Al escuchar la voz intimidante de Shen Yi, aquellos que habían insultado a Lu Xinyi temblaron. Al instante se callaron y se dispersaron como ratas al ver un gato. Shen Yi se paró erguido junto a su esposa y miró a la multitud que no se había atrevido a insultar a Lu Xinyi. ¿Cuán rico era ese hombre que desperdiciaba dinero por Lu Xinyi?
—Nunca me habían llamado basura antes ¿Cómo pueden solo insultarme por no ser oriunda de esta ciudad? —preguntó Lu Xinyi mirando a Shen Yi con ojos llorosos. Lágrimas cayeron por las mejillas de ella.
Al ver que insultaban a su esposa y le hacían llorar, el corazón de Shen Yi estaba triste. ¿Cuán fácil era para un extraño decir palabras hirientes a una persona que nunca se había molestado en conocer? ¡Era como si ellos pensaran que Lu Xinyi no tenía para nada sentimientos!
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