Dos semanas y media después…
Dorian echó un vistazo a la sala de reuniones vacía con una sonrisa, un agotamiento profundamente arraigado detrás de sus ojos finalmente se vio aliviado.
La habitación tenía una gran mesa de mármol blanco y negro ubicada en el centro de la habitación, con varias sillas negras lujosas situadas a su alrededor, en un gran círculo. Las paredes estaban teñidas de gris y cubiertas de tapices y pinturas. Un par de candelabros colgaban por encima, empapando la habitación de una cálida luz amarilla.
Mientras echaba un vistazo a la sala de reuniones, no pudo evitar apretar los puños.
—Se siente como un sueño, casi —dijo en voz alta, las palabras salían de su boca con una feroz sensación de victoria.
—Lo hicimos.
Sus ojos brillaron cuando un enjambre de recuerdos apareció frente a él.
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