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Capítulo 8: ¿Qué eres realmente?

Alepoú se encontraba sentado en una de las esquinas mientras me daba la espalda, no sabía por qué lo había hecho pero aún así solo le hablé para cortar el silencio que había creado después de haberse disculpado conmigo.

— Oye Alepoú, no se que estas haciendo pero responde... ¿qué eres?.— le pregunté mientras veía con curiosidad cada una de sus acciones.

— Soy una especie de familiar invocado. Aunque prefiero el término de protector o guardián, ya que fui creado a base de cabello, energía, conjuros, otros ingredientes y materiales esenciales para darme forma y vida.— me explicó de la manera más sencilla que pudo para que comprendiera.

— Oh, ya veo.— fue lo único que pudo salir de mis labios ya que no comprendía en su totalidad la información.

— Joven Nathaniel, ahora que recuerdo... usted está herido.— me dijo para después acercarse a mi.— ¿me permite curar su herida espiritual?

Ante su pregunta solo asentí para después solo darle la espalda y quitarme la camiseta que antes era blanca y ahora estaba manchada por tierra y sangre. Estaba un poco curioso por saber cómo iba a curarme, pero solo vi que este empleó la misma técnica que Jun había hecho sobre las mordeduras de las serpientes.

Cuando Alepoú terminó de curarme se sentó en el suelo para mirarme, a lo que yo solo le mostré el mechón de pelo que me había entregado anteriormente.

— Ah, disculpa. No te he dicho que debes hacer.— hizo una reverencia aún en su posición.— debes atar un listón o hilo infundido con tu energía y luego recitar una oración para mantenerme a tu lado y no desaparecer.

— Eso... ¿es lo que la familia de mi mamá hacía?.— le pregunté a la vez que me levantaba de mi cama para caminar hacia el buró para abrir uno de los cajones y comenzar a buscar un hilo o listón.

— Oh, es cierto... le prometí que si me dejaba a su lado le ayudaría y le explicaría todo sobre los Fray.— desvió la mirada.

— Alepoú...— lo nombré al encontrar un pedazo listón rojo.— se que no me contarás todo sin que haga esto así que... dime que debo de hacer.

El solo dejó de lado la seriedad que lo había invadido y con una gran sonrisa y brillo en sus ojos saltó hacia mi lado para ver el listón. Alepoú al verme decidido a hacer aquel ritual, solo se paró frente a mi y con la misma sonrisa que desbordaba de alegría comenzó a recitar:

— Con este listón, mi energía y un pedazo de esencia animal... le daré vida y forma a mi títere guardián. Así que, yo Nathaniel Castelia Fray con ayuda de mi energía y mis dones que se me otorgaron desde que nací y estando con los cuatro elementos a mi favor... te pido que te levantes títere del zorro y me protejas hasta que mi energía desaparezca de la faz de este mundo terrenal.

— Está un poco largo.— le dije un poco preocupado.

— ¿Enserio?. jajaja, y eso que no me lo se en latín si no... dirías que es largo y difícil.— me sonrío con timidez.

— Alepoú...— lo nombré a lo que él solo dirigió su mirada hacia mis ojos.— ¿crees que funcionará que lo diga en español y no en latín?

— Eres un Fray, puedes hacer esto. La creadora de este ritual tal vez lo hizo en latín pero... con los dones y la energía que tienes podrás hacerlo si recita cada palabra que dije sin saltarse y cambiarlas.— explicó sin apartar la mirada de mis ojos.

— Ahg... bien. Si esto no funciona... no me culpes.

— Solo confía en ti y tus dones.

Solo asentí y acto seguido me enfoqué en el mechón de pelo. Sin mentir, estaba nervioso por hacer ese ritual del que desconocía totalmente su origen de magia blanca o negra, pero si quería descubrir más sobre los Fray y el pasado de los Castelia... debía hacerlo para sacar toda la información que me podría de ser de ayuda en la celebración de la tradición.

Pasaron aproximadamente 5 minutos cuando solo solté un suspiro y cerré mis ojos, no estaba seguro pero sentía que debía hacerlo en esos momentos, así que, siguiendo mi intuición comencé a concentrarme para infundir mi energía en aquel mechón.

Con una simple oración y mis grandes deseos de conseguir más información, hicieron que la tarea fuese más fácil de hacer. Rápidamente logré sentir como un cosquilleo que a su paso dejaba una ligera calidez, esta pasaba por cada parte de mi ser hasta llegar a las manos donde ese calor abandonó mi cuerpo. Al sentirme un poco mareado y cansado, me di cuenta de que había funcionado y ya solo faltaba atar el listón y recitar la oración.

Sin apartar la mirada de aquel mechón de pelo, con mi mano libre le hice una seña a Alepoú, quien comenzó a susurrar la oración que era audible para mí. El volumen bajó de su voz me bastó para darle fin al ritual que terminó cuando até el listón al mechón que inesperadamente comenzó brillar con intensidad.

— Alepoú... ¿estás bien?.— le pregunté al no poder ver a través de esa luz.

— Claro.... si no crees... mira por ti mismo.— me respondió del otro lado de la cegadora luz.

El brillo poco a poco fue disminuyendo su intensidad hasta dejarme ver a Alepoú que se encontraba frente a mi con una apariencia diferente aunque solo había cambiado su vestimenta y el estilo de su cabello. Mi ahora guardián vestía una sudadera naranja que la mitad del torso era blanca y en las mangas de cada brazo también eran del mismo color. Sus pantaloncillos cortos habían pasado a ser pantalones largos algo ajustados color café oscuro casi aparentando ser negro y de calzado tenis negros.

Tanto como yo se encontraba sorprendido, y con algo de preocupación pasó sus manos por su flequillo y después las dirigió hacia su nuevo peinado que consistía en una media coleta que era atada por una argolla plateada que tenía como grabado la figura de un zorro.

— Uff... hubiese preferido mantener mi antigua vestimenta.— se quejó al notar que su cabello pasaba debajo de sus hombros.— ¿crees qué me será fácil luchar?

— Eso es lo de menos, después de que me digas lo que sabes te daré ropa nueva y te cortaré el cabello.— le dije para evitar perder más tiempo en una discusión que sería inútil de sobrellevar.

— Bien.— habló ya resignado.— pero lo harás.

— Sisisi.— le dije sin tomarle importancia a su semblante que denotaba fastidio.—Ahora, podrías contarme... ¿por qué te hicieron y que eres exactamente?.— le pregunté mientras tomaba asiento nuevamente en mi cama.

— Bah. Joven Nathaniel, directo y claro... soy un títere, un ser que nació por un pedazo de pelo de zorro y energía, tú tío Tristán Fray me creó con el propósito de protegerlo de un mal que acechaba la casa de los Fray.— me respondió a la vez que se sentaba en el suelo.— ¿otra duda que pueda surgir de esa mente tan curiosa?

— ¿Los Fray saben sobre magia?.— le pregunté en respuesta.

— Es algo no muy específico que no se como responder. Pero solo sé que ellos aprendieron a hacer títeres con una erudita en el campo de la magia, eso es lo único que saben hacer, según lo que hablé con tu tío.— me respondió sin apartar su mirada de mi.— veo que tienes más dudas a causa de mi respuesta.— dijo con una ceja alzada y con una leve sonrisa.

— Jaja, es cierto.— reí por el nerviosismo de saber que Alepoú me estaba analizando, así que como pude trate de ocultar mis nervios para seguir con mi pequeño interrogatorio.— ¿quién es esa erudita en en campo de la magia?

— Hmm... déjame recordarlo. Solo dame unos minutos, se que tú tío una vez me lo mencionó.— me pidió a la vez que posaba su mano sobre su mentón, dando a entender que se encontraba tratando de recordar.

Estaba por hacerle otra pregunta para no perder mas tiempo, pero sorpresivamente Alepoú golpeó con una de sus manos el piso, cosa que he hizo dar un brinco del susto.

— ¡Alepoú!, no vuelvas a hacer eso.— le regañé.

— Lo siento, es que recordé un poco de lo que me había dicho tu tío Tristán.— algo avergonzado solo comenzó a jugar con sus manos y desvió su mirada para no mirarme a los ojos.— era madame...