Ellie
Quedarse en la cama se estaba haciendo increíblemente aburrido. Ellie no sabía cuánto tiempo más iba a ser capaz de tolerarlo. Por suerte, el médico de la manada la había autorizado a levantarse una vez que pudiera demostrar que era capaz de mantener el equilibrio mientras caminaba hacia el baño y, que era lo suficientemente fuerte como para caminar esa distancia por sí misma sin tener que detenerse, o sin agotarse.
Acababa de terminar de comer cuando Sarah, la curandera de la manada, entró en la habitación con Luna Patricia.
—¡Hola! —saludó Sarah con una sonrisa alegre—. ¿Cómo estás, Ellie? ¿Te sientes bien?
—Sí, me siento muy bien —respondió Ellie, en serio. Todavía le dolía un poco la espalda y tenía algunos rasguños bastante profundos que no se habían curado del todo, pero aparte de eso, estaba en bastante buena forma.
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