Su pregunta candente resonaba en su cabeza una y otra vez, buscando ver si ella sería honesta consigo misma y evitaría que él se saliera con la suya.
Lamentablemente, por mucho que intentara negarlo, la respuesta de su cuerpo era simplemente no. No quería que él parara, todo porque su cuerpo quería sentir más de lo que él podía ofrecerle.
Titubeante, Xenia abrió la boca. Todavía no estaba segura de qué decir, y fue en su detrimento ya que Darío rápidamente aprovechó la oportunidad, sellando sus labios con su boca traviesa y ¡evitando que ella siquiera lo intentara!
Justo entonces y allí, su lujuria la venció, la poca vacilación que le quedaba se fue para satisfacer las necesidades de su cuerpo.
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