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Era como si el tiempo no hubiera pasado para Iason, aún podía recordar la primera vez que habló con él, tendría unos quince años, cuando le conoció, su familia se acaba de mudar al pueblo y adquirido las tierras de la granja lechera que colindaba con las del criadero de sementales de su familia, decir que a su padre no le había agradado la idea de que gente nueva llegara al pueblo y que comprara la vieja granja que él deseaba añadir como parte de su tierra era un eufemismo, no había pasado ni dos meses de la reciente adquisición de los Gilmore cuando su padre empezó a quejarse sobre ellos y desde ese entonces no había parado de quejarse por nimiedades, su gran queja era por las vallas fronterizas, cosas que a Iason le parecía solo una excusa de su padre para poder decir algo mal sobre los recién llegados a él le importaba bastante poco, sino nada, lo único que sabía de ellos era que eran recién llegados y que mantenían una postura reservada hacía todos lo que lo ponían en una situación un tanto incomoda a la vista de los demás y propensos a habladurías sobre ellos.

— Tal vez si no nos vieran como forasteros y no tuvieran vecinos tan quejosos como nosotros, ellos se abrirían hacía... — El enfado de su padre fue inmediato, no se extrañó de la prohibición que precedió a su comentario, a partir de ese momento le quedaba enteramente prohibido tener algún tipo de trato con ellos y con ellos, Iason, tenía claro que se refería al hijo adolescente de los Gilmore, Ethan, y a quien no tendría el gusto de conocer hasta el inicio de clases tras las vacaciones de verano.

Iason no dijo nada, simplemente asintió con la cabeza, tenía suficientes planes para el verano como por ejemplo huir de Aliza y sus intentos para que, por fin, se decidiera a besarla, aunque tampoco le diría a su padre que preferiría conocer a gente nueva, ya que cualquier compañía era mejor que la de su grupo de amigos y sus estupendas idea de pasar las vacaciones de verano en el lago para ver a las chicas en bikini, tal vez él era el único bicho raro de entre todos sus amigos, porque ellos parecían ansiar tener su primer amor de verano, ilusión que parecía también extenderse a su propia familia, su madre y la madre de Aliza parecían ansiar y casi rogar por qué él se decidiera a pedirle a la chica ser algo que solo amigos.

Sin embargo, eso era algo imposible para él, ni siquiera había sentido el deseo de besarla hasta ese momento y ni que decir de aceptar las insinuaciones físicas de acercamiento que ella cada vez hacía más evidentes.

Aunque no entendiera del todo la desconfianza de su padre por los Gilmore, no se iba a poner a discutir con él, le apetecía más salir de allí y caminar, salir de la vista de todos, encerrarse en sí mismo, lidiar con sus pensamientos e intentar comprender por qué se sentía así y porque todos a su alrededor parecían querer presionarlo y decidir por él.

Caminó sin rumbo, adentrándose en el bosque tras la propiedad del rancho Doppler, fastidiado, no solo con todo el mundo, sino con él mismo, por no saber o comprender que estaba mal en él, por no pensar como todos los demás, fue por eso que cuando vio sentado a alguien entre las raíces del viejo árbol de sauce, resopló a punto de cambiar de dirección hasta que el olor del tabaco llegó hasta su nariz, eso lo hizo desistir de caminar en otras dirección acercándose hasta donde se encontraba el dueño de los cigarrillos.

— ¡He tú! — se acercó quedando a unos pocos pasos de la persona sentada bajo el viejo sauce, viéndolo desde su altura antes de seguir hablando — ¿Tienes más cigarrillos? ¿Qué quieres a cambio de uno?

Se dejó caer frente a él apoyando la espalda contra el árbol que tenía detrás y observando al otro joven, decidiendo si era o no buena idea desobedecer a su padre y pasar su tiempo en una compañía que, sin duda, era considerada no grata.

— Veo que también tienes cervezas, que te parece si incluyes una con los cigarrillos. Lo que ocurrió cuando el chico alzó su mirada para verlo fue algo que Iason jamás hubiera imaginado, su corazón por primera vez empezó a palpitar con fuerza al verse reflejado en la mirada vivaz y azul del hijo de los Gilmore, Iason se encontró preso no solo de esa vivaz mirada, también de la hermosa sonrisa que le dedicó y casi lo dejo sin palabras, por suerte el otro chico habló primero dándole unos momentos para que pudiera deshacer el extraño nudo que se le acababa de formar en la garganta.

— Te daré lo que sea, únicamente si me quitas esta maldita trampa para no sé qué... quítala y te daré de mis cigarrillos, y tal vez una cerveza. — ¿Cómo no se había dado cuenta antes del peligro si era un lugar señalizado? Pensó al ver la trampa para zorros de la que se refería, en ese momento no pudo evitar reír ante la situación, mientras se acercaba al chico arrodillándose a su altura para liberarlo.

— No es una trampa para no sé que...es una trampa especialmente hecha para cazar zorros, han estado haciendo destrozos en varios gallineros de la zona ¿Ves ese trozo de tela rojo? — le preguntó señalando una de las ramas más bajas del árbol - quiere decir que hay una trampa y tienes suerte de que solo atrapara tu pantalón porque podías haberte herido de forma muy dolorosa.

— Bueno, pensé que era una marca para poder beber y estar a gusto - Iason río por la respuesta sarcástica del chico, antes de maniobrar una pequeña palanca en uno de los extremos del aparato de hierro, haciendo que este se abriera liberando el pantalón del joven, dándose cuenta de lo cerca que estaban al percatarse no solo que el azul de su mirada era parecido al azul del cielo de primavera, sino a algo más que lo hizo apartarse levemente dejándose caer de nuevo frente a él quedando sentados de frente.

— ¿Te golpeaste al caer de las escaleras o eres el típico chico malo de la ciudad que le gusta meterse en peleas?- El golpe en su rostro era más que evidente.

— ¿Por qué? ¿Estás buscando con quién pelear? — preguntó el joven viéndolo a los ojos, y fue justo ahí cuando Ethan Gilmore le miro fijamente que algo pasó, algo de lo cual ni siquiera muchos años después Iason hubiera podido identificar o prever, tan solo fueron unos segundos o tal vez minutos, pero ambos parecieron quedarse quietos, inmóviles, hasta que el carraspeo de alguno de los dos los sacó de sus propias cavilaciones.

— ¡Toma! Bebamos y fumemos, por mi fracaso. ¿Puedes creerlo? Me perdí buscando un balneario donde iría a ver chicas desnudas. ¿Tú no sabrás dónde hay un lugar así por aquí. verdad?— Iason permaneció frente a él con las piernas cruzadas, tomando la cerveza que le ofrecía abriendo la lata al momento de recibirla y bebiendo un gran trago de golpe, escuchando de manera descuidada al joven descuidado

— Aquí no hay balnearios como en la ciudad, lo que hay aquí es un lago y es el único sitio para ir y ver chicas bañándose, aunque no sé si lo hagan desnudas si es lo que te gusta - le hizo una señal pidiéndole el mechero para el fuego encendiendo el cigarrillo que antes le había dado y seguir hablando jugueteando con el pequeño cilindro de tabaco, aún sin encender, entre sus labios - digo... no es como si pensara que por ser la ciudad te tuviera que gustar otra cosa, pero bueno para mi son las mismas caras de siempre y verlas en bañador no es algo que me impresione.

Llevó el mechero al cigarrillo y lo encendió dando una intensa calada, antes de sentir como el humo le calentaba los pulmones, sosteniendo el humo un poco dentro de su boca antes de soltarlo —Nos bebemos esto y si quieres te acompaño — se ofreció un poco decepcionado ante la idea que alguien foráneo tuviera otro tipo de interés en el verano y no fuera igual a todos los demás, alzo sus los hombros de forma despreocupada tomando un buen trago de cerveza — sin embargo, te aviso que algunos de los chicos son como lobos protegiendo su territorio cuando se trata de las chicas, y bueno tú eres alguien nuevo en el pueblo, eres el zorro del cual querrán protegerlas.

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— Zorro... — Murmuró Iason tras recordar todo lo que había ocurrido el verano antes de cumplir quince años, era ya una tradición para él caminar hasta esa colina bajo el viejo árbol de sauce y buscar las letras grabados en corteza del tronco del mismo y delinear con el dedo índice de su mano derecha las letras I y la E que había grabadas en aquel árbol, se sentó en el suelo encendiendo un cigarrillo, y como no hacerlo sentarse bajo el viejo sauce se había convertido en los últimos 10 años en su lugar favorito, para escabullirse y perderse, desde que ellos dejaron de verse o desde que la realidad lo había golpeado tan duro hasta hacerlo asumir que tanto su vida, como la de Ethan jamás volverían a cruzarse, y muy a su pesar eso era lo mejor, era así como debía ser, las cosas para que ellos dos pudieran estar juntos jamás cambiarían. La vida los había llevado lejos y puesto donde ambos debían estar. Él estaba casado con Aliza, tenía una hija de 3 años, otro hijo en camino, aunque el recuerdo de Ethan era algo que él no podía y no quería evitar recordar que alguna vez había sentido el significado del verdadero amor, de esa pasión que te desordena la vida y de los que uno no se cura jamás, pero la seguridad de que estaba lejos de él, muy lejos y eso era lo mejor para los dos porque ese amor estuvo a punto de matarlos a ambos y nadie entendería jamás lo que el uno había sentido por el otro. Pero ahora, con la muerte de los padres de Ethan

¿Cómo podría mantenerse alejado de él?

Su regreso era al cotilleo más jugoso del pueblo y de lo que más se hablaba.