La vida de Rain Clayton da un giro salvaje cuando destroza el coche de su novio infiel, solo para descubrir que no era suyo: pertenecía a un extraño. Para empeorar las cosas, descubre accidentalmente que está casada con este extraño, nada menos que Alexander Lancaster, el recluso Vicepresidente y Director Ejecutivo del poderoso Grupo Lancaster. Criada en una familia que la maltrató y ahora presionada por su padre para casarse con el hijo psicópata del alcalde, Rain ve este matrimonio sorpresa como una bendición disfrazada. Después de años de sufrimiento, parece que los cielos finalmente han tenido piedad de ella, regalándole un esposo multimillonario guapo, un hombre despiadado con sus enemigos y exactamente lo que necesita para escapar de las garras de su familia. Pero hay un problema importante: Alexander quiere un divorcio inmediato. Determinada a mantenerlo, Rain hace un trato para extender su matrimonio, bajo sus condiciones. Ahora todo lo que tiene que hacer es convencerlo de que la mantenga para siempre... Unas semanas pasaron desde su matrimonio sorpresa... —¿Qué estás haciendo? —exclamó Rain, con los ojos muy abiertos mientras observaba a Alexander trepar a su cama. —Cumpliendo los deberes maritales —respondió él con una sonrisa casual. —¡No puedes dormir aquí! ¡Está en contra de nuestro contrato! —No lo estoy rompiendo —dijo Alexander encogiéndose de hombros—. El contrato especifica que cumplirás todos los deberes de esposa, excepto compartir mi cama. No dice nada sobre que yo no pueda cumplir los deberes maritales, incluido compartir tu cama. La situación había cambiado, y parecía que ya no era la única en control...
—¿Puedes dejarme en la oficina en lugar de eso? —preguntó Rain, echando un vistazo a su reloj. Eran solo las 10:30 de la mañana y aún tenía mucho tiempo para hacer algo de trabajo.
—Ya les dijiste que no estarías hoy, entonces, ¿por qué vas? —preguntó Alejandro, levantando una ceja.
—Los planes cambiaron —respondió Rain, frunciendo el ceño ligeramente—. No quiero quedarme sentada en casa. Todavía tengo trabajo por terminar y no dejaré escapar el caso de la Orden Obsidiana. Tengo la sensación de que todo está conectado—Madame Beck, Michael Astor. Algo no cuadra.
Vania había mencionado que Michael era un cliente habitual en el establecimiento de Madame Beck y estaba muy cerca de ella. El instinto de Rain le decía que Michael no solo estaba cerca de Madame Beck—podría ser su socio comercial, o peor, el cerebro detrás de todo.
Si el testimonio de Vania sobre ver a Michael caminar era cierto, entonces él estaba fingiendo su condición y usándola para encubrir sus crímenes.
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