe cuánta gente a muerto por los demonios durante todos estos años. Incluso mis hermanos murieron, pero nunca hemos sabido nada de él-. Raikou se paró firme y se cruzó de brazos -no tenemos ninguna obligación-

El gran sacerdote suspiro y con suavidad le dijo -Al igual que él no tiene ninguna obligaci��n. Lo que hacemos, lo hacemos porque queremos, nadie nos ha obligado e incluso cuando tu empezaste a cazar demonios, cada vez que volvías te preguntaba si querías seguir yendo y tu testaruda seguiste cazando. Ahora dime ¿él es realmente tan malo?. No ocupes a alguien para depositar tu odio, ese será el principio de la corrosión de tu alma-

Raiko bajo los brazos y miro al suelo en contemplación. El guerrero ni siquiera los conocía y muy probablemente ni siquiera sabía qué existían. Él no tenía la culpa de la muerte de sus hermanos. Suspiro y trató de mirar a su padre, pero se dio cuenta de que el anciano ya no estaba, caminaba en dirección hacia el guerrero.

-¡Espérame padre!-

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El gran sacerdote meditaba en el gran templo. Durante un mes no han habido ataques de demonios y él y Raiko solo se han dedicado a entrenar. Cuando trajeron a su amigo, él no veía, ni oía, ni mucho menos hablaba. Quedo tendido por una semana y después despertó. Cuando trato de escapar, él anciano al verlo tan maltrecho, golpeo varios puntos de su columna y lo obligo a permanecer acostado. Una semana después podía oír, pero no se entendían el uno al otro. Hablaba otra lengua. Así que lo alimentaban dos veces al día y lo dejaban solo el resto del tiempo.

El anciano tosió un poco de sangre y dijo -me queda poco- se limpio la boca con una tela desgastada y camino hacía la choza donde vivía Raiko y el misterioso visitante.

Desde el patio se oían las risas de Raiko y el anciano sonrió. Cuando entro a la choza, él hombre estaba de espaldas en el suelo y Raiko de pie reía sin parar. El anciano miro a Raiko y suspiro -¿Por qué te ríes de las desgracias ajenas?-.

Raiko se calló en ese instante y miro al suelo algo apenada. El hombre al escuchar al anciano se levantó como pudo y apoyado en la pared movió su mano saludándolo.

El anciano estaba un poco contento por su mejora. El hombre dejo de hablar hace unas dos semanas, cuando se dio cuenta de que nadie le entendía. El anciano lo miro y le dijo -buenos días- y se sentó en su lugar mientras esperaba a que Raiko colocara en su asiento al visitante y le sirviera comida.

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El gran sacerdote caminaba por el templo y miraba cada pilar, cada esquina y suspiraba con melancolía. Cada vez el destino se acercaba mas y mas y no podría esquivarlo. Pensó en Raiko y su destino. Estaba feliz. Al parecer su destino se fue por el buen futuro y no tendría que morir.

Salió del templo y miro a Raiko y al hombre que ahora se llamaba Shiro (cortesía de Raiko). Ella iba a su lado y de vez en cuando lo miraba de soslayo. El joven caminaba lento pero seguro y bajaba por las escalinatas del templo, era su paseo diario y hoy en día parecía que lo disfrutaba más Raiko que el joven convaleciente.

-Buenos días, Shiro- dijo el gran sacerdote

El joven con una sonrisa incomoda, se masajeo la sien y después de pensar algo le dijo -Oohayo odae más-.

El anciano se rio a carcajadas y la joven Raiko se tapó la boca para no reírse tan descaradamente. El joven se ruborizo, pero también se rio un poco. Después de eso, Raiko y el joven continuaron con su paseo, mientras el anciano miraba a la pareja bajar por las largas escaleras de piedra. Miro hacía el horizonte y diviso algo que no le gusto. El hombre que algún día vino a dejar a la joven Raiko, volvía con un gran sequito de guerreros.

El anciano se apuró y alcanzo a los jóvenes en la parte baja de las escaleras. Raiko sonreía y el joven se apoyaba en un bastón. Raiko se dio la vuelta y vio que su padre venía con un rostro preocupado. No los miraba a ellos, pero su vista se dirigía hacia la gran puerta. Algo desconcertada, Raiko miro a su padre y le pregunto -¿Qué sucede?¿Por qué estas tan apurado?-

El anciano paso por su lado, pero se detuvo a medio camino y dijo -viene tu padre con muchos guerreros, no te preocupes, no dejare que nadie te lastime-. El anciano siguió caminando, Raiko dejo a Shiro sentado en una roca y siguió a su padre hasta la entrada del templo en donde los esperaban un centenar de guerreros. Entre medio de ellos había hombre de osca apariencia gritando a todo pulmón -anciano, lárgate de este templo, ahora me pertenece-

El anciano sopeso sus palabras, asintió y dijo -no tengo ningún problema, solo quedo yo para resguardar esta memoria, este lugar ya no tiene ninguna utilidad-. Se dio la vuelta y todos los guerreros estallaron en risas, pero el anciano no les prestó atención.

Por otro lado, uno de los generales del señor feudal, miro a la joven que estaba detrás del anciano. Le gusto su largo cabello morado, también sus grandes senos que parecían que iban explotar y su figura divina cincelada por la mano de alguna deidad. Considerando su posición, miro a su señor y le dijo -gran señor, quiero a esa mujer-

El señor feudal miro a la muchacha y se dio cuenta de que era su hija. Sopeso sus posibilidades y le dijo al general -tómala, no tiene ninguna utilidad-

El gran sacerdote se detuvo al escucharlo y dijo -te di este templo, ¿ahora quieres más de lo que puedes acaparar?-

El señor feudal se puso de todos los colores y grito con ira -¡yo! Te permití salir de este lugar sobre tus pies, si no quieres obedecer mi voz, entonces cae a la tierra y alimenta a los gusanos-. El señor feudal alzo su mano y veinte guerreros corrieron en sus corceles a matar al anciano, pero antes de que el anciano pudiera reaccionar, la joven Raiko corrió y los golpeo a todos. Ninguno sobrevivió al intercambio y ella miraba al resto con furia.

El anciano camino hasta Raiko y la tomo de la mano. Miro una vez más al señor feudal y dijo -nos iremos en tres días, pero recuerda quién le permite a quién-. El gran sacerdote camino sin apuro y el señor feudal hacia rechinar sus dientes, quería estrangularlo hasta la muerte, pero la joven no se lo permitiría, antes de que pudiera matar al viejo, perdería a todos los hombres y su propia vida.

El anciano se fue a su templo a rezar y Raiko acompaño a Shiro a caminar, ahora era ella quien lo necesitaba. Shiro sintió la melancolía en el aire y le puso una mano en el hombro. Ella se dio la vuelta y miro al hombre de cabellos blancos que la hacía sentir reconfortada. Raiko le dio un abrazo y dijo -aunque sé que no entiendes mis palabras, gracias Shiro-

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El segundo día después de que el señor feudal viniera, el gran sacerdote murió. Su edad y sus enfermedades se llevaron su vida. Pero el murió rezando y pidiendo por el futuro. Raiko lloraba en los brazos de Shiro y este la abrazaba.

Cuando llevaron el cuerpo del anciano cerca del lago, Raiko quiso hacerle una tumba, pero Shiro que escucho los ruidos de una pala, intuyo lo que ella quería hacer y la detuvo. Coloco su mano como un cuenco y con un suave ademan, la tierra se movió y quedo un espacio adecuado para una tumba.

Raiko sonrió. Ahora Shiro era la única persona que la acompañaba. No tenía nadie excepto a este hombre -gracias Shiro- dijo con aprecio. Shiro asintió y se qued�� callado mientras Raiko colocaba el cuerpo del anciano y lo cubría de tierra.

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Al tercer día vino el señor feudal y trajo a un sequito de hombres. Raiko llevaba a Shiro a un lado y miro al señor feudal con desprecio, pero no lo ataco. Shiro sintió la intensidad de su agarre en sus manos y las acaricio para que ella se relajara. Ambos caminaron por unas horas y ella miraba hacía el infinito, Raiko no dijo ninguna palabra.

Unas horas más tarde, el general que quería a Raiko y sus seguidores los persiguieron a cabello. El general se detuvo impidiéndoles el paso y le dijo desde su caballo -mujer, deja a ese hombre y sígueme, no te tratare mal-

Raiko se rio con gracia y le dijo -él es mi familia, no lo puedo dejar y si no quieres volverte un eunuco, será mejor que te largues-

El hombre apretó sus dientes y frunció su nariz, miro a sus hombres y dijo -ataquen-

Los diez guerreros desenfundaron sus armas y Raiko se paró esperando que vinieran, pero una persona la detuvo y la sostuvo del hombro. Ella miro hacia atrás y dijo -Shiro, ahora estoy ocupada-

Pero Shiro levanto su mano y una ola de fuego golpeo a todos los hombres convirtiéndolos en cenizas y la tierra en lava. Raiko quedo muda, miro a Shiro y este último sonrió.

Ambos continuaron caminando durante horas y llegaron a una choza en medio de un pantano. No estaba mal, solo un poco sucia, pero como todavía había sol, podrían limpiar antes de que se oscurezca. Raiko dejo a Shiro sentado en una roca y ella se metió a matar todos los bichos y cosas que habitaban la choza. De vez en cuando miraba a Shiro y se daba cuenta de que habían pequeños rastros de fuego en varios lugares y pensó que era Shiro había ahuyentado a alguna bestia. Así que siguió limpiando la choza y ordenando.

Por otro lado Shiro suspiro ante la ingenuidad de Raiko y siguió con sus sentidos alertas. Habían una gran cantidad de demonios en este pantano y lo más probable es que mataron a los anteriores residentes de la choza. Un poco de fuego los ahuyentaría, pero cundo vengan los más fuertes tendrá que luchar.

Un grito lo saco de su estado de concentración -¡Shiro!, ya está listo-. Entonces Raiko lo tomo del brazo y lo llevo dentro de la choza.

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Muchas cosas pasan en dos años. De ser un total analfabeto y lisiado, Kain (el anterior Shiro) se volvió más hábil, sus sentidos más agudos y un gran conversador. Raiko le enseño todo lo que sabía; aprendió a leer, escribir e interpretar las palabras. Su japonés apestaba, pero por lo menos hoy en día, se le podía entender algo.

Con el inicio de un nuevo día, un rayo del sol le llego justo en los ojos y Kain supo que era hora de levantarse. Sintió un cuerpo cálido a su lado y dijo -Raiko, vamos, hoy tenemos que viajar-

Con los ojos aun cerrados, Raiko se escondió en el pecho de su marido y dijo -¿no puede ser más tarde? Se está muy cómodo aquí-

Kain sonrió y pasando sus dedos por sus pronunciadas caderas dijo -si no te levantas pronto, te comeré-.

Raiko se destapo y dijo -adelante-

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Raiko miro la choza con algunos sentimientos encontrados y dijo -es una pena, muchos buenos recuerdos se quedan aquí-

Kain estaba atrás de ella y aun conservaba su venda en los ojos. Ya estaba curado, pero los extranjeros no eran bienvenidos en esta tierra. Sin embargo hoy en día andar con los ojos vendados no era ningún detrimento y se había convertido en una costumbre.

Kain poso su mano en el hombro y le dijo -vamos Raiko, hoy iremos al lugar donde nos conocimos-

Raiko asintió y camino con él del brazo hasta donde el pequeño sendero que habían creado se los permitió. El resto del lugar seguía siendo un pantano, pero ya no quedaban demonios, al menos que tuvieran la suficiente inteligencia como para vivir en este lugar.

Raiko iba pensando en muchas cosas y de repente vio una flor violeta. Pensó en algo y dijo -¿Por qué vamos a ese lugar? Yo me acuerdo que ahí existían esos extraños insectos que te envenenaron-

Kain ladeo su oído para escucharla y respondió -porque ahí están mis cosas. Podríamos tomar el oro o tomar una mansión por la fuerza, pero tu no estarías de acuerdo ¿cierto?-

Raikou frunció el ceño y respondió -papá no estaría de acuerdo, pero si te refieres a tus cosas, esas cayeron en el agua. Hace tanto tiempo que paso ¿no las habrá tomado alguien?-

Kain sonrió y dijo -¿Cuántas personas se irían a meter a donde antes vivía el gorila demonio-. Raiko se rio de sus propias palabras y asintió.

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Las laderas no habían cambiado, seguían tan empinadas y los caminos tan angostos como lo última vez que vino el gran sacerdote. Sin embargo ahora caminaban Raiko y Kain.

Kain se tomó la venda y trato de quitársela, pero Raiko poso sus manos sobre las suyas y dijo -déjame ayudarte-. Ella retiro la venda y cuando Kain abrió los ojos, Raiko lo contemplo. Después estiro sus finos dedos y los paso por párpados de Kain. Ella sonrió y dijo -me encantan tus ojos, se parecen al color del mar y el cielo-

Kain sonrió y la abrazo por las caderas, se acerco y le susurro -nuestros hijos tendrán estos ojos-

Ella se congelo y después de volver en sí dijo -me gustaría que el primero tuviera el nombre de mi padre ¿está bien?- Kain asintió y siguieron subiendo la cuesta de la gran montaña hasta llegar a la cima. Raiko miro hacia las profundidades del valle y dijo -¿Por qué todavía esta esa cosa?, yo recuerdo que la mataste y un insecto se la llevo para comerla-.

Kain asintió y respondió -lo más probable es que no se llevó al gorila para comérselo, lo utilizo como escondite o algo ¿Quieres probar tu fuerza?-

Raiko asintió con una sonrisa, poso su mano en el abdomen y miro a Kain -el sello que pusiste en mí, me ha fortalecido mucho, ahora soy unas tres veces más fuerte que cuando mi padre estaba vivo-

Kain asintió.

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Las ironías del destino trajeron a Kain frente a esta pequeña mestiza hylden. Como no podía ocupar su vista espectral durante un tiempo, tuvo que apoyarse en las personas que amablemente lo cuidaron, pero hace un año más o menos, cuando recobro la vista, se sintió espantado y molesto. Sus enemigos ancestrales habían tomado el cuerpo de una mujer y lo habían fecundado con la semilla de un demonio. El alma de Raiko era parte hylden y humana, pero con el tiempo ella despertaría su fuerza y modificaría su cuerpo hasta volverse una hylden por completo. Como él había desarrollado ciertos sentimientos y cariño por ella, le conto.

Raiko se quería morir. Ella se convertiría en la misma entidades que habían combatido con su padre. Entonces ella le pidió a Kain que la matara. No obstante, Kain lo medito y buscando una salida, ocupo un sello. Este sello debilitaría al hylden y fortalecería el alma humana. Cuando drenara toda la fortaleza del alma hylden, el alma humana se elevaría y ella se volvería muy poderosa.

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Una vez preparados, Kain y Raiko caminaron hasta una pequeña saliente y Raiko miro una última vez a Kain y este asintió. Ella salto y cayó sobre la charca que cubría el fondo del valle. Camino hasta llegar a unos veinte metros de la criatura (el anterior gorila demonio) y desenfundo una gran espada tan alta como ella. Siguió avanzando otra tanto y la criatura que ocupaba el cuerpo del gorila demonio, sacudió el cuerpo y este se empezó a mover. Ojos rojos como la sangre la miraron y Raiko se detuvo.

El cuerpo del gorila demonio grito y se lanzó contra Raiko, ella evito las envestidas y manotazos. El cuerpo se calmó y miro a Raiko con cautela. No la podía alcanzar con sus golpes, sus gritos no la intimidaban y no sabía qué más hacer. Raiko asintió y se lanzó a luchar. Corrió de frente y espero la embestida del cuerpo. La gran mano derecha del cuerpo se elevó y la quiso aplastar, pero Raiko evito el golpe y le propino un corte certero en la pierna derecha. El cuerpo grito y movió ambas manos queriendo agarrarla, pero Raiko fue más rápida y se puso a distancia.

Raiko una vez más levanto su espada, dio un respiro y se lanzó de nuevo. El cuerpo trato de golpearla cómo pudo, pero ella paso por entre medio de ambos brazos y le corto el brazo derecho. Después de eso, dio un salto para retomar su posición inicial.

El cuerpo del gorila demonio gritaba y en su estomago se veían las marcas de algo retorciéndose en su interior. La criatura que habitaba el cuerpo sentía el miedo y su inminente muerte. Pero como le quedaba solo un brazo y una pierna se mantuvo en su lugar y trato de esperar la posibilidad de un contra ataque.

Raiko corrió sin esquivar esta vez, espero el golpe del cuerpo y este no la defraudo. Agito su mano izquierda en forma horizontal y Raiko lo corto. Como una reacción instantánea, el cuerpo se comenzó a retorcer igual que un gusano y Raiko se acercó a decapitarlo. Cuando el cuerpo perdió la cabeza dejo de moverse y Raiko guardo su espada y camino de vuelta a Kain. Esté ultimo dio un salto desde la saliente y corrió en su dirección, emitió la segadora de almas y paso por su lado. Ella al darse la vuelta y seguir a Kain, se dio cuenta de lo que pasaba. La criatura no había muerto y solo fingía dentro del cuerpo del gorila demonio, ahora que ella le había dado la espalda, el cien pies salió por el cuello y empezó a perforar la tierra para escapar. Cuando Kain lo alcanzo, pero solo le pudo cortar la punta de la cola y el insecto se fue sin el mayor daño.

Kain esculpió y dijo -maldita cosa molesta, algún día me cobrare el envenenamiento-

Raiko le dio una mirada de disculpa y Kain camino a su lado, le tomo la mano y juntos caminaron a donde habían quedado sus cosas. Habían varias cosas que no servían para nada, como pergaminos y ropas, pero lo que buscaba Kain estaba intacto en una bolsa. Raiko vio lo que él sacaba y se sorprendió. Un anillo del mismo color que el de sus ojos apareció dentro de una caja. Kain se lo puso y canalizo su energía para sacar del anillos dos enormes sacos. Estaban llenos de oro. Kain se ganó detrás de los saco y le dijo -ves, era mejor venir aquí-

Los ojos de Raiko se abrieron con sorpresa y dijo -nunca había visto a tanto-

Kain los guardo en el anillo y le dijo -vamos, tomemos la madera del cerezo antiguo y busquemos un lugar para vivir-

-o-

Un hombre de apariencia joven con una larga cabellera blanca, y un niño rubio de unos cinco años, estaban conversando sentados sobre el tatami de una habitación. El hombre le relataba como llego a este país y que cosas pasaron para que el niño naciera.

Kain sonrió y dijo -¿y?¿que te parece? Así es como tu madre y yo nos convertimos en familia-

El niño miro asombrado a su padre y le pregunto -¿por eso mamá y papá salen tan seguidos a cazar?-

Kain sonrió -así es, Kin-

Kin miro al suelo y dijo -pero a mí me dan miedo los demonios, yo no quiero cazarlos-

Kain se rio a carcajadas y lo sentó en su rodilla, lo acerco contra su pecho y le acaricio la cabeza. Un tiempo paso y dijo -Kin, no te preocupes. Yo sé que ahora tienes miedo y aunque eres fuerte, eres muy pequeño. No espero que salgas a pelear con nadie, pero si espero que seas fuerte. Tanto por tu propia seguridad como por todo lo que amas en este mundo. No tengas miedo. Yo te protegeré pero eso no será para siempre ¿entendido?-

Kin miro a su padre a los ojos y sintió el calor del verano en su corazón. Lo abrazo bien apretado y le dijo -sí, padre-

Kain le acaricio la espalda y le dijo -vamos al comedor, tu madre debe tener lista la comida-.

Kin tomo la mano de Kain y juntos caminaron por el gran corredor de la mansión de la ciudad. Kin camino mirando las flores que estaban floreciendo y el estanque que estaba suave y sereno. De repente un mechón de su cabello se le metió en un ojo, era rubio y reluciente, diferente al blanco de su padre. Lo miro un rato y le dijo a Kain -padre ¿Por qué mi cabello es diferente del tuyo?-

Kain sonrió y lo levanto en sus brazos, le acaricio con cariño su pelo y un rastro de nostalgia paso por sus ojos -tu abuelo tenía el cabello de ese color, como sacaste mis ojos, eres casi la vivida imagen de él ¿quieres verlo?-

Kin asintió y Kain le mostro el retrato de Prodigio primero, rey de Lemuria. Kin lo vio, se fijó en su cabello, después en su rostro y en su ropa, tomo la pintura en sus manos y le dijo a Kain -soy igual a él, pero sus ropas son extrañas-

Kain sonrió y tomo el cuadro para guardarlo, miro a Kin y le dijo -son ropas de otro país, a lo mejor algún día vamos de viaje y te lo muestro-

Kin camino con su padre tomados de la mano y llegaron al gran comedor, en donde su madre los esperaba con un hermoso kimono purpura. Raiko le dio una sonrisa y dijo -siéntense, está todo listo-

Kin miro una vez más a su padre y le pregunto -padre ¿Por qué me llamo Kin?-

Kain miró a Raiko y ella sonrió, miro a Kin y le dijo -porque ese es el nombre de tu abuelo. Kintoki-

Explico el capítulo:

Cómo muchos sabran (los que sepan algo de fgo), Minamoto no Raiko y Kintoki pertence a una misma Era. Introduje al personaje de Kain "alterando algo el destino". Por otro lado, ahora pueden tener una imagen mas clara del padre de Kain. Imaginen a Kintoki (de FGO) con una teñida de hombre de negocios.

Lo otro es que tome al gorila de Sekiro para la montaña del gorila demonio. Espero que haya quedado bien.

Lo ultimo, veran mas capitulos semejantes. Por lo menos cinco mas.

Cómo siempre les digo, cualquier comentario, aporte o critica (con respeto) se agradece. Tambien pueden apoyar el fanfic puntuando, dejando piedras de poder o recomendaciones en la pagina del fanfic.

Gracias, mañana mas...

AOoBeligerantecreators' thoughts