Kain dejo a Elizabeth con sus propias lamentaciones. Siguió inspeccionando el santuario, avanzo por el camino que lo dirigía a la fragua, pero antes de llegar, algo lo dejo en shock. La misma anciana, con su misma capucha roja, sucia con lo que parecía ser ceniza, estaba ahí en la misma silla. Kain camino algo confundido y con respeto le pregunto.
-Disculpe ¿nosotros nos conocemos?-
La anciana miro a Kain, compuso una sonrisa amigable, muy diferente de su yo tenebroso del mundo oscuro y respondió -ya quisiera haberte conocido en mi juventud, guapo. Sin embargo, para mi mala suerte no recuerdo que nos conozcamos-
Kain soltó una risita y comenzó a hablar con la anciana. Ella le contó que vendía todo tipo de bienes. Le dijo que le haría algunas ofertas si le traía cenizas de no muerto. Dijo que con eso podría aumentar lo que podría ofrecer. Kain por otro lado poco entendía de estas cosas, sin embargo, no se negó ¿Le pregunto qué era lo que tenía en estos momentos?¿A cuánto lo tenía y cómo esperaba que le pagaran?. La anciana contesto y Kain por supuesto compro todo tipo de plantas que potenciaban las resistencias a venenos y enfermedades. Él le pago con algunas rocas del alma que poseía. Después de terminada la transacción, Kain siguió su camino y fue hasta donde se escuchaba el incesante tintineo del metal.
En la fragua, que en el mundo oscuro estaba vacía, ahora había un hombre. Tenía el cabello cano, fornido, una frondosa barba y no se cubría la parte superior del cuerpo. Era de edad avanzada, tanto o mas que la anciana mercader. Kain se acercó y miro cómo el anciano trabajaba. Mientras el metal estaba al rojo vivo, el anciano martillaba utilizando un técnica sutil, consistente en pequeños martillazos constantes. Después cuando repasaba el fijo de la hoja, daba los martillazos como si los arrastrara por la hoja y empujara el martillo hacia adelante. Era un buen herrero, pensó Kain. Por otro lado, se preguntaba ¿Qué tipo de carbón utilizaba?, jamás había visto algo similar. Su fuerte concentración fue interrumpida por el mismo herrero. Este al verlo metido en el fuego de la fragua le pregunto con una voz rasposa y divertida.
-¿Te gusta la herrería muchacho?-
Kain salió de sus pensamientos y miro al anciano -Sí- respondió -la verdad es que también soy herrero ¿puedo hacerte una pregunta?-
El herrero compuso una sonrisa autosuficiente y le respondió -pregunta-
-¿Cómo haces para que la llama alcance ese color?-
El herrero miro al horno, noto la flama del carbon era de un vivido anaranjado, cosa que a su vez, le hizo recordar al muchacho que le trajo ese carbón -Sinceramente no lo sé- respondió -un muchacho trajo ese carbón. Pertenecía a la legión de no muertos, esos tipos tenían algo bueno, sin embargo, ahora que están todos malditos ya no lo necesitan, por eso yo le doy uso y mejoro las armas de estos muchachos. Según me dijeron ahora solo queda una latente-
Kain asintió, soltó un suspiro de pena. Se pregunto ¿Dónde estaría el conocimiento para fabricar tal carbón?. Kain notando que el herrero aun lo miraba mientras él seguía metido en sus pensamientos, se presentó -es un poco tarde -dijo mientras estiraba la mano -me llamo Kain-
El herrero con una sonrisa afable le dio un buen apretón de mano y respondió -André. Dime muchacho ¿has visto a una muchacha? Lleva una capucha, ropa un poco raída y una cota de malla. No es muy alta, tiene el pelo castaño y la piel morena-
Kain sonrió -sí, sí la conozco. No te preocupes André, Elizabeth está bien-
André soltó un suspiro que se llevó sus peores miedos y fue a ver a Elizabeth. Kain por otro lado se quedó ahí, mirando la fragua y mirando la flama anaranjada que emitía el carbón.
-o-
Una hora después, Kain salió del santuario, la única persona que lo acompañaba era Yennefer. Fueron al sector derecho, en donde había un árbol con forma de humano. Ellos lo pasaron, llegaron a una torre que estaba a medio caer, subieron por una escalinata de piedra y a medida que avanzaban, Kain iba recogiendo todos los bloques de roca que había en el camino. Por otro lado, al igual que en el mundo oscuro, esta torre estaba conectada con otra más grande a través de un puente. La torre del frente era cuatro veces más alta y robusta. De manera que podía soportar varios árboles que emergían de sus costados. Para acceder a esa torre Kain tuvo que sacar una reja, subir por un elevador que lo elevo por diez metros y después avanzar por veinte peldaños. Una vez arriba, él quedo mirando a la distancia mientras el viento ondeaba su cabello, era algo frio pero estimulante junto con la vista. A lo lejos se veían montañas coronadas del blanco de la nieve. Parecía que este mundo no tenía fin, no tenía termino, pero el hecho era, que estaba en final de los tiempos.
Después de contemplar la bastedad del mundo, Kain miro la cima de la torre. Era un espacio amplio confeccionado con un propósito de funcionar como un campanario. Solo había una gran campana en el techo de piedra. Estaba suspendida unos cinco metros sobre el suelo y debajo de ella había un cadáver. Por sus vestimentas, lo más probable es que fuera otra guardiana. En sus manos llevaba una piedra con puntas que parecidas a pelos. Kain la retiro e incinero el cuerpo. Inspecciono la piedra y descubrió que era una alma. Después la guardo en su anillo y miro a Yennefer.
-Este es el lugar- dijo Kain -aquí nos instalaremos-
Yennefer miro alrededor. Ciertamente era un lugar bonito. La vista del cielo azul y las montañas le daba un aire inigualable. Sin embargo, por las noches debería ser un puto hielo. Ella miro a Kain algo confundida y le dijo -ok, aaa ¿Cómo se supone que vamos a vivir aquí?-
Kain negó con su cabeza y empezó a descargar las piedras que trajo de la torre, como ya estaba perfiladas fueron fácil colocar, solo necesitaba un poco de mortero para pegarlas unas con otras.
Ya en la tarde, el lugar tenía el aire de una casa. Tenía un baño, tres habitaciones, un comedor y una pequeña sala de estudios. Todo era perfecto, salvo que aún no había una puerta y ventanas. Yennefer se quiso quejar pero antes de que pudiera, Kain empezó a usar su magia. En el baño que quedo al lado contrario de las escaleras. Ahí puso un cristal azul claro en las ventanas, era casi transparente. En la habitaciones coloco vidrios de cristal un poco más opaco. En el comedor coloco otro transparente y en la sala de estudio uno más brillante, de esa manera estaría más iluminado.
Casi al llegar la noche, Yennefer fue a buscar a Elizabeth. Kain ya estaba terminando la casa, solo le faltaba terminar de colocar la puerta. Ella llego al sector de la hoguera, ahí estaba Elizabeth conversando con Layla. Esta última escuchaba todo lo que decía con paciencia, sin nunca jamás interrumpirla. Yennefer exclamo en su mente ¡qué paciencia! ,por lo que ella recuerda, hace unas diez horas atrás se habían quedado en esa posición, sentadas en las escaleras, cerca de la hoguera. Yennefer ahora tenía otra misión, salvar a Layla de los lamentos de Elizabeth. Ella se acercó con una sonrisa y dijo en un tono amigable -Elizabeth, Kain ya tiene todo listo-
Elizabeth con los ojos rojos de tanto llorar, le pregunto -¿puedo llevar a Layla?-
Yennefer torno los ojos a los cielo, quiso protestar pero antes de pudiera decir algo, una voz masculina y juvenil dijo -como siempre andas molestando a otros ¿no? Elizabeth-
-¡Eric!- grito Elizabeth. Se levanto para ir a abrazar a su amigo pero se detuvo. Eric seguía teniendo esa tes pálida, sin embargo ahora tenía una marca que se ramificaba desde su cuello hasta su cara, era como si desde su cuerpo le salieran raíces y se extendieran por debajo de su piel. Elizabeth dio un paso atrás, miro más allá de Eric y noto a tres mujeres de ropa negra. Todas llevaban máscaras y emanaban ese sentimiento a no muerto.
-¿A qué haz venido Eric?- pregunto Elizabeth -¿porque andas con esas personas? además ¿adónde esta Patrick?-
Eric puso una sonrisa de autosuficiencia mientras respondía -son muchas preguntas para alguien que no puede ayudar en nada. Ellas son personas que me han aconsejado. Me ayudaron a vencer al mago de cristal, no es uno de los señores pero aun es un enemigo fuerte. Dime ¿a qué enemigo? ,Perdón, ¿a qué señor de la ceniza haz vencido?-
Elizabeth algo avergonzada agacho la mirada, apretó sus puños y respondió con una voz que era casi un susurro -espera y veras estúpido Eric. Venceré a todos los señores de la ceniza-
Eric soltó una carcajada, pensó que esto era un burla, una broma de mal gusto. ¡Ella!, la que murió en constantes ocaciones, la que los retrasaba y hasta ocasionaba la muerte de sus camaradas. Ella iba a vencer a los señores de la ceniza, vaya broma. Mientras Eric se reía sin ningún tipo de mesura, las mujeres que lo acompañaban, se acercaron a él y le susurraron algo al oído.
Eric cambio su actitud, puso un rostro serio, miro a Layla y le ordeno -ven guardiana del elegido, cumple tu voto y sírveme-
Elizabeth molesta por esta declaración, lo regaño -Eric te estas pasando, Layla no es tu esclava. Además, si ella se va, nadie me podrá ayudar a canalizar las almas-
-Cállate- grito Eric en un tono mordaz, casi furioso -deja tu estupidez. ¿Crees que alguien creerá que tú enlazaras la llama?. Haz muerto una y otra vez, nunca has vuelto con una puta alma ¿Qué te hace pensar que mantener a la guardiana contigo es de alguna utilidad?- Eric tomo un profunda respiración y se calmó -ella me acompañara. Me servirá cuando la necesite y canalizara las almas cuando lo requiera-
Elizabeth enfurecida le grito -cállate tú, estúpido. Layla no es tu esclava, ella nos ayuda y nos alienta-
Eric la miro con altivez, negó con su cabeza y ordeno -ayúdenme a matar a esta tonta y tomemos a la guardiana-. Dos de las mujeres que seguían a Eric desenfundaron sus espadas, la última apunto con su bastón y llamo a cinco masas del alma. Ellas avanzaban, daban un paso tras otro hasta sus presas. Por otro lado, Yennefer no tenía espada, Elizabeth no tenía la habilidad, mientras que Layla era una no combatiente. Todo predecía un mal futuro para las tres, pero antes de que Eric y sus seguidores pudieran hacer algo, todo el santuario se ilumino, una voz sutil, sugestiva y fría se escuchó.
-Está bien que quieras llegar a los lugares más altos- dijo Kain mientras descendía por las escaleras. Había emitido un veintena de fragmentos de cristal imbuidos en energía sagrada. Todo este despliegue dejo a todos anonadados, sin embargo la voz de Kain los saco de sus pensamientos -pero tienes que tener en cuenta a quien matas en tu camino. Cuando luchamos contra el destino, nos planteamos hacer todo lo necesario. Sin embargo, siempre hay consecuencias. Por ejemplo ahora, imagínate que no llego y matas a mis discípulas, te hubiera perseguido como el perro que eres y hubiera matado a todo aquel que te hubiera ayudado-
Eric respondió -n-no te tenemos miedo. La Iglesia Azabache es muy grande, con muchos, muchos seguidores ¿crees que puedes contra todos?-
-Así es- dijo una mujer de negro al lado de Eric -Yo Yuria de Londor, puedo dar fe de eso-.
Kain sonrió y lleno todo el salón de un centenar de fragmentos de cristal, todos imbuidas en sagrado.
Yuria al ver esto, dio un paso atrás, se arrodillo y dijo -por favor, buen señor, perdone mis palabras, no conocimos tu grandeza-
Kain cruzo los brazos, soltó un suspiro y le respondió -váyanse- desvaneció los fragmentos y continuo -no quiero este tipo de tratos en el futuro. No te digo que no interfieras en el destino de otros, sin embargo mira tus acciones, podrían ser las ultimas- Kain emitió su visión espectral y sus ojos destellaron con electricidad, lo que lo hacía ver poderoso, casi divino.
Eric y su séquito, utilizaron la hoguera para huir del santuario. Todo el mundo descanso en ese momento y Kain comenzó a caminar de vuelta. Había quedado exhausto al desplegar tanto poder. Emitir veinte fragmentos era un buen ejercicio, sin embargo un centenar era su límite en estos momento. Por otro lado, atrás se quedaron Elizabeth y Yennefer, ellas se sentaron en los escalones mientras dejaban salir un suspiro de alivio. Ambas se miraron y sonrieron por el momento. Al parecer estaban seguras, por ahora. Por otra parte, Layla no tenía idea de que paso, sintió un gran despliegue de magia, incluso más allá de los señores de la ceniza. Se pregunto si fue Kain, se preguntó ¿Por qué Eric se comportaba tan violento e irracional?.
Layla tomo una respiración profunda y pregunto -Elizabeth ¿Quién desplegó esa magia?-
Elizabeth a su vez, levanto su rostro y respondió con una sonrisa -fue el jefe-
-¿El jefe?-
Elizabeth cayendo en lo extraño que sonaba, corrigió -perdón, fue Kain. No te preocupes Layla, ya se fue Eric y esa gente-
Layla asintió mientras se daba golpecitos en su pecho, después hizo una tos falsa y le dijo -Elizabeth, no te tienes que preocupar de que salga del santuario. Primero que todo, yo no puedo morir. Segundo, yo estoy conectada a mi adalid, en este momento eres tú. Gracias a la bendición que recibió Eric, ahora él no puede enlazar la llama, solo quedas tu-
-¿Eh?- protesto Elizabeth con una voz apagada y confundida. Se sentía un poco triste, algo sola y melancólica. Parece que sin darse cuenta, perdió a un amigo. Ella comenzó a sollozar mientras que Layla una vez más la abrazaba para darle consuelo.
-o-
Ese día, después de la intromisión de la Iglesia Azabache. Kain tuvo que meditar en el comedor. No pudo dormir en su cama ya que su joven discípula, vino con ojos de cachorro abandonado. Ella le rogó para que Layla también se pudiera quedar. Esta última a su vez le decía que no era necesario, sin embargo Elizabeth no la escucho. Kain a su vez soltó un suspiro, se preguntó qué había hecho para merecer esta suerte. Como no le importaba dormir, al final acepto. Él les dijo que se apresuraran a descansar, que mañana tendrían mucho que hacer.
Ahora él esta aquí, en el comedor, sin luces y sin compañía.
-o-
Kain fue despertado por una gran ruido. Al parecer por lo gritos, Elizabeth se cayó de la cama. Después de una hora, aparecieron las tres en el comedor; Yennefer, Elizabeth y Layla. Ellas tenían una mejor tes, se veían más descansadas. Bueno, es de sentido común en este lugar que los latentes, por no decir no muertos, no necesitan dormir.
Como siempre, con la excepción de la presencia de Layla y Elizabeth, Kain y Yennefer tomaron el desayuno. Los cuatro tuvieron una conversación amena. Claro que Elizabeth no se callaba nunca, preguntaba por los horarios, qué aprendería y cómo le enseñarían. Sin embargo varias de las cosas que le dijo Kain la dejaron algo desilusionada. Él le enseñaría el manejo de la espada junto con la magia, pero solo hasta un nivel básico. Ella a su vez esperaba convertirse en una maestra de la espada. Kain sonrió ante el rostro triste que puso y le dijo que si lo hacía bien, le enseñaría más. Ante esto, Elizabeth respondió sonriendo como un flor.
Después del desayuno, los cuatro salieron de la casa y bajaron hasta el patio que antecedía a la torre más pequeña. Cuando llegaron hasta el patio, se detuvieron al lado del árbol con forma humano. Layla por su parte, se despidió y dijo que se quedaría en la hoguera del santuario, que ese era su lugar y si la necesitaban, estaría ahí.
Entonces Kain tomo primero a Elizabeth, la llevo a una esquina y le explico varios tipos de posiciones con la espada y ejercicios de defensa. Kain le dijo que esto tomaría tiempo, así que debía ser paciente. Ella a su vez, le respondió que dentro de todo no había tal cosa como el apuro. Aunque mucho se hablaba de qué la primera llama se está apagando, nadie sabe la fecha ni el tiempo exacto. Así que ella le dijo que estaba bien. Sin embargo también le dijo que su concentración es mala, así que le recalco que no espere demasiado. Kain poniendo una sonrisa le dijo que si no se esforzaba no le daría comida, después de eso la dejo y se fue a ver a Yennefer.
-¿No eres muy estricto?- pregunto Yennefer. Ella miro con una sonrisa como Elizabeth hacía un gran puchero.
-Estaba bien, si no soy un poco estricto con ella, crecerá conformista- dijo Kain -las personas que son así, que se dicen que son malos en tal o cual cosa, nunca hay que darles el favor. Si lo haces, les estas permitiendo vivir de la misma forma en que lo hicieron antes-
Entonces Kain le pregunto a Yennefer que clase de magia sabia. Bueno, al parecer Yennefer sabia muchas cosas como chamanismo, brujería y runas. Sin embargo todos eran conocimientos superficiales, por lo tanto su control sobre la magia era nulo, al parecer ella sabia que no podía utilizar sus poderes cuando se sentía cansada. Kain soltó un gran soplo, le pregunto si sabía meditar. Ella le dijo que su padre le había enseñado sin embargo no le gustaba. Kain la obligo a meditar y le enseño el hechizo más básico que sabía, flecha del alma. Él le dijo que si ella podía dominar la magia, le enseñaría más magia.
Después de dejar a sus dos discípulas con sus ejercicios. Kain entro al santuario. Ahí vio a Layla, al igual que la primera, estaba parada en un rincón, cerca de la hoguera. Después miro a los tronos y se llevo una sorpresa, uno de los cinco estaba ocupado. Kain vio a una criatura pequeña a la cual le faltaban las piernas. El supuesto señor de las cenizas permanecería impasible, estático, sentado, con los codos apoyados en los muslos, las manos entrelazadas y un rostro que denotaba aburrimiento. Kain fue hasta donde él.
-Hola amigo, dime, ¿Por qué estás aquí?- pregunto Kain al llegar al trono
-Oh, hola, soy un señor de las cenizas, ya ves- dijo el pequeño hombre que parecía haber sido carbonizado -estoy esperando que un latente enlace la primera llama y ocupar mi lugar junto a los otros señores. Dime, ¿tienes alguna alma?, a lo mejor te puedo ayudar-
Kain sin negar, ni refutar sus palabras, saco el alma de la criatura que ataco a Yennefer. El hombrecillo miro el alma con mucho encanto, la puso en una especie de esfera oscura que emitía la imagen de una niebla. Por otro lado, el señor de las cenizas se presentó como Ludleth, le dijo a Kain que las almas guardaban muchas cosas. Él dijo que esto pasaba porque los dueños de las almas estaban muy apegados a tales cosas, por lo tanto cuando morían, se llevaban las cosas que utilizaron durante toda su vida. En este caso, Ludleth le dijo a Kain que podían extraer dos cosas, un anillo o la masa de hierro que ocupaba el guerrero dueño del alma. Le hablo de las propiedades que poseía cada objeto y le dio sus propias apreciaciones. Kain pidió el anillo. Ludleth canalizo una imagen en el orbe, después apareció un anillo que cayó sobre sus ropas. Lo entrego a Kain y este último le agradeció tan brillante ejemplo. Ahora él sabía cuál era el movimiento que debía hacer con tales almas y cómo debería hurgar en los secretos de los grandes señores. Kain se despidió y después se fue a ver a André.
En el camino, Kain saludo a la anciana. Ella a su vez le devolvió el saludo pero no hubo nada más allá de eso. Al llegar a la fragua, André estaba trabajando en un arma. Kain estuvo ahí durante una hora, veía cómo el herrero trabajaba el metal. Comparaba su capacidad con la del viejo, se preguntó ¿Cuánto le faltaba para llegar a ese nivel y si su conocimiento era lo suficiente para superarlo?.
El herrero termino, miro hacía Kain y con una sonrisa le pregunto -me dijiste que eras herrero ¿Por qué no me muestras lo que has hecho?-. Kain asintió, saco de su anillo dos katanas y se las entrego. André soltó un silbido de admiración, seguido por una risita, él los considero un buen trabajo, una técnica impecable en conjunto con un acabado exquisito. El único problema que le encontró fue que el metal era muy ordinario, pensó que con unos trozos de titanita le hubiera dado una mejor capacidad de ataque.
-Ya eres un buen herrero- lo elogio André -¿no creo que vengas a preguntarme para que te enseñe?-
Kain algo avergonzado le respondió -bueno, la verdad es que te quería pedir un espacio de tu fragua, un lugar en el que poder trabajar-
-¿Me estas pidiendo entrar a mi casa y acostarte con mi mujer?-
Kain soltó una risita seguido de una respuesta -más o menos, estaba pensando en hacer armas para Yennefer y Elizabeth-
El viejo herrero frunció el ceño y algo molesto dijo -solo porque trajiste de vuelta sana y a salvo a esa criatura, pero recuerda no interponerte en mi trabajo-
Kain asintió, se quitó la camisa y saco sus materiales, primero tomo la titanita centellante y la trato de derretir. Estuvo toda la mañana en eso. Cuando lo logro, se hizo unas herramientas, después empezó a derretir otros metales y a fabricar armas sencillas para las muchachas. En eso siguió hasta que llegó la hora del almuerzo y las chicas lo vinieron a buscar. Kain invito a André pero este con un gruñido le dijo que no lo necesitaba. Entonces los tres se fueron a comer y en el camino pasaron por Layla.
-o-
En la tarde Kain reviso el progreso de ambas muchachas, estuvo al menos dos horas corrigiendo sus movimientos y pensamientos. Después las dejo entrenar por ellas mismas. Kain pensó, que si él estaba todo el rato corrigiéndolas sin ejercitar por ellas mismas, se frustrarían, así que las dejo y se fue a la fragua. Ahí encontró André, estaba golpeando el metal. Lo calentaba, lo golpeaba y cuando quería ver cómo estaba quedando el trabajo lo metía al agua. Así continuo con el proceso repetitivo. Kain lo miro durante un rato pero después se fue a lo suyo. Tomo unos cuantos fragmentos grandes, los derritió y trato de confeccionar una espada corta para Elizabeth. La espada que le dio era buena, pero el metal de las armas de este mundo era diferente. Por lo tanto ella necesitaba un arma que estuviera a la par. Entre medio de eso, Kain escucho a André que lo llamaba. El anciano grito -Kain, tienes un cliente-
Kain dejo su martillo y miro al frente. Un poco más allá de la fragua había una hombre. Iba vestido con ropas oscuras llena de finos detalles, llevaba el cabello hasta los hombres, bien ordenado, con un rostro entre lo apático e intelectual. Kain dejo lo que estaba haciendo y camino hasta donde estaba él. Ambos se apartaron del constante ruido del martillo de André. Ahí, a mitad del pequeño puente que conectaba a la mercader con el herrero, hablaron.
-Hola señor, soy Orbeck- dijo el hombre mientras estiraba su mano, tenía una mirada nítida. Una mirada que buscaba las debilidades.
Kain por su parte también lo miro a los ojos y mientras estrechaban las manos, respondió -hola, soy Kain. Dime ¿en qué te puedo ayudar?-
Orbeck se acercó un poco más a Kain y le susurro -bueno, vera, yo lo vi hacer magia de cristal. Yo tengo algunos conocimientos, ¿a lo mejor usted quiere negociar?-
Kain sonrió, saco una mesa, dos sillas, dos copas y un buen vino de su anillo. Lo invito a sentarse como quien invita a un socio de negocios. Orbeck se sentó algo entusiasmado. Le quiso nombrar qué magias tenía, pero Kain lo detuvo, sirvió dos copas, se tomaron el contenido y cuando Kain sirvió la segunda ronda, le dio el pase para que hablara.
-Bien- dijo Orbeck con entusiasmo -por ahora tengo en mi poder, todos los tipos de flecha del alma, los dardos, las espadas de Farron y el espadón del alma. Aaaa, también tengo algunos refuerzos para arma y escudo, también señuelo auditivo- Orbeck saco todo su repertorio, había conoció a alguien que manejaba la legendaria magia de cristal ¿Cuántos rogarían por tener tal conocimiento?. Así que pensó que tenía que darlo todo para adquirir ese legendario conocimiento.
Kain relajado asintió, por lo que se pudo ilustrar en la en el archivo, la magia ha cambiado mucho hoy en día. Hay muchas variantes desde la época de Logan, por lo tanto estos hechizos de espada, que dentro de todo van en contra de la naturaleza del mago, deben ser nuevos hechizos. Kain razono esto y le dijo -me interesan los dardos, la espada y el espadón del alma. Dime ¿Qué quieres a cambio?. Tengo varias magias de ocultamiento, también tengo las flechas del alma. Poseo una que otra magia sagrada pero eso requiere que estés más versado en otras artes-
-Bueno, la magia de cristal- dijo Orbeck sin pensarlo dos veces
Kain negó y le ordeno -lánzame una flecha del alma aquí- levanto su mano derecha y apunto con su izquierda a su palma -dependiendo como sea tu habilidad pudo pensarlo, sino, bueno, sería como matarte de forma indirecta-
Orbeck se puso de pie, tomo un poco de distancia y apuntó con su bastón (lo que produjo qué Kain frunciera su ceño) y lanzo una gran flecha del alma pesada. Un fuerte estallido se escuchó. Todos, tanto la mercader, como el herrero miraron. A los segundos después llegaron corriendo Yennefer y Elizabeth. Sin embargo, Kain asiendo un ademan los despidió, les dijo que no pasaba nada y que él le había pedido una demostración a Orbeck.
Después de que todos se fueran, Kain se miró la mano. Esa flecha tenía potencia, tenía suficiente fuerza como para golpear a un guerrero de Lothric, sin embargo el control era una mierda. Se dijo así mismo que era por depender tanto del maldito bastón. Miro a Orbeck y le dijo -lo siento, si quieres otra magia te la puedo enseñar, pero así como estas no te puedo dar la magia de cristal, sería matarte de forma indirecta. Dime ¿has tenido un maestro formal?-
Orbeck negó con la cabeza. Quiso decirle lo que hacía en la escuela de magia, pero sintió vergüenza al ser engañado por esos viejos apestosos. Orbeck miro a Kain y le pregunto con miedo -¿puedes enseñarme?-
Kain tomo una respiración, miro al hombre que ahora tenía un rostro más juvenil y menos serió. Tomando en consideración que ya tenía a Elizabeth y Yennefer aprendiendo, pens�� que uno mas no sería un problema. Así que asintió. Orbeck se quiso arrodillar como una forma de mostrar sus respetos pero Kain lo detuvo. Le dijo que no se alegrara tan pronto, porque el camino sería largo y difícil. Orbeck le dijo que no habría problema, que sería su sombra y que lo ayudaría en lo que fuera. Kain asintió sin darle la mayor importancia, le dijo que en estos momentos estaba un poco ocupado, que mañana empezarían. Así que le dijo que se fuera a descansar. Orbeck antes de irse le entrego los pergaminos como forma de pagar sus respetos a su maestro y se fue.
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Dos meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Ahora Elizabeth se había ido a buscar almas. Se perdió durante medio mes y volvió herida pero volvió. Kain la curo. Después de eso ella compartió sus experiencias. Así que mientras estaban al lado de la espada espiral que producía el fuego fantasmal, les contó que estuvo en un lugar llamado Torreón de Farron. Ahí lucho contra un señor de las cenizas.
-¡Jefe! ¿Te das cuenta? puede vencer a un señor de la ceniza- dijo Elizabeth super excitada. Aunque hace solo un instante se estaba muriendo, ahora estaba rebosante de vitalidad. Después de darle un gran abrazo a Kain continuo -fue una pelea contra varios tipos. Eran fuertes pero yo lo fui más. Lance varias flechas del alma y los golpe varias veces en la cara. Esos tipos cayeron sin saber qué los golpeo. ¡¿Soy la mejor verdad?! ¡Soy la mejor!-
-A mí me sorprende más el hecho de que hayas vuelto- dijo Orbeck en un tono apático
Elizabeth frunció el ceño y lo regaño -mira Orbeck, yo lo hice bien y si te pones pesado, no te muestro lo que traje-
-Oh ¿y qué trajiste?-
-Mira- dijo Elizabeth mientras sacaba dos pergaminos.
Kain los tomo, los reviso y una vez que los memorizo se los entrego a Orbeck. Después siguió con Elizabeth -¿Dónde está el alma del señor?-
-Bueno, veras, pensaba dársela al viejo Ludleth para ver si había algo bueno- dijo Elizabeth mientras juntaba la punta de sus dedos
Kain sonrió -yo también puedo hacerlo, ahora muéstrame el alma-
Elizabeth le paso el alma y Kain la reviso. Aunque le gusto un espadón que estaba vinculado a esta alma, no halló nada bueno para Elizabeth. Al final le devolvió el alma algo decepcionado y le dijo -será mejor que te alimentes de esta alma, solo te puede dar unos espadones, no son malos pero no tienes la fuerza como para esgrimir semejante arma. Si pillas algo con magia o agilidad sería otro el tema-
Mientras Yennefer y Orbeck discutían los alcances de la magia que Elizabeth había encontrado. Kain le pregunto a Elizabeth, ¿Qué vio?¿Qué consiguió en el camino? Y ¿adónde se dirigía ahora?.
Elizabeth algo asustada le respondió -bueno. Debería ir a las catacumbas de Carthus, pero me da miedo. Según dicen hay muchos esqueletos vivientes-
Kain sonrió, miro a Orbeck y a Yennefer y les dijo -vamos a las Catacumbas de Carthus. Nuestras metas serán: que no maten a Eli, juntar minerales y buscar registros históricos o de magia-
Todo el mundo respondió al unísono un -Sí-
Así que ya saben, Kain maestro de la herrería, por lo tanto, mas respeto. Hasta el buen Andre lo elogió y para eso hay que tener habilidad.
Dentro de todo, esto es respaldado por el hecho de que el abuelo de Tytos, Joseph, según el lore que invente en su momento, era un herrero que podía trabajar el acero valirio.
Según el propio lore de GOT, para trabajar el acero valirio deberías ser una mezcla de brujo y herrero, ya que necesitabas tener conocimientos quimicos para trabajar el metal. Aparte de que tenías que tener la habilidad para templar el acero. Este tipo de herrero estaba en el top del mundo de GOT.
Por mi parte me despido, mañana mas..