webnovel

Perfectos Extraños

América Baker tiene las riendas de su vida, ha sido así desde que su mudó a Memphis y tuvo que independizarse como toda una adulta. Sin embargo la tranquilidad que a penas la albergaba se ve corrompida por el extraordinario Nick MClain. Un corredor de la Fórmula 1 que volvió a Memphis para poner patas arriba la vida de América. Conocer el amor y el sexo será un éxtasis del que se volverá adicta, pero ¿podrá lidiar con todos los problemas que conlleva estar con alguien cómo él? Nick de apellido impune, de mirada orgullosa, tan problemático y errático como nadie. Tan guapo como ningún chico que haya conocido antes. ¿El amor lo podrá todo?

Skarlet364 · Sejarah
Peringkat tidak cukup
12 Chs

Capítulo 9

Suelto un suspiro agotada. Estoy harta de reñir con él. No entiendo por completo su actitud; ni lo que pretende que haga a parte de irme. Y estoy ofuscada; porque soy una adulta, que sabe lo que está bien o mal. Sin embargo para cortar el rollo porque ya estoy harta digo:

— Tienes razón Nick... Buscaré la manera de irme. No te preocupes más—

— ¿Te parece que estoy preocupado por ti?— sisea. sarcástico.— ¿Acaso no entiendes que solo me das lástima?

— No es lo que parece.

— No. Lo que no parece es que tú seas muy inteligente. ¿Seguirme toda una noche a un barrio de mala muerte donde no conoces a nadie?— ríe— ¡He conocido locas! Pero tú te llevas la corona; esto ha sido demasiado. Hasta para mi.

Estoy sorprendida. Con la boca tan abierta que se me seca.

— No tienes una idea de nada, Nick—

— No. Quién no tiene una idea de nada eres tú. Vives en una burbuja, no te ha importado tú seguridad con tal de, ¿qué? ¿Creías que ibas a destacar y me fijaría en ti?— vuelve a reír y mi cerebro me pide huir pero mis piernas no hacen el trabajo— Es gracioso, en realidad. Cuando te vi me pareciste más sensata que tú amiga; sin embargo mírate aquí dando la pena.

Era cruel. Y cada una de sus palabras las lanzaba con tanta devoción que me sentía a punto de soltar las lagrimas.

— ¡No tienes una idea de nada!— le espetó y sé que tengo los ojos rojos— ¡Te he dicho mil veces que no te he seguido! ¡Hablar contigo es como hacerlo con una pared!

Aullo, y su mirada cambia en cuanto mis lagrimas empiezan a desbordarse. No. No me pienso ver débil. No quiero demostrar mi vulnerabilidad. Le doy la espalda, limpiándome las mejillas.

— Yo... Joder, tienes razón. No te he escuchado. Hablemos con calma, ¿vale?— musita rodeándome para verme directo a la cara.— ¿Estás tomada?

Niego.

— Estaba; se me ha bajado con la golpiza que le diste al de lentes.

Masculla una sonrisa.

— Eso está bien. Pero también muy imprudente, ¿por qué ibas a beber del vaso de un desconocido?

— Él bebió del vaso, y lo hizo por un rato. Me confié de eso... Estaba segura de que no me haría nada porque no tenía la pinta de hacerlo.

— Esos son muchos prejuicios dentro de ti, América.— Otra vez su manera de pronunciar mi nombre.— Cualquiera con la intención; sin siquiera parecerlo, puede joderte.

Asentí.

— Gracias. Por no preocuparte por mi— le suelto con las mejillas rojas. Él formula una sonrisa.

— Venga. Lo acepto.

Se espesa entre ambos el silencio. Estoy muy agotada, de absolutamente todo lo que ha pasado este día y solo pienso en querer volver a casa.

He reñido con él más en una noche de lo que lo he echo con cualquier otro hombre en mi vida. Y me temo que cada vez que me digo que es un completo mezquino del control, que a parte se cree mi padre... También me admito que me acelera y ha conseguido por muchísimo mi atención.

Pero tiene el ego más grande que un planeta. Y cree que sólo soy una de sus seguidoras. Quizás Nick ha tenido que lidiar con mujeres que lo acosan; pero no soy una de ellas. Y no pienso sentirme como tal.

— ¿Ya estás bien? — farfulla inspeccionándome. Asiento.

— Si.

— Pues me alegro que terminaras la lloratina. ¿Piensas llamar a alguien para que te busque?— espeta de esa forma tan mezquina.

Blanqueo los ojos.

— Ya veré yo qué hacer—

— Con tu chantaje de lágrimas perdiste tiempo que pudiste usar para que te busquen.

«¿Por qué no me sorprende?»

— ¿Qué rayos te ha picado?

— El mosquito de la impaciencia, America.

— Eres un idiota, Nick.— le espetó y me doy la vuelta hacia la casa.

Cuando miro sobre mi hombro no duda en subirse al auto sin importarle un mínimo de nada de lo que ha dicho. Y entonces me doy cuenta que esta soyado. Está mal de la cabeza y que es tan hosco y cruel que no lo entiendo. Tan bipolar que me confunde. ¿Qué ha querido de mí todo este tiempo?

Blanqueo los ojos y entro a la casa. No sé a dónde voy, y quiero que las horas pasen volando. Sin embargo antes de que mis ojos viscos por el cambio de luminosidad puedan notarlo; Sam me agarra por los hombros y me arrastra hasta un taburete de la cocina.

— Lo siento, Mare. Me he perdido allá arriba con... bueno con algo— ríe culpable y no se me pasa por alto lo que pudo haber estado haciendo—¿Estás bien?

Algo me dice que Sam realmente quiere ser mi amigo.

— No te preocupes; me las apañé.

— Así me contaron— Ironiza— ¿Qué es lo que ha pasado? Digo, ¿entre tú y Nick?

— No lo sé, Sam. Está completamente loco y cree que tengo que hacer cada cosa que diga—

— Así es él. Un obseso del control.— Blanquea los ojos.— Me he enterado de lo que quiso hacer el capullo de Fred... Y el como lo ha detenido Nick. Eso está muy raro. Nick no defiende a nadie que no sea el mismo. Es tan egoísta... Que esto esto me sorprende en realidad, ¿desde cuando se conocen?

Abre bastante los ojos.

— Desde hoy.

— ¿Es en serio?

Asentí. Frunció el ceño.

«— Se ha estado portando muy extraño. Incluso más que siempre... No le des importancia.— Se encoge de hombros.— Puedes dormir en una habitación de arriba; quédate tranquila Mare, la estaré vigilando que nadie entre.

Me muerdo el labio mirándome las manos entrecruzadas.

— Te lo agradezco... Pero preferiría llamar a mi amiga. ¿Me podrías prestar de nuevo el móvil?

Asiente.

— Si. Claro— dice tendiéndomelo.

Tecleo los números pidiéndole al santísimo que esta vez por fin repique. Y cuando lo hace no puedo caber en mi por la impaciencia. Atiende.

— ¿Bueno?

— ¡Annie! ¿Donde te metiste?

— ¿Mare? ¡Demonios! ¿Donde diablos te metiste tú?— soltó alterada— ¡Llevo toda la puta noche buscándote!

«¿Qué? Llevo yo toda la noche buscándola»

Despejo mi mente y cuando ya está menos que atolondrada le envío mi ubicación en tiempo real. Llega en menos de lo que me he esperado, y me tengo que despedir de Sam que no ha puesto reparo en pedirme el número para mantenernos en contacto.

— Gracias... Por todo; me has cuidado y sólo soy una desconocida— digo despidiéndome a punto de irme por la puerta de adelante.

— No lo tienes que agradecer. Y pretendo que seas mucho más que eso Mare. Hasta luego.

Lo miro una última vez antes de subirme al auto color blanco de Annie.