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Capítulo 5: ☆Alma en pena☆

Al lanzarle el libro, este la traspasó y ella solo me mostró una sonrisa algo tétrica para luego abrir la boca para liberar un grito desgarrador y escalofriante que me erizó la piel. Sabía que no tenía que quedarme nada más viendo a esa cosa, así que sin más solo salté de la cama para tratar de salir de mi habitación pero... aquello deformó su aspecto, tanto que en donde tenía que haber ojos solo estaba en hueco que debajo ver la oscuridad que había dentro del ser.

— Nathaniel Castelia Fray~.— canturreando me llamó a la vez que sacaba lo que parecían ser garras.— quise hacer esto por las buenas pero... tú estupidez supera a la razón.

Quería correr pero "eso" obstruía mi salida, así que debía que hacer otra ruta de escape para irme del lugar si no quería dejar el mundo terrenal tan pronto y a una edad muy corta. En todo momento miré a mi alrededor para buscar salida hasta que dirigí mi mirada hacia la ventana, una idea algo peligrosa se me cruzó por la mente, ¿pero qué más daba? tal vez solo era otro plano y mi cuerpo no resultaría herido. Esa posibilidad no podía descartarla y eso hacía más fácil de llevar a cabo mi sencillo plan, pero para eso solo debía retroceder hasta ella y distraer a quien suplantaba a mi madre.

— Nathaniel Castelia Fray~.— volvió a cantar mi nombre.— me gustaría saber a que sabe tu alma ya que no quisiste ser desterrado por tu propia familia y encerrado en el calabozo de las bestias para que tu alma sea devorada y sin la posibilidad de volver a renacer...—me sonrió ampliamente y con sus garras rasgó mi cama.

— ¿Un Castelia?.— retrocedí lentamente unos cuantos pasos con la intención de llegar a la ventana que se encontraba detrás de mi.— te daría indigestión, ¿por que crees que nadie nos quiere cerca?. Nuestra energía los hace aborrecernos, así que considero que los Castelia no son una buena opción para alimento de lo que sea que seas tú.

— Niño.— su voz comenzó a distorsionarse.— yo he devorado el alma de dos integrantes de los Castelia... ¡¡¡y saben deliciosas!!!

Su grito me hizo girarme e impulsarme hacia la ventana, logrando romper el vidrio. El tiempo comenzó a ir con lentitud mientras caía del segundo piso donde se encontraba mi habitación.

Cada fragmento del cristal me hicieron cortes y uno incluso se encontraba incrustado en mi espalda, pero no importaba ya que ese era el precio que debía pagar por escapar.

— Ahora solo queda esperar el golpe que me daré al llegar al pasto del jardín.— pensé.

En todo momento mantuve mi mirada sobre la ventana, donde se encontraba aquella figura que parecía tener intenciones de saltar para ir tras de mi. Estaba acabado si esa cosa saltaba, quise recordar algún hechizo para defenderme pero... era inútil ya que necesitaba tener algunas cosas a la mano.

Poco a poco mi esperanza se desvaneció al ver que esta se lanzó hacia mi, y lo peor era que ya me faltaban unos cuantos centímetros para chocar contra el suelo, mi final estaba escrito.

— Que patético... eso me pasa por no ser precavido.— pensé a la vez que cerraba mis ojos, esperando el destino cruel que me llegaría en un par de segundos.

Pronto pude sentir como aquel gran fragmento se clavaba profundamente en mi piel, el dolor era agudo, tanto que en mis oídos escuché un zumbido que me privó de este sentido pero agudizó mi olfato, eso hizo que mi nariz rápidamente captara un olor a flores y miel. Mi corazón dio un brinco sin saber de que se trataba o de donde provenía esa fragancia.

Cuando el zumbido se esfumó abrí los ojos ya que el ataque nunca llegó, pero para mi sorpresa, me encontré con jun que se encontraba dándome la espalda a la vez que apuntaba al ser con su lanza, lo extraño era que esa cosa estaba flotando en el aire a su voluntad.

— Mira querida alma en pena, a este chico no le lo vas a merendar hoy.— dijo con suma seriedad.

— ¿Y quién eres para decirme eso?

— Soy la mensajera de este mundo y el terrenal, y mi deber es ayudar a este chico a desenmascarar la falsedad de quien te ató para no dejarte descansar en paz.—respondió.

— Hmm, te ves del mismo calibre que ese Castelia. ¿Debería comerte?

— Jajaja, piensas en comer cuando ni siquiera eso va con el estilo de alma que eres. A pesar de todo esto que estás y quieres hacer, puedo ver la confusión y dolor en tu rostro. ¿Quieres que te liberemos?. ¿Te duele hacer esto... verdad?

Aún sin bajar la guardia se giró hacia mi para sonreírme, sabía lo que ella quería hacer, así que solo asentí para pedirle ayuda ya que la necesitaba por la herida.

Al estar de pie, Jun solo tomó una de las plumas blancas que se encontraban en su lanza para luego lanzarla a aquel espectro.

Sin poder creer que un pequeño objeto frágil se había incrustado en el pecho del ser, solo pude sentir como ella me tomaba de ambas manos para ponerlas en la empuñadura de su lanza.

— No temas, si lo haces tú... descubrirás que tienes potencial para esto, solo confía en ti.— me sonrió.

— ¿Y si fallo?.— le pregunté algo dudoso.

— Mira, si sabes que soy... sabrás cuáles son los colores que me pertenecen realmente.

— ¿Rojo y verde?

Negó.— Mis plumas cambian de color, en realidad son negras pero.. el sol las hace tornarse de esos hermosos colores. Así que... aún que creas que todo es imposible, toma cómo ejemplo al pequeño Colibrí, soy algo que consideran indefenso pero... nunca juzgues antes de ver.

— ¿Y eso a que va?.— la miré a los ojos.

— Que no te subestimes, puedes hacer todo lo que te propongas si te esfuerzas y no te rindes. Por más pequeño y débil que seas, siempre encontrarás una forma de salir de cualquier problema.

— Entonces... ¿crees en mi?.— le pregunté.

— Claro, yo creo en ti como tú crees en el poder de mis plumas.— me respondió con una leve sonrisa.— basta de charla que si nos tardamos... puede que me quede sin energía y esa cosa te ataque cuando yo me desvanezca.

— ¡sí!.

Ahora con más determinación, sujeté la lanza con fuerza, esperando a que Jun diese una señal o hablase, cosa que sucedió.

— Como el verde que simboliza vida, como rojo que simboliza amor y fuerza, como el negro la muerte y el blanco la purificación...— frunció el ceño.— yo le pido al gran señor de los muertos... ¡¡que me de la fuerza para salvar y redimir a esta pobre alma en pena para que descanse en paz!!

De pronto la pluma blanca que se encontraba incrustada en el pecho de aquella alma en pena, se desvaneció en pequeños destellos que se elevaron en el aire, dejando libre a aquel ser que se abalanzó contra nosotros.

— ¡Es ahora o nunca Nathaniel!.— me gritó Jun.

Estaba a punto de responder, pero al dirigir mi mirada hacia ella, me llevé una gran sorpresa.