Nara descansó en casa hoy. No revisó su teléfono ni miró la televisión, sino que leyó un libro en su habitación.
Por lo tanto, estaba completamente ajena a lo que estaba sucediendo afuera.
Solo oyó a alguien entrar y llamar su nombre.
Fue entonces cuando Nara salió y vio a la señora Spencer.
El rostro de la señora Spencer estaba surcado de lágrimas mientras miraba a Nara. —¡Nara, Gary iba a saltar de un edificio por ti!
Sorprendida por la noticia, Nara respondió, —¿Cómo puede ser eso? ¿Dónde está él? ¡Voy a ir a hablar con él!
No importaba cuánto le desagradara Gary o odiara el hecho de que no la tomara en serio, estas cosas parecían menos importantes ante la vida y la muerte.
Mientras Nara hablaba, se acercó a la señora Spencer.
La señora Spencer de repente agarró su brazo. —No hay necesidad.
Nara se sorprendió. —¿Fue salvado?
—No —dijo la señora Spencer, con los ojos llenos de lágrimas—. Está muerto.
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