Unos minutos antes de su boda, Jeslyn descubrió que su futuro esposo solo estaba interesado en los beneficios que obtendría a través del matrimonio con ella. Desconsolada y sintiéndose traicionada, optó por la única opción disponible en ese momento, que era casarse con cualquier hombre que pudiera encontrar en un matrimonio de conveniencia, de lo contrario la fortuna de su familia terminaría en manos de sus enemigos. —Señor, por favor, ¿se casará conmigo?— le preguntó. Era un hombre que había visto entrar al baño del lugar de la boda. —Debe ser uno de los invitados—, pensó. Maverick se sorprendió por esa propuesta. Vio cómo ella se asustaba al girar la cabeza hacia él. Era obvio que tenía miedo de él, pero se compuso y se preparó para sumergirse en el misterio que tenía delante. —Será un matrimonio de conveniencia. Nos divorciaremos después de un año—, escuchó decir a Jeslyn. También necesitaba una mujer para su hijo travieso, por lo que respondió: —Trato hecho.— Sin saberlo, acababa de hacer un trato con el diablo más dulce que podría existir. ... Él es la pesadilla del país M, un lugar donde el mal gobierna. Ella es la pequeña conejita criada con amor y cariño. ¿Lastimar a una mosca? No, ella nunca había hecho eso antes. Sin embargo, obligada a convertirse en la esposa del demonio, no tuvo más remedio que dejar de fingir. ¿Pequeña conejita? ¿Quién dijo que no podía pisotear los dedos de un pianista con sus tacones y fingir que no lo hizo a propósito? ¡Ja, esas celebridades quieren jugar la carta de la pena! ¿Quieren conseguir la simpatía del público? Bueno, ¿por qué la llaman "pequeña conejita"? ¿No es porque era la mejor fingiendo ser linda? ¿Acaso nadie les dijo a estas flores blancas que quieren sumergirse en la cama de su esposo que ella le robó su alma cuando le dio nalgadas a su hijo travieso?
Y– y– ye–—perdió el apoyo de sus piernas y cayó al suelo—. ¡Pl– por– por favor, no me mates!
—¿Por qué no debería hacerlo? —preguntó la voz.
Señor Wales miró temeroso a la mujer que estaba sentada en la parte superior de un coche negro. Llevaba todo de negro y acariciaba un arma, luciendo solitaria y triste. Su hermoso rostro parecía que nunca había conocido una sonrisa.
¡La cara se parecía exactamente a la de su segunda esposa Alicia!
El miedo del Señor Wales no se debía a cómo se veía la cara de su esposa en este momento, sino a por qué y cómo había regresado de la muerte. ¿O acaso no estaba muerta?
Al ver la expresión en el rostro del Señor Wales, la persona dijo; —No soy quien crees que soy, pero me alegra que aún recuerdes esta cara.
De inmediato, al escuchar eso, su cerebro se estremeció. La imagen de la mujer a la que mató su hija recién nacida en el hospital cruzó por su mente.
—Y– y– tú eres–
—No me hagas perder el tiempo. Soy Alex, la hermana gemela de Alicia.
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