Cuando se abrieron las puertas, Kiara esperaba ver a Alejandro esperándola afuera para escoltarla a la cena. Ahora que el plan para hacer que sus hermanos apuntaran sus espadas a la cabeza del otro había comenzado, Kiara necesitaba a alguien en quien pudiera confiar para proteger su espalda.
Kiara permitió a Alejandro tener su espacio, pero era ya la segunda vez que se daba cuenta de que no estaba a su lado.
Kiara se volvió hacia Quinn buscando una explicación. —¿Dónde está?
—Perdóname, princesa. No lo había visto en todo el día y cuando fui a preguntar a otro soldado, dijeron que había dejado el ejército del rey. Ya era demasiado tarde para saber a dónde fue. Por favor, perdóname —Quinn suplicó—. Ya estaba en graves problemas con la princesa.
Kiara se mordió la lengua para no gritar. ¿Qué tonto permitiría que Alejandro dejara el ejército cuando sabían lo importante que era para ella? —Ha ido a ver a esa mujer. Debería haber hecho más.
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