Katerina
No se cuanto tiempo dormí realmente, hasta cierto punto quisiera haber dormido eternamente. Me duele todo el cuerpo y aun siento un pito constante en mis oídos. El dolor es tan intenso que hasta respirar se vuelve un proceso agonizante. Aun así, el dolor no es lo que me despertó, el hambre que siento es cada vez peor, hay momentos en los que pierdo la conciencia y no se si es por la gravedad de mis heridas o si es por que el tiempo se me agota.
Tengo que levantarme…
Le dije a todo mi cuerpo que debía de levantarse y después de mucho esfuerzo logré ponerme de pie, sabía que no era seguro quedarme en ese sitio por mucho tiempo. Mi suerte había sido buena, no fui atacada en todo el tiempo que estuve dormida, pero mi suerte podía cambiar en cualquier momento. Por lo que, tenía que encontrar un lugar seguro y más importante aún… Tenia que encontrar comida rápidamente.
No sé durante cuanto tiempo camine, no pude desplazarme fácilmente y no logre avanzar por el dolor que sentía. Cuando me empezaba a sentir desesperada, sentí un sutil olor en el aire. Era el olor del agua, seguí el olor hasta que dentro del frondoso bosque logré encontrar una gran laguna, ese sitio parecía mágico, no se lograba ver desde las alturas y debido a que me encontraba en el atardecer se deslumbraba frente al agua distintos tonos de naranjas que le daban un aura mágica a todo el lugar. Pensé que estaba delirando o que me había encontrado con el lugar destinado para morir.
Cada día que pasa olvido más como fue mi primera muerte, en realidad todo sucedió demasiado rápido para pensarlo detenidamente, simplemente tome una estúpida decisión de subir a un avión y luego termine muriendo. Si algo aprendí de ese incidente, es que debo de asegurarme que mi próxima muerte no sea así de estúpida.
Mientras estaba distraída en mis pensamientos pude deslumbrar en los cielos, a un ave esperando el momento preciso para cazar algo del lago. La vi descender de los cielos a una velocidad asombrosa y lograr sacar un pez del agua. Sin embargo, su cacería no salió también como esperaba, el pez era demasiado pesado para poder salir volando con él. Por lo que, el ave al sentirse en peligro decidió soltar el pez en la orilla del rio y salir huyendo de la zona.
El pez estaba a la orilla contraria a la que me encontraba. Pero entendí que esta era mi ultima oportunidad, sino era capaz de atrapar ese pez, no iba a comer nada el día de hoy. Por lo que, aun con lo adolorida que me encontraba termine saltándome a la laguna y nadando lo más rápido posible a la orilla contraria. El agua estaba tan fría que mis huesos empezaron a doler y entre más me acercaba a mi destino, menos sentía mis extremidades. Aunque, debo de reconocer que eso logro que mi dolor se calmara considerablemente.
Al llegar a la orilla sin pensarlo mucho empecé a devorar el pez que aun se encontraba vivo. Puede ser considerado un acto cruel, pero eso era el menor de mis problemas. Ese pescado… Tenía un sabor bastante original…
Se podría decir que sabia a esperanza y vida.