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Capítulo 11: La libertad en el abismo

Mente de Belcebú: Espero salir viva de esto. Estaba pasando por la puerta principal cuando la vi. Allí estaba mi verdugo. Su presencia asesina era palpable y me miraba con ojos llenos de odio.

Lucifer: Oh, hija mía, ¿a dónde te diriges?

Belcebú: Voy por materia prima.

Lucifer: Es necesario que salgas.

Belcebú: Sí, ya que no confío en los inútiles de tus esclavos.

Lucifer: Si no vuelves antes de anochecer, no cenarás hoy. ¿Entendiste?

Agaché la cabeza, sabía que ella me odiaba y solo buscaba hacerme sentir mal. Al ver su sonrisa, ella simplemente se alejó y mis moscas y yo salimos por la entrada principal.

El camino fue largo, bueno, no tanto con mis modificaciones, pero estaba reflexionando sobre mi existencia. Estaba dejando atrás a la persona que me ha maltratado por mucho tiempo y, en algún momento, yo misma la mataré.

Mosca 1: Mi señora, ya casi llegamos.

Miré mi cara reflejada en el cristal del carruaje, respiré hondo y bajé del carruaje. Vi el pueblo del acero. Vimos a los guardias con intención hostil hacia nosotros y vi cómo llegaba un viejo.

Jefe del pueblo: Buenas tardes, señorita. ¿Qué se les ofrece?

Belcebú: Vine por materia prima. ¿Hay algún problema con eso?

Jefe de la aldea: No, para nada. Si quieren eso, necesitan ir hacia esa montaña.

Señaló la montaña más alta que parecía cortada a la mitad.

Jefe de la aldea: Y también necesitan pagar una tarifa.

Con un chasquido de mis dedos, uno de mis soldados trajo unas monedas de plata. Eran cinco en una bolsa pequeña de cuero y se las arrojó al jefe. Solo vi que asintió y procedimos a ir a la montaña, atravesando el pueblo. Solo veo cómo todos nos miran, unos con odio, otros con asombro, y los niños quieren ver de cerca a mis siervos.

Solo pasamos por allí, pero las casas parecían hechas de acero completamente. Debe haber muchos herreros con talento por aquí. Caminamos un poco y los vimos a lo lejos, dos mujeres y un gran monstruo de las profundidades.

Belcebú: Hola, ¿son los sirvientes del rey?

Los ojos de los siervos brillaron de color verde esmeralda y luego hablaron.

Rey de las sombras: Hola, querida. ¿Estás lista para salir de tu prisión?

Belcebú: Sí, ¿qué necesito hacer?

Rey de las sombras: Necesitamos dejar rastros de pelea por si acaso tu madre viene a investigar.

Belcebú: Entiendo, destruiré casi todo por aquí.

Rey de las sombras: Sí, y también necesitamos cortarte un brazo.

Cuando dijo eso, me comenzaba a arrepentir.

Rey de las sombras: No tengas miedo, mi niña. Esas son mis sanadoras personales, pueden reconstruir extremidades.

Belcebú: Entiendo, pero ¿qué hay de ellos?

Señalé mis moscas y la criatura les hizo daño; partes de mis soldados cayeron y la sangre regaba el piso. Apunté mis armas hacia los siervos.

Rey de las sombras: Tranquila, mi niña. Ahora ellas van a curarlos. Así que te sugiero que te prepares.

Vi con mis ojos atónitos cómo las extremidades volvían a crecer. Solo extendí mi brazo derecho, que tenía más heridas visibles del pasado, y grité.

Belcebú: ¡Bien, solo hazlo!

Fue tan rápido que cuando bajé la mirada, mi brazo ya no estaba y se encontraba en el piso. Cerré mis dientes con tanta fuerza. Era muy doloroso y la sangre que salía a chorros me asustaba. Ahora sé cómo se sienten los que maté.

Veo cómo las doncellas llegaban a auxiliarme y veo cómo crece mi nuevo brazo con una gran, pero gran regeneración. Ya decía Antoine, la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma.

Rey de las sombras: Listo, hora de irnos.

Cuando dijo eso, el monstruo de las profundidades me tomó y metió a mí y a mis moscas en su bolsa de su vientre y comenzó a excavar, seguidos así por un buen rato hasta que llegamos al reino desconocido.

En otro lado, las doncellas que se quedaron atrás comenzaron a destruir el carruaje y robaron lo que se veía de valor, así se vería más creíble que fui asesinada y robada.

No pasó mucho tiempo antes de que llegara al destino. Solo el topo nos sacó y luego nos colocó. Ya vi un pueblo grande y con eso fue la gran sorpresa. Estaba lleno de sombras y nos comenzaron a guiar hacia el rey. Cuando de repente todo el ambiente cambió, estaba en un espacio. Empezó a hacer frío extremo. Parece que hay un combate en progreso.

Cuando el espacio desapareció, no fue mucho lo que duró. Algo estaba mal aquí. Cuando llegué con el rey, estaba con los chicos que golpeé y maltraté un poquito. Al verme, ellos se pusieron en guardia y todo lo que veo es que el rey les dice que se calmen y que ahora estoy de su lado. Las caras de ellos no tenían precio.

Mis moscas fueron a disculparse con el que estampó al piso.

Mosca 3: Lo siento, hermano, fue por orden de mi señora.

Dario: Te entiendo, amigo. Gracias por disculparte, pero aún me caes mal.

Mosca 3: Es entendible.

Me acerqué a ellos y todos me veían mal, muy mal, pero dejaron de hacerlo al rey de las sombras verlos con una mirada fuerte.

Mente de Belcebú: Sí, que los tiene muy controlados.

Rey de las sombras: Bien, saluden de manera cortés.

Se presentaron y eran muy

clarantes. 

Mente de Belcebú: Sí, que los tiene muy controlados.

Rey de las sombras: Bien, saluden de manera cortés.

Se presentaron y eran muy cortantes. Era comprensible, intenté matarlos. Nos dimos la mano y la verdad me comportaba de manera tímida. No estaba acostumbrada a este tipo de ambiente.

Rey de las sombras: Llegas justo a tiempo para el torneo del nivel. Ellos van a participar con mis siervos para ver su nivel actual y con esto elegiré los 50 mejores de mis soldados, que serán elegidos al azar para ver qué tanto resisten.

Todos se emocionaron, ya que tenían que probar de qué están hechos. Bueno, eso creo.

Vista de Dario:

Estaba entrenando una última vez mi espacio, ya que nos enfrentaríamos a lo mejor de lo mejor para ver qué tanto hemos subido de nivel. Estaba todo listo hasta que llegó mi chica. Ella se veía muy seria y me pidió de favor que me detuviera. Lo que pasó después fue raro: la mujer atravesó mi cuello con sus uñas y ordenó que me azotaran en el suelo dos veces. Estaba frente a nosotros; la verdad, todos nos colocamos en guardia. Eso no era normal. Recuerdo que mi reina me comentó que podría pasar a alguien a nuestro lado. No recuerdo bien, la verdad, estaba más concentrado en el espacio y el entrenamiento.

Ella nos dijo que nos calmáramos y la vimos. Tenía ropa casual. Tengo que reconocerlo, no tenía todas sus armas como aquella vez. La saludamos a regañadientes, pero ya casi empezaba el torneo, así que nos estábamos preparando mentalmente.

De repente, un estadio se formaba de roca pura. Vimos a monstruos manipulando el suelo. Solo quedamos nosotros en medio del estadio. Las sombras de mi reina y mías llegaron y se sentaron en las bancas. Me sentí traicionado.

Rey de las sombras: Bienvenidos al torneo del nivel. Los participantes de este año son los 6 jóvenes que están en medio de la arena. ¿Quién será el primero? Dejemos que la ruleta hable.

Salió una ruleta con nuestros nombres y comenzó a rodar. En eso, cayó el nombre de Rubén.

Rey de las sombras: Por favor, los otros competidores salgan de la arena.

Todos le deseamos suerte y con mucho ánimo chocamos el puño y salimos cuando nos quedamos en la entrada de arena para ver el combate.

Rey de las sombras: Y su contrincante es...

La ruleta cambió nuestros nombres por números, 50 para ser exactos, y con eso la ruleta giró, giró y giró hasta que se detuvo en el 48.

Rey de las sombras: Por favor, el número 48 vaya a la arena de combate.

Cuando cayó, el soldado levantó polvo y, cuando se disipó, Rubén vio un gran y enorme oso antropomórfico con unas tonfas.

Vista de Rubén:

Estaba delante de mí un oso con unas tonfas y cicatrices en la cara.

Rey de las sombras: Listos para pelear.

El oso, sin decir nada, se impulsó con las tonfas. Parecía que las tonfas eran cohetes. Me tomó por sorpresa, me golpeó tan fuerte que me estampé y generé un cráter. Vi que el oso se lanzaría nuevamente con una cadena del suelo, así que hice que las tonfas apuntaran al suelo. Al golpearlo, dejó una línea recta de tierra. Las tonfas se desprendieron de sus mangos, esto no me lo esperaba. Con mucho movimiento, generé mi armadura improvisada, rodeándome todo el cuerpo de cadenas. Fuimos al intercambio de golpes cuerpo a cuerpo. Con un puñetazo en la cara, se sacudió y al caer al suelo hizo una finta y una patada dio a mi barbilla.

Eso dolió, mi cerebro estaba tan mal, eso me aturdió. No podía pensar bien. Aquí lo único que se me ocurrió fue huir. Generé una en la pared y con eso pude escapar cuando se lanzó para caer encima mío. Me mantenía de aquí para allá, me di cuenta de que en los giros cerrados no podía hacerlos como yo y comencé a hacerlos. Él se estrellaba y empecé a desgastarlo. Al percatarse de que no podía alcanzarme, solo se quedaba allí viéndome, esperando su momento. Pero no lo dejaría, lancé cadena tras cadena con cuchillas tan finas que cortarían metal. Él solo se movía con un juego de pies que parecía un boxeador de unas toneladas. Cuando le di mi finta, mandaba cadenas para que él las viera, pero el verdadero ataque se encontraba cortándole los talones de Aquiles. Cuando se arrodilló, me impulsé y le di un rodillazo muy fuerte en la cabeza. Solo escuché cómo algo crujía y al bajar, era la cabeza del oso que estaba rota, ahora, y conmigo ya solo me quedé allí. Me dolía la rodilla, limité mi movimiento por idiota, pero fue un sacrificio.

Pero cuando pensé que estaba ganado, lo peor pasó. Los ojos del oso brillaron de color rojo, dio un gran rugido, parecía que entró en modo berserk y con eso salió corriendo sin importarle el dolor de sus talones y yo no podía correr. Solo me mantuve al margen, esquivaba por milímetros los puñetazos que parecían mortales y pasó: me dio en el estómago. El golpe dolió como si mis órganos se movieran de lugar.

Recobré conciencia cuando me encontraba en el suelo, vomitando sangre. Parece que sí tendré que usar mi último recurso. Solo estoy viendo cómo el tipo rompía el suelo y sacaba una gran, pero gran roca que me mataría si me aplastara. Así que junté mis manos en una pose de manos y dije: "Extensión de espacio neutro, prisión de marionetas".

El oso tiró la piedra y con eso comenzó a golpearse a

sí mismo. Mis dedos de la mano izquierda salían cadenas.

Mente de Rubén: Buen intento, pero se acabó el juego.

Cuando pasó algo inesperado. El oso, sangrando por los golpes que se había dado a sí mismo, rugió con grandes esfuerzos para liberarse de mi mano. Ejercí mucha más fuerza y esto se volvió un duelo de resistencia. Nada más pensaba que ya se daría por vencido, pero mi mano dolía como el carajo.

Duncan: Tú puedes, Rubén.

Dario: No pierdas.

Todos: ¡No pierdas, Rubén! ¡Rubén, Rubén, Rubén!

Escuché a mis amigos animándome y con eso medio fuerzas. El oso seguía rugiendo y forzando las cadenas, pero llegó un momento y mis dedos se rompieron. Se doblaron y todos tocaron mi dorso, sentí todo el dolor. El oso corría hacia mí, venía en cámara lenta, como preparaba su puñetazo y al impactar en mi cara ya no sentí nada.

Continuará...

gracias por esperar ya casi viene lo bueno viene peleas duras perdon si la proxima semana no subo nada o poco ya que sera semana de examenes finales y mi historia de amor se retrasara ya que soy nuevo escribiendo eso quedense ya viene las batallas buenas y casi se hacerca el final de lucifer.

con amor Rixsune