—Agghh. Un aullido penetrante de dolor se hizo eco en la fábrica abandonada.
En este momento, los subordinados de Xiao Tian estaban apuñalando o cortando el cuerpo de estos delincuentes con sus armas. Cabeza, brazos, piernas y estómago. Cada parte de sus cuerpos estaba llena de sangre.
Sentían un dolor tan inmenso que creían estar en el infierno. Estos delincuentes rogaban a Xiao Tian que ordenara a sus subordinados detenerse, pero Xiao Tian ignoraba sus palabras y solo los miraba como si fueran personas elegidas para entretenerlo.
—Ohh. La filo de mis dagas no está nada mal.
—Mi hoja también es buena.
—Creo que mis cuchillos arrojadizos tampoco están mal. Son muy afilados. Me gustan.
—Parece que tendré que poner una queja en la tienda de armas. No estoy satisfecho con el filo de mi Katana. No está tan afilada como cuando la probé en esa tienda de armas.
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