Al siguiente día, Kain salió de su casa y se dirigió a la zona norte de Orario para ir a ver a sus discípulos. Hizo todo el camino por la avenida principal, caminando a un paso lento hasta alcanzar la gran torre de Babel. Eran las diez de la mañana en ese momento y casi no habían personas en la plaza que bordeaba la torre de Babel. No era porque fueran perezosos, sino porque ya habían comenzado su jornada hace un par de horas atrás. Solo los perezosos que no tenían ambiciones llegaban a esta hora para introducirse al calabozo. Kain paso observando como una larga fila de muchachos y muchachas con grandes mochilas se quedaban fuera del calabozo, como si esperaran algo. De repente llegaba algún que otro aventurero rezagado y se le acercaban para ofrecerle su ayuda. Algunos aventureros contestaban de manera cortante, otros les pegaban un punta pie y les decían que se perdieran. Si no, igual les pegaban un punta pie, pero les respondían que los acompañaran, seguido de una gran cantidad de amenazas.
Kain paso de esto y bordeo la torre de Babel para seguir por la avenida principal hasta alcanzar el extremo norte de la ciudad de Orario. Este barrió aún se consideraba bueno, ordenado, con calles adoquinadas y grandes casas de dos o tres pisos. Era raro encontrarse una casa de una sola planta. El ambiente era más pulcro y callado que en el barrio de Hephaestus, en el cual siempre se escuchaba el tintinear de los metales y se olía el aroma del carbón. La gente que andaba por esta zona vestía ropas aristocráticas, de corte elegante y con bordados. Saludaban a los transeúntes con un habla refinado y un acento pomposo. No obstante, se notaba el recelo en su mirada con todos los que no eran autóctonos del lugar. Esto le paso a Kain, el cual era mirado como si fuera un lobo que se pasea entre medio de las ovejas. Kain no les prestó atención y siguió su camino hasta la gran mansión de la familia Hera. La cual se alzaba alta y majestuosa entre medio de todo el mar de edificios, parecía más un castillo que una vivienda. Por otro lado, una vez que llego a la mansión, se encontró con una gran fila de trescientas personas afuera de las murallas de la mansión. Parece que hoy era día de entrevistas para postular a la familia.
Kain avanzo ignorando a los postulantes y llego a la entrada. La mitad de gran portón dorado estaba abierto, y un grupo de tres guardias había puesto una mesa y sillas para poder llevar un registro de los postulantes. Después de completar la información en un libro de actas, le daban a los aventureros una fecha para poder presentarse a una entrevista. Por otro lado, detrás de los guardias, más cerca del bosque que quedaba detrás de las grandes murallas que separaban la propiedad de la calle. Había un grupo de tres aventureros bebiendo té. Habían puesto una mesa con tres sillas y un lujoso juego de tazas blancas con bordes dorados. Miraban a los aventureros con una mirada apática. Bueno, salvo una persona, era una niña de mirada suave como el algodón y ojos soñadores. Tenía el cabello blanco como las nubes del cielo y se veía delicada. Por otro lado, su sonrisa era real, única y llena de respeto por los otros seres humanos. Tenía unos ojos grandes con pupilas de un verde esmeralda. En contraste, la niña al lado de ella, muy parecida en facciones, tenía una mirada llena de apatía. Su pelo caía como una cascada de plata y su piel parecía de porcelana.
Mientras uno de los guardias revisaba lo que habían escrito sus compañeros en los libros de actas, Kain se acercó y le dijo -hola, buenos días, quisiera ver a Jason-
-¿Tiene una cita?- pregunto el guardia en un tono indiferente sin apartar la mirada del libro.
-No, pero soy su maestro. Si le dices, él vendrá de inmediato-
El guardia levantó su rostro para mirar a Kain y de repente estallo en risas. Después le pego un codazo a su compañero del lado y le comento lo que había dicho Kain. El tipo también se largó a reír y el último de los guardias los había escuchado de paso, se tapó la cara con ambas manos y se partió a carcajadas.
Los cinco primeros postulantes también se rieron y comenzaron a pasar el chiste por toda la fila de los postulantes. Al cabo de un tiempo llegaron varios tipos para increpar a Kain. Según decían, eran los grandes fanáticos del Jason. Como consecuencia, los guardias se tuvieron que levantar y calmar los ánimos. Después siguieron con los registros y el tercer guardia que estaba revisando el trabajo de los otros, aparto a Kain de la multitud y lo llevo a un lado de portón.
-Amigo- le dijo con una sonrisa burlesca -no vuelva a decir eso, lo podrían linchar por decir tal broma. Aquí, todos respetan al capitán y a sus hermanos. Y no nos hace gracia que venga un orejas largas a fanfarronear-
Kain negó con una sonrisa lleno de diversión -ve a decirle- insistió -si él no viene en persona, entonces me pueden linchar y si estoy de buenas, les daré la oportunidad de atacarme-
El guardia cambió su cara y lo miro con despreció -te estoy hablando como un caballero, bastardo- dijo -si quieres buscar problemas, aquí los encontraras-
-Tu no me estas escuchando, para ser un pequeño nivel tres, tienes las bolas muy grandes. Parece que te hace falta que te coloquen en tu lugar-
El guardia no aguanto más y trato de propinarle un puñetazo en la mandíbula. No obstante, fallo su golpe como si solo le hubiera atinado al aire. El guardia estaba seguro que levantó su puño lo suficiente para alcanzar la mandíbula de puto elfo. Aunque fuera un palmo más alto que él, estaba seguro de poder alcanzarlo. Sin embargo, esto no le importo, parecía que se había enojado más por no poder golpearlo. Lanzo una ráfaga de cuatro puñetazos pero se perdieron igual que el primero.
Por otro lado, los otros dos guardias se pararon de sus asientos y detuvieron el registro. Los aventureros sonrieron porque pensaron que se iba a armar un buen espectáculo. Vieron como los guardias fueron a socorrer a su compañero y también le lanzaron patadas y puñetazos al elfo. Sin embargo, ahí los aventureros se pusieron serios. Era como si los guardias golpearan la sombra del elfo sin nunca atinarle a nada. Al minuto después los tres guardias estaban jadeando en el suelo. Poco después llegaron los tres aventureros que estaban tomando el té.
-¿Qué estás haciendo?- pregunto la niña de la cabellera de plata y mirada apática
-Yo, nada- respondió Kain divertido -ellos se cansaron solos-
-Yo solo veo un alborotador- señalo el otro extremo de la calle -vete de aquí si no quieres tener problemas. Este no es lugar para un insignificante elfo-
-Ya te dije, no estoy dando problemas- respondió Kain un poco más serio
-Hermana- dijo la niña de los ojos esmeralda en un tono nervioso, su voz era como el suave murmullo de la brisa
-¿Qué?- pregunto la niña de la cabellera de plata en un tono cortante, sin nunca apartar su mirada de Kain
-Alfia ¿Por qué no le preguntas que necesita primero?-
Alfia le dio una mirada apática y le dijo -es un alborotador, sabes que no me gustan los alborotadores. No hay que aguantar a esta gente-
-Pero- murmuro la niña
-Nada de peros- dijo Alfia en un tono cortante, en un sutil gesto con su mano derecha, peino su cabello y se lo echo hacia atrás. Después miro a Kain y le pregunto -¿Todavía no te vas?, te di el suficiente tiempo para que te fueras, parece que aparte de alborotador, eres tonto-
-¿Oh?- dijo Kain bromeando -¿y qué más?-
-Ruidoso- dijo Alfia apretando su puño y dio un zapatazo al suelo -y odio a los ruidosos-. Salto hacia adelante y trato de golpear a Kain en la cara, pero ocurrió el mismo resultado que con los otros, no le atino a nada y lo peor de todo, es que quedo entre los brazos de Kain, apoyando su cara contra su pecho. Por su parte, Kain cobro su tarifa por tal insolencia y le agarro las nalgas. Se las acarició como si masajeara la carne dulce y tersa. Por otro lado, Alfia al sentir el cálido tacto sobre su trasero, empujo a Kain y le lanzo más puñetazos. Cada vez que fallaba, le llegaba una nalgada.
Después de un minuto, Alfia sentía que su trasero le ardía como si le hubieran dado de varillazos. No obstante, no se detuvo, ni siquiera su capitán tenía movientes tan sutiles y fantasmagóricos. Así que se puso sería y trato de canalizar su magia, pero por alguna razón, sus manos no emitieron nada, salvo un aura purpura. Miró alrededor y se dio cuenta de que no fue la única que tenía tal aura. Era como si todos alrededor estuvieran recubiertos de un miasma purpura. Alfia miró a Kain y este último sonreía. Por alguna razón, le molesto esa sonrisa llena de confianza, la hacía sentir pequeña e indefensa, y esa nunca sería su posición. Esa era su hermana, la que nació desvalida por el mundo. Ella era la prodigio que lo tenía todo, nadie la podía mirar hacia abajo.
-Nada de magia- dijo Kain negando con su dedo índice y una sonrisa burlesca -solo estamos jugando-
-¿Jugando?- pregunto Alfia con incredulidad, ella fue sería todo el tiempo
-Así es- dijo la diosa Hera al otro lado de la reja. Avanzo con pasos seguros, marcando un ritmo pausado y sensual. Como siempre, vestía una toga griega y su cabello estaba hermosamente decorado por una tiara de oro. Siempre bella, siempre digna, exclamaba cada parte de su cuerpo. Hera camino contoneando sus caderas con sensualidad. Avanzo hasta Alfia y le dio una sonora cachetada. Después doblo su cintura en un ángulo de noventa grados y obligo a Alfia a hacer lo mismo.
-Lo sentimos, Kain, esta niña es un poco engreída- dijo Hera
Kain negó con su cabeza y le respondió -está bien, es joven ¿Cuánto tiene? ¿trece o catorce años?-
-Trece años- dijo Hera retomando una postura normal y lo miró a los ojos -es un poco arrogante porque ha llegado al nivel dos en un año-
-¿Oooh? ¿Cómo mis muchachos? eso es bueno. Madame siempre ha tenido un buen ojo para los aventureros prometedores-
Hera sonrió como pocas veces y le dijo -gracias, pero por favor, no andes peleando con los aventureros de mi familia-
-Sí, está bien. Solo estaba jugando un poco con ellos. Es peligroso que se sientan tan seguros de sí mismos siendo tan débiles. Pero esta niña fue más fuerte que los guardias ¿Por qué?-
-Vamos Kain- dijo Hera caminando hasta ganarse a su lado -no te puedo decir esas cosas, ya sabes que la información de los aventureros es secreta-
-Sí, bueno, se me olvidaba ese pequeño detalle- dijo Kain avergonzado, levantó su brazo izquierdo y se lo ofreció a Hera para que se apoyara. Entonces caminaron como si fueran una reina escoltada por un valeroso caballero.
Los postulantes y los aventureros de la familia quedaron de piedra. Nunca habían visto a la diosa ser tan amable y cordial con alguien. Era de conocimiento común que la diosa Hera era alguien apática y siempre encontraba de escaso de valor a sus pares dioses.
Por otro lado, Alfia tenía los ojos llenos de lágrimas. Nunca había sido avergonzada tanto en su corta vida. Su hermana en un gesto dulce la abrazo, le acaricio la cabeza con cariño y le beso la frente igual que como lo hacía su madre. Pero Alfia al ver quien le estaba dando consuelo la empujo enojada. Su hermana casi se cae de espaldas si no fuera por la ayuda de uno de los guardias.
-¡Meteria!- grito Alfia en un tono rencoroso -no me vuelvas a tocar, no quiero que alguien débil como tú me toque-
-Pero- dijo Meteria con los ojos llenos de lágrimas, ella solo quería ser amable
-Nada de peros, no te quiero- dijo Alfia y se fue caminando con la espalda en crispada como si fuera una fiera herida. Si alguien se le acercaba, ella se lanzaría a morderlo.