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Las palabras de Rebeca hicieron que el señor y la señora Allen se detuvieran. —Rebeca, este no es momento para berrinches...

Pero Rebeca levantó la voz. —Ella me salvó cuando estaba cerca de la muerte. Ahora que ella está en problemas, ¿cómo puedo irme? Las instalaciones médicas en Oceanion son bastante buenas. Me quedaré en este hospital hasta que la señorita Olsen esté a salvo.

El señor y la señora Allen se miraron el uno al otro. —¿Y si la señorita Olsen realmente mató a esa persona?

Los ojos de Rebeca se tornaron rojos. —Entonces esperaré. La señorita Olsen no tiene mucha familia ni amigos, ¡y yo la veré cada día de visitas! Sería desgarrador si todos los demás tienen visitantes y solo ella no.

El señor Allen no pudo evitar soltar una carcajada. —¿Vas a quedarte aquí para siempre?

Rebeca bajó la cabeza y se quedó en silencio, pareciendo de nuevo la joven dama malcriada que era.

Frankie la miró y se sintió algo aliviado.