Capítulo-22 Una pintura

Le tomó a Elliana treinta minutos terminar de dibujar el boceto preliminar antes de traer algo de agua y comenzar a colorear las figuras que había trazado con tanto cuidado. Era el primer dibujo de su cuaderno de bocetos y quería que se viera bien.

No era su mejor obra, pero estaba satisfecha con su trabajo artístico. Después de dos horas de pintar, recogió sus colores y los ordenó cuidadosamente en el fondo de su armario.

Después de que el dibujo se secara, ella miró la pintura con una sonrisa.

—Señora Elliana, ¿le gustaría probar algunos postres? —escuchó la voz del chef a través del intercomunicador, y dejó el archivo en la cama antes de responder un rápido sí y salir de la habitación.

—¿Un pastel de chocolate? —Elliana abrió los ojos sorprendida antes de pestañearle al chef.

—Espero no causarle tantas molestias —dijo Elliana—, y el Chef negó con la cabeza.

—Usted es como mi hija, Señora Elliana. No me molesta. Al contrario, me llena de alegría ver su sonrisa feliz después de comer la comida que preparo. He trabajado en esta cocina tantos años, pero su sonrisa me proporciona la mayor satisfacción y el reconocimiento que buscaba —dijo el chef, su atención en los platos.

Cuando la princesa no dijo nada por un tiempo, él levantó la mirada hacia ella, solo para sonreír al ver su boca sucia.

Era realmente como una niña.

—Limpia ese chocolate antes de que el señor te vea así o... —dijo el Chef caminando hacia la cocina para traer las servilletas que había olvidado poner en la mesa, y Elliana se encogió de hombros antes de tomar otro bocado del pastel.

—¿Estás comiendo bocadillos? —la voz de Sebastián resonó en el comedor vacío, y Elliana se congeló en su lugar, así como el chef, quien contemplaba si debía salir.

No. Debía darle las servilletas a la princesa. Ella ya había tenido un mal día. ¿Y si el príncipe la regañaba por algo que ni siquiera era su culpa? Pero ¿y si él la regañaba y lo suspendía de la cocina? De esa forma, no podría cocinar más para la princesa. El chef se sentía angustiado.

—Yo... —Elliana miró hacia otro lado, lamiendo sus labios con la lengua para limpiar el chocolate lo más que pudo, una acción que no pasó desapercibida para Sebastián ya que estaba parado justo encima de ella.

—¿Puedo probar un poco? —preguntó Sebastián—, y Elliana miró su plato desordenado, sin saber si debía ofrecerle el pastel restante en su plato al príncipe o si él estaba sugiriendo que llamara al chef para conseguir otro plato.

—Chef, ¿puede...? —Elliana se quedó congelada cuando Sebastián se sentó a su lado y comió con la misma cuchara que ella.

Su corazón dio un salto y lo miró al príncipe con total shock. ¿Por qué haría eso? ¿Acaso el príncipe acaba de compartir un beso indirecto con ella? ¿Se considera este su primer beso ahora? Los pensamientos de Elliana corrían descontrolados, y miró su plato tímidamente.

—Qué desorden —dijo Sebastián antes de agarrar su barbilla, obligándola a mirarlo.

Miró el chocolate en la esquina de su boca antes de cambiar su mirada a sus ojos abiertos.

Estaba tentado de burlarse de ella, pero eso le haría quitarse su máscara y no quería hacer eso. Limpió el chocolate de sus labios con su pulgar antes de llevar su pulgar debajo de su gran máscara para saborearlo bien.

—Es realmente dulce —dijo Sebastián, sin apartar la mirada de sus ojos tímidos.

Vio el torbellino de emociones en ellos, adoración, timidez y cuidado siendo las predominantes, y suspiró.

—Brandon, lleva mis cosas a mi oficina. Tengo una reunión a la que asistir —ordenó Sebastián sin dirigirse a alguien en particular antes de levantarse y marcharse.

Una vez que el príncipe se marchó, Elliana suspiró aliviada antes de tocarse los labios con una sonrisa tenue.

Sus labios ya no se sentían como suyos. Se sentían como si ahora pertenecieran al príncipe ya que los había tocado. Elliana meneó alegremente las piernas bajo la mesa antes de continuar comiendo, haciendo reír al chef, que la espiaba.

Antes de caminar a su oficina, Sebastián se detuvo en su habitación para lavarse un poco.

Salió del baño con un aspecto fresco antes de vestirse adecuadamente para la reunión con su abrigo de príncipe. Mientras se abrochaba los gemelos, su mirada se posó en el cuaderno de bocetos en la cama a través del reflejo del espejo.

Le disgustan las cosas desordenadas.

Será realmente una tarea vivir con una chica como ella que no es consciente de su imagen y las cosas a su alrededor. Suspiró antes de caminar hacia la cama para colocar el cuaderno de bocetos en la mesa.

Al inclinarse para poner el cuaderno de bocetos en la mesa, se detuvo y lo abrió para ver si ella había dibujado algo.

Decir que estaba maravillado sería poco —era un boceto de dos personas—. Una de ellas parecía la princesa misma y la segunda persona parecía él.

Se dibujaba su espalda en el cuaderno de bocetos mientras el perfil lateral de la princesa se dirigía hacia él con anhelo y amor en sus ojos —su mano estaba extendida como si estuviera tratando de llamarlo mientras el príncipe miraba un lago—. Era hermoso y uno diría que estaba lleno de sentimientos positivos, pero para Sebastián, se veía deprimente —miró su espalda y comprendió que esa era su realidad.

Estaba solo al lado del lago sin nadie a su lado —por un momento, sintió que ella trataba de dibujar cuán solo estaba él, y no estaría mal si ese era el significado exacto—. Era verdad.

Al ver a la princesa extendiendo su mano como si quisiera agarrar la mano del príncipe y sacarlo de su —Sebastián sintió una repentina ola de emociones y cerró el Cuaderno de Bocetos con un suspiro antes de colocarlo en la mesa.

Ella era una buena pintora —aún tenía que descubrir todos sus talentos—. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más única la veía en comparación con las demás.

Con una última mirada al cuaderno de bocetos, Sebastián abandonó la habitación.

—¿Entiendes mi punto? Puedo pasar por alto el hecho de que le pediste ayuda a la princesa y actuaste a mis espaldas, pero tendrás que hacer esto por mí —Sebastián se sentó detrás de su mesa en la silla del jefe, y la señorita Zoya miró sus pies antes de asentir.

—La princesa comenzará la universidad mañana —quiero que tu hija Shreya la vigile de cerca—. No podemos pasar por alto el hecho de que habrá otros humanos en esa universidad junto con ella —aunque la princesa no tenga la culpa, quiero mantenerla bajo observación—. Puede que ella no intente hacer nada, pero esos humanos a su alrededor no son de fiar —Sebastián miró a la señorita Zoya, y cuando ella no dijo nada, suspiró.

—Estoy haciendo esto también por su bien —ella ha exigido que no revele que estamos casados—. Quiere vivir su vida universitaria como un alma libre, lejos de todas las cadenas reales, y quiero que alguien la mantenga segura —Azul estará constantemente alerta—. Todo lo que tu hija necesita hacer es estar allí para la princesa —¿puedes hacer eso después de todo lo que ella hizo, verdad? —preguntó Sebastián, y la señorita Zoya finalmente levantó la mirada antes de sonreír.

—Le pediré a Shreya que lo haga —estaré más que feliz si mi hija pudiera asistir a la princesa de alguna manera —dijo la señorita Zoya, y Sebastián asintió—. Muy bien.

Una de las principales razones por las que empujó a Elliana a asistir a la universidad es porque quería que ella estuviera cerca de esos humanos para poder averiguar si estaban ideando alguna estrategia en su contra —por lo que dijo la señorita Zoya, el hijo del jefe del consejo de los humanos también estaba cautivado por Elliana en algún momento—. Pueden usar esto como un enfoque estratégico para atraer y averiguar más sobre sus mentes malvadas —no hay seducción más grande que la seducción de algo que no puedes tener.

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Ahora que el hijo del jefe del consejo sabe que no puede tener a Elliana, todo lo que ella haga lo afectará y lo atraerá —Sebastián asintió para sí mismo, ignorando la sensación incómoda que le producía la idea de que la gente acosara a Elliana.

La apoyará, pero ella también es importante para su misión —Si no pudiera usarla, no tendría sentido todo este drama y esfuerzo que estaba poniendo en ser amable con ella.

Sebastián se recostó en su silla antes de mirar su teléfono.

La última llamada que hizo fue a Elliana misma —Había guardado su número bajo sus iniciales E.H.

No sabía por qué se molestaba en escribir un nombre tan largo para él mismo en su teléfono.

—Señor, ¿puedo preguntarle una cosa más? —preguntó la Señorita Zoya.

—¿Qué es?

—Dado que solo está utilizando a Elliana para su misión, no sería un problema si ella se enamora de otro hombre, ¿verdad? —La pregunta de la Señorita Zoya dejó atónitos a Lucas y a Sebastián.

¿Qué diablos le pasaba a esta mujer? ¿Estaba pidiendo permiso para que la princesa cometiera adulterio?

—¿Y qué se supone que significa eso, Señorita Zoya? —Sebastián la miró, inseguro de lo que estaba pasando por su cabeza.

—El significado literal, señor —Quiero estar ahí para ella como una madre —Quiero que ella pueda compartirlo todo conmigo —Es una de las chicas más hermosas que he visto —Es lógico que tendrá muchos pretendientes en la universidad —Ya que solo la está utilizando, yo al menos la guiaré en cómo elegir a un buen hombre para ser su primer novio —No puedo esperar a que regrese y me cuente todo —la Señorita Zoya aplaudió sus manos.

—Además sé que hay muchos vampiros prominentes también estudiando allí —¿Qué pasa si ella capta la atención de uno de ellos? —No son menos que la realeza —Solo espero que encuentre a un caballero que besaría el camino por el que ella camine —la Señorita Zoya suspiró con emoción.

—Ella se merece lo mejor —Eh, ya no puedo controlar mi corazón —Hay tantas cosas que tengo que preparar —La primera impresión es importante —la Señorita Zoya no pudo contener su emoción y ni siquiera se molestó en decir que se iba y se fue así sin más.

Lucas miró al príncipe para preguntarle si estaban listos para la reunión, pero cuando vio la fea expresión en su rostro, tragó saliva antes de salir de la habitación en silencio —No pasó mucho tiempo antes de que el sonido de cristales rompiéndose resonara en el corredor, y él suspiró.

Las cosas se pondrán demasiado interesantes o demasiado dolorosas para todos en la casa a partir de ahora que la princesa se unirá a la Universidad y el príncipe podría ganar algunos competidores.

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