La pequeña excursión termino bien. Los niños entendieron el mensaje; debían ser fuertes y estar unidos. Al mismo tiempo empezaron a aprender magia y artes marciales por igual. Primero sería una base sólida y recién como a los diez años, podrían aprender lo que les guste. Ese era el camino trazado. Por otro lado, hubo alguien que durmió durante un mes en el patio trasero. No falta decir que fue Kain. Gracias a sus temerarias ideas, ninguna de sus esposas le dirigió la palabra. Bueno, eso duro una semana, pero estaban realmente molestas. Sobre todo Catalina. Esta última no le había contado a nadie que había desarrollado una técnica especialmente hecha para magos. Reforzaba la fuerza y resistencia física como el touki. Kain fue el primero en descubrir y probar su eficacia. Digamos que las cosas se pusieron un poco intensas.
Un día martes, una semana después de traer devuelta a sus hijos, Catalina invito a Kain. Le dijo que le quería enseñar algo. Kain acepto e hicieron un viaje a las montañas. Al mismo lugar en que hace años lucho contra Orsted. El lugar estaba como lo dejaron. Un yermo vacío en donde no crecía nada. Era más de un kilómetro de montaña con nada más que tierra y piedra. Una vez que descansaron, la cosas se calentaron. No en "ese" sentido. La emperadora había guardado su furia. Una cosa es que trate de ser una dama por el bien de las apariencias y otra es que tenga que serlo en todo momento. Como siempre, saco lo peor de sí frente a Kain. Utilizando su reforzamiento mágico, ataco a Kain una y otra vez. Kain se defendía, esquivaba y desviaba los ataques. La fuerza que alcanzo fue similar a un nivel 3 o un rey de la espada. No obstante, como maga, no tenía idea de cómo luchar. Así que complementaba su falta de técnica con su magia. Con su último ataque de fuego, perdió su última gota de mana y miró a Kain. Su rostro estaba pálido del cansancio. Sus ojos estaba ojeroso y sus pulmones se movían con fuerza. Se apoyo sobre sus rodillas y le dijo entre jadeos -maldito orejas, largas, déjame, golpearte-
-Lo haría, pero estoy estudiando. Es increíble que se te haya ocurrido algo así. Esto es solo mana ¿verdad?- pregunto Kain
-Sí- respondió Catalina.
-¿Cómo funciona?-
-No te digo. Estúpido, te odio-
-Mujer, nuestro hijo va a salir al mundo. Tiene que saber que afuera es peligroso-
-Sí, claro. Estúpido, casi lo matas-
-Afuera en el mundo. Hay alrededor de 100 guerreros de nivel emperador. Son cien oportunidades de morir. Puede que nunca se encuentren con ninguno, pero si se encuentran con ellos. Deben tener la fuerza para sobrevivir-
-Eso, no te creo-
-Catalina, incluso si fuera mentira y redujeras su cantidad a 10 guerreros de nivel emperador. Serían diez oportunidades de morir-
Catalina se quedo en silencio.
Kain se acercó a ella y la abrazo. Le dio un tierno beso en los labios y le dijo -lo siento, pero no me retracto de haber sido estricto. Al menos, no te puedo ver a ti siéndolo con nuestro hijo-
Catalina asintió y solo lo abrazo. Escucho los latidos del corazón y le dijo con un susurro -quiero otro hijo-
-¿Estas segura? Si tenemos otro hijo, también va a crecer, también va a querer ver el mundo. No lo puedes retener-
-Sí, estoy segura- respondió Catalina enfurruñada -todavía estoy joven, es un buen momento-
-Bueno-
-o-
Así como luchar y trabajar forma parte de nuestra vida. El sexo también lo es. Claro, con el pasar de los años y la costumbre, se vuelve algo menos recurrente. No obstante, como la mayoria de las cosas que puedes perder en un instante, lo empiezas a extrañar. El sexo es algo que nos une. Es un momento de relajo. Un momento en donde priman nuestros sentidos y nos conectamos con ese lado primitivo que esta oculto casi todo el tiempo. Es el deseo de llegar a esa meta. Por otro lado, se convierte en ese momento de unión sentimental. Donde se crea vida o se consolida una relación. Queremos conectarnos con esa persona que es especial para nosotros. Deseamos poseer y ser poseídos. Deseamos ser los únicos, los importantes, lo elegidos. No obstante, las cosas no siempre salen así, pero todos hacemos lo mejor en nuestras vidas. Por lo menos, no conozco a nadie que haga las cosas con la intensión de perder o equivocarse.
Por eso, hoy se lleva a cabo una reunión en un departamento en Millishion. Como Robert podía volver, pero prefirió establecerse en Ars, capital de Asura, en la antigua mansión de la familia. Le cedió su departamento a su madre. La cual hace uso a diario de la residencia. Como le dijo Victoria en su momento, ella viaja todos los días. Por las mañanas Asura y cuida a María, y en las tardes, cuando le queda algo de tiempo, vuelve a Millishion y va a ver a Elías. De esta manera se mantiene en contacto con sus dos tesoros. Ahora, yendo al motivo de la reunión, Barbara, madre de Victoria, que apenas tiene cincuenta años, ha empezado a tener sus urgencias. Nada que un poco de vino y su propia mano no puedan solucionar. No obstante, se ha sentido tentada y compañía no le ha faltado.
Como un rico prominente en Asura, Robert es visitado a diario. Vienen todo tipo de personas. Todos interesados en hacer negocios con un hombre adinerado. Entre medio de esas visitas, varios se han acercado a la graciosa y hermosa señora. Como una dama de clase alta, educada por las mejores institutrices, Barbara conserva su encanto. El problema viene cuando los jóvenes y poco sutiles interesados, comienzan a preguntar por la agenda personal de Robert. Ella es inteligente y por un poco de sexo con un joven de buena apariencia, no va a vender a su hijo. Así que Barbara ha tomado la opción de alejarse. Sin embargo, cuando esto no era más que un deseo, solo era una pequeña molestia. Pero después de volver a probar la fruta que la lleva al delirio, ella no puede decir que no lo necesite. Su esposo murió hace cinco años y en el transcurso de ese tiempo, solo tuvo sexo el año pasado. Cuando llego a Asura y conoció a un joven de negocios muy encantador. No obstante, como joven que era, y apasionado, no se demoró en mostrar sus verdaderos colores. Qué pena, pensó Barbara. Era un buen amante, por lo menos servía como para sacarse las ganas. Sin embargo, desde que mostro sus verdaderos colores, nunca más lo volvió a ver. Ahora ella se siente caliente a diario. Solo tiene cincuenta, por dios, pensó en su mente. Su cuerpo estaba bien cuidado, sería un desperdició no disfrutar de él. Por supuesto, su marido era importante para ella, pero si él estuviera vivo, ella apuesta que haría lo mismo.
Así que ante esta necesidad de "liberar" su cuerpo, necesita reunirse con una opción segura y "garantizada". Así lo menciono su hija. En estos momentos son las diez de la noche. Considerando que su yerno está durmiendo en el patio, espera que no se demore en llegar. Puede ver la luna acercarse a la tierra. Hoy parece que habrá marea alta, porque está más grande y brillante que los otros días. Por otro lado, aunque solo sea una ocasión de prueba, está preparada. Preparo una botella de vino y una perca al horno con verduras. Espera que en unos tres minutos más este todo listo. Ahora, volviendo a lo importante ¿si hay expectativas? Realmente no las tienes. Ella entiende los deseos de su hija, pero no espera nada en especial de un joven inexperto. Kain no ha llegado ni siquiera a los treinta años, así que Barbara solo espera que sea un bote que surca "sus aguas".
Barbara camino hasta la cocina, abrió el horno y reviso la perca. Estaba en su punto, con un jugo de color naranja a su alrededor y una carne pálida. La arreglo en platos y justo cuando se preparaba para adornarlo, alguien toco la puerta. Ella se limpió las manos, se sacó el delantal y camino con compostura. Puede que este mayor, pero todavía quiere verse deseable. Para ello se arregló el cabello en una larga y suelta cola, adornada al final con una pinche de oro con incrustaciones de esmeralda. Su vestido hoy es largo, algo suelto, lizo y de una pieza. Se paro después de salir de la cocina y se miró hacia abajo. Sus tetas resaltan como dos enormes almohadas blandas y tersas. Ella estira el escote hacia abajo para que sobresalgan más y se pasa las manos por su abdomen. Puede que no tenga el vientre de una veinteañera, pero no está gorda. Así que se siente segura, asiente con un aire arrogante y camina con distinción hacia la puerta.
Una vez que ella abre la puerta, se encuentra a un joven alto, con el pelo largo y blanco. Aparte de su estatura, su lindo rostro, sus orejas largas destacan. Viste solo una camisa suelta, pantalones negros y unas botas hasta las rodillas. Si fuera una reunión de la corte, lo desaprobaría rotundamente. Pero como hoy la ocasión tiene otros tintes y es mas relajada, Barbara lo aprueba. Además de que se soltó los dos botones superiores de la camisa. Eso muestra su firme pectoral y su cabello largo le da ese toque apasionado. Así que asiente con gusto. Puede que sea un pequeño barco que surcara sus aguas, pero de que ella se divertirá, ¡se divertirá!.
-Buenas noches, Barbara- dijo Kain. Hizo una sonrisa amable, como si pusiera de lado el tema del sexo y solo le hiciera una visita de cordialidad.
-Buenas noches, Kain- respondió Barbara. Ella hizo un ademan para que pasara -justo a tiempo, la comida esta casi lista-
-Muchas gracias, permiso-
-Jojojojojojo, que eres loco. Ya has venido varias veces, no hay para que ser tímido-
Kain asintió con tranquilidad, entro, tomo la puerta por el pomo y la cerro. Después miró a Barbara, se agacho y le dio un beso. Uno para probar el estado de ánimo. Como no recibió ninguna acción de desaprobación, la siguió besando hasta que la empujo contra la pared. Le tomo ambas manos y entrelazaron los dedos mientras Kain la presionaba contra la muralla. Después de un tiempo, Kain se apartó y con un suave roce de sus narices, la acaricio. Barbara jadeaba, no sabía a donde iba, pero le gustaba la dirección que estaba tomando esto. No obstante, su mente volvió a recuperar sus sentidos. Pensó en la comida y entre jadeos, dijo -la comida, primero comamos. Será un desperdicio si vamos directo al plato principal-
Kain asintió y le dio un último beso. Después se separaron y Barbara camino hasta la cocina. Por su parte, Kain se fue a la mesa. Vio la botella de vino y la abrió. Sirvió dos copas y espero a que Barbara volviera. La mesa estaba preparada por una dama de la alta nobleza. Así que poseía una largo juego de cubiertos y servilletas. Un mantel blanco, no podía ser otro color, y un conjunto de tres velas alineadas en un candelabro. Las lámparas en la habitación, se apagarían cuando llegue el evento principal, pero eso sería cuando lleguen al "postre". Considerando las cualidades de Victoria. Kain piensa que Barbara será un flan de color rosa. Puede que no lleve la tersa textura de la hija, pero a la madre no le debe faltar el dulce sabor del caramelo.
Soltando un suspiro, Kain recuerda las palabras de Victoria. Todavía no había sido perdonado por el incidente de sus hijos. Cosa que sigue manteniendo y no se arrepiente. Pero Victoria hablo con sus otras "compañeras" y les pidió permiso como un favor especial. Una mujer tiene sus necesidades, pensó Kain. Que de alguna manera, lo llevo a pensar en su madre. Soltó una risita al recordar aquella vez. Fue una experiencia…"aclaratoria". Volviendo al tema, Victoria le pidió ayuda a sus compañeras y ellas aprobaron. Bueno, todas menos una, Lilia, por supuesto, no podía ser otra. Pero como fue votación popular, tuvo que ceder. Además de que ella misma lo estaba necesitando. Ayer fue un reencuentro explosivo. Fueron las tres esposas principales. Hoy en la mañana fue Reida y Maaya. Therese, bueno, ella es un tema aparte. Todavía le cuesta asimilar lo que va a pasar. Además de que como seguidora de Millis, no se puede perdonar a sí misma no casarse.
Kain soltó otro suspiro y unos tacones se escucharon. Barbara vino con un carrito. Sirvió primero a Kain y después el de ella. Kain sin esperar a que le dieran el "vamos", tomo su tenedor y saco un trozo de perca. El pescado estaba increíble. La sal en su punto, con el aroma a las especias que danzaba en la boca. Kain asintió y le dijo con una gran sonrisa -esto esta exquisito-
-Vaya, muchas gracias- respondió Barbara encantada. Ella estaba anticipando su "agradecimiento".
Todo estaba tan rico que comieron en completo silencio. Como se esperaba de una dama de la corte. Cualquiera puede pensar que no les enseñan nada, solo modales y a hablar como si tuvieran una papa en la boca, pero no es así. Como las futuras mujeres de un alto funcionario, tienen que conocer muchas cosas, incluso las que no les gustan, como limpiar y cocinar. Después de todo, muchas nobles son enviadas al castillo a servir. Una vez que se les concreta un matrimonio, dejan el castillo. Pueden transformarse en las esposas de un conde, un acaudalado comerciante o la concubina de un duque, pero los años de experiencia no se pierden. Y en este caso, Barbara no es la excepción.
-Dime- dijo Kain -¿Cómo fue tu tiempo en el castillo de Asura?-
-Oh, en aquella época, fue bastante divertido- dijo Barbara como si recordara algo grato -en esa época mi primo era el heredero de la corona. Así que la gente tenía mucho cuidado de ofenderme. Veras, nosotros somos primos de segundo grado, pero esa no fue la principal razón. Mi primo tenía sentimientos por mí. Así que cualquiera que apuntara a una joven yo de trece años, estaría en un cajón. Solo mi marido se atrevió a hacerle frente. Eso fue algo que no se supo, pero el rey de Asura, a sus veintitantos años, se agarró a puñetazos con un simple mercante de especias. En esa época mi esposo tenía quince años. Incluso fue desheredado por eso, pero no le importo. Siguió insistiendo y gano mi mano. Por supuesto, yo estaba feliz. Mi primo podría ser el heredero de la corona, pero no sabía tratar a una mujer. En cambio mi marido era un hombre de mundo. Al igual que mis hijos, él fue mandado a deambular y aprender el arte de negociar. Así que a los quince años, tenía mucho carácter y gracia. Sobre todo cuando me tomaba la mano y me decía algunos poemas. Algo que mi querido Robert heredo- de repente, Barbara dejo mover sus cubiertos. Se cubrió los ojos con la manga de su vestido. Después dejo los cubiertos en la mesa y se tapó la cara con las manos. Comenzó a estremecerse y derramo un par de lágrimas. La comida se detuvo. Kain se acercó y se hinco sobre su rodilla derecha. Le tomo la mano y se la acaricio mientras ella seguía cubriéndose con la otra. Al cabo de quince minutos detuvo su llanto. Las velas sobre la mesa ya estaban a la mitad y la luna seguía alumbrando en el cielo. Barbara desde su silla trato de gesticular una sonrisa, pero el maquillaje se le había corrido. Así que sus ojos se veían negros como los de un mapache. Kain sonrió y trato de no mencionarlo. Ella se retiró por unos quince minutos, hasta que volvió con un rostro al natural. El maquillaje le ayuda resaltando sus hermosos ojos verdes, pero más allá de eso, no lo necesitaba. A pesar de estar a principios de sus cincuenta seguía siendo hermosa.
-Lamento haber arruinado la velada, Kain- dijo Barbara con una sonrisa. Sus ojos aun permanecían acuosos y brillantes.
-No se a arruinado- respondió Kain -sigue ahí, solo se detuvo-
-Yo…-
-No lo digas. No hay problema- dijo Kain. Se acerco a ella y la tomo de la cintura.
Al igual que su hija, Barbara no medía más de un metro sesenta, así que tuvo que levantar su rostro para que coincidieran sus miradas. Kain sonrió y también se agacho. La beso en los labios, con un gesto suave y relajado. Poco a poco fueron entrelazando sus lenguas, un beso que era solo un roce se convirtió en un intercambio de fluidos. Sin cesar y sin separarse. Kain la beso, y ella a él. Después se miraron a los ojos, con un sentimiento lleno de lujuria y pasión. Kain la tomo como a una princesa y la llevo a la habitación. Ahí la recostó y retomo su ritmo. Se siguieron besando, ella lo abrazaba y le acariciaba el cabello, liso, largo y suave. Parecían finos hilos de plata. Kain por su parte, pasaba sus manos subiendo por las piernas hasta llegar a las nalgas. Al igual que Victoria, Barbara tenía piernas largas y delgadas. Su trasero era una masa carnosa, un poco suelta por los años, pero conservaba su forma. Después se ganó de lado y comenzó a acariciarle la vulva y el clítoris, pero por encima de la tela. Sin llegar a la piel. Su labios dejaron los labios de Barbara y bajos a los senos. Llenos como los de su hija. Grandes, carnosos, con pequeños pezones tímidos que apenas sobresalían. Kain comió y saboreo cada milímetro de ellos. Con parsimonia, paso sus manos y los beso, lamio y chupo. Casi era una obsesión. No obstante, levanto sus ojos y vio a Barbara disfrutando de su tacto. Por la humedad de sus dedos. Kain pudo intuir que ya estaba lista.
-¿Puedo?- le susurro Kain al oído
Barbara salió del transe y asintió.
Entonces Kain desabrocho su cierre y saco su pene. Barbara trago saliva llena de anticipación. Era una cosa sorprendente, por decirlo de alguna manera. Kain por su parte, dirigió su pene a la abertura de la vagina y movió los calzones. Esta era una mujer madura y necesitaba un sexo más indecente. Kain toco la humedad y poco a poco se fue haciendo su camino hasta llegar a la parte trasera de la vagina, hasta topar con el cuello. Barbara dio un gemido ahogado. Sentía que estaban estirando hacia los lados las paredes de su vagina. Era tan doloroso, tan obsceno, tan lujurioso. Que solo se abrazó y le susurro al oído "continua, haz un desastre".