Su hermano pequeño la miraba. Sus oscilantes e inciertos ojos esmeralda se encontraron con los de ella.
_¿De quién es la cara que miran ahora? ¿Es alguien importante para ustedes, o un extraño con quien han pasado las últimas horas? O tal vez sea un amigo… Sea quien sea, lo más probable es que se trate de una cara miserable. Un rostro que está a punto de llorar, un rostro que está en apuros, y me imagino que probablemente no esté sonriendo. No— debe haber alguien por ahí actuando como si no pasara nada, obligándose a sonreír para no preocupar a la gente que le rodea. Si lo hay, entonces es una persona increíble. Si alguien que les importa sonríe de esta manera, deberían estar orgullosos de ellos. Pero ahora, sabiendo esto, comparen esa sonrisa con la sonrisa que conocen.
La cara de su hermano estaba a punto de llorar. Era una cara arrugada, una cara que estaba a punto de estallar en lágrimas otra vez. Y, reflejado en los ojos de su hermano, el propio rostro de ella se veía vacío, como si hubiera perdido su expresión.
_¿Esto es algo aceptable para ustedes?
_Chica: ...De ninguna manera.
Una pequeña y delgada voz se deslizó a través de los labios de la chica.
Era un sonido débil y entrecortado, imposible de escuchar incluso para ella misma.
No obstante,
_Yo tampoco puedo aceptarlo. No voy a aceptarlo.
La voz del joven resonó, como si hubiera escuchado su respuesta.
_También tengo gente a la que aprecio. Amigos a los que tengo mucho cariño. Y no puedo perdonar a quien haya puesto esa expresión de dolor y tristeza en los rostros de las personas a las que quiero. No quiero que sonrían a la fuerza. No me jodan. No soy idiota. Sé que la sonrisa de la chica que conozco debería ser mucho más adorable que eso, y lo proclamaré.
_Chico: H-hermana mayor…
_No quiero seguir perdiendo. Sería demasiado patético rendirse aquí. Jamás lo permitiré. Ellos son los que están equivocados. Incluso si somos demasiado débiles para hacer lo correcto, para derribar a los que están equivocados, al menos deberíamos poder distinguir lo que está bien de lo que está mal. Y cuando sabes que tienes razón, es imposible darte por vencido ante aquellos que están mal. Al menos yo, no tengo la intención de rendirme y doblegarme ante esos tipos.
_Chica: Fred…
Al escuchar a su hermano pequeño llamándola débilmente, ella lo sostuvo suavemente y apretó su frente contra la de él. Un calor febril se transfirió entre ambos. Caliente, muy caliente, era el calor de la vida.
No podía saber si era de su hermano menor o de ella misma, pero ciertamente, el calor estaba allí.
_Quiero huir, pero no puedo hacerlo. Quiero llorar, pero no puedo llorar. El enemigo es fuerte, pero no quiero perder. Y por eso, voy a luchar. Sé que soy débil y estúpido, pero aun así, lucharé. Ellos son los que se equivocan. Se equivocan al hacer que la gente que me importa parezca estar a punto de llorar. Así que, hay que luchar. Yo lucharé. ——Y quiero que todos ustedes también luchen.
_Chica: ——hk.
Su respiración se cortó. Su garganta se cerró de repente, avergonzada de su propia debilidad.
Ciertamente, fue porque la voz del joven había dejado de temblar, en cambio, se había vuelto poderosa, como si señalara el camino a seguir.
Ella entendió perfectamente los sentimientos del joven. Recibió el mensaje, dolorosa y claramente.
En su corazón, la voluntad de la chica era igual a la del joven. Ella deseaba pelear. Deseaba poder hacer todo lo posible para expulsar a los matones que habían atacado su ciudad. Pero tanto ella como su hermano aún eran pequeños, jóvenes y su alcance demasiado corto.
Eran indefensos, ignorantes, débiles y cobardes, así que——
_No me malinterpreten. Les dije que lucharan, pero nunca dije que cogieran un palo y pelearan contra ellos. De hecho, por favor, eviten hacer algo tan imprudente. No quiero que vayan entre todos y derramen su propia sangre luchando contra el Culto de la Bruja. Cuando les digo que luchen, me refiero a que dejen de mirar hacia abajo.
_Niña: Que dejemos de mirar… hacia abajo…
_Mirar a sus pies no va a cambiar nada. Su mirada no va a hacer un agujero en el suelo, y si lo hiciera, eso tampoco solucionaría nada… Así que, por favor, levanten sus caras y miren hacia el frente.
Ella levantó la mirada. No a sus rodillas, ni al pelo rubio de su hermano, sino al refugio.
Y allí, ella vio las caras de quienes la rodeaban también levantándose.
Sus ojos se encontraron, abiertos de par en par como si estuvieran asombrados.
Al igual que la niña, todos habían levantado inconscientemente sus rostros, obedeciendo la voz del joven.
_Si miran a su alrededor, seguramente, verán los ojos de alguien más. Al igual que ustedes, ese alguien tiene miedo y quiere huir… pero, al igual que ustedes, también se trata de alguien que no quiere perder. Por un lado, está la persona que aprecian, por el otro, está la persona que miran; y si también se cuentan a ustedes mismos, con sólo eso, ya sumarían tres personas en total. Y podrían ser incluso más, dependiendo de dónde se encuentren.
Tal como dijo el joven, las miradas de las personas se cruzaron al levantar sus rostros.
El brillo en sus ojos era complicado y seguramente, los propios ojos de la chica debían verse igual. Sin embargo, ahora parecía haber algo más que simples temblores de terror.
_Mientras puedan ver que no están solos, es suficiente. No están solos. Eso en sí mismo es poderoso, ¿no creen? No quiero ver expresiones de tristeza en los rostros de las personas que amo. Y no quiero que la gente que me mira ahora vea una expresión miserable en mis ojos. No soy el único que es tan vano, débil y terco, ¿verdad?
" … " "..." "..."
Esa voz suplicante que les hablaba, trataba de reunir el coraje del pueblo.
Aun así, a oídos de la chica, el joven suplicaba ayuda… algo, cualquier cosa, a lo que pudiera aferrarse.
Y entonces, se dio cuenta.
Los sentimientos del joven nunca habían cambiado desde el momento en que comenzó esta transmisión.
Mientras se lamentaba de su débil e insuficiente ser, no se dio por vencido.
Se repetía a sí mismo que esa era su única arma, y le decía a todos los demás que ellos también eran iguales.
_Por favor, ayúdenme a creer esto. Puede que sea débil y que esté desesperado, pero no puedo rendirme todavía. No soy el único cobarde que odia rendirse… por favor, ayúdenme a creerlo.
Era una voz cobarde. Una súplica cobarde.
Era una voz que, cuando todos necesitaban ayuda, gritaba sin vergüenza más rápido y más fuerte que nadie: "Por favor, ayúdenme"
_¿O... soy el único?
La voz perdió su confianza. O más bien. La voz del joven nunca tuvo confianza para empezar.
Una sensación de agitación surgió. "No te vayas". Cueste lo que cueste, ella quería gritarle que se quedara.
_Chica: ...No lo… eres.
Una voz débil, indiscernible como el grito de un mosquito, se derramó de su garganta.
Pero esa voz no le llegaría. La respuesta tendría que ser más fuerte.
Para responder a la voz de ese cobarde, asustado y solitario...
_¿Quién cree… incluso ahora, que todavía podemos seguir luchando…? ¿Soy el único?
_Niña: ——¡NO LO ERES!
Abriendo la boca, la chica gritó a todo pulmón. Varias voces resonaron en todo el refugio. No sólo la de la chica.
Otras personas, que también habían levantado la mirada, también gritaron.
Eran voces que se resistían al dolor, a la debilidad y al miedo.
Si eso había sido lo que tenía planeado el joven desde el principio, entonces ellos cayeron completamente en su plan.
Pero, incluso si así fuera, seguramente a nadie le importaba. Ese débil temblor de su voz, esa vacilante charla de ánimo, ese lastimoso estímulo y esa fe suplicante y aferrada. Aunque todo eso hubiera sido fingido…
Si de verdad hubieran sido engañados por una actuación tan magistral, nadie podría culparles.