_Emilia: ¡—Subaru!
Una voz parecía llamar a Subaru, quien se abrió paso a través de la entrada de la catedral y corrió hacia el interior.
Aquella voz pertenecía a Emilia, que estaba de pie frente a un altar, vestida de novia.
Llevando un vestido blanco como la nieve y su largo pelo atado en una trenza en su cabeza, se veía demasiado hermosa; encantadora hasta un grado verdaderamente deslumbrante. En las circunstancias adecuadas, Subaru más que nadie, habría querido admirar el atuendo nupcial de Emilia.
_Subaru: Ya pondré en orden mis pensamientos sobre E-M-T más tarde. Parece que hemos interrumpido esta boda.
_Reinhard: Parece que la ceremonia ya estaba saliendo mal. Aun así, aquí se nos considera los intrusos.
Desde lejos, Reinhard echó un vistazo a Emilia y Regulus mientras estos se miraban mutuamente y estuvo de acuerdo con los murmuros de Subaru. La ceremonia parecía estar yendo mal, lo que les ofreció la oportunidad perfecta para interrumpir.
Al escuchar sus palabras, la expresión de Regulus, que antes era simplemente hosca, enrojeció de furia. Y su boca se retorció en una feroz mueca mientras ajustaba la solapa de su blanco esmoquin.
_Regulus: Lo siento por ustedes como visitantes no invitados, pero esta boda pronto se convertirá en un funeral de todos modos. Que la preparación emocional para un evento tan alegre se convierta en una de lamento… Ah, cierto, ustedes no necesitan considerar tales asuntos de todos modos, ya que pronto pasarán de ser los que dan una despedida a quienes la recibirán.
_Subaru: Ey, ¿pero de qué mierdas estás hablando? Ya te ha dicho que se divorcia de ti en la mismísima boda, sin siquiera llegar al aeropuerto de Narita. Ruborízate y muestra un poco de vergüenza. Además, ¿es que no me oíste cuando presenté a este tipo a mi lado?
Respondiendo a las divagaciones asesinas de Regulus, Subaru se burló de él mientras miraba a Reinhard. Sorprendido, Regulus dejó salir un "ah" de entre sus dientes.
_Regulus: ¿Quién? ¿El Santo de la Espada? Creo haber oído hablar de él una vez. ¿No es el apodo de un tipo que sólo sabe blandir una espada? ¿Qué planeas hacer con ese tipo de hombre? ¿Acaso crees que es un as? Ajaja, eso es muy gracioso. Ya sea la reputación de su historia o la gloria de su linaje o lo que sea, todo eso no es más que tradicionalismo anticuado. Conceptos como esos, cuando son golpeados por una ola de progreso, se desmoronan y se convierten en cenizas, ¿no es así como funciona la vida? Ustedes dos, ¿están aquí para servir como ejemplo?
_Reinhard: "Sólo sabe blandir una espada", ¿eh? Es curioso que digas eso. Es cierto que gran parte de lo que se espera de mí deriva de ese único hecho. Pero, hay un pequeño problema aquí.
Reinhard no mostró ni una pizca de molestia, ni siquiera frente a tal arrogancia. Mientras hablaba, su mano se deslizó silenciosamente hacia su cintura.
Aún envainada, allí había una espada celestial con inscripciones trazadas por las garras del propio Dragón y que Reinhard siempre llevaba consigo. Sin embargo, al cerrar la palma de la mano alrededor de la empuñadura, sacudió la cabeza.
_Subaru: ¿Qué ocurre, Reinhard?
_Reinhard: La "Espada del Dragón" es una espada sin igual que ha sido pasada de generación en generación desde el comienzo del linaje Astrea, pero tiene un defecto: se niega a desenvainarse en presencia de cualquier enemigo que no considere digno.
_Subaru: Lo que quiere decir…
_Reinhard: Parece que la espada ha llegado a la conclusión de que éste no es un enemigo digno.
_Subaru: ¡¡—gh!!
Independientemente de si Reinhard lo había dicho con esa intención en mente, Regulus había recibido una evaluación bastante humillante. Pero Subaru había sido testigo de cómo, durante el enfrentamiento con Elsa, la espada no había hecho su aparición, por lo que comprendió lo que Reinhard quería decir.
Pero, incluso con eso en mente, la valoración poco halagadora de Regulus se mantuvo.
_Regulus: Un Santo de la Espada que no puede ni siquiera desenvainar su espada, ¿por qué debería molestarme contigo? Conoce tu lugar, escoria. Ustedes, que se esfuerzan con su fealdad y sus excusas sin límites, no pueden ni compararse con alguien que ya ha alcanzado la perfección. Tontos que no pueden asegurar su autoestima sin compararse con los demás… No se atrevan a evaluarme tan arrogantemente.
_Subaru: Parece que… realmente crees que eres todo eso.
Viendo la ferviente indignación en los ojos de Regulus, Subaru se encontró genuinamente sorprendido.
Ignorando todas sus amenazas y escuchando sólo la esencia de su discurso,
_Subaru: La hipocresía es tu fuerte, ¿no? ¿Afirmas haber alcanzado la perfección, cuando te quedas corto en comparación con cualquiera que te encuentres?
_Regulus: ¡—gh! ¡Tonto incompleto, no te atrevas a sermonear a mi perfecto yo!
Enfurecido por las burlas de Subaru, Regulus finalmente puso sus amenazas en acción.
Con intención asesina, pateó el suelo frente al altar; inmediatamente, el suelo pavimentado se rompió con una fuerza asombrosa. El torrente de destrucción se precipitó hacia adelante, arrastrando y tragando fragmentos de madera y piedra, destrozándolos aún más.
_Subaru: ¿¡—uwa!?
_Reinhard: Subaru, por aquí.
Justo cuando la ola de destrucción se acercaba a él, alguien lo agarró por el pescuezo y lo puso a salvo.
Una repentina ráfaga de viento apartó a Subaru de aquella ola de destrucción; fue obra de Reinhard. Con una mano, había arrastrado a Subaru a su lado mientras evadía el ataque.
Depositando suavemente a Subaru de nuevo en el suelo, Reinhard giró, preparándose para enfrentarse a Regulus. Sin embargo—
_Regulus: ¡No te muevas! Atrévete a intentar algo y todas las mujeres morirán en un instante.
_Reinhard: …
Mirando a Reinhard, que estaba de pie, Regulus señaló con sus manos hacia las paredes de la catedral.
Filas de mujeres elegantemente vestidas lo observaban impasibles. Ni una sola de sus caras albergaban emoción alguna; no reaccionaban a las acciones de Regulus. Como si supieran que lo haría, estaban lado a lado aceptando abiertamente la pelea frente a ellas.
_Subaru: Hablando de eso… aunque preferiría no indagar demasiado… ¿quiénes son estas mujeres?
_Regulus: Todas ellas son mis queridas y amadas esposas. Encantadoras princesas que me aprecian y son apreciadas por mí. ¿Ustedes serían capaces de soportar el permitir la muerte de tales inocentes? Semejante acto… ¡Qué cruel sería!
_Subaru: Maldita sea… Tenía una ligera sospecha, pero no puedo establecer una conversación en absoluto.
Era difícil saber si Regulus lo decía en serio, ya que sus argumentos eran incoherentes.
Usar a esas mujeres como rehenes y aun así declarando que eran sus esposas, era algo que no tenía razón ni lógica. Lo peor de todo fue que, tanto la proclamación de «inocencia», como la noción de que "Regulus las mataría", eran indudablemente ciertas.
Esta ilógica batalla de rehenes era sin duda una táctica extremadamente efectiva.
_Regulus: No es que quiera que mueran… pero si ustedes se siguen resistiendo, no tendré otra opción. Una por una y en orden. ¿No es simplemente desalmado forzarme a hacer algo tan horrible?
_Subaru: No creo que eso tenga mucho sentido; no recuerdo haberte llevado hasta ese punto.
_Regulus: ¡No pongas excusas! Puede que yo sea el que las mate directamente. Pero fueron ustedes quienes encendieron la mecha. Su intención asesina sería la verdadera arma. Yo sólo sería la herramienta, ¡y ustedes los verdaderos asesinos! No eludan esa responsabilidad, ¡desalmados asesinos de esposas!
Regulus apretaba los dientes y miraba a Subaru y a los demás con odio en sus ojos. El homicida, que escupía su tergiversada retórica no parecía estar disgustado en lo más mínimo por sus propias repugnantes declaraciones.
Mientras trataba de ganar un poco de tiempo por medio del diálogo, Subaru lanzó una mirada llena de significado a Reinhard.