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Capítulo 8: El Edicto Real; Enfrentando la Traición de los Espíritus

Habían pasado varios días desde que Yesfiel se vio forzada a reorganizar sus estrategias en medio de contratiempos inesperados que amenazaban su reino. Inmersa en una vorágine de responsabilidades, se dedicó con diligencia a establecer nuevos planes y preparar a su ejército para el inminente enfrentamiento.

Su primera acción fue emitir un edicto real, cuyas palabras se esparcieron por el reino como hojas al viento. En ese decreto, se anunciaba oficialmente que los espíritus habían retirado su apoyo al pueblo y, por ende, eran considerados enemigos. Aunque esta noticia generó preocupación entre la población, pronto comenzó a perder popularidad, ya que la idea de una guerra parecía impensable en aquel contexto. Sin embargo, persistía como tema de conversación en los círculos más íntimos y cautelosos.

Acto seguido, Yesfiel convocó a una reunión con los líderes militares más destacados e influyentes del reino. El objetivo era desplegar las tropas y establecer las estrategias adecuadas. Durante el encuentro, se acordó que la prioridad máxima era recuperar el Lago de las Ninfas lo más pronto posible. Así, se trazó un detallado plan de ataque que buscaba superar cualquier obstáculo.

Si bien dominar el terreno del lago no era técnicamente un desafío insuperable, el verdadero problema radicaba en enfrentar a Seraphina y sus cinco guardianes, seres de un poder abrumador. Además, la ausencia de Reinhard, un valioso apoyo para Yesfiel y un poderoso guerrero para el reino, complicaba aún más la situación. Derrotar a Seraphina, a quien solo Yesfiel parecía capaz de enfrentar en esa situación, suponía un desafío colosal.

Aunque Yesfiel estaba decidida a participar en el ataque, comprendía que como reina, su deber principal no era luchar en el campo de batalla, por muy poderosa que fuese. Todos en la reunión coincidieron en que Yesfiel solo entraría en combate si el Comandante Arannis Palletia era derrotado o se encontraba en una situación crítica que requiriera su intervención.

Sin perder tiempo, se dio la orden de organizar las tropas de manera precisa y estratégica. Se formaron varias divisiones, cada una compuesta por elfos especializados en un flujo mágico específico. Así, se buscaba una mejor coordinación y aprovechar al máximo las habilidades individuales de cada elfo.

La vanguardia de maná, con sus habilidades en el flujo mágico de maná, se encargaría de erigir barreras defensivas y proporcionar un apoyo mágico ofensivo vital. El flanco derecho de prana, formado por elfos especializados en el flujo mágico de prana, se encargaría de curar a las tropas y brindar apoyo mágico para mantener su rendimiento en la batalla. El flanco izquierdo de miasma, compuesto por elfos especializados en el flujo mágico de miasma, utilizaría su magia oscura para debilitar al enemigo, creando ilusiones, produciendo niebla tóxica y minando la moral del adversario. La reserva de éter, conformada por los escasos elfos especializados en el flujo mágico de éter, se situaría en el centro de la formación, listos para brindar apoyo táctico y contrarrestar las tácticas enemigas según las necesidades cambiantes del campo de batalla. Por último, la retaguardia de touki, compuesta por elfos especializados en el flujo mágico de touki, protegería las posiciones traseras y ejecutaría ataques sorpresa a los flancos enemigos, aprovechando su magia para fortalecer su fuerza física y agilidad, convirtiéndose en guerreros formidables en el fragor de la batalla.

La formación se organizaría circularmente alrededor del lago, con las diferentes divisiones ubicadas estratégicamente en puntos clave, suscitando una defensa sólida y una respuesta eficaz ante cualquier amenaza.

En el centro de la formación, oculto y listo para el momento crucial, se encontraba el Comandante Arannis Palletia, esperando la aparición de Seraphina para enfrentarla personalmente.

Además, en la vanguardia de maná, se encontraban seis de los elfos más poderosos de la familia Chävesz, hábilmente camuflados, esperando el momento oportuno para enfrentar a los cinco espíritus guardianes. Esta decisión se tomó porque, además de ser los mejores guerreros del reino, excluyendo al Comandante, Yesfiel y Reinhard, su estilo de combate era altamente compatible y favorable para enfrentar a los espíritus.

En caso de cualquier imprevisto, Yesfiel permanecería en la retaguardia junto a otros 300 soldados, aunque su participación directa no estaba contemplada en un principio.

Con esta formación militar estratégica, que no requería utilizar la mayor parte del ejército, y el respaldo de los elfos especializados en los diferentes flujos mágicos, Yesfiel y su ejército se preparaban para enfrentar el desafío de recuperar el Lago de las Ninfas y enfrentarse a Seraphina y sus guardianes.

Sin embargo, antes de que la operación pudiera comenzar, un grave imprevisto interrumpió la calma. El líder secreto de la Cofradía de los Informantes, un misterioso hombre envuelto en una armadura negra y con su rostro oculto por una sombra de miasma, se presentó ante Yesfiel para entregar un urgente informe: una gran cantidad de soldados provenientes del poderoso Imperio de Drakodia se movilizaban sorpresivamente bajo tierra, una parte con rumbo al Lago de las Ninfas y otra directamente hacia la capital de Lunaria.