Joel ya tenía nueve años. Se encontraba afuera de un hospital, esperando ansiosamente junto con su padre y hermanos. Su madre, Elena, estaba dando a luz y la expectación en el aire era palpable. Alexander Fitzroy caminaba de un lado a otro, mientras Nathan y Lucas intentaban calmarse, aunque la emoción era evidente en sus rostros.
Alexander Fitzroy: (mirando a sus hijos) Esto es increíble, chicos. No puedo esperar a ver a vuestro nuevo hermanito o hermanita.
Nathan Fitzroy: Será emocionante tener un bebé en la casa otra vez.
Joel: Papá, por favor, cálmate. Mamá necesita descansar.
Después de un tiempo que pareció una eternidad, una enfermera se acercó a ellos con una sonrisa.
Enfermera: (sonriendo) Ya pueden entrar. Felicidades, es una niña.
Entraron con cautela en la habitación y vieron a Elena cargando a una pequeña bebé. Alexander, al ver a su hija, se puso como loco de felicidad.
Alexander Fitzroy: (riendo y abrazando a Elena) ¡Es una niña! ¡Tenemos una niña!
Nathan Fitzroy: ¡Esto es increíble, papá!
Joel y Lucas intentaban calmarlos, sabiendo que su madre necesitaba descansar y su hermana estaba durmiendo.
Lucas Fitzroy: Papá, Nathan, por favor, calmados. Mamá necesita descansar.
Joel: (asintiendo) Sí, y la bebé está durmiendo. Sera mejor que no se despierte.
Elena también les hizo un gesto para que guardaran silencio. Todos se callaron y se sentaron, observando con adoración a la nueva integrante de la familia.
Elena Fitzroy: (con una sonrisa cansada) El nombre de la bebé será Rosio.
La pequeña Rosio dormía tranquilamente en los brazos de su madre, ajena a la emoción y la felicidad que rodeaba su llegada. El resto del día estuvo lleno de visitas de familiares y amigos, todos queriendo conocer a la nueva integrante de la familia Fitzroy. Aunque Elena estaba exhausta, no podía ocultar su felicidad.