Él corría mientras Fortuna lo interrogaba con voz normal. Parecía que Archi había notado que Fortuna estaba llorando, pero sacudió la cabeza sin mencionarlo.
_Archi: Es lo mismo en todas partes. Los subordinados del Arzobispo y los hombres de la aldea están luchando, pero...
_Fortuna: Entonces, la situación no luce bien.
Fortuna bajó la mirada, mordiéndose el labio ante el lamentable desarrollo de la batalla.
Emilia observó ansiosamente a su madre, sin decir nada mientras agarraba su ropa y temblaba.
Archi notó su temblor.
_Archi: Está bien, Emilia. No tengas miedo. Cree en todos nosotros, los aldeanos, los adultos. Además, tu madre es una persona muy fuerte y aterradora.
_Emilia: S-sí...
_Fortuna: Archi, ¿eso de "aterradora" era realmente necesario? Cielos...
Fortuna se cruzó de brazos, indignada. Pero asintió con la cabeza a las palabras indirectas de consideración de Archi: No podemos ser totalmente pesimistas sobre esto; y dirigió su mirada hacia la Habitación de la Princesa.
_Fortuna: Esconderla aquí ya no funcionará, ¿verdad?
_Archi: Por frustrante que sea, quedarse en el bosque significa que la encontrarán pronto. ¿Podría ser que su objetivo sea...?
_Fortuna: El sello en lo profundo del bosque, probablemente. ¿Dónde se enteraron de eso? ¡E incluso esa mujer!
Según Juice, a quien dejó atrás, los atacantes eran Regulus y Pandora, ambos del Culto de la Bruja. Fortuna parecía tener una hostilidad especial hacia la presencia de Pandora mientras se mordía el labio por la frustración, antes de sacudir fuertemente la cabeza.
_Fortuna: Está bien; pero, de todos modos, iré. Soy la más fuerte de este bosque, no es el momento de quedarme sin hacer nada.
_Archi: ¡No! ¡Seremos nosotros los que pelearemos! ¡Fortuna-sama, tome a Emilia y salga del bosque!
_Fortuna: ¿Qué conseguiremos huyendo? El problema no se limitaría a que nos roben nuestras pacíficas tierras. El problema no es que nosotros perdamos. ¡Sino que ellos revelen el sello!
Fortuna rechazó los gritos de Archi con un tono aún más fuerte.
Y, avergonzada de responderle de esa manera,
_Fortuna: Lo siento. Sé que me guardas rencor. Honestamente, no había razón para que todos ustedes se vieran envueltos en esto. Cuando Emilia y yo vinimos... les impusimos cargas que no necesitaban.
_Archi: ¡No! ¡Como si fuera posible que alguno de nosotros pensara eso!
_Fortuna: Archi...
Archi respondió ferozmente a la arrepentida voz de Fortuna, como si esto fuera lo que él no debía permitir que ella dijera. La cara del elfo se enrojeció y sus largas orejas decayeron por la furia.
_Archi: ¡Por favor, deje de excluirnos constantemente de sus problemas! Con nuestra longeva vida, puede que sólo se haya sentido como un parpadeo... ¡Aun así! ¡Pasamos el mismo tiempo juntos, vimos las mismas cosas juntos! ¿¡Ha olvidado eso!?
Fortuna no dijo nada.
_Archi: ¡Quién podría pensar mal de usted! Cuando tenemos grandes deudas con usted, con su hermano... con la madre de Emilia, ¡cómo puede pedirnos que olvidemos descaradamente lo que debemos!
Con sus emociones explotando, Archi le suplicaba a Fortuna al borde de las lágrimas.
El aún joven elfo respiraba agitadamente mientras caía de rodillas, gimiendo mientras miraba a Fortuna. Ella cerró los ojos en silencio.
_Fortuna: Lo siento… Una vez más, he renegado de la familia con la que vivo.
_Archi: Fortuna-sama... Q-quizás me he pasado...
_Fortuna: No, era importante que lo hicieras. Lo siento, Archi. Y gracias.
Fortuna le dio las gracias a Archi, quien yacía de rodillas, y le ofreció la mano. Después de un momento de vacilación, Archi tomó la mano de Fortuna y se levantó en silencio.
Fortuna se giró para mirar a Emilia.
_Fortuna: Emilia. Tu madre tiene un papel importante que desempeñar para proteger a todos. Vamos a estar separadas por un tiempo.
_Emilia: N-no, Madre. Yo... Yo...
_Fortuna: Por favor. Es sólo por poco tiempo, así que escucha por favor. Ve con Archi, y abandona el bosque. Este bosque... va a ser, muuuy peligroso pronto.
Emilia estaba a punto de derramar lágrimas mientras sacudía la cabeza, y Fortuna miró a Archi.
Su decidida mirada amatista hizo que el delgado cuerpo de Archi se paralizara.
_Archi: For-Fortuna-sama... Yo,
_Fortuna: Archi. Aún eres joven y tienes futuro. Por favor, llévate a Emilia, y... Sé que vivir en este mundo es muy duro, pero tiene que haber esperanza.
_Archi: Yo... ¡No diga estas cosas como si fuera el final! ¡M-me quedaré en este bosque hasta el final, con todo el mundo!
_Fortuna: Llévate a Emilia, por favor. Ella es mi… Es la querida hija de mi hermano y de mi cuñada.
_Archi: ¡—!
Ésta no era más que la voz de una mujer frágil, ausente de la fuerza y nobleza de Fortuna.
Las lágrimas se deslizaron por la cara de Archi al escuchar la voz de Fortuna, como mujer y como madre.
Archi se tapó la cara con las manos mientras lloraba.
_Archi: ¡No es justo...! ¡Cuando oyes algo así, sabes que es imposible negarse...! ¡Yo, quiero pelear con todos! ¡Pero!
_Fortuna: Lo siento. Por favor, perdónanos por poner toda esta carga sobre los niños.
Pidiendo perdón, Fortuna puso sus manos sobre los hombros del joven elfo que seguía llorando.
Archi no dijo nada, pero aceptó la petición de Fortuna.
Ahora, a Fortuna sólo le faltaba persuadir a Emilia.
_Fortuna: Emilia.
_Emilia: ¡No! ¡Yo, yo quiero estar contigo, Madre! ¡Por favor! ¡Lo pido por favor! ¡Por favor, déjame estar contigo! No quiero, estar sola...
_Fortuna: No estás sola en absoluto. Escucha atentamente.
Emilia gritó, no era receptiva. Se puso las manos sobre los oídos, tratando de callar cada palabra de la despedida de su madre, lo que hizo que la Emilia mayor quisiera jalar las mejillas de su joven yo.
No para castigarla por desobediencia; sino para que ella no se perdiera ni una sola sílaba de las palabras que Fortuna iba a decir.
_Fortuna: Emilia.
Fortuna se agachó y abrazó a Emilia.
Ella tomó los brazos de Emilia en sus manos, impidiéndole taparse los oídos, y cuando su hija actúo presionando su cabeza contra ella, Fortuna frotó su mejilla contra el cabello plateado de su hija. Como si tocara algo, alguien, más amado que cualquier otro, teniendo cuidado de que no se quebrara.
_Fortuna: Tu Madre siempre estará contigo. En tus recuerdos, cuando cierres los ojos. En tu corazón, cuando se caliente cuando te abraces. Bajo el mismo cielo donde resuene tu voz cuando grites. Tu Madre siempre estará contigo. Siempre, siempre, siempre, siempre... contigo.
_Emilia: Mentirosa. Mentirosa, mentirosa, mentirosa... Estás mintiendo, madre...
_Fortuna: Emilia. —Una promesa.
Emilia intentó descartar las palabras de su madre como un mero consuelo, pero entonces Fortuna la miró a los ojos y le dijo eso. La palabra promesa hizo que Emilia contuviera su aliento y cerrara la boca.
Conducida por la mirada de Fortuna hacia su palma extendida, la joven Emilia también colocó su palma sobre la de Fortuna.
_Fortuna: Emilia, siempre estarás con tu Madre. Esa es la promesa que te hago ahora.
_Emilia: ¿E-en serio... estarás conmigo?
_Fortuna: Sí, de verdad. Más que a nadie en el mundo, tu Madre te ama muuucho, Lia.
El tierno llamado de "Lia" fue lo que hizo estallar el dique de lágrimas para la joven Emilia y para la Emilia mayor.
Las dos Emilias, la del presente y la del pasado, estaban sollozando y llorando.
_Emilia: Madre Fortuna... yo también te quiero... te quiero, te quiero...
_Emilia: Te quiero. Te quiero, Madre Fortuna. Te quiero, tanto, te quiero, te adoro...
Las emociones de las dos Emilias se superpusieron mientras ambas respondieron frenéticamente al amor que se les daba.
Ellas tensaron sus voces y presionaron sus cuerpos cerca de ella, para demostrar que, si no lo hacían, no podrían transmitir ni expresar todos estos sentimientos en sus corazones.
_Fortuna: Te quiero, Lia.
Los labios suaves y cálidos de Fortuna la tocaron en sus mejillas, párpados y frente.
Aunque se le permitía compartir el tacto, compartir el abrazo, Fortuna había llegado tarde para aprender a expresar el amor como madre, y nunca lo haría — por lo que éste fue el momento en que Fortuna se aceptó a sí misma como madre de Emilia desde el fondo de su corazón.
_Fortuna: …Cuento contigo, Archi.
_Archi: …Entendido.
Después de haber transmitido su amor absoluto a su hija, Fortuna se puso de pie y llamó al joven.
Fortuna entregó a Archi la llorona Emilia, y él la sostuvo firmemente e hizo una gran reverencia.
_Fortuna: Aléjense y pónganse a salvo.
_Archi: Sí… ¡Lo haré! ¡A Emilia… A esta niña nadie le hará daño!
Las mejillas de Fortuna se relajaron de alivio.
Ella señaló a un camino que se adentraba más profundamente en el bosque.
_Fortuna: Por allí. Te lo suplico.
_Archi: …
Archi empezó a correr hacia donde apuntaba Fortuna, sin decir nada.
Siendo sujetada por él mientras corría por el bosque, Emilia asomó la cabeza por detrás de su hombro para ver a su madre mientras se alejaba. Ella gritó, pero no logró emitir ningún sonido.
Ante semejante grito, los ojos agudos de Fortuna se suavizaron muy tiernamente.
_Fortuna: …Te quiero, Emilia.
※ ※ ※ ※ ※
Siendo sostenida por Archi, Emilia miró frenéticamente hacia donde perdió de vista a su madre.
Como si estuviera suplicando que esta mirada constante hiciera reaparecer a su madre.
Como si tuviera la vaga esperanza de que su madre vendría a seguirlos.
_Archi: ¡Emilia!
Mientras sostenía su pequeño cuerpo, Archi podía sentir demasiado bien el espíritu testarudo de Emilia.
El rostro de Archi se volvió un caos al pensar en qué decirle al joven corazón de Emilia, habiéndose separado de Fortuna.
_Echidona: …Estoy sorprendida.
Le dijo Echidona a Emilia, las dos corriendo una al lado de la otra persiguiendo a Archi.
Todavía afectada por haberse separado de su madre, y sin reprimir del todo su llanto, Emilia interrogó a Echidna sólo con la mirada. La bruja de pelo blanco se encogió de hombros.
_Echidona: De que no te quedaras ahí atrás y siguieras tu yo pasado sin dudar. Estaba segura de que sería como cuando veíamos a Pereza, que prolongarías la escena con tu madre como una niña.
_Emilia: …Ya te lo he dicho. ¡Estoy aquí para ver mi pasado! …Madre, y Juice, y todos… por eso…
_Echidna: Entiendo, entiendo. He dicho algo innecesario, ¿eh?
Echidna sacudió la cabeza, como si no hubiera obtenido la respuesta que quería.
Incluso Emilia debía sentirse irritada por la insensibilidad de Echidna, pero antes de que pueda mencionarlo, la joven Emilia se tapó el rostro con las manos.
_Emilia: ¿Por, qué? ¿Por quééé? ¿Cómo es, que ha pasado… esto? E-es, porque yo… he roto, mi promesa… y salí de la habitación…
_Archi: No. No, Emilia. ¡No es culpa tuya en absoluto! ¡No es culpa de Fortuna-sama! ¡No es culpa de nadie! ¡No te culpes!
_Emilia: Pero entonces, ¿por qué? ¿Por qué, nos hemos separado? Madre… y también Juice, ¿por qué...? ¿Me, me odian? Muchas, muchísimas personas, me odian así que, por eso…
Su increíblemente repentina separación de Juice y Fortuna había acorralado el corazón de Emilia hasta el precipicio de la ruptura.
Pensando en lo que presagió esta situación y en sus propias acciones, la joven Emilia se sumergió en un mar de autoaborrecimiento.
Rompió su promesa. Salió de la habitación de la cual no debería haber salido. Sabía lo del sello, algo que ella no debería haber sabido. Parecía que todo lo que causó esto comenzó con sus propias acciones.
_Emilia: ¿Debería haberme… quedado allí, quedado en la habitación? ¿Si lo hubiera hecho, nadie, se habría ido… y yo podría, estar con todos?
_Archi: Emilia…
_Emilia: ¿He sido una niña mala? ¿Me odiará, todo el mundo… y, estaré sola?
_Archi: No… ¡No, Emilia! Nadie, nadie te odia. El mundo no está aquí para herirte… ¡El mundo está aquí para que todos podamos bendecirte!
Archi intentó frenéticamente persuadir a la sollozante Emilia.
En parte era un intento de detener el llanto de Emilia, pero sobre todo era como un deseo — porque él mismo quería creerlo.
Los gritos de Archi golpearon el corazón de la Emilia mayor.
No era sólo Fortuna y Juice. Él y los demás aldeanos la habían protegido, amado, abierto sus brazos para asegurarse de que no estaba sola.
Hasta este preciso instante, ella no había recordado verdaderamente que siempre, siempre había sido así.
_???: ¡Ustedes—!
Con un grito agudo, alguien apareció sigilosamente delante de Archi mientras corría.
El personaje, vestido con una túnica negra, saltó desde un hueco entre los árboles, lo que hizo que Archi se detuviera inmediatamente y que su mirada se volviera cautelosa. Pero el hombre respondió levantando las manos.
_Hombre: ¡Espera, no te asustes! ¡Soy uno de los dedos del Arzobispo Romanée-Conti!
_Archi: ¡…Del Arzobispo!
Al escuchar el nombre de Juice del hombre con la túnica hinchada, el alivio apareció en la cara de Archi. El hombre se acercó después de ver a Archi perder su cautela, y se dio cuenta de la presencia de Emilia.
_Dedo: Esa niña… entonces, no puede ser que Fortuna-sama haya…
_Archi: No te preocupes. Ella… ella simplemente me ha confiado a Emilia, y nos dejó. Fortuna-sama es la más hábil de esta aldea. Estoy seguro de que derrotará a los intrusos, y…
_Dedo: …Aunque me resulta difícil de decir, me temo que es una victoria difícil de alcanzar.
El hombre bajó la mirada y su voz era débil.
Archi levantó las cejas, mientras el hombre suspiraba con cara muy seria.
_Dedo: Hemos confirmado la presencia del Arzobispo de la Codicia, y nuestro Arzobispo ha empezado a luchar contra él. Si ese fuera el único problema y expulsáremos a los miembros extremistas de la fe, nos sería posible alejarlos, pero…
_Archi: ¿Ha aparecido algún problema—?
_Dedo: —Han soltado a la mabestia, la Serpiente Negra, en el bosque.
_Archi: ¡¿?!
Las palabras del hombre dibujaron terror en el rostro de Archi.
Él sacudía la cabeza con incredulidad, señalando al bosque con la mano.
_Archi: ¡Eso es absurdo! ¡Imposible! ¡La Serpiente Negra es todavía menos controlable que la Ballena Blanca o el Gran Conejo! No es como la Ballena Blanca, bajo las órdenes de Gula, o el Gran Conejo, cuyo rumbo puede guiarse… ¡La Serpiente Negra es simplemente un desastre natural que no escucha a nadie! ¡Una catástrofe entre las catástrofes! ¡¿Cómo?!
_Dedo: …Pandora-sama, del Culto de la Bruja, lo ha acompañado. Pandora-sama no es capaz de controlar a la Serpiente Negra con su autoridad, pero sí que puede guiarla a un lugar.
_Archi: ¿Pandora? Ese nombre no me…
_Dedo: ¡Ella existe en secreto! En el Culto de la Bruja ella es tabú, incluso para la facción de moderados del Arzobispo y también para los extremistas. Y, ahora, ella ha venido aquí.
La sorpresa de Archi le impedía decir una sola palabra.
Que Archi no se hundiera en la desesperación se debía a los latidos de la vida en sus brazos. Porque sabía que no se le permitía ningún pesimismo.
_Archi: Fortuna-sama ha declarado que debo lograr que Emilia huya. Independientemente de lo que lo pueda ocurrir a este bosque, esta niña… esta esperanza, ¡debe ser protegida!
_Dedo: …Te acompañaré. Aunque no estoy seguro de cuánto podrá ayudar alguien tan débil como yo.
La persistente voluntad de lucha de Archi hizo que la mirada abatida del hombre pasase a mostrar decisión.
Abrió su túnica, mostrando unas piernas musculosas bastante robustas para su edad, y empezó a correr mientras tomaba la delantera en el camino de salida del bosque.
_Dedo: Avanzaremos con cuidado, evitando a los extremistas. Si pudiésemos salir del bosque, las perspectivas deberían ser—
—mejores. Pero, en ese mismo instante, algo se enredó en la pierna del hombre que llevaba la delantera, haciendo que se cayera de costado mientras Archi gritaba y corría hacia él con pánico.
Pero, mientras Archi se aproximaba, el hombre le gritó.
_Dedo: ¡¡Aléjense!!
_Archi: ¡¿?!
_Dedo: Me he descuidado… ¡pero quién hubiera imaginado que llegaría tan rápido!
El hombre levantó su cuerpo caído, pero eso es lo único que hizo. Sus piernas, por algún motivo, no se movían ni un centímetro.
Debajo de sus vestiduras volteadas — unas marcas como heridas de quemaduras negras manchaban sus expuestas espinillas.
_Dedo: ¡Es la infame lengua de la Serpiente Negra! ¡Huyan!
_Archi: ¡Pero…!
_Dedo: Yo ya no tengo salvación…
El rostro del hombre comenzó a cambiar de aspecto rápidamente.
La piel de más arriba de su cuello era invadida progresivamente por marcas oscuras y moteadas, los ojos de su rostro de aspecto amable se abrieron de par en par, los globos oculares a punto de salir expulsados mientras su cara se hundía.
Con los dedos se arañaba el moteado cuello, y su boca derramaba grandes cantidades de espuma amarilla.
_Dedo: ghb, bgbhgh... ahgbh, bgh...
Inmediatamente después de su agonizante gemido, sus cuencas oculares, sus fosas nasales, sus orejas, su boca, … cada uno de sus orificios comenzó a derramar sangre sucia, estrujando su vida a borbotones.
Al ser testigos de esa lamentable muerte, ni Archi ni Emilia pudieron mantener su compostura habitual. Incluso el semblante de Echidna parecía adolorido.
_Archi: Crisol de Pestilencia… Mabestia de la Plaga, ¡la Serpiente Negra!
Habiendo visto el cruel final del hombre, y con la voz tensa, Archi nombró a la mabestia que mató al hombre.
Aunque no debería haber sido en respuesta a ese llamado, este bosque silencioso de no ser por la respiración de Archi y Emilia se convirtió abruptamente en huésped de otro ruido.
Como el húmedo roce de un gran animal lamiéndose los labios.
Como el deslizamiento de algo largo y delgado que se deslizaba por la tierra.
El ruido estaba en una escala ridículamente incorrecta, y era difícil de localizar. Pero el siseo de su lengua se parecía al ruido de una serpiente frente a su presa mientras se escurría sobre la tierra.
_Archi: … ¡Mierda!
Al adivinar la verdadera identidad del sonido, Archi se dio cuenta de que él y Emilia estaban justo en medio del terreno de caza de la Serpiente Negra.
Aunque era consciente de que gritar sólo empeoraba la situación, tenía que gritar. No podía pensar en ningún otro método para rebelarse contra esa cosa.
Aunque no estaba seguro de hacia dónde correr, Archi se alejó a toda prisa del hombre. Las indicaciones de Fortuna ya no ocupaban ni un solo pensamiento en su mente. Ahora mismo, debía escapar de esta amenaza. Tenía algo que proteger.
La frenética resistencia de este joven elfo—
_Archi: ¡Ahg—!
—fue cruelmente aplastada cuando una vil lengua negra le atrapó el tobillo derecho.
La piel desnuda que lamía esa lengua estaba manchándose con cicatrices de quemaduras oscuras y moteadas.
En cuanto lo vio, Archi apuntó con la palma de su mano abierta a su propio pie.
_Archi: …¡¡FULA!!
Sin dudarlo, disparó una espada de viento para amputarse su herida pierna de la espinilla hacia abajo.
Perdió el equilibrio y, mientras caía, apoyó su cuerpo en el tronco de un árbol. La sangre brotaba de él y un dolor agonizante socavaba su cerebro, el cual soportaba apretando sus dientes tan fuerte que se fracturaban.
_Archi: ¡Hyuumaaa…!
Un crujido sonó a través del aire mientras el muñón cortado de Archi comenzaba a congelarse. Transpirando neblina blanca, Archi chillaba mientras detenía forzosamente su hemorragia.
Sus horribles actos aturdieron a la Emilia mayor, dejándola en silencio. Decisiones instantáneas, soportando el dolor. Y la fuerza de su corazón, al no dejar de sostener a Emilia ni un solo momento, aun con todo lo que estaba pasando.
_Emilia: ¿Archi...?
La joven Emilia no había presenciado las acciones de Archi ya que tenía la cabeza apretada contra su pecho. Y Archi tampoco tenía la más mínima intención de dejar que ella viera dichas acciones.
Incluso con la cara cubierta de sudor frío, Archi le dio a Emilia una torpe sonrisa.
_Archi: No es… nada… ¡Estoy… bien!
A pesar de que hablaba entrecortadamente, Archi respondió eso para que Emilia no sintiera que algo iba mal.
Pero el cruel destino se reía siempre del espíritu de este noble hombre.
Se había amputado la pierna, sus frenéticos actos para tapar el sangrado de su muñón— mientras las partes no lesionadas de su pierna congelada parecían deshidratarse, agrietándose como una llanura de tierra sin agua, el daño se extendía.
Era como si la pierna de Archi estuviera muriendo como un páramo seco. Y no se detenía sólo en la pierna.
_Archi: …Emilia. ¿Ves las flores blancas entre esos dos árboles?
_Emilia: …Sí.
Archi se agachó apoyando la espalda en el árbol. Después de posarse en el suelo, Emilia miró hacia donde señalaba Archi, y asintió con la cabeza al ver las flores blancas.
Archi se limpió el sudor de la frente y escondió su agonía.
_Archi: ¿Puedes, correr hacia esas flores? Corre, más allá de las flores… sigue recto… sigue recto, hacia delante…
_Emilia: Puedo. Puedo, pero…
_Archi: Entonces, empieza a correr—
Aunque estaba confundida, la joven Emilia reconoció ahora que el aspecto de Archi era increíblemente irregular, y sus ojos amatista vacilaban.
Vacilaban porque estaría sola. Porque de nuevo, perdería a alguien.
_Archi: Todo va bien. Emilia, no, no estarás sola...
_Emilia: Archi…
_Archi: Y ahora, corre. Oigas lo que oigas, no mires atrás… ¡Corre!
La aguda orden de Archi hizo que los hombros de Emilia se alzaran de golpe, y se fue corriendo. Ella resistió la necesidad de mirar hacia atrás, ya que fue instruida a no hacerlo.
Las palabras de Archi, las palabras de Fortuna, las palabras de Juice… todo resonaba en el cerebro de Emilia.
Para que ella pudiera creer: si hacía todo lo que le decían, todo volvería a la normalidad.
Para que ella pudiera convencerse a sí misma: seguir las instrucciones era la única esperanza que tenía actualmente.
Mientras Emilia huía y lo dejaba atrás, Archi la observaba desaparecer en la dirección de la esperanza.
Dio un largo suspiro y se arremangó la túnica.
La deshidratación ya le había cubierto las piernas y la cintura, habiendo llegado hasta el abdomen.
No podía mover las piernas, y de hecho parecía que bastaría con tocarlas para que se rompieran y se desintegrasen.
Cuando la deshidratación llegase a su pecho, a su corazón, ¿qué pasaría?
Oía el deslizamiento de la mabestia, frente a la presa.
Oía un deslizamiento, un ruido como si estuviera planeando llevarse a la niña que huía, la esperanza del bosque, lo que daba sentido al sacrificio de la débil vida que le quedaba a Archi, y robársela.
_Archi: Como si alguien te fuera a dejar hacerlo…
El deslizamiento dejó de alejarse.
Como si hubiera recuperado el interés en la presa que aún seguía viva.
El ruido se acercaba. Aunque sentía que su final se acercaba, las mejillas de Archi se relajaron.
El hecho de que la muerte lo acechara significaba que la muerte se alejaba de la niña.
_Archi: Sé que estará bien, Fortuna-sama.
El final se deslizaba cada vez más cerca.
Archi lo oía y, aunque se exponía a sí mismo a un peligro más mortal que cualquier otro, sonrió orgulloso de haber cumplido su cometido.
_Archi: —
Aunque deshidratado, esa sonrisa permaneció inalterable.
※ ※ ※ ※ ※
—Emilia fue mucho más allá de las flores blancas.
_Emilia: Hahh… hahh… hauhhh...
Respiraba con dificultad y exigía largos pasos a sus pequeñas piernas mientras corría por el bosque y pensaba en su madre, en Juice, en Archi, y en que correr en esta dirección que Archi le había indicado era lo mejor que podía hacer, y no consideraría nada más.
_Emilia: ¡Auhh… aaaaauah!
Sacudió la cabeza.
Lágrimas empezaron a fluir, y desesperadamente evitó que los sollozos saliesen por sus labios.
¿Qué estaba pasando, y por qué estaba pasando?
Todos sabían algo, y ella no sabía nada.
Ella no sabía qué hacer, no sabía nada de nada. ¿Acaso no había nada que pudiera hacer?
¿Quiénes atacaban a Fortuna, Juice, Archi y los demás? ¿Qué podía hacer ella para que se fueran? ¿Cuál era su objetivo—?
_Emilia: El, sello…
Sí.
Fortuna y Archi habían mencionado algo al respecto. Y las conversaciones de Juice con Fortuna seguramente indicaron que esa cosa era importante.
Lo que significaba que su objetivo era...
_Emilia: —auh.
Mientras corría, los pies de Emilia de repente sintieron el aire y, al perder de vista el suelo, se dio cuenta de que había entrado en una depresión del terreno del bosque.
Inmediatamente se estiró para tratar de detenerse, pero la empinada pendiente no ayudaba a la niña y, sumado a la inercia de su carrera, Emilia tropezó y cayó.
Normalmente lloraría por los rasguños y moretones y se pondría de pie de nuevo.
Pero esta vez, con el cuerpo y la mente totalmente fatigados, el golpe de la cabeza de Emilia contra el suelo la dejó inconsciente por un momento.
_Emilia: Yo…
Justo ahora, cuando más necesitaba hacer algo.
Justo ahora, cuando pensaba que por fin lo sabía.
Con la llama del deber encendida en su pequeño pecho, perdió la consciencia.
—La historia deja de situarse donde estaba la niña, y temporalmente volvió hacia donde se situaba la lucha.
Para presenciar cómo concluían dos destinos.