Long Chen se burló, y Xia Ling captó la indirecta al instante.
—Entonces, no solo tienes problemas de espalda, quieres... jeje —Xia Ling sonrió maliciosamente.
—Tos, siendo tan recto como soy, ¿cómo podría albergar pensamientos tan nefastos? Vamos —Long Chen tiró de Xia Ling, listo para salir.
—No ahora, no podemos hacer esto ahora, espera a esta noche, ¿vale? Vendré a buscarte en silencio esta noche, ¿de acuerdo? —Xia Ling negó con la cabeza, susurrando.
—No, tiene que ser ahora —Long Chen insistió.
—¿Estás loco? Mira detrás de ti, a tu izquierda —Xia Ling susurró una pista.
Long Chen giró la cabeza y vio a Pequeña Sin Rival sosteniendo un libro, mirándolo con una sonrisa traviesa.
En ese momento, Long Chen no sabía si reír o llorar.
—¿Cómo pudo haberse olvidado de esta pequeña?
—Hermano Chen, haz lo tuyo, yo no escuché nada —Pequeña Sin Rival parpadeó sus ojos.
—Xia Ling, dale tareas extra —Long Chen sugirió.
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