El resplandor del sol de la mañana acarició mi rostro cuando abrí los ojos. Una sensación desconcertante se apoderó de mí al darme cuenta de que no estaba en mi cama, en mi habitación, ni siquiera en mi propio mundo. Mis recuerdos anteriores se desvanecían como un sueño lejano, dejándome con un sentimiento de pérdida y confusión.
Me encontraba en un pueblo tranquilo, rodeado de casas pintorescas y Pokémon que deambulaban libremente. Al inspeccionar mi reflejo en una fuente cercana, noté que mi apariencia había cambiado. Más joven, cómo de 13 años,Mi cabello era más oscuro, mis ojos tenían un brillo peculiar, y llevaba mi antiguo collar colgada alrededor del cuello. ¿Qué tipo de lugar era este?
Caminé por las calles, tratando de encontrar respuestas. Fue entonces cuando escuché murmullos sobre mi extraño aspecto y la forma en que parecía no pertenecer a ese mundo. Pronto me di cuenta de que había reencarnado en el universo de Pokémon, pocos recuerdos volvieron a mi sobre la serie y videojuegos que disfrutaba de niño pero mi comienzo no fue tan emocionante como los relatos que conocía.
Sabía de la existencia del Team Rocket a través de rumores y conversaciones susurradas en los callejones. Un contacto clandestino, un exmiembro resentido, me proporcionó la ubicación exacta de su sede. Caminé con determinación por calles estrechas y callejones oscuros, siguiendo un mapa mental que me guiaba hacia la oscura entrada de su guarida.
Mis padres eran ausentes, y mi paso por un orfanato marcó el inicio de mi nueva vida. Era un lugar sombrío, lleno de niños que, al igual que yo, se sentían perdidos en este mundo de criaturas asombrosas. Aunque los cuidadores hacían lo posible, la falta de conexión y afecto de una familia me dejó anhelando algo más.
A medida que crecía en ese entorno, descubrí que tenía una habilidad única: podía entender a los Pokémon de una manera que nadie más podía. No solo sus movimientos y sonidos, sino sus emociones más profundas. Era como si pudiera leer sus almas, una conexión que me hizo sentir menos solo en este mundo extraño.
Llegó mi décimo séptimo cumpleaños, y con él, una decisión crucial. Opté por un camino inusual, decidí unirme al Team Rocket. La organización infame por sus tácticas cuestionables y objetivos oscuros. Mi elección no fue impulsiva; era un intento desesperado de encontrar un propósito en mi nueva vida, aunque eso significara sumergirme en la oscuridad.
La sede del Team Rocket se erigía imponente ante mí, un recordatorio constante de las decisiones que me llevaron hasta allí. La oscuridad me envolvía, pero no temía lo que estaba por venir. Este viaje, aunque peligroso y plagado de dilemas morales, sería mi oportunidad para explorar los rincones más profundos de este mundo Pokémon y de mi propia alma.
Me encontré con ojos escrutadores, miradas que medían mi valía en el oscuro mundo al que había decidido unirme. Presenté mi solicitud para unirme al equipo con una determinación fría que apenas disimulaba la ansiedad que palpitaba en mi interior. Mis habilidades únicas para comprender a los Pokémon captaron la atención de los líderes, quienes, con una sonrisa maliciosa, aceptaron mi entrada.
Subí al camión con una bolsa sobre la cabeza, envuelto en oscuridad mientras el vehículo avanzaba. La presencia de otras personas a mi alrededor era palpable, pero la incertidumbre se cernía como un velo.
Después de lo que pareció una eternidad, las puertas del camión se abrieron, nos hicieron caminar y nos despojaron de la bolsa. Una sala fría y mal iluminada se reveló, con un individuo alto y hosco,
parado frente a una mesa repleta de pokébolas.
-Mi nombre es Patrel, soy el administrador que estará poniendo aprueba a los nuevos reclutas.
Hagan filas cada uno de ustedes pasará al frente y tomara una pokebola que contendrá su Pokémon.
Con una mezcla de emoción y temor, formé la fila. Cuando me llegó el turno, tomé una pokébola, y en mi ojos una pantalla parpadeó la información.
POKÉMON
Ratata
Rango:hierro
Lv12
Habilidades: placaje, grunido.
Increíble, llevo 4 años en este cuerpo y por primera vez veo que tengo un sistema, al parecer Dios no me abandono completamente...
Al deja la pokebola tome otra.
Pokémon
Pidgey
Rango:bronce
Lvl: 10
Habilidades: placaje, rugido.
Ignorando las advertencias, tomé la siguiente pokébola, pero un grito despiadado me hizo estremecer.
—Recluta, elige rápido, esto no es un maldito centro Pokémon.
Asentí, preocupado, y tomé la pokébola.
POKÉMON
Zubat
Rango:Oro
Lvl:7
Habilidades: mordisco, onda sónica, absorber.
Tome el Pokémon y me puse en la fila con los que ya obtuvieron el suyo.
Mientras miraba la pokebola, pensé que hice la mejor elección, un Pokémon rango oro y un zubat capas de evolucionar 2 veces.
Tal vez consiga subir su rango 2 veces más.
Cuando todos tuvimos nuestros Pokémon, Patrel se volvió hacia nosotros.
Entiendan que ser un maestro Pokémon va más allá de tener una pokébola; los Pokémon dentro de ellas fueron cazados, y deben ganárselos. Los primeros tres que lo logren recibirán una recompensa. Buena suerte.
Patrel nos dio la espalda, y entonces comenzaron los gritos. Reclutas siendo atacados por sus propios Pokémon, una danza cruel en la que la supervivencia no estaba garantizada.
Miembros del Team Rocket, con crueldad despiadada, debilitaron a los Pokémon salvajes y deshicieron los cuerpos de los caídos. Era un recordatorio brutal de la oscura realidad de pertenecer al Team Rocket, donde la lealtad se forjaba en la agonía y la supervivencia significaba dejar atrás la humanidad.
Rápidamente trate de correr del desastre mientras veía de lejos como muchos reclutas murian a manos de su Pokémon.
Supongo que esto es ser parte del team Rocket. ¿ no ?
sumergirse en las sombras donde los lazos se desgarraban y el precio de la ambición se pagaba con la sangre de aquellos que no eran lo suficientemente fuertes.