-Hola Eric- saludo Kain mientras bajaba por las escaleras que daban a la hoguera en el santuario. Este muchacho ha vuelto en reiteradas ocasiones solo para pedirle a Layla que canalice las almas para él y después se va. No es muy amable, sin embargo, tampoco ha dado problemas, por lo tanto Kain no le da mucha importancia a su estadía. Por otra parte, Eric solo quedo mirando a Kain mientras se arrodillaba y dejaba que Layla tome las almas y las convierta en fuerza. Antes se veía como un guerrero normal, ahora parecía un paladín, no llevaba escudo pero tenía un espadón tan alto como él. Por el amuleto que colgaba en su cintura, Kain intuyo que ahora tenía la facultad de hacer milagros. También llevaba una armadura pesada con una especie de faldón de color burdeos. La marca que llevaba en el rostro ahora era más terrible, tanto que todo su lado izquierdo estaba deforme.
Kain siguió su camino, paso saludando a la anciana, al herrero y después bajo unas escaleras que llevaban a la parte más baja del santuario. Ahí encontró a un hombre. Se sentó frente a él y le dijo -Hola, soy Kain-.
-Aaa, hola. Soy Cornyx ¿en qué te pudo ayudar?- pregunto un hombre de avanzada edad en un todo de voz suave y sabia. Llevaba una especie de turbante y sus ropas estaban cubiertas por plumas de ave. Mostró una sonrisa afable y le pregunto -¿vienes al igual que el joven Eric a pedirme que te enseñe piromancias?-
Kain asintió y le dijo que así era. Cornyx por su puesto le dijo que tenía que volverse su discípulo para que eso pasara. Kain a su vez prometió ser su discípulo, siempre y cuando, Cornyx no interviniera en su vida. Ambos aceptaron el acuerdo, entonces Cornyx le empezó a enseñar piromancias. Era un concepto extraño para Kain, había pasado tanto tiempo utilizando la cegadora de almas, qué utilizar este fuego le resultaba extraño. A diferencia de la cegadora, este fuego era una cosa "externa", funcionaba con el fuego natural del mundo que existe en el aire. Kain tomo muy enserio esta lección incluso más que la magia.
Después de gastar toda la mañana con el viejo cuervo, fue a ver a la nueva visitante. En uno de los rincones húmedos del santuario, estaba una monja en silencio. Elizabeth puso especial atención en ella y le pidió que fuera amable. Kain por otra parte, recordó que la persona que crio a Elizabeth fue una monja de Carim, por lo tanto accedió a tal petición. Después camino hasta una esquina y al dar la vuelta llego a un camino angosto. A su vez, este camino llegaba a un callejón. En el fondo estaba la monja, en una especie de isla, ya que a su alrededor habían posas de agua. Junto a ella estaba un muchacho, Eric, con su armadura pesada, un espadón y su rostro ramificado. Él tenía dos libros de tapa negra en sus manos, le pedía a la monja que se los leyera, pero esta última entre susto y ruegos, le pedía que no la forzara. Kain camino hasta donde estaban ellos y le quito los libros.
-¿Qué estás haciendo?- pregunto Kain en un tono firme
-Ella acepto servirme- respondió Eric en un tono de voz monótono -solo le estoy pidiendo que cumpla su voto-
-Honorable señor- dijo la monja en un tono pavoroso -yo sé mis promesas, pero por favor, no me haga leer tales herejías-
Kain tomo una gran respiración y le pregunto a Eric levantando los libros frente a su cara -¿Qué necesitas de esto?-
-Que los traduzcan ¿puedes ayudarme? si puedes ayudarme, te puedes quedar con los libros-
-Sí, te pudo ayudar. Además, cuando traigas este tipo de cosas pásamelas a mí. Yo te puedo ayudar con su traducción, por último, vuelve mañana en la mañana, para entonces la traducción estará lista-
Eric asintió sin emitir mayor sentimiento y se fue caminando de forma pausada, como si no estuviera pensando nada. Kain lo quedo mirando por un tiempo hasta que se perdió detrás de una esquina. Después se volvió hacía la monja que permanecía sentada en el suelo y le pregunto -¿estás bien?-
-Sí, señor. Muchas gracias por su asistencia- respondió la monja con una voz suave, igual de inspiradora que la de Layla -ha sido muy amable. Si quiere, le puedo enseñar algún milagro, no le pueden hacer daño a nadie pero pueden curar muchas enfermedades y venenos-
Kain tomando una respiración, guardo los libros y se arrodillo frente a la monja para acariciarle la cabeza. Esta a su vez se quedó tranquila y callada hasta que él retiro su mano. Después de eso, ella le enseño tres milagros que aún no conocía. Lagrimas cariñosas, rumbo a casa y emitir fuerza. Este último en especial era bastante interesante, ya que era un especie de telequinesis que obligaba a todos los objetos cercanos a salir volando. Ellos conversaron un tiempo más y cuando ya era la tarde, Elizabeth los vino a molestar. Ella dijo que tenía hambre. Kain se despidió de la monja, pero antes de eso le dijo que si necesitaba ayuda podía pedírsela a Layla o Elizabeth. Ambas le dirían a él y la vendría ayudar.
Kain camino con sus tres discípulos y en el proceso recogieron a Layla. En el camino le hizo el comentario a Elizabeth de cómo se veía Eric. Le pregunto ¿si sabía por qué pasaba eso?. Ella le respondió con un tono bajo, casi murmurando, que eso le pasa a los no muertos que adquieren una maldición. Ellos terminan así, cuando caen en un estado llamado "hueco", ellos pierden sus sentimientos, se deforman y se olvidan de todos sus conocidos. Ella enfatizo que perdían su humanidad. Kain le acaricio la cabeza y le dio un pequeño abrazo tratando de reconfortarla. Sin embargo, ella siguió cabizbaja por toda la tarde hasta que se fue a dormir.
En la noche, cuando se fueron a dormir, Kain se dedicó a traducir los terribles, pero poderoso libros que le paso Eric. Comprendió que eran cuentos, pero dentro de esos cuentos iban encriptados varios tipos de magias oscuras tales como "Espada Oscura", "Mordisqueo" y "Muerto Otra Vez". Eran más maleficios que magia y en muchos casos eran nocivos. Kain comprendió esto y se cuestionó si entregarle tales magias a Eric. Después negó, se dijo a sí mismo que solo se preocuparía por los que estaban aprendiendo debajo de él, eso era lo que había prometido, que él ayudaría pero no salvaría al mundo.
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-Ten cuidado con esas magias Eric- le advirtió Kain mientras le entregaba los pergaminos al otro día.
Eric a su vez asintió sin ninguna emoción, se dio la vuelta y se fue. Elizabeth lo quedo mirando mientras sostenía la mano de Layla. Algo triste apoyo la cabeza en el hombro de ella. Por otra parte, Yennefer permaneció disconforme ante esta transacción. Ella le pregunto a Kain ¿Qué eran esos pergaminos?. Este último a su vez le contesto sin ocultar nada. Ella se molestó, le dijo que no debería dejar que nadie tuviera tal conocimiento. Sin embargo, Kain le dijo que todos tenemos el derecho a elegir nuestro propio destino, incluso si este nos lleva a la ruina. Ella no estaba de acuerdo, lo intento, insistió, pero ninguna palabra que ella digiera convencía a Kain. Ahora, al ver el rostro triste de Elizabeth se lamenta no haber insistido más. Orbeck por su parte permaneció serio. El bichito de la curiosidad y la codicia le gritaban que le robara esos pergaminos a Eric. Sin embargo, eso lo podría haber hecho en otro momento. Ahora tenía un maestro formal, el cual no le aguantaría tales comportamientos. También estaba Elizabeth, que por alguna razón, él también se volvió débil ante esos ojos tristes.
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El grupo de cuatro se despidió de Layla, que por alguna razón compartió un efusivo abrazo con Kain. Todos quedaron un poco incomodos antes este acto, pero hicieron la vista gorda y se fueron.
Cuando fueron trasladados a su destino, aparecieron en una especie de Mausoleo. Con nichos en las paredes de los lados y decenas de cadáveres esparcidos por el suelo. Todos llevaban una coraza y un gorro de metal, portaban un espadón y un cuchillo, con una capa roja en su espalda que jamás volvería a hondear al viento. Por lo demás, el lugar era una construcción rustica, sin los mayores adornos. Elizabeth con anterioridad le menciono a Kain que los Vigilantes del Abismo se habían vuelto locos por la influencia de la oscuridad. Luchaban entre ellos sin descanso. Al parecer estos tipos combatían el abismo, pero si uno de ellos era infectado por tal cosa, lo mataban. A tal nivel llegaba su fanatismo por un misterioso luchador al que no conocieron, que con tal de seguir sus pasos, matarían a sus propios camaradas. Cabe decir, que antes de que se convirtieran en no muertos, los vigilantes del abismo destruyeron muchas ciudades, por el simple hecho de mostrar marcas de la inminente ebullición del abismo.
Después de examinar el lugar, Elizabeth cubrió a Kain de preguntas. Le pregunto ¿Cuáles eran sus intenciones con Layla?¿si había pasado algo entre ellos?. Le pregunto también ¿Por qué no era más cariñosa con ella?. Kain se rio a carcajadas y después le respondió que era porque ella era una mocosa. Elizabeth se enojó, le dio la espada y le dijo que ya no lo necesitaba. Que no la siguiera y que se podía valer por ella misma. Ella camino hasta un altar, este al sentir su presencia se movió hacia atrás, dejando al descubierto unas escaleras subterráneas.
Todos bajaron por las escaleras y llegaron a lo que parecía una especie de laberinto subterráneo. Este tenía muchas entradas y varios puentes que las conectaban. Si hubiera un problema con este lugar, era que estaba lleno de esqueletos guerreros. Unos usaban enormes cimitarras, otros espadas duales, otros espadas curvas. Kain camino hasta la orilla de uno de los caminos y miro hacia las profundidades. Al parecer esto sería largo y tedioso camino. Los puentes, entradas y el mismo precipicio se extendía por cientos de metros hacia abajo. Tampoco era clara la profundidad del acantilado.
En la primera parte de la travesía caminaron por pasadizos llenos de tumbas y urnas con huesos. Encontraron un tomo de piromancia. Sin embargo, antes de eso, los tres discípulos pasaron el susto de sus vidas. Una enorme bola de esqueletos los persiguió por un único camino. Kain se reía a carcajadas mientras que ellos corrían por sus vidas. Al final, ellos pudieron eludir a la gran bola de huesos y esta se destruyó al chocar contra un muro. Kain por su parte, bajo tranquilo. Tomo nota de que a Orbeck le faltaba estamina, mientras que Yennefer y Elizabeth estuvieron bastante bien. Se dijo a sí mismo que debe ser porque eran más guerreras que magas.
Cuándo pudieron pasar los pasadizos y la bola de huesos, llegaron a una zona llena de vasijas. Elizabeth quiso descartar cualquier peligro así que lanzo unos dardos del alma. El resultado fue una carrera bastante cómica. Ella huía de unas magias oscuras hasta que se resguardo detrás de Kain, este último contrarresto las magias y después la regaño y le pidió que fuera más paciente. Elizabeth se disculpó, puso unos ojos de cachorro que Kain no puedo evitar y la perdono. Ahora Elizabeth seguía lanzando dardos del alma, pero esta vez, desde una distancia segura. Kain la miro como revisaba unas cenizas, encontró un anillo y casi, de forma irresponsable, prueba una sustancia roja. Kain esta vez la castigo, él le dijo muchas cosas y le ordeno que no hiciera más estupideces. Elizabeth quedo deprimida. Orbeck y Yennefer abogaron por ella, pero cuando Kain les explico lo que hacía ese líquido rojo, ya no pudieron defender a Elizabeth. Literalmente casi se mata ella sola.
Después de matar a todos los esqueletos y encontrar una hoguera. Kain se sentó frente a Elizabeth y le dijo -Eli, necesito que seas mas cuidadosa con lo que haces, uno de estos días te vas a matar-. Ella asintió cabizbaja, se sentó a su lado y apoyo la cabeza sin emitir ningún ruido.
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Después continuaron con el viaje y llegaron hasta un puente colgante. Este era endeble, así que optaron por tomar el camino hecho por un puente natural. Una formación rocosa que conectaba un extremo del acantilado con el otro. Abajo se veía un poco de agua, casi nada, como una charca en el fondo de un acantilado. Kain vio que a unos metros más abajo del puente había una cueva. Pensó en algo y corto un extremo del puente colgante. Después cruzo al otro lado por la formación rocosa y les dijo que podían continuar. Sin embargo que no entraran a Irithyll. Ellos se quejaron, dijeron que se podían defender, sin embargo Kain no concedió y les dijo que lo esperaran. Él iría a revisar lo que había en el fondo del acantilado y volvería. De esta forma se separaron.
Kain bajo hasta la cueva y su sorpresa fue mayúscula. Había un demonio. La sonrisa de Kain se enancho y creando múltiples fragmentos de cristal imbuidos en luz, bombardeo al demonio.
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Yennefer al ver que Kain se fue, comenzó a conversar con Elizabeth. Ella le pregunto -Oye pequeña ladrona ¿No me digas que le quieres colocar las manos encima a tu maestro?. Mujer sucia-.
Elizabeth algo avergonzada, se sonrojo y le respondió enojada -no es así. Él me trata bien, por eso es el jefe. Él me cuida y me enseña un montón de cosas- y bajando la voz a casi un susurro continuo -yo solo le tengo aprecio-. Después de terminar sus palabras, le dio una mirada molesta a Yennefer y le recrimino en un gran tono -no eres tú la que se anda ofreciendo. Hmph, ¡mujer sucia!-
Yennefer hizo una sonrisa incomoda mientras trataba de responder -cuando una te conviertes en mujer, una tiene sus necesidad. Solo le pregunte por si acaso, no es como que tenga algo con él. Incluso le pregunte a Orbeck pero también se negó. El maestro me dijo porque no me quería tocar. Orbeck en cambio, nunca me dijo la razón, solo dijo- colocando una careta sería y algo burlesca pronunció -"solo una estupidez"-
Elizabeth miro a Orbeck que iba un poco más adelante, mientras avanzaban por una cueva y le pregunto de manera inocente -¿Por qué no querías Orbeck?-
Orbeck sin detener su marcha, las miro de soslayo y respondió con un tono de voz apatico -es una estupidez. No lo hice, porque no quería. Además, dormir con una mujer que me ocupa para su propio beneficio es un error. Igual que cuando pensé que sentía amor por una estudiante-
Yennefer y Elizabeth quedaron curiosas por estas palabras y le preguntaron de manera insistente. Así que Orbeck al final se rindió y les conto. Él conoció a una muchacha en la Escuela de Dragones Vinheim. Se llevaban bien, poco se veían pero cuando lo hacían se divertían de varias maneras. Sin embargo, un día se desilusiono al saber que la muchacha le hacía algunos favores sexuales a un vejestorio. Ella quería aprender magia, así que a cambio de los favores sexuales, el viejo le enseñaba. Orbeck no la siguió viendo después de eso. Él puso un rostro triste y con un tono oscuro, casi profundo, continuo -ella murió al año siguiente. La mato el mismo viejo. Yo no sé qué sentí cuando lo supe. Solo supe que realmente la amaba cuando me vi mis manos manchadas de sangre. Como les conté, yo era un asesino en la Escuela de Dragones, así que matar al viejo no fue un problema. Esto no me peso tanto ya que solo se unió a la lista de excusas para echarme. Desde entonces me propuse no compartir mi vida con nada más que la magia-
Los tres continuaron por el camino y Orbeck algo serio le pregunto a Yennefer -nos preguntas a nosotros, pero ¿no eres tú la que tiene problemas?. Yo también te he visto y aunque lo ocultas, sé que le das algunas miradas al maestro. No las miradas que les das a otros, sino unas más profundos. Dime ¿tienes un complejo con tu padre?-
Yennefer algo avergonzada grito -¡no! ¿Cómo se te ocurre?. Soy perfectamente normal, solo tenía algunas urgencias, eso es todo. Solo busque a alguien que conocía- y bajando la voz añadió -solo busque a alguien que me hiciera sentir segura-
Los tres se callaron mientras sacaban sus propias conclusiones de toda esta conversación. Ellos llegaron al final de la cueva, en donde había una puerta de piedra, la cual tuvieron que abrir empujando entre los tres. Allí llegaron frente a un altar, encima de él había una copa en forma de calavera que emitía un miasma oscuro. Elizabeth se acercó. Orbeck le dijo que esperara y Yennefer camino para detenerla. Pero Elizabeth les dijo que debían enfrentar lo que estuvieran en frente. Que no podían depender por siempre del maestro. Entonces los tres llegando a un entendimiento, asintieron, se acercaron a la copa con forma de calavera y la tocaron.
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Un huracán de niebla oscura cubrió a los tres y los llevo a un lugar oscuro. Todos sacaron sus armas, las encantaron y se dispusieron a luchar. Caminaron unos treinta metros hasta que Elizabeth vio un libro en medio del suelo, lo tomo y con una gran sonrisa dijo -esto le gustara al jefe-
Un rechinar de huesos se escuchó. Elizabeth arranco, corrió hasta ganarse detrás de Yennefer. Los tres se prepararon y un esqueleto se ilumino, como si brillara en la oscuridad. Era gigante, solo se le veían desde las costillas hacia arriba, pero aun así era tan grande como una torre. Llevaba una corona, cuatro grilletes en sus muñecas y la oscuridad lo abrazaba. Los tres discípulos tomaron sus posiciones. A Elizabeth se le fue el miedo y fue la primera en lanzarse contra la mano izquierda que era la más cercana. Orbeck empezó a lanzar dardos y masas del alma al cráneo. Yennefer por otra parte se dirigió a la mano derecha y la comenzó a atacar. Ninguno sabía lo que hacía hasta que Elizabeth rompió uno de los grilletes dorados. El esqueleto gigante gruño como si lo hubieran apuñalado. Por lo tanto Elizabeth grito -ataquen a los grilletes, esa es la única forma de herirlo-
El esqueleto se recompuso del supuesto dolor, comenzó a invocar esqueletos y estos a su vez, empezaron a atacar a los tres discípulos. Orbeck se ocupó con su magia de los esqueletos, mientras que Yennefer y Elizabeth seguían atacando a los grilletes. Elizabeth rompió el segundo grillete. El esqueleto gigante grito, trato de atacarla pero Yennefer rompió su primer grillete. Eso dejo aturdido al esqueleto gigante. Elizabeth aprovecho y fue a ayudar a Yennefer. Entre las dos golpearon varias veces el ultimo grillete hasta que se rompió. El esqueleto gigante dio un alarido de agonía y fue arrastrado por la oscuridad. Ahora el dúo estaba feliz, pudieron vencer al enemigo, no sufrieron mayores heridas y todos estaban vivos. Sin embargo, cuando buscaron a Orbeck para celebrar, lo encontraron a unos veinte metros más atrás. Estaba tirado en el suelo con cortes en sus brazos y piernas, respiraba con dificultad.
Yennefer se acerco corriendo, saco varias posiciones de su bolsa y se las dio a Orbeck. Este a su vez asintió como diciéndole que estaba mejor. Después de un rato, la niebla los volvió a cubrir y volvieron al altar. En ese lugar, Elizabeth encontró el alma del esqueleto, la guardo en su bolsa y ayudo Orbeck en conjunto con Yennefer a salir del lugar. No era el mejor lugar para esperar.
-o-
Había pasado un día desde que Kain dejo a sus discípulos a su suerte. Él tuvo una gran cosecha por su parte. Encontró un milagro de relámpago, otro dos tomos de piromancia, mato a un demonio y a un gran demonio. Recogió un par de cenizas que puede que le sirvan a Elizabeth y se disponía a salir de la parte más profunda de las catacumbas. Mientras avanzaba por el camino fue mirando el tomo de piromancia de Carthus. No eran piromancias tan geniales, sin embargo, le ayudaron a formular teorías sobre la composición de la magia. Siguió caminando, guardo el tomo y saco otro. Este decía Izalith. Por lo que él se acuerda, leyó que hace siglos hubo una ciudad con ese nombre. Era la ciudad de una diosa del fuego y sus hijas. Kain lo siguió ojeando. Subió una pendiente, cruzo una hoguera, subió hasta unas escaleras y a la mitad de ellas, se quedó petrificado.
Un susurro salió de su boca en un completo estado de incredulidad -¿Qué es esto?-. Estas piromancias estaban a otro nivel. Las piromancias que le enseño Cornyx eran basura al lado de esto. Era como comparar cenizas, con un carbón que esta encendido al rojo vivo. Esto era manejar directamente lava como si fuera una magia más. Kain puso una gran sonrisa, incluso el fuego que podía producir con la segadora de almas, palidecía ante este conocimiento. Siguió avanzado, subió más escaleras y cuando llego a la salida de la cueva. Escalo el puente que colgaba de un extremo del acantilado. Después de eso, Kain camino por donde se fueron sus discípulos. Como no habían enemigos en las proximidades, se siguió metido en el tomo de Izalith. Cada página que leía lo asombraba, era un conocimiento tan precioso, tan sublime. Este conocimiento era casi divino. Si lo dominaba podría ser invencible. Sin embargo no siempre las cosas son tan fáciles. Al pasar por una habitación vacía, que en su centro había un altar de piedra con una copa en forma de calavera. Se puso a lanzar piromancias. Pudo lanzar treinta grandes orbes de fuego del caos, sin embargo el agotamiento físico estuvo a otro nivel. Se sentó en una esquina y medito para recuperarse. Él solo recuerda este nivel de cansancio cuando ocupo la magia de cristal hasta el extremo.
Después de recomponerse, siguió su camino hasta salir de las catacumbas y encontró a sus tres discípulos sentados al borde de una hoguera. Por alguna razón solo Orbeck estaba vendado. Sin embargo, Kain no pregunto, emitió una magia y lo curo. Después camino a paso lento, se sentó entre Orbeck y Yennefer. Hay los cuatro miraron el fuego. Estaban quietos, el silencio reinaba, nadie pregunto y nadie estaba de ánimo para responder. Kain construyo en una esquina un pequeño refugio de cristal. Ahí se acostaron los cuatros y durmieron resguardados.
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Al otro "día", si es que se le puede llamar día. Hacía frio, la nieve caía con suavidad. Todavía parecía que fuera noche, pero el reloj mental de Kain le decía que era de día. A lo lejos se veía una ciudad majestuosa, distante, fría y nocturna. Sus grandes torres de colores grises se elevaban hasta los cielos. Las luces de las ventanas estaban encendidas. Sin embargo, Kain no sabía si era porque sus moradores aún estaban ahí, o, ya no había nadie para apagarlas. Solo un puente los separaba de Irithyll, La del Valle Boreal. Una hermosa ciudad. Supuestamente, según los registros de la biblioteca de Lothric, todavía habita un dios en ese lugar.
Kain se puso a cocinar, el fragante aroma despertó a los tres discípulos. Elizabeth fue la primera, seguida por Orbeck y luego Yennefer. Los tres comieron en silencio. Terminaron sus comidas y fueron interrogados. Kain tomaba una tasa de té, dio un sorbo con completa calma y comenzó -¿Cómo les fue?-
-Bien/Mal/Mas o menos- los tres respondieron al unísono. Todos dieron diferentes respuestas, por lo tanto Kain quedo confundido, levanto la ceja. Los tres a su vez, entendieron que deberían explicarse mejor.
Elizabeth empezó -bien, porque pudimos llegar vivos-.
Después la siguió Yennefer -Orbeck termino herido-
Y Orbeck al último añadió -luchamos contra un peligroso enemigo y prevalecimos. Resulte herido por mi incompetencia, solo debo entrenar más-
Los tres se quedaron callados, sin embargo, se miraban el uno al otro. Las muchachas le decían con la mirada que no fue su culpa. Orbeck por otra parte les respondía que no se preocuparan, que fue su propia negligencia. Kain sonrió ante este silencioso dialogo y saltándose los sermones, pregunto -¿Qué encontraron de bueno?-
Elizabeth le entrego el tomo de piromancia del Guardián de la Cripta y un alma. Kain guardo el libro, miro el alma, la registro y encontró algo de su agrado. Serpiente de fuego. Era un hechizo nefasto, donde se mezclaba la oscuridad y la piromancia. El miro a Elizabeth y le pregunto -¿Qué quieres a cambio de esto?-
Ella algo ruborizada le dijo -quiero que me enseñe más magias-
Kain negó con una sonrisa e insistió de nuevo -yo tenía pensado seguir enseñándote magias, dime ¿Qué te gustaría a cambio del libro y esta alma?-
Elizabeth más roja que antes, con sus orejas emanando vapor, dijo -g-guardare mm-mi premio para más tarde-
Kain tomando una gran respiración se hizo una idea de lo que le pedirían. No le dio importancia y se dijo así mismo que no forzaría nada. Tomo varias rocas del alma y se las entrego a Elizabeth, también añadió -puedes pedirme tu recompensa cuando lo encuentres conveniente. Utiliza estas almas, ve al santuario y fortalece tus habilidades. ¿Todavía te vas a enfocar en la agilidad y la magia?-. Ella asintió y Kain continuo -bien, entonces ve-. Elizabeth desapareció en la hoguera.
Yennefer contó su parte de los hechos. También lo hizo Orbeck. Entonces Kain para premiarlos les dio a escoger entre el conocimiento, un deseó o uno de los objetos que tenía. Orbeck pidió un bastón, después de que Kain se lo entrego, se ganó en un rincón del camino y lo comenzó a probar. Yennefer por otra parte, ya tenía una buena espada. Así que pidió un bastón, sin embargo ahí no termino todo. Cómo ahora solo estaban ella y Kain delante de la hoguera, ocupo esta oportunidad.
-Yo, yo quiero que duermas conmigo- dijo Yennefer en un tono de voz bajo -es cierto que tengo algunas necesidades. Pero también quiero corroborar algo. Nada serio, bueno, puede ser solo sexo, nada de problemas y complicaciones. Solo sacar un poco de frustración. Tú sabes-
Kain sonrió, asintió y no dijo nada. Ambos permanecieron sentados uno al lado del otro. Después de un rato, Kain se acordó que tenía el alma de Oceiros. La reviso y encontró una increíble magia. Como la hoguera quedaba a unos quince metros de un acantilado que daba a un rio. Kain comenzó a lanzar magias hacía el rio. Yennefer algo avergonzada lo miro con anhelo. Era cierto que estaba un poco confundida porque él la salvo. Sin embargo, ese lado amable suyo, le gusta, también esos ojos, esa mirada pensativa, cuando él cocina, cuando él les enseña, cuándo ayuda a otros.
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Orbeck escucho unos estruendosos golpes que daban contra el agua del rio. Miro hacia su maestro, el hombre que sin ningún catalizador puede ocupar magia de cristal. Ahora estaba lanzando magia. Era una enorme roca de cristal lanzada al aire, que después de alcanzar su altura máxima, explotaba. Los veinte o treinta trozos de cristal caían desde el cielo y al parecer por la expresión de agrado de su maestro, se podía controlar donde caían.
Orbeck llego al lado de Kain y le pregunto -¿Cómo lo hace?-
Kain tomo una profunda respiración y le respondió -no te enseñare Orbeck, ahora si quieres que te explique cómo funciona la magia es otra cosa. Sabes bien que tu control de la magia todavía no es bueno-. Orbeck algo cabizbajo asintió y Kain continuo -bien, veras. Cada hechizo es sustentado por sus propios puntos de unión. Por ejemplo- Kain emitió un flecha del alma y la mantuvo en su mano -la flecha del alma tiene siete puntos de unión. Si le quitas uno al final o al principio se vuelve un dardo. Por lo tanto podemos asumir que pierde fuerza. Sin embargo, si retiramos un punto de unión en el centro- la flecha del alma comenzó a parpadear y exploto. No fue mucho el daño que provoco, pero genero mucho ruido -la estructura se vuelve inestable y explota. Ahora, por ejemplo, si realizamos el mismo ejercicio que antes, acortamos dos puntos de unión, la magia pierde fuerza y no alcanza su máxima potencia. Pero si al contrario que la otra vez, reforzamos un punto de unión en el centro, la magia se vuelve más poderosa, más rápida y más compacta. Ahora mira- Kain lanzo la flecha del alma comprimida a la velocidad de un dardo del alma. El proyectil se estrelló contra una roca y la desintegro.
Orbeck abrió los ojos como platos y le dijo -eso fue increíble-
Kain mostró una sonrisa y le respondió -sí, y la flecha alma que hicimos ahora tiene una composición de seis puntos de unión, pero alcanza la fuerza de la gran flecha del alma pesada que tiene catorce puntos de unión. Eso quiere decir que si puedes hacer esto, puedes lanzar magia el doble de rápido, el doble de eficiente y el doble de potente. Bueno, casi. No es matemáticamente igual lo que digo, pero cercano-
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Elizabeth volvió al otro día. Kain le pregunto ¿porque se demoró tanto?. A lo que ella respondió que necesitaba dormir en su cama. Kain soltó un suspiro y les dijo que se pusieran en marcha. Cuando intentaron pasar por el gran puente que conectaba Irithyll, los ataco una especie de perro gigante y al igual que todas las cosas en este mundo, tenía una estatura monstruosa, tal alto como un edificio. Tenía cuatro ojos, una dentadura que te recuerdan a los peces carnívoros y los huesos de las costillas sobresalían. Kain probo su nuevo dardo de cristal. De un solo golpe le voló la cabeza. Cuando la criatura se desvaneció dejo caer un anillo. Kain lo tomo, reviso los grabados y frunció el ceño. Era un buen anillo, con una buena habilidad pero estaba maldito. Kain soltó un suspiro, estaba un poco cansado de esto, si no eran los no muerto, eran las cosas malditas, o las dos cosas a la vez.
Después de eso terminaron de cruzar el puente y pasaron por una especie de barrera. Avanzaron por las calles de Irithyll y limpiaron la zona de todo tipo de no muertos. Esto parecían danzarines al desenvolverse con sus cimitarras. Kain por supuesto no se molestó en matarlos, era el trabajo de sus discípulos y buen ejercicio. Orbeck tratando de aplicar lo que le enseño Kain, se lastimo dos veces, pero a la tercera lo pudo hacer. Una sonrisa de satisfacción lleno su rostro. Elizabeth quedo pensativa al verlo lograr tal fuerza en sus flechas del alma, pero siguió luchando mientras imbuía en elemento mágico su espada. Yennefer estuvo mal, muy desconcentrada, algo ida en sus pensamientos. Kain tuvo que tomarla y dejarla fuera de la lucha. Después le dijo que se concentrara en este momento. Que mañana habría tiempo para preocuparse por otras cosas. Después de eso, todos avanzaron en paralelo, limpiaron las calles de Irithyll y llegaron a una gran capilla. Ahí entraron los tres discípulos y combatieron contra un hombre. Este tenía adornos de oro por todo el cuerpo, llevaba ropa de clérigo y portaba dos espadas. Una imbuida en magia y la otra en un fuego fatuo, casi tan nocivo como la oscuridad.
La pelea duro poco, aunque el clérigo tenía alguna resistencia a la magia, no pudo hacer mucho contra los tres discípulos. Claro que todo se complicó un poco cuando el hombre invoco una sombra que peleaba junto a él (¡Za Warudo!, ustedes saben, no podía faltar su jojo references). Sin embargo entre los tres discípulos se apoyaron y lo vencieron.
Después de eso, el grupo tomo dominio de la catedral. Ahí instalaron una base y descansaron por el día. Kain algo desilusionado tomo el alma del enemigo y convoco una espada. Se la entrego a Elizabeth, le dijo que ella le daría el mejor uso, los otros dos concordaron. Orbeck estaba más versado en las magias, mientras que Yennefer era más guerrera que maga. Además su camino no era tan largo como el de Elizabeth.
Mientras todas estas cosas pasaban, Yennefer pensó que después de unos meses estaría completamente recuperada y volvería a su mundo o al menos lo intentaría. Sin embargo varias dudas aparecieron en su mente: ¿y si algo cambia?¿y si ya no se quiere ir?¿y si Kain la retiene?. Ella negó, este hombre no haría eso, si ella se quiere ir, él la dejaría ir. Algo que dentro de todo le dio un poco de pena y alivio.