(Desde la perspectiva de Ezequiel)
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —Luc ladró.
La había escoltado de vuelta a su habitación. En estos días tenía mucho en mi mente, y ahora tenía que lidiar con este tipo.
—Deja de gritar —murmuré y me froté la frente.
—Crees que nadie puede ver lo que estás haciendo —dijo él enfadado.
—¿De qué estás hablando? Di claramente —dije—. Me estás dando dolor de cabeza.
—¿Dolor de cabeza? —Luc repitió amargamente—. ¿Crees que tu cuerpo y cabeza seguirán conectados si Demetrio se entera de esto? Todavía no entiendo... Busca tú a tu propia compañera, Ezequiel, mientras aún tengas tiempo.
—Ocúpate de tus asuntos.
—¡Vaya! ¿Ni siquiera lo niegas?! —Dijo Luc—. Todavía tienes tiempo. No te enamores de la persona equivocada.
«¡Qué gracioso! Ya he caído...».
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