Unos días después de que Gilas presentara a Clara ante su manada como su Luna, ella se mantuvo muy ocupada terminando asuntos en su propia manada. Aún tenía trabajo por hacer antes de poder instalarse definitivamente con Gilas como su Luna, y sería negligente si lo aplazara más.
—Alfa Clara, ¿realmente nos vas a abandonar así? —le recriminó Seth, su segundo al mando.
Riendo entre dientes, Clara se volvió hacia el hombre que solo tenía un año menos que ella. Le palmeó el hombro y dijo, —¿Quién dijo que los abandonaría? No lo haré, Seth. El hecho de que deje de ser la alfa de nuestra manada no significa que abandone la manada. Seguiré siendo miembro de la Manada de Medianoche, pero ya no llevaré la responsabilidad de ser su líder.
—¿Cuál es la diferencia? —él resopló con el ceño fruncido—. Te estarás quedando en la Manada del Creciente de Plata como su Luna ahora. Ya no serás nuestra Alfa...
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