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La traición de Minrra

A pesar del penetrante olor a alcohol y perfume extravagante, logré percibir un sutil aroma familiar que envolvió mi ser, enviando un leve escalofrío por todo mi cuerpo. Mi instinto, agudizado por años de supervivencia, reconocía en el aire una presencia conocida. Observé de reojo la ventana y vislumbré una sombra acercándose sin preámbulos, deslizándose entre la penumbra con una gracia ominosa.

La figura embistió el lugar con una ferocidad desmedida, arrasando con todo a su paso. La ventana estalló en mil pedazos, y la pared cedió ante el embate salvaje. Reconocí esa ferocidad, ese gruñido gutural que resonaba en lo más profundo de mi memoria, como un eco de un pasado tormentoso  que creía haber dejado atrás.

El caos se desató instantáneamente en la sala, el tumulto de cuerpos intentando recomponerse, otros yaciendo inconscientes y algunos sepultados bajo los escombros que la bestia pisoteaba con desdén. Todos los presentes en la sala dirigieron su atención hacia la imponente silueta de la criatura.

Leonar, un hijo del antiguo comandante de alto rango  del clan Yamada, exclamó con voz atronadora: -Es un Gupnir, una de las bestias del Bosque de los Susurros-.

Un silencio cargado de incredulidad se apoderó de la sala ante la revelación de Leonar. Los ojos de todos reflejaban el temor y la incertidumbre ante la presencia de aquella criatura .

El Gupnir, con sus garras afiladas como cuchillas, se preparaba para desgarrar a sus presas mientras se desplazaba con una velocidad sobrenatural. En medio del caos, una joven yacía en el suelo, sangrando y apenas consciente. Sin dudarlo, Leonar se abalanzó hacía la bestia, tensando sus músculos  golpeándolo con una gran fuerza que lo hizo salir disparado, creando un agujero en la pared al otro lado de la sala.

A lo lejos, más criaturas bestiales se aproximaban, su sed de sangre se sentía incrementando la tensión, era notable para todos, estábamos rodeados y apenas nos dimos cuenta no sabíamos que tan grabe era la situación que estaba al borde del desastre. 

En un instante una maga se alzó frente a los presentes, entonando un cántico que resonaba con poder. Con cada palabra, su voz canalizaba energía Daiku, tejida en un torbellino de maná que se desplegaba como un escudo luminoso, envolviendo la sala en una protección, mientras las bestias se estrellaban contra la barrera la maga cayó de rodillas por el agotamiento de maná, algunos fueron a socorrerla una de esas personas era Sara Yamada mi hermana menor.

En el fondo de la sala, unos aplausos resonaron como un eco ominoso, seguidos por la risa estridente de alguien oculto entre las sombras. "En serio, en serio, ¡valió la pena venir!", la voz resonó con un tono siniestro, mientras una sonrisa invisible parecía danzar en la oscuridad. Cambiando su tono a uno más grave y lleno de intención, agregó: "No se resistan, mocosos", envolviendo la atmósfera en un misterio que helaba la sangre.

*10 minutos antes en la sala principal.*

En medio del bullicio de la sala, el emperador se deslizó entre los aristócratas con gran maestría social , su presencia imponente atrayendo miradas de respeto y reverencia. Se detuvo junto a sus viejos amigos, los líderes de las poderosas familias Kure Yamada y Gill clan del norte . Mientras compartían anécdotas del pasado, un silencio repentino cayó sobre ellos, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso de repente. Los ojos del jefe de la familia Kure brillaron con una intensidad intrigante.

De repente, una figura enmascarada surgió como una sombra ante ellos, arrodillándose ante el jefe de la familia Yamada con reverencia.

—Mi lord—, dijo con solemnidad.

El jefe de familia Yamada lo miró con frialdad. -Habla.

—Señor, hemos perdido toda comunicación con los puestos de avanzada. Hay una interferencia en los dispositivos. Hemos enviado a más sombras a investigar y se han movilizado—.

No pasaron 3 segundos desde que se fue la primera sombra y  los pies del señor se postraba otra sombra, —Mi lord, hemos encontrado actividades de bestias dirigiéndose hacia la ciudad de Talos en todas direcciones. Tenemos informes de que tienen un comportamiento errático. Se han contenido algunas, pero también se han encontrado bestias del Bosque de los Susurros—.

Otra sombra irrumpió. —Mi lord, se ha detectado dentro de la ciudad de Talos una energía extraña—.

—¡Kure!—, clamó con voz potente. —Damas y caballeros, estamos bajo ataque por fuerzas desconocidas. Sospecho que hay un traidor entre nosotros. Nadie está exento de sospecha—.

La sala estalló en murmullos de incredulidad mientras todos se miraban de reojos, buscando viejos demonios del pasado entre ellos.

Gill, jefe del clan del norte, ajustándose los lentes, intervino: —Esto no suena bien—.

El emperador asintió solemnemente. —Esto Fué minuciosamente planeado—. Levantando las manos en gesto de orden, indicó a sus dos escoltas que buscaran a sus hijas. Antes de que terminara de dar la orden,una energía  violeta empezaro a resonar en todo el clan, anunciando el caos.

—¡Ataduras del confinamiento!—, exclamó alguien mientras colocaba brazaletes hechos de energía púrpura a todos los presentes. La sala se volvió para ver quién había usado su Daiku : era el chico de cabello corto y piel morena que estaba en el comité  de acompañantes  del canciller de Minrra. Mahjul de Intel los traidores se había revelado ante todos, kuro se deslizó entre los invitados a gran velocidad y en un parpadeo ya estaba frente al chico el filo de su espada, estaba a centímetros de cortar su cabeza de raíz, se desplazó con tanta rapidez que el chico ni lo había notado si no fuera por su habilidad. El chico, chasqueando los dedos teletransportando  a todos dividiendo los en toda la cuidad de talos y muchos en los bosques y páramos de las zonas.

El chico se sentó en el suelo muy aterrado, tocando su cuello, sintiendo un ardor mirandos sus  dedos  y observo que tiene sangrel casi fue  decapitado una experiencia muy serca de la muerte.

—Kenia, te encuentras bien?—  preguntó el Canciller Mahjul .

—Si señor, todo va acordé a como se planeó , ya hice el gran destello después de teletransportar los—.

—Buen trabajo, Kenia has hecho un gran trabajo muchacho—.

—Señor Mahjul, teletrasnsporté  a los mercenarios a la sala secundaria—.

Muhjul levantó su mano derecha y con un ademán llamó a sus otros dos acompañantes que eran su guardia personal,  vamos a la sala secundaria,

—levanten a Kenia, debe haber quedado sin fuerzas en sus pies fue un gran desgaste de maná—.

Dato extra.

 Tercer acompañante del canciller Mahjul, un Salaid maestro marcial   de Minrra elogiado por ser un gran  guerrero , afinidad al elemento tierra .