Yan Cheng nunca imaginó que sus tres flechas serían disparadas en vano...
Con su nivel de puntería, sería imposible que fallara su objetivo. A menos que el oponente pudiera detener las flechas, ni una sola flecha suya se desperdiciaría.
Porque cuando la flecha apuntaba, crearía un campo áurico, que en realidad era un campo magnético que se fijaría en el cuerpo y mente del objetivo. Haría que el objetivo sintiera una presión inmensa, inmovilizándolo en su ubicación.
Yan Cheng confiaba mucho en sus flechas. Era la razón por la cual la Tierra Sagrada del Jade Antiguo le había otorgado el arco asesino de dioses a él.
La Tierra Sagrada del Jade Antiguo no tenía muchas armas asesinas de dioses. Sin embargo, cada una de ellas era intimidante y extremadamente preciosa. Sus armas asesinas de dioses eran preciosas debido a su calidad superior, no porque fueran muchas.
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