Wendy abrió los ojos y vio un techo desconocido encima de ella. Había telarañas que cubrían las vigas de madera. El techo estaba hecho de ladrillos grises y tenía una lámpara de araña circular sin iluminación. Lentamente, la imagen cambió de nublada a clara hasta que pudo ver todos los detalles.
No es un frío techo rocoso o una carpa estrecha... Ah, claro, he dejado la Asociación de Cooperación entre Brujas hace más de medio mes. Me pregunto si la Mentora ha llevado exitosamente a las hermanas al descubrimiento de la Montaña Sagrada.
Respiró hondo. Aunque el aire de la habitación no era tan limpio y fresco como el de una cueva, su opacidad y calidez le daban una sensación de comodidad. Su cuerpo estaba envuelto en una suave colcha de terciopelo, y las capas de mantas de algodón debajo de ella se hundían ligeramente cada vez que se acostaba sobre ellas. Incluso si estiraba su cuerpo completamente, sus dedos no estarían expuestos.
Se sintió un poco culpable al pensar en recostarse cómodamente en la cama. Aunque sólo había llegado hace medio mes, se sentía en completa paz. Era algo que ella no había experimentado en mucho tiempo.
En el castillo, nadie la molestaría sin importar qué tan tarde se levante. Al igual que hoy, Wendy se volvió para mirar por la ventana y notó que el cielo gris era levemente deslumbrante. Parecía ser más de las diez de la mañana. En su pasada vida errante, ella no había tenido un sólo sueño tan cómodo, porque siempre la despertarían los sonidos más débiles y tendría que levantarse a preparar la comida antes del amanecer.
En estos tiempos, las brujas tenían que vivir con el temor de ser descubiertas por la Iglesia o morir en la próxima tortura demoníaca.
Incluso mientras se escondía en la Cordillera Impasable, siempre estaba ocupada con muchas tareas. Tenía que ayudar a sazonar los alimentos secos y las hierbas, secar la ropa de sus hermanas o limpiar el campamento, entre otras cosas.
A Wendy no le importaba llevar a cabo tales tareas, y se sentía feliz al ver la sonrisa en la cara de sus hermanas. Sin embargo, no podía resistirse a la vida perezosa de ahora. Inesperadamente, la estaba disfrutando.
No, ya no debería ser perezosa.
Dándose palmadas en la cara, se esforzó e hizo todo lo posible por levantarse de la cama. Cuando estaba en el convento, la madre superiora siempre había advertido que Dios nunca bendeciría a los perezosos.
En un momento, iré al patio trasero del castillo para practicar el control del viento y de paso limpiaré la nieve en el camino.
Wendy no pudo contener su sonrisa cuando pensó en los requisitos de su alteza para su entrenamiento. Estos eran requisitos extraños y excéntricos, como pedirle que controle el viento a diez metros por encima de su cabeza después de haber visto lo que ella era capaz de hacer. Sin embargo, una bruja nunca podría extender el poder tan lejos como él requería. A pesar de ello, el príncipe no se enojó cuando ella le admitió que sus pedidos iban más allá de sus capacidades. En cambio, se le había ocurrido una idea extraña: que se parara en un taburete y soplara el viento desde arriba y desde abajo al mismo tiempo. Después de intentarlo, Wendy logró encontrar una solución práctica.
El resultado de la prueba agradó mucho a su alteza. Además de pedirle a Wendy que practique más, también le preguntó si le tenía miedo a las alturas. Tal como lo describió Ruiseñor, Roland Wimbledon era una persona impredecible. Sin embargo, también era un príncipe que se preocupaba por las brujas.
Wendy suspiró suavemente ante tal pensamiento.
Mentora, estás equivocada. Sí existe un príncipe que no odia a las brujas.
Después de ponerse la bata nueva, sintió que estaba un poco ajustada en el pecho; cosa a la que Wendy se había acostumbrado. Cuando estaba buscando el kit de costura para repararla, alguien llamó a la puerta.
—Adelante.
Era Ruiseñor. Wendy estaba algo sorprendida.
—¿Está Su Alteza todavía en la cama? Es sorprendente que tengas tiempo para verme —dijo Wendy riendo.
—¿De qué estás hablando? No tengo tiempo de seguirlo todo el día —dijo Ruiseñor levantando la cesta que llevaba en la mano—. Te he traído algo de desayuno.
Usualmente, era la criada quien servía el desayuno en su habitación.
Wendy apenas había visto a y hablado con Ruiseñor, excepto cuando el príncipe estaba dormido. Ella sonrió en su corazón. Wendy sabía que Ruiseñor probablemente se había colado en su habitación para comprobar si se había despertado y luego le había pedido permiso para entrar cuando la vio salir de la cama.
—Adelante, ¿qué pasa?
Ella tomó la canasta y se puso un pedazo de pan relleno de queso en la boca.
—Hmm.. .—dudó Ruiseñor acercándose a la cama y sentándose— Hoy es... el día para Nana.
Wendy se quedó sin habla. Sabía que, aunque el primer bocado de poder mágico no era tan feroz y largo como el del día de la adultez, la bruja no estaba completamente a salvo. Cuanto más joven era una bruja, menos dolor podía soportar. Wendy colocó la canasta en el gabinete junto a la cama y caminó hacia Ruiseñor. Le dio una palmada en el hombro y la consoló.
—¿No dijo su alteza que mientras la bruja liberara su poder todos los días, la tortura se minimizaría?
—Era solo una hipótesis.
—Al menos suena razonable —dijo Wendy—. Anna ha pasado por el día del despertar de esa manera, ¿verdad? Ella estuvo a salvo incluso en el día más mortal de la edad adulta, y tú lo has visto con tus propios ojos. —Hizo una pausa y continuó—: ¿Dónde está Nana?
—Está en el hospital.
—Escuché que su padre, el baron Pine, compró muchas liebres a los cazadores y las envió al Centro Médico. Nana podrá practicar con ellas hasta mañana —dijo Ruiseñor, sin poder contener su sonrisa mientras hablaba.
—Es bueno tener un padre así—dijo Wendy con envidia—. No recuerdo nada de mi infancia... lo cual es muy extraño. Es como un vacío en mi memoria. No tengo padre ni madre, y todos los recuerdos comienzan con el momento en que estuve en el convento.
—Parece que soy un poco más afortunada que tú.
—Sí, mucho más afortunada —le dijo Wendy sentándose a su lado—. ¿Estás nerviosa?
Ruiseñor permaneció en silencio por un rato y luego asintió.
Por supuesto, Wendy sabía por qué estaba nerviosa. El día de hoy no sólo era sumamente importante para Nana, sino también significaba un punto de inflexión vital para el destino de todas las brujas. Si ella podía atravesar la tortura de manera segura, significaría que todas las brujas estarían libres de ser llamadas secuaces del diablo, y Ciudad Fronteriza, sin duda, sería su Montaña Sagrada.
Llegaría un día donde todas las brujas se reunirían aquí, viviendo una vida como las personas comunes sin necesidad de moverse para esconderse de la Iglesia.
—No tiene caso preocuparse. Tomémonos un día para quedarnos con Nana.
—¿Un día libre? —preguntó Ruiseñor mirando a Wendy con los ojos muy abiertos.
—Sí, decirme las noticias tan temprano me está poniendo tan nerviosa como tú—dijo Wendy sin rodeos—. Ya que no estamos de humor para entrenar, vamos a ver a Nana. ¿No está eso escrito en el contrato? Se llama licencia pagada.
Después de la cena, la recámara de Nana estaba llena de gente: Anna, Rayo, Ruiseñor, Wendy, Tigui y Roland. Al ver a la pequeña multitud, la joven parecía desconcertada.
—Eh... ¿Voy a morir?
—¡Por supuesto no!
Todos se apresuraron a negar con la cabeza.
—La intensidad de la tortura no será muy fuerte a la primera —dijo Wendy sosteniendo la mano derecha de Nana—. Mantente concentrada, puedes manejarlo.
—Aprieta mi mano cuando te duela —dijo Tigui agarrando la mano izquierda de su hija—. -te has vuelto mucho más fuerte en el hospital, y estoy muy orgulloso de ti.
La joven asintió. Miró a través de la multitud hasta que sus ojos se posaron en Anna.
Anna se acercó y le besó la frente.
—Mantente viva, ¿de acuerdo?
—Sí…