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Salvada Por El Alfa Que Resulta Ser Mi Compañero

—¡No aquí, débil! Nos encontraremos en el arroyo cerca de la frontera de la manada en una hora, entonces podrás mostrarme lo que tienes —le informó. —¡Bien, desafío aceptado! Pero si te derroto, dejarás de acosarme y me dejarás en paz —Aurora dijo entre dientes. —Claro —le respondió él. —El odio que tengo por ti se detendrá cuando dejes de existir. Allí, nadie vendrá a rescatarte y finalmente podré despedazarte. ¡Nadie falta al respeto a Dante y se va sin consecuencias! —Dante pensó para sí mientras se alejaba. La vida de Aurora se suponía que sería perfecta ya que era de un nacimiento noble, pero desafortunadamente, estaba lejos de ser perfecta. Su padre era el beta, el segundo al mando del Alfa de su manada y su madre era una de las guerreras más fuertes de la manada. Como era la primera hija, era tratada como una flor, protegida del daño, la tristeza, las perturbaciones y los problemas, y solo se le mostró la pura alegría, el puro amor, la felicidad y todo lo hermoso mientras crecía, ¡pero su vida no estaba llena de rosas, a medida que envejecía! Al crecer, había creído que sería normal como cualquier otro hombre lobo de su manada y toda la comunidad de hombres lobo, pero ay, era extrañamente diferente. Era la única hombre lobo en su manada que no tenía lobo, un animal interior, por lo que era tratada como una marginada. Mientras que otros hombres lobo obtenían a sus lobos en sus dieciséis cumpleaños, el de ella se negó a aparecer. Ni siquiera cuando cumplió los dieciocho. ¡Ni siquiera cuando encontró a su compañero!

ogunsuyigrace87 · Fantasi
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230 Chs

Aurora y Elías

Inmediatamente, al salir a la superficie del agua, los paramédicos marinos los ayudaron a subir a una embarcación.

—Estoy bien. Atiéndela a ella primero —dijo Alex entre toses. Tenía los ojos inyectados en sangre y la nariz se le había puesto rosada.

Sus ojos estaban puestos en la mujer mientras le realizaban el tratamiento de emergencia. Observó cómo el paramédico le inclinaba la cabeza hacia atrás y le respiraba en la boca, antes de realizarle RCP.

—Uno... dos... tres... cuatro... —Escuchó mientras el paramédico contaba las compresiones en el pecho. Después de unas veinte compresiones torácicas, ella se dobló y rápidamente la ayudaron a ponerse de lado, mientras vomitaba y expulsaba agua.

Una expresión de alivio se dibujó en los rostros de todos mientras rápidamente comenzaban a tratarla por hipotermia.

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