-Papá- escucho Kain que lo llamaban desde el pasillo, afuera de su habitación. Era una voz juvenil y alegre, que en consonancia con los ladridos de un cachorro golden retriver, le pedían que se despertara. Eran las ocho de la mañana y Elrond de cinco años estaba golpeando la puerta para que le abriera. El niño emocionado lo llamaba de manera insistente "papá, papá" mientras el cachorro de un mes ladraba a la par. Por su parte, Kain gruño y poco a poco empezó a abrir los ojos. Su visión se llenó de la cara de una hermosa diosa de facciones suaves y cabello color miel. Tenía una suave respiración mientras su rostro parecía relajado y complacido. Kain al verla tan indefensa, sonrió, quiso darle un beso en los labios, pero escucho una vez más a Elrond. Al final, le dio un pequeño beso en la frente a Deméter y se levantó de la cama. Comenzó a buscar su ropa mientras escuchaba al golden ladrar a la par con los gritos de Elrond. Kain se preguntó en qué momento se le ocurrió la genial idea de traer al cachorro. No llevaba más de dos días en la casa, pero ya se estaba arrepintiendo de sus buenas intenciones. Era como tener dos Elrond rondando la casa, jugando y corriendo por todos lados.
Una vez que Kain se vistió, fue hasta la puerta y la abrió para encontrarse del otro lado una cabecita de cabello esmeralda y un peludo cachorro dorado. Ambos parecían estar desbordando energía y en cuando se abrió la puerta, saltaron a las piernas de Kain. Por su parte, Elrond se abrazó a la pierna derecha, mientras que el golden le mordía el pie izquierdo. Al sentir los filosos dientes del golden, Kain frunció el ceño, pero no se enojó. En lugar de eso, dejo al golden en el pasillo y le cerró la puerta. Después saco a Elrond de su pierna y lo cargo en los brazos.
Kain lo miró a los ojos y le pregunto -¿Qué pasa muchacho? ¿Por qué tanta prisa?-
-Hoy es el día- respondió el pequeño Elrond con una gran sonrisa -dijiste que hoy iríamos al mercado y compraríamos un caballo-
Kain asintió varias veces y soltó un suspiro cansado. Se preguntó si Riviera era así cuando niña, este muchacho, Elrond, parece no tener límite de energías. De ahí que salió la idea de regalarle un compañero de juegos, pero parece que eso en vez de calmarlo, lo único que hizo fue aumentar su energía.
-Está bien, pero lo compraras con el dinero de bolsillo que te dejo tu madre- respondió Kain
-Está bien- dijo Elrond asintiendo con vigor
-Ahora, ve a tomar tu desayuno y aprovecha de sacar a tu perro-
-Está bien, papá. Ponpon es un gran amigo, déjamelo a mi-
-¿De adonde sacaste ese nombre? Que yo recuerde, ayer lo llamabas dorado-
-Eina me dijo que ponpon era un mejor nombre-
-¿y a ti te gusta?-
-Sí, porque es suave y peludo-
-Ok, entonces ve a jugar con tu amigo-
Entonces Kain lo bajo y le abrió la puerta para que saliera a ver a ponpon. Al abrir la puerta, encontraron al cachorro acostado en el suelo, con una expresión de tristeza. No obstante, una vez que vio a Elrond, comenzó a mover la cola de lado a lado, se puso de pie y camino hasta Elrond. Una vez que estuvo frente a él, se paró en sus patas traseras y se apoyó en el pecho del niño mientras trataba de lamerle la cara. Por su parte, Elrond estaba encantado y le rascaba la cabeza. Después de eso, Elrond fue corriendo a buscar a Ekaterina mientras ponpon lo seguía dando saltitos. Por otro lado, mientras Riveria estaba ocupada con sus asuntos de la familia Loki, la elfa pelirroja funciona como nodriza del joven Elrond. Fue de mucha ayuda, ya que Elrond con sus casi infinitas energías, cansaba a cualquiera, incluso a su hermana mayor.
Kain cerró la puerta y escucho el suave gemido de alguien despertando. Volteó y vio a una mujer esbelta de magnificas proporciones sentada sobre la cama. Ella alzo sus brazos al cielo y se estiro, dejando ver sus grandes senos que colgaban como dos racimos de carne suave y tentadora. Después le sonrió a Kain y estiro sus brazos como llamándolo para que la abrazara. Kain le puso el seguro a la puerta y fue a donde ella mientras se volvía a quitar la ropa.
-o-
Una hora más tarde, Kain bajo con Deméter al comedor del primer piso y se topó con Eina. La pequeña elfa de cabello verde y diez años, iba con un rostro molesto mientras acarreaba una pala y una escoba. Deméter se rio y Kain le señalo que fuera a la cocina. Ella le guiño un ojo y siguió de largo.
Por otro lado, Kain intercepto a Eina en el pasillo y le preguntó -¿Por qué esa cara tan larga, corazón?-
Eina levanto su rostro, casi calcado al de Aina, de tes clara, pelo verde y orejas largas. No obstante, a pesar de sus lindas y tiernas facciones, le hablo en un tono mandón -papá es demasiado relajado, Elrond solo juega con ponpon, pero no se preocupa de limpiar sus cosas-
-¿Oh? ¿Y mi bebé está limpiando?-
-¿Quién más lo haría?-
Para ser una niña de diez años, Eina era una pequeña anciana, demasiado sería para su corta edad. Kain soltó un suspiro, le quito la pala y la escoba y la cargo en sus brazos. La miró a los grandes ojos verdes y le dio un pequeño beso en la frente.
-No es para tanto, cariño- dijo Kain -relájate, sé que te molesta tener que limpiar, pero eso forma parte de ayudar en la casa ¿Cierto?-
Eina asintió, pero hizo un puchero con pocas ganas de aceptarlo.
Kain negó algo divertido, le dio un beso en la mejilla y la bajo al suelo -vamos- dijo -llévame a donde ponpon dejo sus regalitos y yo los limpió-
-Este es mi trabajo-
-Pero te quiero ayudar- insistió Kain, tomo la pala y la escoba con una mano y la otra se la tendió a Eina. Por su parte, ella le tomo la gran mano y caminaron los dos juntos por el pasillo hasta llegar a la puerta principal. En una esquina ponpon había dejado tres cositas apiladas del tamaño de un meñique de Elrond. Kain se separó de Eina, tomo la pala y la escoba y limpió los regalitos.
-Ves- dijo Kain mientras limpiaba -no es para tanto-
-Papá lo dice porque no está en la casa todo el día, ese perro y Elrond son demasiado desordenados- rezongo Eina
Kain dejo la pala y la escoba en la esquina y se arrodillo frente a Eina para que sus ojos coincidieran. Ella lo miró a los ojos y lo abrazo del cuello. Kain la correspondió y le dijo al oído -tienes que tener paciencia con tu hermanito, Eina. Yo sé lo que quieres decir, pero no puedes oprimirlo solo para que esté tranquilo y no te moleste ¿Te gustaría que él ya no sonriera?- Eina negó con su cabeza y Kain continuo -¿Por qué no intentas aconsejarlo? A lo mejor, de esa manera el invierte su energía de otra manera-
-¿Y si no me hace caso?- preguntó Eina en un tono mimado
-Entonces tienes que buscar la manera de que te haga caso, pregúntale a tus mamás por un consejo-
Eina se apartó de Kain y le dijo medio molesta -de seguro me dan un buen consejo, papá también es un chico difícil como Elrond-
Kain soltó un risita, se puso de pie y le acaricio el cabello -¿Ya tomaste desayuno?- pregunto y Eina negó -entonces ve a comer, yo me hago cargo de esto-
Eina asintió y se fue a la cocina.
Una vez que Kain limpió y se libró de los desperdicios, se fue a lavar las manos y después fue a la cocina. En ese lugar, se encontró a un grupo de siete mujeres sentadas en una larga mesa de madera clara y lustrosa. Las mayores estaban conversando mientras tomaban el desayuno. Por otro lado, la más joven las miraba y tomaba nota de lo que decían. Una era Mikoto, otra Isabel, Aina, María, Ekaterina, Deméter y la princesa, Eina, la cual parecía estar todavía molesta.
Kain camino hasta el asiento de la cabecera y se sentó como todos los días. Al notarlo, Mikoto se puso en pie y le trajo agua caliente y un plato con huevos revueltos.
-Buenos días, Danna-sama- dijo Mikoto con su usual tono de voz suave y respetuoso. Su pelo seguía siendo de un vibrante azabache el cual no reflejaba el paso del tiempo, pero poco a poco se le empezaban a marcar pequeñas grietas en la comisura de los ojos -¿Qué tiene que hacer hoy?-
-Nada importante- respondió Kain mientras estiraba su mano para alcanzar un trozo de pan.
-¿Entonces puede ir a ver a Tsubaki?-
-Claro ¿Le paso algo?-
-No, nada- respondió Mikoto, pero sus ojos se pusieron serios -pero me enteré de que anda con un muchacho que ni siquiera lo ha venido a presentar-
Kain soltó un suspiro y asintió sin pensarlo demasiado. Después de todo, Mikoto es una mujer tradicional que proviene de una cultura estricta. Incluso, hace algunos años, le pidió a Kain que le encontrara un marido a Tsubaki. Cuento corto, fue una gran pelea, ya que Kain no quería forzar un matrimonio a Tsubaki. Al final, Mikoto termino cediendo, cosa de la que Tsubaki estuvo muy contenta, después de todo, no le agradaba la idea de casarse porque alguien le dijera.
Por otro lado, una vez que Kain acepto conversar con Tsubaki, Mikoto volvió a su asiento y siguió comiendo su desayuno. Kain miró buscando al pequeño revoltoso, pero una vez que escucho al cachorro ladrar en el patio, entendió dónde estaba.
-Señor- dijo Ekaterina, la hermosa nodriza elfa pelirroja -su majestad ya tomo el desayuno y con aprobación de las señoras, se le permitió salir a jugar-
-Gracias, Ekaterina. Hoy lo voy a llevar a pasear, así que puedes ir adonde quieras-
-Muchas gracias por su consideración- respondió, tenía una mirada cansada -lo necesitaba, su majestad parece ser incansable-
Kain negó con una sonrisa y no la pudo culpar, después de todo, Elrond era un pequeño vendaval de curiosidad. No era egoísta ni peleador, adora a todos sus hermanos, hermanas y madres, pero es demasiado inquieto.
Kain siguió comiendo con total tranquilidad, pero cuando quiso tomar té, escucho un grito y un llanto doble, tanto de Elrond, como del pequeño golden.
Kain se levantó rápidamente de su asiento y salió disparado, abriendo la puerta en un apuro y saliendo al patio. Elrond estaba cerca del jardín de flores, sentado en el suelo mientras se afirmaba la pierna. Por otro lado, ponpon lloraba casi con la misma intensidad y cojeaba de una pata.
-¿Que paso, muchacho?- pregunto Kain acercándose a paso rápido -¿Qué te hiciste?-
-Me caí- dijo Elrond entre llantos.
Kain soltó un suspiro y lo tomo en sus brazos, después le examino el tobillo y noto que lo tenía un poco inflamado. Kain lo curo con un milagro de luz dorada y poco a poco, el llanto comenzó a disminuir. No obstante, Elrond todavía suspiraba y derramaba lágrimas de tristeza mientras se aferraba a Kain.
Por otro lado, ponpon se acercó cojeando y moviendo su pequeña cola. Kain se agacho y lo tomo con su mano derecha, mientras que con la izquierda sostenía a Elrond. Este último comenzó a llorar y abrazo al cachorro mientras le pedía disculpas. Al parecer, cuando estaban jugando, Elrond se puso a saltar, perdió el equilibrio y se cayó encima de ponpon. Por su parte, el pequeño golden retriever le lamia las lágrimas, como en un intento de consolar a su amigo.
-No llores, hijo- dijo Kain con una voz tierna y suave -ya paso, tu estas bien y ponpon también lo estará, mira-
Entonces, Kain tomo al cachorro con una mano y lo baño en luz dorada que acaparo toda la atención de Elrond. El niño quedo fascinado por la magia y se olvidó que hace solo unos segundos estaba llorando.