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Ojos de mar

¿La vida de una chica es marginalmente manejada por el destino y todo puede deberse al barranco por el cual cae su país? ¡No! - Se dijo Amelia entre dientes. Me niego a culparlos a todos de amarlo. Me niego a culpar a mi inocente positivismo. Me niego a sentir que una traición puede traer tantas consecuencias. Esta isla del Caribe no tiene ya el mismo ron, ni el mismo sabor a caña, luego de probar sus besos. Conocí algo más que el amor, conocí una libertad perturbadora, que me hace incapaz de usar mi razocinio. Sin sus besos soy incapaz de probar bocado y sin sus caricias ya el insomnio me embrutece. ¿Pero que es esto?- se dijo Amelia- ¿Por qué sigo escribiendo tonterías y no lanzo este amor por la ventana? Edward, Elio, Elton o Emilio ¿Es mi indecisión la culpable acaso? Luego de pasarme la vida soñando finalmente tenía un trabajo. Nada que ver con lo que había soñado, pero era un trabajo digno. Podía ayudar a mi madre y guardar para el incierto futuro. Mi novio, era un cable a tierra. Guapo y atento, me sentía dichosa. Luego la inconformidad me hizo llegar a mi trabajo:Una empresa internacional de intérpretes. Todo iba bien hasta que un alto ejecutivo me eligió para ir a Japón y trabajar de intérprete por un tiempo. No me pude negar, pero mi vida cambió tanto que no sabía cómo manejar mi destino. Japón era un país tan distinto a todo lo que hasta ahora conocía. No sabría para quién trabajaría hasta llegar a mi destino. Lo más intrigante es que en mi currículum decía nivel básico de japonés. No era apta para ese trabajo y así todo fui elegida. No era apta para ese trabajo, pero fui prepotente y decidí ir a lo desconocido.

Kentana91 · perkotaan
Peringkat tidak cukup
15 Chs

Capítulo 2. La cruda realidad.

Regresó a casa en un taxi del año 59.

Mientras oía el altísimo Regueton:

Felina, tú cuerpo es tan provocante…..

Elio la esperaba con los brazos entrecruzados en la entrada de la casa. Te llamé mil veces, ¿qué pasó?

La chica no sabía qué contestarle, no podía sacar de su mente la escena de sus manos acariciando las mejillas, los pómulos y su dedo índice casi rozando los labios carnosos de su nuevo amigo.

Se sentía algo incómoda teniendo esos pensamientos lujuriosos, pero sabía que nunca podría olvidar el olor del perfume de ese que la llevaba a la locura del deseo con una simple frase.

Elio de inmediato sospechó que pasaba algo con ella. La sentía distante y eso le molestaba.

Amelia, al darse cuenta de que Elio estaba casi al borde de comenzar una discusión, lo besó locamente. Todo lo que estuvo pensando hacía unos segundos fue desvaneciéndose, así como se desvanecía su ropa y su cuerpo rosaba el de Elio.

Elio era alto, fornido, sus brazos eran gruesos, sus manos firmes. Su cuerpo sensual y bronceado invitaba a aceptar cualquier invitación.

Con una mano Elio abrió la puerta de la habitación, con la otra sostenía con delicadeza la nuca de la chica.

Amanecieron abrazados y henchidos de gozo luego de tanta pasión. Amelia corrió a la oficina, donde la esperaba una noticia alarmante.

Debía viajar a Japón como intérprete de un alto ejecutivo. No podía negarse, pues era uno de sus sueños, tampoco le hacía gracia irse a un país tan lejano sin saber a qué atenerse.

Partirían esa misma semana, tenía que prepararse desde ya.