—Long Chen, deshabilitaste lo de Ning Shenji. El Templo del Dios Celestial definitivamente no te lo dejará pasar. ¿No tienes miedo de ellos? —preguntó Wang Meng.
—¿Miedo? ¿Por qué no me proteges tú? —bromeó Long Chen.
—Entonces... entonces te protegeré con mi vida, lo mejor que pueda, hasta mi último aliento. Eso es todo lo que puedo hacer. Si quieres que venza al Templo del Dios Celestial, yo... realmente no puedo hacerlo —dijo Wang Meng seriamente.
—Solo estaba bromeando contigo; no tienes que hacer realmente nada. Lo que tienes que pensar ahora es que el asunto con Ning Shenji pronto llegará a tu familia. Si tu familia te presiona, ¿qué harás? —dijo Long Chen.
—He pensado en eso. Lo que ellos hagan es su asunto; ya no me importa y no les escucharé de nuevo —dijo Wang Meng seriamente.
—¿Y si no te escuchan y te arrastran de vuelta? —preguntó Long Chen.
—Esto... —Wang Meng se quedó sin palabras, mirando ansiosamente a Long Chen.
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