Esta es mi última amabilidad hacia ti —dijo el hombre gentilmente mientras sus ojos destellaban con sed de sangre.
La jeringa en su mano fue directo a la vena en el brazo de Xinghe.
¡Justo en ese momento Xinghe abrió sus ojos!
Sus ojos se encontraron y el hombre congeló su movimiento . Por supuesto, él no estaba esperando que ella despertase en un momento como este.
Para ser justos, tampoco Xinghe esperaba que la primera cosa que llegara a sus oídos cuando estaba recuperando la consciencia fuese su monólogo andes de que la matase.
Ella abrió los ojos por el puro deseo de vivir. Ella lo miró con dagas en sus ojos.
Enfrentado con su repentino despertar, el hombre estaba entendiblemente nervioso, sin embargo, rápidamente se tranquilizó. Naturalmente, no estaba intimidado por la mirada maligna de Xinghe.
Se rió fríamente antes de añadir: —Ahora que has despertado, mayor razón para que te mate. Adiós Xia Meng.
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