Liam sintió el mundo a su alrededor y pudo decir que su presencia lo estaba perturbando. Un cultivador en el Reino Ancestro fuera del Reino Inmortal no era algo que estuviera destinado a suceder y, por lo tanto, el propio mundo no lo iba a resistir mucho más tiempo.
Había pasado los últimos dos días con su novia y le había servido para curarse de los últimos meses. En el Reino Inmortal no tenía una casa, no tenía una cama y no podía cocinar como cuando vivía en la Tierra, así que poder volver a vivir como lo hacía antes lo había, de alguna manera, sanado.
Sin embargo, ya había llegado el momento de que volviera. Calculó que la Tierra tardaría un par de meses en restaurarse y permitirle volver, al menos esto era lo que pudo deducir con su En y la Esencia del Espacio.
Con este pensamiento en mente, se levantó de la cama. Fleur hizo lo mismo, aunque parecía un poco somnolienta. Habían dormido juntos en la cama, pero no tenían sexo porque ninguno de los dos estaba interesado en ello.
Ambos sabían que si alguna vez tenían relaciones sexuales sería solo para tener un hijo y, en ese momento, no tenían ningún plan para ello. Simplemente, había algo reconfortante cuando dormían el uno al lado del otro.
—Debo irme ya, no puedo reprimir mi presencia más tiempo en este mundo —anunció Liam con una pequeña sonrisa al ver como Fleur parecía querer seguir durmiendo.
Fue divertido ver actuar así a alguien que fácilmente podría derribar una montaña.
—Hm, esperaba algo así —le respondió, pareciendo un poco triste —. No te preocupes, para cuando vuelvas a venir, estaré mucho más cerca del Reino Ancestro y, entonces, podré venir contigo.
Liam asintió con mucho aprecio en su rostro. A él mismo le dolía tener que pasar tanto tiempo solo en el Reino Inmortal y tenía ganas de ver a sus seres queridos. Ahora sabía que Ji Ming y su maestro habían logrado ascender y eso significaba que los buscaría aunque tuviera que recorrerse los cinco planetas de arriba a abajo.
Sintió que la magia de represión, que se había impuesto para proteger el mundo, empezaba a perder efecto. Su aura se filtró en pequeñas cantidades, pero fue suficiente como para que el mundo temblara imperceptiblemente para todos menos para él.
Si se quedaba aunque fueran unos minutos más, la Tierra colapsaría y luego la seguiría el Sistema Solar, pues, incluso con la inmensidad del Universo, este no estaba preparado para resistirlo desde la base.
—Vaya, parece que ahora eres incluso más fuerte —Fleur comentó con una leve carcajada al sentir el aura de Liam —. Ya no te sientes como alguien de este mundo, incluso si sigues siendo el mismo de siempre.
Liam se rio entre dientes.
—Te dije que había cambiado —le puso una mano en la mejilla a la chica, que se sorprendió por la inusual muestra de afecto —. Volveré tan pronto como me sea posible, cuando el mundo se recupere. Hasta entonces, cuídate, Fleur.
La Esencia del Espacio se activó durante un momento lo suficientemente como para no acabar de romper el mundo. Lo último que vio Liam antes de desaparecer fue la brillante sonrisa de su novia, que le asintió.
—Tú también, Liam, pronto podré ir yo misma contigo —dijo con entusiasmo.
Sus palabras trajeron confort a Liam y supo que podía confiar en que cumpliera con su palabra. Incluso el cambio de escenario cuando llegó al Reino Inmortal no le pudo borrar la sonrisa de la cara.
—Ahora, mi próximo objetivo es alcanzar el nuevo nivel de control que he estado buscando desde hace un tiempo —el chico empezó a establecer un curso de acción para los próximos meses —. Luego, buscaré a Albus y a Ji Ming, presiento que no están en el Planeta Alma Esmeralda.
Encontró rápidamente una cueva en la que establecerse y se sentó para concentrarse.
Su control actual podía definirse como perfecto, le permitía luchar contra cultivadores extremadamente poderosos como lo era Jinichi. Sin embargo, no se contentaba con la perfección, sino que quería ir más allá.
El único problema fue que, desde ese momento, estaba caminando por el camino de la experimentación. Su control de magia era... eso, control de magia. ¿Pero qué era la magia? Había formulado una hipótesis que decía que la magia tenía que estar formado por "algo".
Quería investigar para saber si realmente existía este "algo" y, en tal caso, si podía lograr controlarlo. En caso de poder, su nivel de control ya no se podría calificar como perfecto, sino que habría trascendido ese mismo concepto. Sintió que ese era el camino que debía seguir, en lugar de enfocarse en conseguir otra Esencia.
Pasó todo el día intentándolo, pero no logró nada. No se desanimó, tuvo en cuenta que un avance tan grande no puede hacerse de la noche a la mañana, sino que le llevaría meses o incluso años.
Empezó a pasar sus días investigando cuando no dormía. No necesitaba dormir, pero le ayudaba a mantener la cabeza siempre enfocada.
Sin su conocimiento, nuevos acontecimientos empezaron a orquestarse.
En el planeta Suerte Dorada, un desierto se extendía más allá de la vista de cualquier cultivador. La temperatura excedía los cien grados centígrados y vientos calientes levantaban tormentas de arena que oscurecían el cielo.
En estas condiciones extremas, cuatro personas vestidas con capas de viaje caminaban sin parecer perturbados.
—Ya llegamos, no debería estar muy lejos —comentó una de las voces a sus compañeros —. A partir de aquí el terreno será más montañoso, así que nos podremos cubrir bien de las tormentas de arena.
—De hecho, esta detección mágica mejorada a la que llamas En es extremadamente útil —le respondió uno —. La Secta de la Tranquilidad Nirvánica no debería estar muy lejos, estoy seguro de que todos podremos pasar sus pruebas de admisión. Especialmente tú, Ji Ming.
El hombre que había hablado primero se rio nerviosamente.
—No debemos confiarnos, yo mismo acabo de ascender y no podemos subestimar nada —advirtió.
Sus compañeros se rieron con ganas del nerviosismo y la humildad que siempre presentaba. Siguieron su camino sin cesar a través del desierto.
En el planeta Victoria Roja, más concretamente en el patio principal de la Secta de la Espada Divina, un hombre que aparentaba unos treinta o cuarenta años, con barba, levitaba a un metro del suelo. Delante de él, una espada recta simple de doble filo flotaba de la misma forma.
De repente, el hombre abrió los ojos, ojos azules que brillaban como si pudieran ver a través del alma, y con un movimiento extremadamente elegante y fluido agarró la espada. Balanceó su mano y un destelló corto el suelo durante unos cincuenta metros.
Colocó suavemente su espada en una funda que tenía atada a su cintura y se volvió hacia el hombre que se acercaba.
—Impresionante, pensar que has alcanzado tal nivel de Intención de la Espada en solo unos pocos meses es aterrador —pareció complacido con la velocidad de mejora del hombre —. Con tu talento, no tengo duda de que en futuro te convertirás en una de las mayores potencias de la secta.
El hombre que había lanzado el corte suspiró.
—Aunque te agradezco los cumplidos, conozco lo que es el verdadero talento —la sombra de una sonrisa apareció mientras hablaba —. Después de muchos años he recuperado las ganas de mejorar, no estaré contento con solo este nivel.
—Jajaja, ahora entiendo por qué el Maestro Zhang te ha tomado como discípulo —le palmeó el hombro —. Sigue así e incluso podrías convertirte en el Maestro de Secta un día.
En respuesta, se encogió de hombros. No le interesaban los títulos, sino mejorar en este camino que había tomado. Después de todo, cuando volviera a ver a su alumno, estaba seguro de que se habría vuelto mucho más fuerte.
Finalmente, en un lugar completamente desconocido, apareció Jinichi.
Observó su alrededor y se dio cuenta de que ya no estaba en el planeta Alma Esmeralda. Se puso en guardia, no sabía quién era capaz de moverlo de esta forma sin que se diera cuenta.
El lugar era completamente blanco, cubierto de niebla. La única cosa que perturbaba el vacío fue... un trono. Y encima del trono, se encontraba una figura.
—¿Quién eres? —exigió el cultivador humano, aunque sintió una leve sensación de familiaridad con la figura, casi como si fuera un amigo de hace mucho tiempo. Un amigo que había olvidado.
—Jinichi —la figura habló con una voz etérea que calmó el corazón del nombrado —. Mi nombre no importa, pero puedes llamarme... Shen. Y en cuanto a qué soy, yo soy Dios.
Fin del capítulo.