—Pero tiene que venir, todos le están esperando.
—Creo que me excusaré de esta, diviértanse en mi nombre —dijo Xinghe con una actitud tan determinada como antes.
No era que le importara pasar el rato con ellos, pero realmente no le gustaban las ocasiones con demasiada gente. No quería ser la heroína porque no sabía cómo manejar la atención. Preferiría que la dejaran ser. Al notar su determinación, Yan Lu y el grupo decidieron respetar su decisión.
Sin embargo, Munan los llevó a todos a una deliciosa cena antes de dejarla en paz. Xinghe se volvió para descansar. Habían sido unos días agitados para ella. Quería aprovechar la oportunidad para descansar y recargarse. Esto era porque, después de esta breve celebración, vendría otra batalla. No podían relajarse completamente porque este no era el final. Esa noche fue sólo un respiro...
Mientras el campamento de Munan celebraba, el campamento de Saohuang se ahogaba en una neblina deprimente.
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