—Lo siento también, señor Sims —dijo un hombre que se adelantó—. Sellé las ventanas a propósito para que no pudieras ver ninguna luz. —Un hombre se adelantó.
—Me aseguré de que la puerta estuviera entreabierta por la noche para dejar entrar el aire frío mientras dormías —añadió otro.
—No hice mucho, pero lideré la campaña de habladurías contra ti durante días. Lo siento —expresó otro más.
—...
Uno tras otro, los miembros de la División Especial inclinaron sus cabezas en disculpa, no solo por culpa sino por la creciente admiración hacia el anciano que estaba de pie ante ellos. Incluso aquellos que no habían hecho nada malo siguieron el ejemplo, disculpándose y mostrando su respeto.
Entonces, una voz firme se abrió paso entre la multitud. —Déjenme pasar.
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