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Capítulo 6

En algún lugar en las afueras de cualquier ciudad o pueblo, en medio de una oscura noche, iluminados por la luz de una fogata en medio de ellos, un grupo de lo más extraño se encontraba conversando casualmente mientras preparaban alimentos con la llama frente a ellos.

— Entonces... ¿Qué les hizo a ustedes querer convertirse en aventureros? —. Preguntó la elfa arquera, ahora sin la capucha que cubría su cuerpo, sentada junto al grupo. 

— ¡Degustar la mejor comida de todo el mundo, por supuesto!. ¿Qué hay de tí, orejuda? —. Preguntó el chamán enano mientras tomaba unos trozos de carne en pinchos que le daba el sacerdote lagarto.

— Yo estaba entusiasmada por ver el mundo exterior —. Respondió la elfa, viendo que el enano no le estaba prestando atención, centrándose más en la carne que comía. — ¡Oye!, ¡Escúchame cuando te hablo! —.

— ¡Esta carne está deliciosa!, ¿Qué es? —.  Preguntó el enano saboreando el jugoso pedazo de carne.

— Carne de alguna criatura del pantano —. Respondió el lagarto humanoide, preparando otros pinchos con más de aquella carne. 

— ¿Criatura del pantano...? —. Preguntó la elfa, desconcertada. 

— Mmm... No lo sabrías por el olor. Estas especias hacen cosquillas en la lengua —. Describió el enano.

— Utilicé algunas especias que no son comunes aquí, quizás les parezcan extrañas —. Explicó el sacerdote reptil.

— Para nada, están simplemente deliciosas —. Comentó la joven artista marcial, mientras saboreaba la carne con alegría.

La elfa arquera no estaba para nada interesada en probar aquella extraña carne de alguna criatura desconocida. Estaba más interesada en lo que preparaba la joven sacerdotisa.

— Aquí tienes, preparé sopa de habichuelas —. Con una sonrisa, la sacerdotisa le paso un pequeño plato de madera con el caldo humeante.

La elfa tomó el plato y una cucharada, probando felizmente el caldo caliente. Sonriendo satisfecha ante el sabor. — Mmm... ¡Qué sabor más fino! —.

— Por mi parte... —. Comenzó a hablar el sacerdote lagarto. — Quería erradicar la herejía en mi pueblo y ganar influencia, antes de convertirme en un naga —.

— Oh, um... ¿Un motivo religioso?, Yo estoy por lo mismo... —. Respondió la sacerdotisa. — Quería esparcir lo aprendido del templo de la madre tierra mientras ayudaba a quienes lo necesitaban —.

— Por mi parte... —. Comenzó la artista marcial mientras pensaba. — Supongo que quería convertirme en alguien reconocido, para así esparcir las enseñanzas de mi padre sobre las artes marciales —.

Goblin Slayer permaneció en silencio, mientras estaba sentado sobre una roca lisa. Tenía las piernas cruzadas y las manos sobre su regazo. No se había movido un centímetro desde que se había sentado, y tampoco había hablado en lo mas mínimo.

— ¡Oye, Orcbolg! —. Llamó la elfa arquera. Cuando no recibió respuesta, su expresión se tornó ligeramente exasperada. — ¡¡Orcbolg!! —.

Eso sí pareció funcionar, cuando el casco del Slayer se movió ligeramente hacía arriba. — ¿Qué pasa? —. Pregunto este con su tono desinteresado habitual.

— Estábamos hablando sobre los motivos por los que nos convertirnos en aventureros —. Le contestó la elfa desde su lugar.

— Ya veo... —. Dijo, para quedarse en silencio unos segundos. — ... Venganza... Y justicia —. Respondió éste al final.

Esta respuesta sorprendió un poco a todos. Sin embargo, el enano preguntó sobre algo que estaba llamando su curiosidad. — ¿Qué estabas haciendo, cortabarbas?, ¿Acaso estabas dormido ahí sentado? —.

— No. Estaba revisando mis armas mientras meditaba —. Respondió el hombre de armadura.

— ¿Revisando tus armas...? —. Preguntó la elfa confundida. — Oye, ahora que lo mencionas, ¿Dónde están tus armas?. No veo que traigas ninguna —.

— Je je je... —. Escucharon la risa de la artista marcial, la cuál tenía cara de saber una broma que los demás desconocían. — ¿Por qué no les muestras una de tus espadas, Goblin Slayer? —.

— No veo porque es necesario —. Respondió este.

— ¡Oh vamos!, Se supone que somos aliados, debemos saber las habilidades de nuestros compañeros para poder trabajar mejor... —. Explicó la jóven pelinegra intentando ser diplomática. — Además, realmente quiero ver sus expresiones de sorpresa —. Otra sonrisa se formó en su rostro, expectante de la reacción de los tres nuevos miembros del grupo.

— ¡Ho ho!, ¿Entonces cortabarbas tiene un truco increíble que mostrar?, Ahora yo quiero ver eso —. Comentó el enano con anticipación mientras seguía comiendo.

Goblin Slayer permaneció en silencio unos segundos. Luego soltó un ligero suspiro inaudible. — Bien... —. Pequeñas chispas azules aparecieron de pronto en su mano derecha extendida, cosa que sorprendió al trío de la elfa, el enano y el hombre lagarto. Sin embargo, lo que sucedió después los sorprendió aun más.

Ante sus propios ojos, una espada había aparecido en la mano del extraño aventurero con armadura. Era una espada corta y curva, de un color negro con patrones hexagonales de lineas rojas. Tenía una empuñadura color bronce, cubierta de cuero negro. Además en su guarda, tenía un diseño que les resultaba extraño, un círculo formado por dos mitades, una blanca y la otra negra.cada una con un pequeño círculo del color contrario.

— ¿Q-qué...?... —. La elfa apenas pudo murmurar de la impresión. — ¡¿Cómo hiciste eso?! —. Preguntó inquisitivamente.

— Magia —. Respondió de forma simple. Ganándose una risa de la artista marcial y un pequeño bufido tímido de la sacerdotisa.

— ¿Magia...? —. Preguntó el enano incrédulo. — ¿Qué clase de magia es esta? —. Preguntó mientras se acercaba al Slayer, extendiendo su mano para analizar la espada. Sin ver ningún inconveniente en ésto, el Slayer permitió que la tomara.

Con un ojo crítico, el enano analizó a detalle la espada, quedando completamente fascinado con su artesanía. Habría dicho que era el trabajo de un enano por lo increíblemente bien hecha que estaba, sin embargo, supo que no era así. La espada era hermosa, pero en un sentido artesanal. Si bien los enanos eran conocidos por ser herreros sin igual, no tenían un sentido de la belleza tan desarrollado para sus obras. Todo lo que fabricaban era práctico, pero increíblemente bien hecho.

Ésta espada en cambio, parecía que no fue hecha para la batalla, no parecía haber sido fabricada con la intención de ser portada por un gran guerrero, más bien, parecía una artesanía para decorar o atesorar. Aún con éso, no podía negar que seguramente también podría servir para cortar lo que se le pusiera enfrente.

La sostuvo con su mano, sintiendo su peso, encontrando que estaba perfectamente equilibrada a pesar de lo pesada que era para su tamaño, incluso para alguien de su raza. — Debo decir que esta es una espada increíble, cortabarbas —.

Goblin Slayer solo asintió. No negaría esa afirmación, por algo era una de sus favoritas, por decirlo de alguna manera.

— Debo decir que esa es una habilidad impresionante, Mi lord Goblin Slayer. La capacidad de hacer aparecer espadas en cualquier momento, sin los cantos requeridos de los magos para lanzar un hechizo... Es algo increíble —. Comentó el sacerdote lagarto.

— No solamente espadas... —. Comentó la artista marcial con una sonrisa mientras palmeaba los guanteletes metálicos con puntas en sus manos. — Él también hizo éstos —.

— ¿Q-qué...? —. La elfa seguía sin creer lo que escuchaba.

— ¿Enserio?, Vaya, cortabarbas, creo que si mi gente te conociera, te considerarían una deidad... O te colgarían por hacer en un segundo lo que a los mios les tomaría días, o incluso semanas —. Comentó con humor el chamán enano.

— ¿Cómo es capaz de hacer ésto, Mi lord Goblin Slayer —. Preguntó el lagarto humanoide.

— Cuando era niño, un vampiro troll multidimensional me rescató, luego hizo algo, no estoy seguro de qué, pero luego podía hacer ésto, aunque tuve que entrenar para poder llegar a este punto —. Explicó el Slayer, posiblemente con más palabras de las que había dicho hasta el momento.

— ¡Espera, espera...! —. Llamó la elfa arquera. — ¿Te entreno un troll, que era un vampiro multi-no se qué? —.

— Multidimensional —. Corrijo el Slayer. 

— No tenía idea sobre éso —. Comentó la artista marcial.

— Yo tampoco, el señor Goblin Slayer no es muy comunicativo —. Agregó la sacerdotisa rubia.

— ¿Es así? —. Preguntó el Slayer.

— ¡Si!, Podrías intentar hablar un poco más, Goblin Slayer —. Respondió la peleadora pelinegra.

— Ya veo... —. La respuesta del Slayer fue tan simple como siempre. — ... Haré el intento —.

— Toda esta charla me dió algo de sed... —. Comentó el enano mientras rebuscaba detrás suyo. — Así qué, ¿Por qué no bebemos un poco? —.

— ¿Qué es eso? —. Preguntó la elfa arquera, mientras el chamán enano ponía frente a ellos una vasija de cerámica atada con cuerdas.

— Ésto, orejas largas, es vino de fuego enano. El mejor vino que podrás probar en toda tu vida, sin duda —. Contestó mientras metía una cuchara grande de madera y se la entregaba a la elfa. — ¿Por qué no pruebas un poco?, Seguro no eres tan niña como para no haber probado el vino —.

— ¡No soy una niña!, Claro que he probado vino, solo son un puñado de uvas y yá —. Solo un sorbo fue suficiente para que la elfa cayera hacía atrás, desmayada por la cantidad de alcohol en su sistema. Ganándose una carcajada del anciano y a la sacerdotisa llamándola preocupada mientras le pasaba una cantimplora con agua.

— ¿Y tú?, ¿También quieres probar? —. El enano le tendió la cuchara a la artista marcial.

— N-no... Creó que paso —. Se negó esta con nerviosismo. Ganándose otra risa del enano.

— ¿Qué hay de tí, escamas? —. El chamán enano paso la cuchara al hombre lagarto, el cual tomó la bebida alcohólica de un sorbo. Sin embargo soltó una ligera tos por unos momentos luego de beber.

— Debo decir, que este vino enano es bastante fuerte —. Dijo el sacerdote reptil.

— ¡Ha ha ha!, eso es lo que lo hace tan bueno —. Le respondió el enano. — ¿Qué hay de tí, cortabarbas?, ¿Te animas a beber un poco? —. Le tendió la cuchara de madera.

Goblin Slayer la tomó y bebió el líquido a través de su visera de un sorbo. — ... Tiene razón, es muy fuerte —. Dijo sin mostrar signos de estar afectado por el alcohol.

— ¡Ho ho!, Eres un bebedor, cortabarbas —.

— Uhm... Lamentablemente no traigo algo para compartir con ustedes, compañeros —. Se disculpó el sacerdote lagarto.

— Oh, descuida. Tu cocinaste la carne, creo que eso es suficiente —. Le respondió la artista marcial.

Goblin Slayer pareció quedarse pensando unos segundos. Luego comenzó a revisar la bolsa detrás suyo, sacó algo redondo y aplanado envuelto en tela. Al verlo, la sacerdotisa sonrió. — ¡Oh!, Eso es queso —.

— ¿Queso...? —. Preguntó el hombre lagarto sumamente confundido.

— ¿No conoces el queso, escamas? —. Preguntó el chamán enano.

— Lo hacen con leche de vaca o cabra —. Explicó la sacerdotisa.

— Oh, ya veo, un producto de granja. Mi gente no cría los animales para su consumo, por eso no lo conozco —. Explicó el hombre lagarto.

— Déjame cortarlo —. Comentó la elfa mientras sostenía un cuchillo.

— ¿Por qué no lo tostamos también? —. Sugirió el enano.

Todos obtuvieron una porción y con los pinchos que habían usado para  la carne, los calentaron en la fogata. Cuando este comenzó a derretirse, todos comenzaron a disfrutar.

— Qué fragante —. La sacerdotisa sonrió ante el olor tan delicioso. Mientras la artista marcial asentía, masticando felizmente un largo hilo de queso.

— Un queso excelente... Va perfecto con el vino —. Comentó el chamán enano.

El sacerdote lagarto observó por unos segundos el queso mientras se derretía frente a él, el olor era ciertamente agradable, y la consistencia que tenía era curiosa, pero no podía dar su opinión completa sin antes probar. Así que lo hizo, sin embargo, no estaba preparado para el sabor completamente desconocido que inundó su boca.

— ¡¿Q-qué es este néctar divino?! —. Vociferó extasiado por el sabor.

— Esto es de aquella granja, ¿No? —. Le preguntó la sacerdotisa al Slayer.

— Si —. 

— Es bastante delicioso —.

— ¿Enserio? —. Goblin Slayer tomó el trozo de tela y lo envolvió para meterlo nuevamente en su bolsa.

— Oye, Orcbolg, ¿Qué es todo eso que llevas en esa bolsa? —. Preguntó la elfa viendo la gran cantidad de artículos que portaba el aventurero con armadura.

— Pociones, cuerdas, estacas, vendajes, algunas hierbas medicinales, provisiones de emergencia. Cualquier cosa que pueda servir para tratar con goblins, o mujeres secuestradas por ellos —. 

— Un hombre que sabe lo que hace —. El enano sonrió irónicamente a la elfa. Recordando las palabras que le había dicho a ella durante su reunión en el gremio.

— Tengo curiosidad sobre algo... —. Comentó el sacerdote lagarto, llamando la atención del grupo. — ¿De dónde vienen los goblins?, Mis ancestros decían que salían de debajo de la tierra... —. 

— Oh, yo escuche que; cuando alguien hace algo malo, o fracasa en algo, un goblin nace... Aunque es solo algo que dicen para asustar a los niños —. Respondió la sacerdotisa.

— ¡¿Qué?!, ¡Cuidado con la orejona entonces!... —. Gritó el anciano enano. — Ella sola podría crear un ejército de goblins —.

— ¡¡Oye!! —. Replicó la elfa arquera. — ¡Solo espera a mañana, no fallare un solo disparo! —. Dijo, ganándose una carcajada del enano.

Goblin Slayer observó hacía el cielo nocturno por unos segundos, antes de hablar. — Ellos vienen de la luna... O eso escuché —.

— ¿La luna? —. Pregunto confundida la sacerdotisa. 

— Si... La verde de allí —. Respondió el Slayer.

— Oh, eso es lo opuesto de lo que dice mi gente —. Comentó el hombre lagarto.

— Allí, no hay pasto, árboles ni agua... Solo rocas... Ellos anhelan esas cosas, las codician por eso vienen aquí —.

— Nunca había escuchado esa historia... —. Comentó la sacerdotisa.

— Mi hermana me la contó —. 

La artista marcial parpadeó ante aquellas palabras. — ¿Tienes una hermana? —.

— ... Tenía —. Respondió el Slayer tras unos segundos. — No creo que ella haya fallado en algo, nunca —.

La artista marcial asimiló sus palabras por unos segundos, recordando lo que él había dicho hace un rato del por que se había convertido en aventurero. "Venganza... Y justicia".

— Fueron... Fueron ellos, ¿No? —. Preguntó.

Goblin Slayer no respondió, aunque no necesitaba hacerlo, la artista marcial sintió que entendía un poco mejor a su líder. Ésto solo sirvió para cimentar aún más su resolución, los goblins debían ser exterminados, hasta el último de ellos. Para que nadie más tenga que sufrir lo que ella... O la hermana de su líder.

Sin embargo, ya se preocuparía mañana de éso. Ahora mismo tenía demasiado sueño. Con un bostezo comentó. — ... Creo que ya fué suficiente por esta noche... Tengo mucho sueño —.

— Yo también... —. Añadió la joven sacerdotisa con una sonrisa tímida, mientras trataba de no cabecear. 

— Ustedes descansen, yo vigilare —. Les dijo Goblin Slayer.

— Entonces yo tomaré el siguiente turno, Mi lord Goblin Slayer —. Le dijo el sacerdote lagarto. A lo que éste asintió.

— Entonces buenas noches a todos —. Dijo la elfa mientras se recostaba sobre una manta.

— Que una buena jarra de vino los salude en sus sueños —.

— Qué extraña forma de desear 'buenas noches' —. Le dijo la elfa al enano. A lo que este solo río.

Así casi todos se pusieron a dormir, mañana sería un día largo, y tenían una misión que cumplir.

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Fin—.