—Perdone mi impertinencia, su Gracia, pero no puedo evitar notar que mi prima, Dama Jevera, no regresó con usted ni antes que usted. ¿Hay alguna razón particular por la cual?
Erick se mantuvo a buena distancia y con su postura era obvio que no tenía intención de acercarse más mientras hacía la pregunta. Jael pensó que era bueno que Erick se diera cuenta del riesgo que la pregunta planteaba para él.
Acercó la carta a la mesa y miró fijamente a Erick mientras se recostaba en su asiento. —¿Por qué crees que te debo una explicación?
Sus manos permanecieron en la mesa sujetando la carta. Ahora la sostenía con más fuerza mientras observaba cómo Erick se retorcía un poco bajo su mirada.
—No creo que lo haga, señor. Me disculpo si pareció de esa manera. Solo me dio curiosidad saber por qué no regresó. Han pasado tres semanas, no es propio de ella estar fuera del castillo tanto tiempo.
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