No le pude dar ninguna oportunidad

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Para limpiar al equipo de rodaje de toda sospecha, Mason trajo a Chad consigo al set de La Reina Hormiga 2.

Por supuesto, para evitar que alguien se diera cuenta, nadie sabía que Chad también estaba sentado dentro del Rolls Royce negro de Mason.

Pero, incluso después de observar todas las caras del equipo, Chad no vio ningún rastro de su abuelo, ni encontró a un viejo con una marca negra en el dorso de su mano. De hecho, no había ni siquiera un hombre en el equipo que se correspondiera con la edad de su abuelo.

—No está aquí.

—¿Has mirado con detalle? —Mason recordó—. Si ni tú puedes reconocer a tu abuelo, entonces nadie puede hacerlo.

—Han pasado muchos años desde que lo vi... —dijo Chad con un tono ligeramente frío—. En estos 20 años, prácticamente solo lo vi tres veces.

—Si ese es el caso, permíteme llevarte de vuelta a casa —respondió Mason.