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Mi vida sin Paolo

Fernando y Héctor tienen un tiempo viviendo como compañeros de piso, totalmente libres de…¡Paolo! Aunque en el pasado ocurrían cosas demasiado inusuales, como gente escalando el edificio departamental disfrazadas de flores, o carnavales bizarros dentro del elevador, y hasta visitas de la policía por supuestas llamadas de “auxilio”. ¡Era un maldito caos! Por eso mismo, Fernando y Héctor quieren cortar toda relación con su amigo Paolo (y también con el abuelo de Fernando, que es un cabrón.) Fernando: (Relatando en una voz tranquila.) Imagínate que estás en tu habitación, quizá estás viendo la televisión o leyendo en tu sofá favorito, cuando de repente volteas hacia la puerta del clóset y ves a una persona salir. En primer lugar…¿cómo carajos entró este cabrón ahí?, y…¿por qué está vestido como una especie de abeja o mariposa? ¡Otra vez tú! ¡Ah! ¡No puedo más! ¿No te quedó claro que Héctor y yo ya no queremos tenerte cerca? ¡Lo único que has hecho una y otra vez es arruinar nuestra vida! … (Su voz suena desilusionada.) Y lo peor del caso es que no estás escuchando. De nuevo estás balbuceando sobre estupideces. ¡Basta, Paolo! ¿No te das cuenta? Héctor y yo necesitamos hacer nuestra propia vida…¡sin ti! La vida de Fernando y Héctor tomará un nuevo rumbo, un nuevo camino desconocido y muchas aventuras están por comenzar, ¡y todas sin Paolo!

Kiritomo_Deeh · LGBT+
Peringkat tidak cukup
13 Chs

Amistad

Después de las tragedias y problemas ocasionados durante el fin de semana, Fernando, Héctor y ahora Rodrigue deben iniciar la semana. Fernando asiste a las clases en la universidad, Héctor debe trabajar en su proyecto mientras que Rodrigue se encargarse de sus tareas en la tienda Super Mirano's Market.

***

(En la cocina, durante la mañana, están Héctor y Rodrigue sentados en la mesa.)

Héctor: (Tiene su teléfono sobre la mesa.) ¿Dónde está Fer?

Rodrigue: (Hay un baso de agua frente a él y bebe de vez en cuando.) Se levantó temprano, porque dijo que tenía una clase temprano.

Héctor: Olvidaba que ahora debe comportarse como un estudiante de tercer año de universidad.

Rodrigue: ¿Tú saldrás?

Héctor: Iré al centro a conseguir un nuevo procesador que necesito. ¿A qué hora entras a trabajar?

Rodrigue: A las dos.

Héctor: No olvides llevarte la llave.

Rodrigue: ¿Ya te vas?

Héctor: Sólo esperaré unos minutos más.

Rodrigue: (Sonríe con intención de conocer más.) Esperas a Baker, ¿verdad?

Héctor: (Suspira con un poco de pesadez para denotar molestia. Contempla a Rodrigue con seriedad.) No, en realidad no quedamos en nada… Simplemente espero.

Rodrigue: (Se pone de pie.) No te molesto más; yo me iré a bañar. (Sale de la cocina.)

(En la sala: suena el timbre y Rodrigue abre la puerta. Dustin saluda y entra; trae su mochila y la deja en el sillón.)

Rodrigue: (Sin mostrar sorpresa.) Héctor te estaba esperando.

Dustin: (Ve a Rodrigue con duda.) ¿Pasó algo?

Rodrigue: (Cierra la puerta y sonríe con picardía.) Nada.

Dustin: … (Lo mira desconcertado.)

Rodrigue: (Se dirige hacia las escaleras.) Disculpa tengo que alistarme, Baker; Héctor está en la cocina. (Sube las escaleras.)

Dustin: Okey. (Entra a la cocina.)

(En la cocina: Héctor está leyendo el periódico con ayuda de su Tablet. De un momento a otro Dustin entra y se acerca al refrigerador.)

Dustin: ¿Cómo estás? (Abre la nevera y toma una cerveza.)

Héctor: (Lo ve con extrañeza.) ¿Qué rayos haces aquí?

Dustin: (Bebe con descaro y sonríe.) ¿Cómo que qué hago aquí?

Héctor: (Un poco molesto.) Sí…no quedamos en nada.

Dustin: (Se sienta frente a Héctor.) Claro que sí; se suponía que hoy iríamos a comprar el nuevo procesador.

Héctor: ¿Entonces por qué no devolviste mi llamada?

Dustin: ¿Me llamaste?

Héctor: (Muestra exceso de seriedad en su rostro.) …

Dustin: (Sonríe con tranquilidad.) Escucha, viejo, no estuve en casa todo el día, llegué hoy hace unas horas, me bañé y salí volando para acá.

Héctor: ¿Enserio?

Dustin: ¿Por qué te mentiría?

Héctor: (Suspira y regresa la mirada hacia la tableta.) No…no es eso.

Dustin: Debemos conseguir alguno de estos dos procesadores. (Le muestra una hoja con dos nombres que saca de su bolsillo.) El primero es el que nos conviene, pero si no lo encontramos, podemos usar el segundo sin ningún problema.

Héctor: (No mira la hoja, dirige su mirada directo hacia Dustin.) ¿No estás molesto conmigo?

Dustin: (Con un rostro tranquilo.) ¿Por qué estaría molesto contigo?

Héctor: (Sostiene la mirada del otro joven.) …

Dustin: (Deja la hoja en la mesa y bebe de la cerveza.) Le hablé a un chico que conozco; él sabe mucho de procesadores y eso. Me dijo que tal vez en su local podríamos conseguir alguno de los dos.

Héctor: (Suspira y cruza los brazos.) …

Dustin: Le dije que era urgente, por lo que si hacemos un pedido con él podríamos tener el primero para antes de este viernes. ¿Qué opinas?

Héctor: (Baja la mirada y afirma con la cabeza.) … Está bien.

Dustin: ¿Ya estás listo?

Héctor: ¿Vamos a ir juntos?

Dustin: (Con un tono cínico.) Y vamos a bailar juntos.

Héctor: (Se ríe un poco. Se pone de pie y contempla al muchacho.) Olvídalo. Llévate la hoja y vámonos.

Dustin: (Agarra la hoja, termina la cerveza de un trago, se levanta y camina junto a Héctor hacia la sala.) ¿Y Fer?

Héctor: (Entrando a la sala y buscando las llaves en la mesita de la derecha junto al sillón.) En la escuela.

Dustin: (Contempla a Héctor y ayuda sólo con la mirada a buscar las llaves.) Okey.

Héctor: ¿No se supone que tú también deberías estar en la escuela?

Dustin: Casi nunca asisto…es normal.

Héctor: No puedo creer que aún sigas en la universidad.

Dustin: Oye, la asistencia no tiene nada que ver con la inteligencia.

Héctor: (Se burla un pco.) … Cierto. (Toma las llaves y sale junto a Dustin de la casa.)

(En el pasillo principal, fuera del apartamento. La vecina está subiendo las escaleras. Trae un vestido elegante y luce un rostro perfectamente maquillado.)

Héctor: (Se queda parado para dar el paso a la mujer.) Buen día, vecina.

Vecina: (Se detiene y saluda con amabilidad.) Hola, no nos hemos presentado, ¿cierto?

Héctor: Nop, ¿cuál es su nombre?

Vecina: Me llamo Claudia, Claudia Romero.

Héctor: (Ofrece la mano como un saludo.) Mucho gusto, soy Héctor.

Claudia: (Acepta el saludo.) Sí, un gusto.

Héctor: (Señala a Dustin.) Él es mi amigo, Dustin.

Dustin: (Sonríe de manera cortés.) Hola, señorita. Un gusto conocerla.

Claudia: ¿Tú también vives aquí?

Héctor: No, él es sólo el colado, la bailarina exótica, la mascota, el sujeto que venía adherido a la casa; algo así.

Claudia: (Se ríe respetuosamente.) Ya veo, ¿y tu compañero?

Héctor: Se llama Fernando; es el chico moreno y delgado que parece adolescente todavía.

Claudia: (Pensativa.) Creo que lo he visto.

Héctor: ¿El Café Patteffé?

Claudia: ¿Es el mesero de ahí?

Héctor: Sí.

Claudia: (Muestra una mueca sonriente y agradable.) Entonces sí lo recuerdo bien.

Héctor: Un placer conocerla, vecina. (Mira su reloj de muñeca y devuelve el interés a la mujer.) Nos tenemos que ir.

Claudia: Por supuesto, cuídate, un placer conocerte. Espero que en un futuro seamos grandes amigos.

Héctor: Claro, tenlo por seguro. Adiós. (Se despide y toma a Dustin del brazo. Bajan las escaleras. Salen del edificio y se suben al carro de Héctor.)

(En la Universidad Autónoma del País Bow [UAPB]. En el edificio de Artes. En el salón B-2; están Fernando e Irvin sentados tomando la clase de Historia del Arte Contemporánea.)

Profesor: (Está parado frente a la clase. Detrás de él hay unas pizarras llenas de anotaciones.) En el año de 1964 el capitán Henry Fayol descubrió una isla en la que encontraría una de las culturas más antiguas, posteriormente copiaría la técnica de pintura para realizar cuadros de lo más exóticos en el país de Thermos. (El profesor sigue hablando indistintamente.)

Fernando: (Anota en su libreta a toda prisa y repite las palabras en voz baja.) En 1964…

Irvin: (Sentado a un lado de Fernando. Sólo mira hacia el frente pero sin prestar interés.) ¿Qué haces?

Fernando: ¿Cómo que qué hago?

Irvin: Esto es tan aburrido… Quiero irme a casa.

Fernando: (Un poco molesto.) Nadie te lo impide.

Irvin: ¿Aún estás enojado conmigo? (Dirige el interés a Fernando.)

Fernando: ¿Tú qué crees? (Sigue anotando en su cuaderno.)

Irvin: Vamos, no era mi intención hacerte sentir mal; aparte sabes que en el bar Liberty así son las bebidas.

Fernando: (Sigue tomando notas.) Se usaría para la toma de imágenes… (Ignora a su compañero.)

Irvin: ¿Fer? Oh, vamos. (Toma el cuaderno de Fernando y lo cierra.)

Fernando: (Mira a Irvin con un rostro enfurecido.) Si no te importa, estoy tomando apuntes.

Irvin: (No devuelve la libreta.) Al diablo la estúpida clase de historia, te estoy diciendo que no era mi intención hacerte sentir mal. Además, no puedes negar que te hice un favor.

Fernando: (Hace un esfuerzo por contener su voz y no armar una escena en la clase entera.) ¿Un favor?

Irvin: Sí, tú y ese chico pudieron estar solos.

Fernando: Estás loco, Irvin… Yo no te pedí ayuda con nadie. Devuélveme el cuaderno; luego no tendré con qué estudiar para el examen.

Irvin: Fer…

Fernando: Dame el cuaderno. (Se lo arrebata.)

Irvin: (Suelta el cuaderno.) Bien… Ignórame, pero luego no vengas a llorarme que te ayude con tu nuevo novio.

Fernando: (Abre la libreta y vuelve a escribir.) Lyle no es mi novio.

Irvin: ¿Aún sigue siendo Héctor?

Fernando: (Levanta la mirada y contempla a Irvin.) Ya te dije que Héctor y yo sólo somos amigos.

Irvin: No me jodas, esa ni el profesor te la cree.

Fernando: ¿Quieres dejar de molestarme?

Irvin: ¿Ahora resulta que eres un chico estudioso?

Fernando: Irvin, somos alumnos; los estudiantes vienen a aprender.

Irvin: (Niega con la cabeza.) Por favor, eso es una falacia; es sólo lo que la gente cree de las escuelas.

Fernando: Veo que no te vas a callar. (Se levanta y se cambia de lugar.)

Irvin: ¿Fer? (Intenta mantener la voz baja.) ¡Fer! (Habla casi susurrando; pero el timbre de la escuela hace que su voz no se escuche.)

Profesor: (Se detiene ante el timbre y muestra un rostro desilusionado.) Ah, pero qué rápido pasó el tiempo. (Cierra el libro que portaba en su mano y sonríe para dirigirse a los alumnos.) Bueno chicos, no olviden repasar el capítulo trece; mañana tendremos un pequeño examen.

Fernando: (Cierra la libreta y comienza a guardar sus útiles escolares en la mochila que suele usar.) Mierda…acabamos de entrar y ya hay exámenes. (Se levanta como el resto de sus compañeros y sale del aula.)

Irvin: (Sigue a Fernando con rapidez.) Escucha… (habla junto al muchacho,) si quieres escucharme pedirte perdón, lo haré, pero no me ignores.

Fernando: (Intenta mantenerse firme y sin mirar a Irvin.) Pareces una mosca, sólo sabes zumbar.

Irvin: Fer… No seas así, yo no te trato mal.

Fernando: Tú y tus estupideces pueden irse a donde quieran, pero yo no te pienso seguir tolerando.

Irvin: Bien…si eso quieres, así es como las cosas se quedarán.

Fernando: (Con un tono muy molesto.) Genial. (Entra al siguiente salón.)

(En el salón C-2, en la clase de Fotografía Profesional.)

Profesor: (Está parado frente a un escritorio doble. Detrás de él hay una pantalla blanca que conecta con un proyector que se encuentra en medio del aula. El hombre luce joven.) Hola, chicos, hoy tendremos que iniciar con varios proyectos, los cuales se les envió vía electrónica; los equipos ya están seleccionados, así que pasen a ver en qué lugar les tocó.

Fernando: (Se acerca a la hoja de registro pegada en el boletín interno del salón y al ver su nombre junto al de Irvin se molesta y se dirige al profesor.) ¿Profesor?

Profesor: (Contempla a Fernando.) ¿Sí, joven Torres?

Fernando: ¿No podría cambiar de equipo?

Profesor: No, los equipos ya están hechos. Allá en el mundo laborar no le tocará trabajar con sus amigos.

Fernando: Ese es el problema. Prefiero trabajar con los que no son mis amigos.

Profesor: (Un poco sorprendido.) Torres, un buen director no es aquél que todo el tiempo está evitando problemas y confrontaciones, un buen director es el que hace las cosas a su manera y logra convencer a su equipo de lo que quiere realizar para lograrlo.

Fernando. (Suspira con desesperación.) Entiendo… Debo trabajar con Irvin.

Profesor: (Dudando. Cruza los brazos y mueve la cabeza hacia un lado.) Pero Irvin es tu amigo, ¿no?

Fernando: (Escondiendo su enojo.) Sí…eso dice. (Se va a su lugar y se sienta. Por unos momentos olvida que su lugar es junto a Irvin.)

Irvin: (Con una sonrisa tranquila.) Intentaste convencer al profesor de que te sacara del equipo, ¿verdad?

Fernando: (Tajante.) Sí.

Irvin: Lástima…tendremos que trabajar juntos.

Fernando: (Voltea a su lado derecho y se da cuenta de que está muy cerca de Irvin.)…

(Por la noche, en el departamento, en la sala, están Héctor y Dustin trabajando en la computadora y con unos circuitos.)

Dustin: (Sostiene algunos de los circuitos.) Creo que el de color azul no sirve.

Héctor: (Habla con un tono burlesco.) ¿Tu dedo?

Dustin: No, el cable.

Héctor: Cámbialo.

Dustin: Ya lo cambié tres veces.

Héctor: (Revisa en la computadora y teclea con rapidez.) Serás estúpido, el cable no tiene nada qué ver.

Dustin: (Lo mira con seriedad.) ¿Quieres una cerveza?

Héctor: Sí.

Dustin: Espérame… (Se levanta y en ese momento suena el timbre. Camina hacia la puerta y la abre; encuentra a un hombre con un parecido a Fernando que es casi indudable de que son familia. Habla sorprendido.) ¿Abuelo?

Abuelo: (Sonriente.) Hola, no sé quién seas, pero hola.

Dustin: (Se hace a un lado y titubea.) Soy Dustin.

Abuelo: (Entra al apartamento.) Héctor, cuánto tiempo sin verte. (Se acerca hasta la sala.) ¿Está Fer?

Héctor: (Mira molesto al abuelo, pero no se levanta del sillón.) ¿Qué chingados quiere aquí?

Abuelo: Vengo a visitar a mi nieto favorito.

Héctor: Lárguese antes de que llame a la policía.

Abuelo: (Se expresa con orgullo.) El problema, mi niño Héctor, es que la policía me está esperando afuera del edificio.

Héctor: (Confundido.) ¿Es enserio?

Abuelo: Sí. (En este momento se escucha por un altavoz una alerta de la policía: "El edificio está rodeado, salga ahora.") ¿Lo ves?

Héctor: (Suspira con desesperación.) Joder… Justo lo que nos faltaba… ¿Cómo mierda hace que sucedan estas cosas?

Abuelo: Bueno, uno es muy inquieto desde chiquito.

Héctor: (Con cinismo.) No me diga.

Abuelo: ¿Dónde está mi querido Fer?

Héctor: No sé. (Mira a Dustin indicándole que no diga nada.)

Abuelo: Rayos…y tú, Héctor, ¿no podrías prestarme unos cuantos dólares?

Héctor: (Tajante.) No.

Abuelo: (Con un tono falso de dolor.) ¿Por qué no?

Héctor: Porque no tengo dinero. (Se escucha que abren la puerta. Deja la computadora a un lado y camina hacia la entrada con rapidez para impedir que se abra completa.)

Fernando: (Muy desconcertado.) ¿Héctor?

Héctor: (Susurra.) Shh, no hables fuerte.

Fernando: (Asustado.) Hay muchos policías afuera y me quisieron arrestar… ¿Está mi abuelo adentro?

Héctor: (Abre la puerta.) Mierda…olvidaba que son demasiado parecidos.

Abuelo: (Ve a su nieto y dramatiza con emotividad.) ¿¡Fer!?

Fernando: (Entra por completo al apartamento y se detiene frente a la sala. Habla con un tono molesto al ver a su abuelo.) Abuelo.

Abuelo: (Camina hacia su nieto.) Oye, podrías prestarme unos dos mil dólares.

Fernando: (Cruza los brazos.) No.

Abuelo: (Sonríe como si fingiera inocencia.) ¿Por qué no?

Fernando: Si no se va en este instante, dejo pasar a los policías.

Abuelo: No seas así con tu abuelito.

Fernando: (Utiliza una voz fuerte.) ¡Váyase ahora!

Abuelo: Bien, bien, usaré el balcón. (Sale por la puerta de vidrio, se sube por la baranda y trepa al siguiente piso.)

Dustin: (Mueve la cabeza como en forma de interés.) Viejo, ese sujeto sí que está loco.

Héctor: (Se dirige hacia Fernando.) ¿Cómo te fue?

Fernando: (Deja la mochila sobre el sofá.) Mal.

Héctor: (Se sienta en el sillón y toma de vuelta la laptop.) ¿Por qué?

Fernando: Porque tengo que trabajar con Irvin.

Héctor: (Le pregunta a Dustin.) ¿Y mi cerveza?

Dustin: (Se mueve con un brinco.) Oh, ya voy, ya voy. (Se dirige a la cocina casi corriendo.)

Héctor: (Gritando con un tono de falsa autoridad.) ¡Y rápido, esclavo!

Fernando: (Observa con intriga la escena entre los dos.) …

Héctor: (Habla al aire y comienza a teclear en la computadora.) ¿Pero qué no Irvin es tu amigo?

Fernando: No lo sé, Héctor.

Héctor: ¿Cómo que no lo sabes?

Fernando: Es que después de lo que sucedió el fin de semana, no estoy feliz con él.

Héctor: Fer, a veces los amigos cometemos muchas estupideces. Pero es bueno darles otra oportunidad… Por lo menos Baker lo hizo.

Fernando: (Suspira.) Cierto, no esperaba ver a Dustin tan pronto.

Héctor: Tal vez tú puedas arreglar los problemas con Irvin; tal vez puedas darle otra oportunidad.

Fernando: (Desilusionado.) No lo sé… Lo consideraré. (Deja su lugar y se dirige a las escaleras.) Héctor, iré a trabajar en mi habitación, si el abuelo vuelve háblale a la policía.

Héctor: Sí, no dudaré en hacerlo.

(En la habitación de Fernando. Fernando está sentado frente al escritorio y está encendiendo la computadora.)

Fernando: (Espera al contemplar la pantalla de la máquina.) En 1964… (Está concentrado en las notas de la escuela por lo que no se percata de que alguien entra por la ventana.)

Paolo: (Se adentra con sigilo y se recarga en uno de los muebles de cajonera.) ¿Qué haces?

Fernando: (Se da la vuelta de inmediato algo asustado, pero se tranquiliza al ver a Paolo parado frente a él.) Me asustaste.

Paolo: (Con un rostro sonriente.) ¿Qué haces?

Fernando: (Un poco desinteresado. Gira de vuelta hacia la computadora y comienza a escribir en el teclado.) Estudio.

Paolo: ¿Qué estudias?

Fernando: Historia del Arte Contemporánea.

Paolo: ¿Qué es eso?

Fernando: (Con un tono al borde del colmo.) Paolo…¿qué haces aquí?

Paolo: (Cruza los brazos y no despega la mirada de su amigo.) Nada.

Fernando: Entonces, déjame solo, ¿quieres?

Paolo: ¿Estás bien?

Fernando: (Ahora con un tono distante.) Dije que te fueras.

Paolo: ¿Tuviste problemas en la escuela?

Fernando: (Se desespera y grita.) ¡Vete!

Paolo: (Lo ignora y se acuesta en la cama.) No.

Fernando: (Gira su cuerpo y ahora encara a Paolo.) No estoy bromeando, ¡largo!

Paolo: Sabes que puedes contarme tus problemas.

Fernando: No quiero hablar contigo.

Paolo: Bueno, iré a comer algo. (Se levanta con plena tranquilidad y sale de la habitación como si estuviera en su propia casa.)

(En la sala. Héctor y Dustin siguen concentrados trabajando en su proyecto.)

Héctor: (Con la mirada frente al computador.) Necesitamos otro programa…uno mejor.

Dustin: (Está revisando los circuitos y los conecta para probarlos con ayuda de una especie de caja cúbica que también está conectada a su propia computadora.) Pero ya lo hice dos veces.

Héctor: No es suficiente. No es lo que… (De pronto detiene la actividad y ve a Paolo bajando las escaleras y caminando hacia la cocina.) ¿Qué mierda…cómo llegó?

Dustin: ¿Quién?

Héctor: (Deja la computadora sobre la mesa y se levanta para ir a la cocina; pero la puerta principal se abre y mira para ver quién entra.) ¿Rodrigue?

Rodrigue: (Entra con una bolsa de despensa.) ¿Hola?

Héctor: Menos mal que eres tú.

Rodrigue: (Con un poco de confusión.) ¿Esperabas a alguien más? (Cierra la puerta detrás de él.)

Héctor: No.

Rodrigue: Traje un poco de comida; la dejaré en su lugar.

Héctor: Sólo cuidado con las lagartijas.

Rodrigue: ¿Lagartijas? (Camina hacia la cocina sin comprender el comentario de Héctor.) Voy a guardar la despensa. (Abandona la sala.)

(En la cocina. Paolo está sentando, aunque come, parece esperar a que alguien entre por la puerta de la cocina.)

Rodrigue: (Observa a Paolo sentado comiendo helado) ¿Hola?

Paolo: (Sonríe y habla con un tono cotidiano.) Hola.

Rodrigue: (Se acerca a la mesa y deja la bolsa de despensa.) ¿También eres amigo de Héctor?

Paolo: (Ahora se expresa con un tono seductor.) Soy su prometido.

Rodrigue: (Un poco confundido.) ¿Eh? ¿Su prometido?

Paolo: Sí…sólo que él no habla mucho de mí.

Rodrigue: (Incrédulo.) Ya veo. (Comienza a guardar las cosas en su lugar.)

Paolo: ¿Cómo te llamas?

Rodrigue: Mi nombre es Rodrigue. Tú debes ser Paolo, ¿verdad?.

Paolo: (Complacido.) Sí, yo soy Paolo.

Rodrigue: Mucho gusto.

Paolo: ¿Eres el nuevo que vive aquí?

Rodrigue: Sí… Paolo, tú no eres el prometido de Héctor, ¿verdad?

Paolo: No, ya no. (Se burla un poco.)

Rodrigue: Lo que sucede es que alguien me habló de ti. Y sé que Fer y Héctor dicen que están huyendo de ti.

Paolo: (Cruza las piernas y sigue comiendo el helado como si estuviera en algún restaurante conocido.) ¿El abuelo te habló de mí?

Rodrigue: (Detiene su actividad y contempla al joven.) Sí, el abuelo de Fer.

Paolo: El abuelo y yo somos como…las mariposas.

Rodrigue: (Muestra un rostro atónito al no comprender las palabras de Paolo.) ¿Mariposas?

Paolo: (Se pone de pie y deja el recipiente de helado en la mesa. Se acerca a Rodrigue y sonríe con inocencia.) ¿Te ayudo?

Rodrigue: (Da un paso hacia atrás y asiente con la cabeza con sumo cuidado.) Si quieres.

Paolo: Sí quiero. (Se acerca a la mesa de vuelta y saca los víveres de la bolsa color café.)

Rodrigue: (Procede a guardar los jugos y la leche en el refrigerador.) Oye, Paolo…¿por qué Héctor y Fer te detestan? Bueno, eso es lo que me dijo el abuelo.

Paolo: (Se expresa con un tono solemne.) Porque siempre estoy haciendo cosas que les molestan, o los meto en problemas, o me meto en su vida al grado de que llego a arruinarla…de acuerdo a ellos. Pero, (se detiene un poco y sonríe con melancolía,) ¿sabes?, yo los considero mis mejores amigos; por eso me alegra mucho que vivan juntos… Aunque… (Agacha la mirada.)

Rodrigue: ¿Qué pasa?

Paolo: Ellos…se hicieron amigos y parece que se han olvidado de mí.

Rodrigue: (Agarra algunas cosas extras de la mesa y se queda junto a Paolo.) No lo creo. Tal vez sólo estén aprendiendo a vivir sin ti.

Paolo: (Mira a Rodrigue algo desconcertado.) ¿Tú crees?

Rodrigue: Sí, y te aseguro que ellos te siguen considerando su amigo.

Paolo: … (Sigue guardando las cosas.) Eso espero.