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La mujer de mis sueños

Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.

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Shinji Ikari llevaba varios minutos de pie frente a aquella puerta, indeciso sobre si entrar o no. Sabía que debía ingresar a ese lugar; después de todo, había sido una orden de Misato; pero aun así, le resultaba extremadamente difícil traspasar esa puerta. El solo pensar que estaría junto a esa mujer por los próximos 30 minutos, era suficiente para remecerlo por entero a tal nivel que le tenía ahí congelado, como si fuera un conejo encandilado por las luces de un automóvil. Finalmente, y tras largos minutos, el joven Piloto EVA logró armarse de valor, apuñando las manos y dando una fuerte exhalación para darse la fortaleza que en verdad no tenía, dio un paso adelante y golpeó la puerta para luego abrirla e ingresar en esa habitación.

Al ingresar y recorrer la vista por el lugar, encontró a la mujer justo donde esperaba hallarla. Estaba sentada ante un escritorio revisando con total concentración un montón de papeles. Lo más seguro es que fueran fichas médicas o informes de sincronización. En verdad no pudo imaginar ninguna otra cosa capaz de concitar tal atención de esa mujer; a tal punto que ella no había reparado en su presencia, pese a estar a solo unos metros de distancia.

En este punto, Shinji lo intentó; en verdad lo intentó, pero le fue imposible no aprovechar este momento de pausa, para disfrutar de la vista y contemplar a tan escultural mujer, recorriéndola por completo con la mirada.

El cuerpo de la mujer era delgado y grácil, de un porte que pocas mujeres japonesas poseían. Sus largas y torneadas piernas estaban siempre enfundadas en finas medias de color negro. Su piel era blanca como la porcelana y a primera vista tan suave como la más fina de las sedas. Sus hermosos ojos, ahora tras unos costosos anteojos, observaban con intensidad el papel que sostenían sus delicadas manos. Sus labios eran carnosos y sensuales, pintados de un color rojo que parecía invitar a besarla, mientras su rubia cabellera enmarcaba su rostro de diosa. Shinji Ikari jamás en toda su vida había conocido a mujer más perfecta que ella.

Ritsuko Akagi desvió por unos segundos la mirada de los informes de sincronización que concitaron hasta ese momento toda su atención, llevándose una gran sorpresa al encontrarse a Shinji de pie a pocos metros de distancia. El chico la observaba fijamente y con tal intensidad, que sin saber por qué, su corazón se aceleró inexplicablemente.

— Shinji. No te oí entrar. ¿Llevas mucho tiempo ahí? — preguntó Ritsuko encontrando su voz, dejando de lado los papeles que la habían mantenido ocupada hasta ese momento.

— Acabo de llegar, pero estaba tan concentrada que no quise interrumpirla — respondió el chico con algo de timidez y un poco más de nerviosismo, ya que la mujer estaba sentada con las piernas cruzadas, siendo estas perfectamente visibles por la parte baja del simple escritorio, dándole de paso un agradable espectáculo, causando que Shinji no pudiera evitar tragar al imaginarse acariciando esas largas piernas.

— Gracias por ser tan considerado conmigo — respondió la mujer con una sonrisa, sacando al chico de sus afiebrados pensamientos.

Ritsuko descruzó las piernas y se puso de pie, mostrando cuan alta era en verdad, para caminar hasta donde estaba el Piloto EVA en lo que para él fueron los 8 pasos más sensuales que había visto en su vida, momento en que su corazón comenzó a latir con fuerza al sentir como esa mujer le ponía una de sus manos en el hombro y le obsequiaba una linda sonrisa.

— Perdón por hacerte esperar, ahora comencemos con el chequeo médico para que puedas retirarte pronto a casa.

El Tercer Elegido solo fue capaz de asentir ante las palabras de la mujer, ya que por alguna razón su voz se negó a salir, luego de lo cual se encaminó tras el biombo que estaba en una esquina del laboratorio. Muy a su pesar, el joven Piloto EVA se fue despojando de todas sus ropas, para quedar vestido solo con sus calzoncillos.

Esta es una de las partes que Shinji más detestaba de los constantes chequeos médicos a los que eran sometidos los Pilotos EVA. En esta instancia, la doctora Akagi podía verlo prácticamente desnudo y desde todos los ángulos imaginables, debido a la naturaleza y extensión de los exámenes a los que era sometido. Para su total desgracia, no tenía un cuerpo muy atractivo que ofrecer a los ojos de la hermosa mujer. Su constitución física se podía calificar como "raquítica" o "escuálida", por lo que la vergüenza lo consumía cuando ella lo observaba tan de cerca. Es por eso que de un tiempo a esta parte había comenzado a tomar muy en serio los constantes entrenamientos a los que eran sometidos los Pilotos EVA. Sobre todo a él, para tratar de ponerlo a la par de sus dos compañeras en la parte física. Modestamente hablando, se había desarrollado un poco en este tiempo. Notaba su cuerpo más fuerte, pero estaba claro que aún no era suficiente para estar a la altura que él deseaba.

Por su parte, la doctora Ritsuko Akagi cumplía su labor con rigurosidad clínica. Tomaba muestras de sangre, muestras de tejido, y en general, chequeaba cada aspecto físico del Tercer Elegido para así asegurar que se encontrara en óptimas condiciones para cumplir su labor. Pero pese a todo su profesionalismo, la científica no pudo evitar echarle un vistazo al cuerpo del chico que tenía frente a ella.

Hacía ya cerca de un año que Shinji había llegado a Tokio-3 llamado por su padre. Cuando lo conoció le pareció un chico en extremo delgado y físicamente frágil. No parecía tener la condición física para soportar la inmensa carga que significa subirse y pilotear un Evangelion. El tiempo le demostró que en principio no estaba tan equivocada en su apreciación, pero los oportunos cambios producidos por la pubertad estaban obrando maravillas en el Tercer Elegido. Examinándolo ahora, podía constatar que el chico había crecido unos cuantos centímetros y había ganado algunos kilos de peso, por lo que su cuerpo ya no era tan delgado como cuando llegó a Tokio-3. Su musculatura también estaba desarrollándose, cosa que no era de extrañar tomando en cuenta el fuerte entrenamiento al que eran sometidos los Pilotos EVA para que sus cuerpos pudieran resistir de mejor forma las exigencias físicas y mentales de una batalla contra un Ángel.

Ritsuko no pudo evitar una pequeña sonrisa. Sin saberlo, Shinji se estaba transformando en un joven muy atractivo. Solo le faltaba trabajar un poco más su personalidad tan introvertida, pero aun así, estaba totalmente segura de que en un tiempo más, el vástago despreciado de Gendo tendría un ejército de chicas detrás de él.

— Bien Shinji. Eso todo por hoy. Ya puedes vestirte — concluyó la mujer, dando por terminado el reconocimiento físico, para luego dirigirse a su escritorio y proceder a llenar el informe con la condición física del Tercer Elegido.

Shinji se dirigió prontamente tras el biombo para tomar sus ropas y comenzar a vestirse, pero lejos de hacerlo en forma rápida para cubrir su desnudes, lo hizo en forma bastante lenta, ya que, pese a la vergüenza de exponer su cuerpo, no tenía ganas de dejar la compañía de la mujer que amaba, porque la verdad es que Shinji estaba enamorado de Ritsuko Akagi.

El darse cuenta de que el inesperado sentimiento que albergaba por la rubia científica era amor, y no una simple calentura de juventud, le había causado una tremenda impresión al joven Ikari. Luego de haber pasado la primera impresión de este tremendo autodescubrimiento, y tomando la real dimensión de lo totalmente improbable e impracticable de una hipotética relación con la rubia científica, el Piloto EVA trató de negar este sentimiento. Se esforzó por matarlo y enterrarlo en lo más profundo de su corazón, pero pese a todo el empeño puesto por su parte le fue imposible conseguir ese cometido. El sentimiento que experimentaba y embargaba su corazón era mucho más fuerte que él.

El repentino sonar de un teléfono sacó a Shinji su tren de pensamientos y le trajo de regreso a la realidad. De mala gana, el Tercer Elegido reanudó su tarea y terminó de vestirse, mientras que al otro lado del biombo, frente al escritorio, Ritsuko contestaba la llamada.

— Doctora Akagi — contestó con seriedad, llevando la bocina a su oído.

Cuando Ritsuko logró identificar a quién pertenecía la voz al otro lado de la línea, su rostro cambió completamente en una fracción de segundos, para pasar a tener una expresión entre dolor y enfado, mientras su cuerpo se tensaba y se ponía rígido por completo. Shinji, que ya había terminado de vestirse, se asomó desde detrás del biombo para pasar a mirar con extrañeza la reacción de la mujer al contestar el teléfono.

— Sí señor… entiendo… acabo de terminar con Shinji. Tendré los resultados de los tres pilotos en un par de horas… sí… — respondía mecánicamente la mujer.

Por el tono de la conversación, a Shinji no le resulto nada de difícil deducir quién era la persona que estaba hablando con la mujer. Se podía apreciar claramente que esa llamada la ponía muy incómoda, y que por momentos la expresión de pena se acentuaba, mientras respondía de forma cada vez más mecanizada.

— Sí señor… ¿qué?... sí, esta noche está bien… donde siempre entonces… adiós — finalizó la mujer, colgando el auricular con algo de brusquedad.

Ritsuko permaneció ahí por unos segundos mirando fijamente el teléfono, cómo si este fuera la causa de todos sus males. Su rostro se descompuso al recodar la última parte de la conversación, y lo que pasaría esa noche en casa de ese hombre. La mujer apuñó las manos en frustración, mientras la expresión de dolor y enojo de su rostro se acentuó un poco más. Finalmente la mujer recordó que no estaba sola y rápidamente recuperó la compostura.

— Bien, ya puedes retirarte Shinji. Hasta mañana — dijo la científica con una falsa sonrisa, que a duras penas podía mantener en el rostro.

Shinji se quedó viendo fijamente a la mujer, analizándola con la mirada. Ella le sonreía y aparentaba estar relajada, pero sus ojos decían claramente lo contrario. Podía ver una profunda tristeza y dolor en esos hermosos ojos. Al constatar eso, Shinji sintió que la rabia lo invadía. Rabia hacia el causante del sufrimiento de la mujer que amaba, rabia hacía ella por permitir esa situación; pero, por sobre todas las cosas, rabia contra sigo mismo, por ser tan inútil e incapaz de hacer algo al respecto.

— ¿Pasa algo? — preguntó la mujer, al ver que Shinji aún se encontraba parado ahí como una estatua, mirándola fijamente.

El ver a la rubia científica tratando de enmascarar su tristeza y dolor con ese intento de mirada interrogante, fue lo que desencadeno eso que Shinji había estado conteniendo por tanto tiempo. Todos esos sentimientos reprimidos dentro de él, que habían estado cocinándose a fuego lento desde hace largos meses, habían llegado a un punto de ruptura. Podía ver su dolor. Por más que ella trata de enmascararlo, él podía ver su dolor, y eso lo lastimaba; pero por sobre todo, lo molestaba. Le molestaba ver una mujer como ella sufriendo de esta manera. Tan molesto, que un deseo de soltar todo eso que tenía atorado se apodero de él, y antes de darse cuenta de lo que hacía, su boca se movió por sí misma.

— ¿Por qué? — preguntó repentinamente y con algo de rudeza el joven Piloto EVA.

— ¿Qué? — preguntó la mujer, confusa por la repentina pregunta.

— ¿Por qué sigue con él, si eso la lastima? ¿Por qué deja que la use de esa forma, si tanto lo odia? — preguntó directamente el joven Ikari, sin dejar de mirar fijamente a los ojos de la mujer.

Ritsuko quedó de una pieza al escuchar las directas preguntas del Tercer Elegido, sin poder evitar un fuerte sonrojo en sus mejillas.

— ¿Cómo es que tú…? — trató de preguntar Ritsuko, pero las palabras se negaron a seguir escapando de su boca. Solo pudo quedase ahí congelada.

Ambos permanecieron ahí sin moverse, solo viéndose directamente a los ojos durante largos segundos que se tornaron eternos, hasta que Shinji finalmente retomó la palabra.

— Al ver sus ojos lo único que veo es tristeza y dolor. Sé que el culpable es mi padre. Puedo darme cuenta cuando la veo junto a él. Ese hombre es un miserable que solo usa a la gente de acuerdo a su conveniencia, y cuando ya no le sirven, los bota como si fueran basura. Eso es lo que somos para él, objetos que botará cuando no le seamos de utilidad. Usted lo sabe. ¿Por qué sigue al lado de él entonces? — la cuestionó duramente el joven.

Ritsuko estaba impactada por las palabras de Shinji, observándolo boquiabierta por esas duras y verídicas afirmaciones. ¿En qué momento ese chico se había enterado de la relación que mantenía secretamente con su padre? Y lo más importante. ¿Cómo es que él había llegado a entenderla tan bien?

— Usted es la científica a cargo del Proyecto E — continuó Shinji, llamando nuevamente la atención de la mujer — Su deber es mantener en funcionamiento los Evangelion, y todo lo relacionado con ellos, pero solo eso. En ninguna parte dice que además deba ser la amante del Comandante en Jefe de NERV si no lo desea.

Ritsuko miró a Shinji con los ojos desorbitados ante lo contundente y comprometedora de su declaración. La mujer estaba entre sorprendida y avergonzada por las palabras del joven, con un sonrojo en sus mejillas que iba en franco aumento.

Por su parte, Shinji bajó la cabeza y apretó los labios. Sabía que se le había pasando la mano. No podía simplemente llegar y soltar todas estas cosas de golpe a una mujer adulta, sobre todo a una como Ritsuko Akagi, pero simplemente no podía dejar las cosas así. Algo dentro de él lo obligaba a continuar, tenía que decirlo, hacerle saber lo que pensaba de todo esto, lo que sentía al verla en esta situación. Levantó la cabeza y miró una vez más a la mujer. 

— Usted es una mujer grandiosa doctora, la mujer más bella que he visto en toda mi vida; y por si fuera poco, es tal vez la persona más inteligente del planeta. Una mujer como usted podría estar con el hombre que quisiera, por eso no logro comprender cómo es que sigue atada al maldito de mi padre.

Ritsuko quedó congelada, mirando boquiabierta al joven frente a ella, ante la pronunciación de esas últimas palabras. Por su parte, Shinji volvió a bajar la cabeza, totalmente avergonzado, al revelar lo que pensaba sobre esa bella mujer de pie frente a él. Pero también estaba molesto por la situación en que ella misma se había atrapado. Porque, de alguna forma, no tenía dudas de que ella podía librarse de todo si realmente lo quisiera.

Y a pesar de estar seguro en su razonamiento, el joven Piloto EVA no pudo evitar bajar un poco más la cabeza y apretar sus dientes; el rostro le ardía, indudablemente sonrojado por la vergüenza al recodar sus palabras y la molestia por la situación de la mujer. De pronto se sintió asfixiado. Necesita salir de ahí, simplemente necesitaba salir de ahí. 

Una impactada Ritsuko, que aún trataba de procesar todo lo que había escuchado, de pronto se percató que Shinji se había dado la vuelta y se encaminarse a la puerta del laboratorio.

Lo cierto es que no sabía qué hacer en ese momento. Tenía ganas de detener a Shinji, pero su cuerpo no se movía, por otro lado, las palabras del joven seguían resonando en su cabeza, haciendo que un sinfín de ideas y sentimientos se agolparan en ella dejandola aturdida. Solo pudo limitarse a contemplar como Shinji tomó el pomo de la puerta para salir de ese lugar, pero antes de girarlo, se detuvo.

Shinji apretó con fuerza el pomo de la puerta y volvió a apretar los dientes. Tenía que salir de ahí, sabía que tenía que salir de ese lugar ahora mismo, pero no podía, simplemente no podía. Había algo más que quería decir, necesitaba decirlo. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Qué fuerza misteriosa lo impulsaba a cometer semejante locura? Sentía como la adrenalina bombeaba por todo su cuerpo, haciendo que su corazón corriera desbocado, a la vez que le daba una pizca más de valor para decir aquello que necesitaba expresar, eso que necesitaba decirle a esa mujer.

Dando un fuerte suspiro para darse fuerzas, Shinji se giró para ver a la hermosa mujer que seguía congelada a sus espaldas, y dijo aquello que tenía atorado en la garganta. 

— Tiene que valorarse más doctora. Una mujer tan maravillosa como usted, merece algo mejor en la vida.

Tras esa profundas palabras, Shinji finalmente agotó el resto de valor que le quedaba y salió del laboratorio rápidamente, cerrando la puerta tras de sí. En el interior de la habitación, una consternada Ritsuko, apenas podía creer todas las palabras que acababa de escuchar de boca de ese normalmente silencioso y tímido joven, pero ahora, tuvo el valor de decirle a la cara un montón de verdades.

Ritsuko hizo el amago de ir tras el joven Piloto EVA, pero por alguna razón sus piernas fallaron y terminó cayendo de rodilla al suelo. La científica simplemente se quedó ahí, sentada en el piso en medio del laboratorio. Sus ojos comenzaron a humedecerse y antes de que pudiera darse cuenta, las lágrimas comenzaron a correr libremente por sus mejillas. Los sollozos comenzaron a invadirla y se abrazó fuertemente a sí misma, en un intento de reprimir el llanto que amenazaba con salir. Y es que las palabras de Shinji tocaron una parte muy sensible de su ser. Una herida que estaba abierta y que no dejaba de sangrar día tras día.

¿Cómo lo supo? Se preguntaba una y otra vez la mujer. ¿Cómo fue que ese joven supo exactamente lo que ella sentía? Porque eso que Shinji le había dicho momentos atrás, era lo mismo que ella se repetía día tras día. ¿Por qué seguir en esa tóxica relación con Gendo Ikari, si el estar a su lado la lastimaba tanto?

En ese momento, Ritsuko no pudo seguir conteniendo lo que ya era inevitable, y comenzó a llorar. Pero el motivo principal del llanto de la mujer, no era su actual situación con el Comandante Ikari, eran más bien por las palabras con que Shinji se había expresado respecto a ella. Aún podía escucharlas claramente.

"Usted es una mujer grandiosa doctora, la mujer más bella que he visto en toda mi vida; y por si fuera poco, es tal vez la persona más inteligente del planeta… Tiene que valorarse más doctora. Una mujer tan maravillosa como usted, merece algo mejor en la vida"

¿Cuántos años había pasado esperando por alguien que dijera algo así de ella? ¿Cuántos años esperando por alguien que la valorara como mujer? Años esperando por alguien que le dijera algo bonito; no con el fin de llevársela a la cama, sino porque es lo que realmente siente y piensa de ella.

Ritsuko lloró. Lloró de dolor por el rumbo autodestructivo que estaba llevando su vida, y a la vez, lloró de alegría, porque finalmente alguien se había tomado la molestia de ver a la mujer que estaba escondida detrás de la científica.

Entre todo su llanto, la mujer no pudo evitar una pequeña y triste sonrisa. Que irónica podía ser la vida. Ella, que se había codeado con algunos de los hombres más importantes y poderosos del mundo, finalmente escuchó lo que tanto anhelaba de boca de un adolescente. Ritsuko sonrió mientras las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas.

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Era entrada la tarde en el departamento de Misato, y Shinji estaba sentado ante la mesa, contemplando desde hacía ya varios minutos su plato de comida. Tenía unos palillos en la mano pero solo los sostenía, como si estuviera decidiendo si usarlos o no. Por su parte, Misato y Asuka contemplaban extrañadas al chico frente a ellas, que solo miraba su comida mientras esta se enfriaba. Ese no era un comportamiento normal para el Tercer Elegido.

— ¿Te pasa algo, Shinji? — preguntó finalmente una ya preocupada Misato.

— ¿Qué? — preguntó el chico sacado de sus pensamientos, levantando la cabeza solo para encontrarse con dos mujeres mirándolo interrogante.

— Pregunté si te pasa algo — dijo Misato, estrechando un poco la mirada.

— No; no me pasa nada. Es solo que… no tengo mucha hambre — respondió Shinji, decidiendo rendirse con la comida y levantarse de la mesa.

— ¿A dónde vas? — preguntar ahora una preocupada Misato, al ver como el chico se encaminaba al corredor que da a la puerta de calle.

— Iré a dar una vuelta. No te preocupes. Solo necesito tomar un poco de aire — respondió él joven Ikari, restándole importancia al asunto.

Ambas mujeres vieron como el Tercer Elegido se encaminaba por el corredor, para poco después escuchar cómo se cerraba la puerta de calle, una vez Shinji salió del departamento. Asuka y Misato compartieron una mirada interrogante. Ambas conocían lo suficiente a Shinji, como para saber que algo andaba mal con él.

— ¿Sabes qué le pasa? — preguntó la morena, mirando a la pelirroja que estaba sentada junto a ella.

— Ni idea — respondió Asuka, encogiéndose de hombros — Pero no ha de ser nada importante. A lo mejor se encontró con su querido padre esta tarde en NERV. Ya sabes que siempre se pone así cuando lo ve — añadió la chica con un encogimiento de hombros, para luego seguir con su comida. 

— Sí, tal vez tengas razón — razonó Misato, echando un trago a la segunda cerveza de la tarde.

 

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Eran casi las 2:30 de la madrugada y Shinji estaba recostado de espaldas en su cama, mirando fijamente el techo sin poder conciliar el sueño, por más que lo intentara. Su mente era un mar de sentimientos encontrados. Por una parte, estaba feliz de por fin poder decirle a la doctora Akagi todo eso que hace tanto tiempo tenía atorado en su garganta. Pero por otro lado, tenía miedo a la reacción que tendría la mujer ante sus palabras.

¿Cómo voy a mirarla mañana a la cara? Se preguntó. Pero más importante aún. ¿Qué pensaría ella por todas las cosas que le dijo? Shinji se llevó las manos al rostro en desesperación. Había sido un completo idiota.

Se había dejado llevar por un arranque de emoción, enfado, adrenalina y no sabía que más, lanzándole a la cara todo lo que pensaba y lo que sentía. Prácticamente le había confesado que le gustaba. Lo que es peor; incluso consideró decirle: "Te amo". Por fortuna su cerebro recobró su correcto funcionamiento justo a tiempo, por lo que alcanzó a morderse la lengua y salir de ese laboratorio, antes decir algo en verdad comprometedor.

Shinji rumió su mala suerte. La doctora Ritsuko Akagi era un amor platónico. Esa brillante y hermosa mujer era algo que se mira, pero que no se toca. Ella es algo inalcanzable y secreto, pero ahora, luego de todo lo que había dicho, las cosas ya no podrían ser iguales. ¿Qué pensaría la doctora Akagi de él, luego de todas las cosas que le dijo? Con esas interrogantes en mente, el joven Piloto EVA siguió contemplando el techo de su habitación, sin poder conciliar el sueño.

 

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Al otro lado de la ciudad, en un elegante departamento, Ritsuko Akagi tampoco podía conciliar el sueño. Su mente era un completo caos, y el responsable de todo eso era un simple adolescente. La verdad es que las palabras de Shinji la habían remecido de una forma que nunca se hubiera imaginó posible. La primera consecuencia directa de esas palabras, fue que había cortado finalmente su relación con Gendo Ikari.

La mujer no pudo evitar sonreír al recordar la cara que puso aquel hombre, cuando ella acudió puntualmente a su cita, pero en vez de quitarse la ropa; como era ya la costumbre, ella se quedó de pie frente a él, mirándolo fijamente para luego decir: "Lo nuestro se acabó. Desde ahora en adelante nuestra relación será estrictamente profesional".

La sorpresa y turbación en el rostro de Gendo, eran evidentes e impagables, y no podía negar que disfrutó ver esa reacción. Aun así, se las arregló para recobrar rápidamente la compostura. Pudo ver en sus ojos que él demandaba a gritos una explicación, pero su orgullo le impedía hacer audible su demanda, motivo por el que no hizo nada por detenerla cuando ella dio media vuelta y emprendió la marcha, dejando para siempre esa habitación.

Al rememorar ese momento, por primera vez en mucho tiempo, Ritsuko Akagi pudo decir que se sentía realmente bien. Ahora que finalmente había salido de esa relación autodestructiva que mantuvo por tanto tiempo, tenía que comenzar a hacer las cosas de otra manera. Era definitivo. Tenía que cambiar. Ella no terminaría como su madre, y al cortar su relación con Gendo Ikari, había dado el primer paso; sin dudas, el paso más importante.

La mujer dio un cansado suspiro, y se revolvió en la cama para buscar una posición que le resultara cómoda para tratar de conciliar el sueño. Luego de varios minutos que resultaron infructuosos, la científica se giró para quedar de espaldas en la cama mirando en techo sobre ella. En ese momento, los pensamientos de Ritsuko la llevaron hacia Shinji.

No pudo evitar una sonrisa al recordar las palabras del joven Piloto EVA. Palabras que habían estado dando vueltas en su cabeza desde que las escuchó esta tarde en su laboratorio. Palabras por las que tuvo que esperar toda una vida para poder escucharlas.

Fue en este momento, en la tranquilidad de su hogar, que la científica pudo darse el tiempo de analizar con calma cada una de las palabras de Shinji, y dimensionar la real trascendencia de dichas palabras. Todo lo que Shinji le había dicho hace unas horas atrás, demostraba que él tenía un gran conocimiento sobre ella.

¿Cómo se las arregló Shinji para saber todas esas cosas sobre ella? ¿Acaso estuvo preguntando cosas sobre ella en NERV? ¿Acaso andaba detrás de ella espiándola sin que se diera cuenta? A decir verdad, las interrogantes eran muchas, pero analizando fríamente cada fragmento dicho por Shinji, recordando el tono de su voz, y los gestos de su cuerpo mientras estaba hablando, solo podía encontrar una respuesta que calzada adecuadamente con todo lo vivido en su laboratorio. Ritsuko sintió que su pulso se aceleraba ante esta revelación. Era una completa locura pensar en eso, pero, ¿qué otra respuesta podía haber?

La mujer se sentó repentinamente en la cama respirando acelerada. Si era cierto esto que había descubierto, entonces ¿Cómo enfrentarlo? ¿Debía dejar las cosas así y hacer de cuenta como si nunca hubiera ocurrido? Ciertamente no era esa la respuesta más adecuada. Ella necesitaba conocer la respuesta, pero por sobre todo, necesitaba sentir otra vez ese calor que experimentó al escuchar esas palabras; ese calor que a ella le hacía tanta falta.

Ritsuko se recogió en sí misma y rodeó las piernas con sus brazos, enterrando la cabeza entre sus rodillas. La mujer se quedó por largo tiempo en esa posición, mientras que rebeldes lágrimas se escurrían de sus ojos y caían por sus mejillas.

 

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Era un nuevo día en Tokio-3, y por uno de los corredores de NERV, se podía ver caminando lentamente al Tercer Elegido, con una cara que lo hacía parecer un condenado a muerte rumbo al patíbulo. Decir que Shinji Ikari estaba nervioso, es poco. Su corazón bombeaba a mil por hora, mientras se acercaba lentamente a enfrentar aquello que tanto temía y que no lo había dejado dormir la noche pasada.

Pese a la lentitud de su caminar, el joven Piloto EVA estuvo ante la puerta de su destino mucho antes de lo que hubiera deseado. Una vez ante aquella puerta, pasó un minuto más dándose la fuerza necesaria para ingresar a ese lugar. Cerró los ojos, dio una gran inspiración, accionó el botón para que la puerta se abriera, e ingresó al lugar.

Al ingresar a la habitación el joven pudo ver inmediatamente a Misato, que conversaba con Asuka. Un poco más atrás estaba Rei, que escuchaba con atención la plática de las dos mujeres. Más al fondo pudo divisar a Maya, preparando los últimos detalles para la prueba de ese día, junto a la doctora Akagi.

— Hasta que al fin llegas, Shinji. Pensé que te habías quedado dormido. Tardabas tanto que estaba por enviar a alguien de Seguridad a buscarte — comentó Misato de brazos cruzados, con un gesto un tanto reprobatorio en el rostro.

— Perdón — fue lo único que pudo responder el compungido Shinji, ganándose una mirada gélida por parte de Asuka.

Fue en ese momento que sus miradas se encontraron. Piloto EVA y científica se miraron fijamente a los ojos por unos segundos, que para los dos parecieron una verdadera eternidad. Sin poder seguir soportando la mirada del otro, apartaron la vista rápidamente como si se hubieran quemado. Aun así, ninguno pudo evitar que los colores se les subieran al rostro.

— ¿Te pasa algo? — preguntó Misato, mirando con algo de extrañeza al Shinji por su reacción.

— No me pasa nada. Estoy bien — logró responder el aludido, arreglándoselas para recobrar la compostura tan rápidamente como le fue posible.

— Bien; ya que finalmente contamos con la presencia de Shinji, podemos comenzar con las pruebas de sincronización de hoy — dijo Ritsuko acercándose al grupo con aire profesional, tratando de mantener la calma en todo momento, y cuidando de no mirar a los ojos del Tercer Elegido, ya que estaba segura de que si cruzaba miradas con él, su cuerpo la traicionaría.

 

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La prueba de sincronización se desarrollaba con total normalidad. Los tres pilotos respondían bien y no se presentaban problemas. Al menos, hasta que Maya llamó la atención sobre algo que no estaba marchando del todo bien. Sus sensores venían registrando esta anomalía desde hace varios minutos, pero decidió esperar a ver si los indicadores sufrían una variación y regresaban a la normalidad. Pero ahora, varios minutos después, nada hacía parecer que eso fuera a suceder. Era preciso reportarlo.

— Los niveles de sincronización de Shinji están por debajo de lo normal. Su sincronización está un 26 por ciento debajo del registro promedio, y no hay signos de recuperación — informó Maya.

La científica arrugó el entrecejo y se acercó a Maya para corroborar las cifras que esta tenía desplegadas ante su monitor. Efectivamente, al revisar las cifras constató que Shinji estaba muy por debajo de su promedio normal. Al chequear sus constantes, descubrió que el corazón del joven Piloto EVA latía a un ritmo acelerado, y su pulso estaba por las nubes.

— ¿Qué pasa con Shinji? — preguntó una preocupada Misato, acercándose a la científica y Maya, para ver las cifras que ambas revisaban.

— La sincronización de Shinji está en un 26 por ciento debajo del promedio. Sus constantes vitales también presenta alteraciones — informó la rubia, mirando alternamente las cifras y la imagen de Shinji en otro monitor. Podía notar que el chico estaba incómodo.

— Esto no es común en él. Por lo que podemos ver aquí, yo diría que está… nervioso — comentó Maya, revisando las cifras una vez más.

— Tu suposición me parece acertada, Maya. Sus constantes vitales y la imagen de Shinji en ese monitor no dejan lugar a dudas. Está incómodo y algo nervioso. Por eso sus cifras son tan bajas — razonó Ritsuko, llegando a la conclusión de era ella la causante del estado actual de Shinji; si lo que sintió al intercambiar miradas con él no la engañaba.

— Shinji ha estado comportándose un poco extraño desde ayer. Es como si algo lo molestara. ¿Crees que esté enfermo? — preguntó Misato, viendo con algo de preocupación la imagen del Tercer Elegido por un monitor.

— No podría asegurarlo sin examinarlo antes. Lo mejor será hacerle un chequeo completo para asegurarnos — dijo finalmente la mujer, logrando un asentimiento de cabeza por parte de Misato — Maya, dile a Shinji que salga de ahí y me vea en la enfermería.

— Sí doctora — dijo Maya, procediendo a cumplir la orden de su superior, mientras esta se encaminaba a la enfermería con muchas cosas dando vueltas por su cabeza, pero con un solo denominador común: Shinji Ikari.

 

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Habían pasado cerca de 30 minutos y, pese a disimilarlo bastante bien, una nerviosa Ritsuko Akagi, revisaba a un no menos nervioso Shinji Ikari. Todo esto ante la mirada de una atenta y preocupada Misato, quien estaba de pie con los brazos cruzados esperando el veredicto de la doctora, apoyada de espaldas a la pared.

De más está decir que esto no era lo que la científica tenía en mente, al llamar a Shinji para hacerle un chequeo médico. Su idea era aprovechar esta oportunidad, para tener una larga y seria conversación en privado con Shinji. Lo que la mujer no incluyó en sus cálculos, es que Misato insistió en estar presente durante el examen, para ver en primera persona cual era el problema que aquejaba a su protegido. Ritsuko sabía que cuando a Misato se le metía algo en la cabeza, no había nada ni nadie que lograra hacerla entrar en razón, por lo que no le quedó más remedio que dejar esa necesaria conversación para otro momento.

— Ya puedes vestirte, Shinji — dijo una frustrada Ritsuko, dando por finalizado el examen al Tercer Elegido, para luego encaminarse al escritorio junto a la pared y redactar su informe.

— ¿Y bien? ¿Cómo está Shinji? ¿Qué es lo que pasa con él? — preguntó impaciente Misato, al ver que la rubia no emitía ningún veredicto sobre el estado de salud de su protegido.

— Estrés — fue la simple y contundente respuesta de la rubia facultativa.

— ¿Estrés? — preguntó incrédula la Directora de Operaciones, sin poder creer lo que estaba escuchando de labios de la mujer frente a ella.

Unos metros más atrás, y aún terminando de vestirse, un impactado Shinji, tampoco daba crédito a lo que acaba de escuchar de labios de la mujer que amaba. Por otro lado, tal vez el diagnóstico médico no estaba tan alejado de la realidad, ya que en verdad estaba un tanto superado por toda esta situación.

— Así es. Estrés — volvió a confirmar Ritsuko, volteando su silla para mirar seriamente a la incrédula morena — Shinji está un poco estresado. Esa es la razón por la que no podía concentrarse en la prueba. No es algo que deba extrañarnos, tomando en cuanta toda la presión que debe afrontar con sus responsabilidades aquí en NERV.

— Sí, tal vez tengas razón, pero Rei o Asuka no han sufrido esta condición, pese a estar expuestas a las mismas presiones — razonó Misato.

— Eso es verdad. Pero no olvides que ellas se prepararon por años para pilotar un EVA y enfrentar a los Ángeles. En cambio Shinji nunca recibió entrenamiento previo antes de llegar a Tokio-3 y subir al EVA-01 por primera vez — dijo Ritsuko, para hacerle notar a Misato ese dato tan importante.

— Tienes razón — reconoció Misato, mirando a Shinji que se acercaba donde ellas estaban — ¿Es grave? — preguntó con interés.

— Nada de lo que debas preocuparte. La condición de Shnji no es grave, así que tiene un buen diagnóstico — explicó la mujer mientras se volteaba hacia el escritorio nuevamente para escribir una receta médica.

Shinji, quien ahora estaba de pie junto a Misato, escuchaba atentamente todo lo que decía la doctora, y no pudo dejar de estar completamente de acuerdo en lo que dijo. Por su parte, la científica no mentía en su diagnóstico. Shinji de verdad estaba un tanto estresado, lo cual era perfectamente esperable luego de lo que había pasado entre ellos; y en honor a la verdad, ella también se encontraba algo estresada.

La mujer dio un leve suspiro, y volvió a la tarea de escribir la receta, aún molesta por la intrusión de Misato, quien le arrebató la oportunidad de hablar a solas con Shinji. Necesitaba aclarar las cosas con él; y de paso, sacudirse el estrés que ambos tenían. Fue en ese momento que la científica tuvo una idea. Ya sabía cómo crear un momento para hablar con Shinji, y en las propias narices de Misato.

Ritsuko esbozó una pequeña sonrisa cuando terminó de escribir la receta. La mujer se levantó de su asiento doblando cuidadosamente el papel en sus manos. Miró a Shinji, que estaba expectante junto a Misato. Caminó hasta quedar frente a él, haciendo un tremendo esfuerzo para poder mirarlo a los ojos.

— Lo que tienes no es grave, así que no debes preocuparte. Tratar de relajarte un poco. Sal con tus amigos, distráete, pásalo bien, y te aseguro que te sentirás mejor — dijo Ritsuko con una nerviosa sonrisa.

— ¿Salir con mis amigos? — preguntó Shinji, también con nerviosismo, rehuyendo lo más que podía el contacto visual con la mujer.

— Así es. Lo mejor para el estrés es relajarse y dejar de lado los problemas y preocupaciones. Es más, como tu médico te aconsejo que salgas hoy mismo a dar una vuelta con tus amigos. Eso te ayudará soltar toda esa tensión que pareces tener acumulada — añadió Ritsuko mientras tendía la receta al nervioso Piloto EVA.

Misato, que estaba más preocupada por la salud de Shinji, no se percató del nerviosismo de la doctora y se dispuso a tomar la receta que esta le tendió al Tercer Elegido. Ritsuko, viendo lo que iba a hacer la morena, actuó con rapidez y retiró su mano como por acto reflejo, causando que Misato quedara con la mano extendida y le diera una mirada molestia a la rubia mujer.

— El paciente aquí es Shinji, no tú. Además, la receta solo tiene un relajante muscular. Si mal no recuerdo, tú necesitas algo más fuerte que eso para relajarte — comento Ritsuko, sosteniendo la molesta mirada de Misato.

La aludida estrechó un poco más los ojos y se cruzó de brazos mirando para otro lado, enfadada por el molesto comentario de Ritsuko. Por su parte, Shinji solo se limitó a sonreír por ese último intercambio mientras tomaba la receta que volvió a tenderle Ritsuko, y salió del cuarto seguido de una enojada Misato.

— ¿Qué se habrá creído esa estúpida? — masculló Misato con enfado, una vez estuvieron afuera de la enfermería — Bueno, cambiando de tema. Shinji, tienes la tarde libre. Has lo que dijo Ritsuko. Relájate y pásalo bien con tus amigos. ¿De acuerdo?

— De acuerdo — respondió Shinji con algo de duda, para a continuación ver como Misato desaparecía rápidamente por uno de los corredores, sin dudas para atender sus obligaciones.

El vástago despreciado de Gendo dio un cansado suspiro y se encaminó con paso cansino a la farmacia de NERV, para que le despacharan la receta que le había diagnosticado su amor platónico, momento en que se dio cuenta de que había dos recetas y no una. La primera receta efectivamente contenía las indicciones de un relajante muscular, pero al ver la segunda, sintió que el corazón se le detenía. Ahí, con puño y letra de Ritsuko Akagi, se leía lo siguiente:

Shinji, tenemos que hablar.

Te espero en mi departamento a las 7:30 de la tarde.

Por favor no faltes.

Un poco más abajo estaba efectivamente anotada la dirección del departamento de Ritsuko, y las indicaciones de cómo llegar. Shinji volvió a leer el papel una vez más para estar seguro, y al constatar que no se había equivocado, sintió que más que nunca necesitaba ese famoso relajante muscular.

 

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Eran las 7:28 de la tarde, y Shinji estaba parado fuera del edificio donde vivía la doctora Ritsuko Akagi. Como por orden médica debía distraerse, Misato no le puso ninguna objeción cuando anunció que saldría con Touji a dar una vuelta por el distrito comercial, y luego pasarían a ver una película al cine, por lo que no sabía a qué hora estaría de regreso. Eso también le sirvió de cuartada para justificar su forma de vestir, ya que el joven Ikari se había esmerado en su presentación personal, para acudir de la mejor forma posible a esta cita.

Shinji se había puesto una tenida que aún no había estrenado, ya que no había encontrado el momento adecuado. Era un conjunto juvenil, pero a la vez elegante. La verdad le había gustado mucho la imagen que le devolvía el espejo, cuando se vio vestido así en la tienda donde lo compró. Todo se lo debía a Maya Ibuki. La asistente de la doctora Akagi, estaba comprando en esa misma tienda, y al verlo ahí, complicado sobre qué comprar, decidió ayudarlo con la elección. Ciertamente la mujer no se había equivocado. Maya tenía muy buen gusto para la moda.

Unos bocinazos de unos automóviles que transitaban a lo lejos por la calle, trajeron de regreso al joven Ikari a la realidad. Se encontró nuevamente de pie frente al edificio, donde ya llevaba bastante tiempo, por lo que decidió que ya era hora de entrar. Si seguía ahí, alguno de los vecinos podría ponerse nervioso al verlo tanto tiempo de pie sin hacer nada, y podría terminar llamando a la policía. Shinji juntó todo el valor que pudo encontrar; que no fue mucho, sea dicho de paso y se encaminó a la puerta de entrada. Luego de dudar unos segundos ante un tablero adosado a la pared junto a la puerta principal, con los números de todos los departamentos y una bocina para poder hablar, presionó el botón con el número que correspondía al departamento que figuraba en la receta que traía en una de sus manos.

— Diga — se escuchó la voz de la mujer saliendo desde una bocina en el tablero, pocos segundos después.

Shinji intentó hablar, pero su voz se negó a salir. Los nervios le estaban comiendo vivo, y escuchar la voz de la científica, cada vez más molesta preguntando si había alguien afuera, no se lo hacía precisamente más fácil.

— ¿Hay alguien ahí? ¡Aló! ¿Hay alguien? — preguntó otra vez la mujer con un tono crecientemente molesto, ya que creía que había alguien afuera jugándole una broma. Ese fue el momento en que Shinji encontró su voz.

— Este… soy Shinji — dijo el joven algo apresurado, para ser oído por la mujer antes de que esta cortara.

Pasaron unos largos segundos, en los que el Shinji creyó que la mujer no había alcanzado a escucharlo. Estaba por volver a presionar el número del departamento, cuando llegó la respuesta.

— Pasa, está abierto — dijo la mujer, escuchándose el sonido característico del portero automático abriendo la puerta de acceso.

Shinji miró la puerta unos segundos, como para convencerse de lo que estaba por hacer. Una vez decidido, abrió la puerta y entró finalmente al edificio.

Al mirar el interior se percató de que habían dos ascensores para acceder a los pisos superiores, pero Shinji decidió usar las escaleras y así tener tiempo de reunir algo más de valor; pero con cada paso que daba el joven Piloto EVA, su pulso se aceleraba más y más. El estómago comenzó a dolerle de lo nervioso que estaba, a la vez que sentía como las piernas le flaqueaban. Todas estas razones hicieron que la subida fuera más lenta de lo normal, pero más rápido de lo esperado. Finalmente cuando estuvo frente a la puerta de la mujer, sintió que el poco valor que reunió se evaporó por arte de magia. La verdad no sabía cómo se las había arreglado para llegar tan lejos, pero en ese momento como nunca antes en su vida, sintió ganas de huir, solo que no tuvo tiempo, ya que Ritsuko abrió la puerta justo en ese instante, sorprendiéndose al verlo de golpe frente a ella.

— ¡Shinji! — exclamó la mujer, con sorpresa — Como demorabas en llegar yo iba a… bueno, ya estás aquí, pasa — señaló, haciéndose a un lado para darle la pasada al Tercer Elegido, que no pudo encontrar su voz, así que solo se limitó a asentir con la cabeza.

Una vez dentro del departamento, pese a su nerviosismo, Ritsuko no pudo dejar de apreciar al joven Piloto EVA, quien en esta ocasión vestía muy distinto a su siempre usual uniforme escolar, usando en su lugar unos pantalones azules de corte juvenil, zapatos de vestir negros, una hermosa camisa con diseños y una chaqueta que combinaba perfectamente con todo el conjunto. Por su parte, mientras entraba al departamento, si bien pudo sentir el escrutinio de la mujer, Shinji también pudo darse cuenta de que la mujer estaba tan nerviosa como él. El tener esta certeza, por extraño que pudiera parecer, logró calmarlo un poco.

El departamento en cuestión era medianamente grande, muy bien decorado y en perfecto orden. Esto hablaba muy bien de la doctora Akagi, a su parecer. En casa era tan ordenada como en su trabajo. Eso le gustó mucho. Al detener la vista en la sala de estar, pudo ver algunos bocadillos dispuestas en unos platillos situados sobre una mesita que estaba en el centro de la sala. Era indudable que ella lo estaba esperando y quería hacer esta plática lo más amena posible, dentro de lo que se pudiera. Lo cual no solo lo calmó un poco más, sino que además, le alegró bastante, ya que le hizo pensar que la situación probablemente sería menos densa de lo que pudiera haber pensado al principio.

— ¿Quieres algo de beber? — ofreció repentinamente la mujer, a fin de tratar de distender el ambiente que estaba bastante tenso — Tengo café, té, jugo de naranja o manzana. También tengo algo más fuerte si apeteces — añadió esto último con una sonrisa nerviosa, mientras se maldecía mentalmente por la poca capacidad que estaba mostrando para manejar tamaña situación.

— Creo que… tomaré algo más fuerte. Si fuera posible — dijo Shinji, tratando de aparentar calma.

— ¿No sabía que bebías a tu edad? — cuestionó Rutsuko, genuinamente interesada.

— No lo hago, es solo que… bien; creo que ahora me caería bien algo fuerte — respondió Shinji, en parte a modo de disculpa y en otra como explicación.

"A mí también me caería bien algo fuerte en este momento" pensó Ritsuko, comprendiendo al joven.

— Ponte cómodo, vuelvo enseguida — dijo la mujer, para luego dar media vuelta y perderse dentro de la cocina.

Una vez que quedó momentáneamente solo, Shinji se sentó en un sillón de tres cuerpos y respiró profundamente tratando de relajarse. Si quería hacer esto, debía estar calmado. Era la única forma de enfrentar a la científica y lo que de seguro serían los cuestionamientos a sus palabras. Fue así como transcurrieron un par de minutos, cuando finalmente Ritsuko regresó de la cocina cargando un par de copas, tendiéndole una a Shinji, quien la cogió mientras ella se sentaba junto a él.

— Este trago se llama "Vaina". Lo preparé suave, así que no se te subirá a la cabeza — explicó la mujer con una sonrisa gentil, que a Shinji casi lo desarmó.

— Gracias — respondió el Tercer Elegido, tratando de recobrar la calma, y tomó un sorbo para probar el trago de Ritsuko — ¡Está riquísimo!

— Sabía que te gustaría — dijo Ritsuko, con una sonrisa.

Un tenso silencio se produjo luego de ese breve intercambio de palabras. Ninguno atinaba a decir nada, solo estaban ahí, sentados uno al lado del otro, mirando fijamente la copa de "Vaina" que sostenían entre las manos. Fue Ritsuko la que finalmente se armó de valor para romper el silencio.

— Shinji… sobre lo que dijiste ayer… — comenzó la mujer, pero fue prontamente interrumpida por el aludido.

— Doctora, sobre eso yo… quería pedirle disculpas. Yo… creo que no debí decir esas palabras.

— ¡¡No!! — dijo con fuerza la mujer, sorprendiendo al Piloto EVA — Tú tenías razón; sobre todo lo que dijiste. Yo solo he sido un juguete en manos de tu padre, y se lo he permitido aun sabiendo que me hacía daño.

Shinji se sorprendió por esa declaración; por esa sincera y dura confesión. Algo se removió dentro de él, al sentir la amargura en las palabras de la científica. Eso le dio la fuerza necesaria para hablar.

— ¿Por qué? — preguntó simplemente.

— Porque soy una tonta — fue la triste y amarga respuesta de Ritsuko Akagi — Yo… tal vez sea una brillante científica como dijiste, pero en el fondo, solo soy una tonta. Me dejé usar por ese hombre. Confié en él, me entregué por entero, aun cuando en el fondo sabía muy bien que en verdad él nunca…

La rubia no pudo continuar con lo que decía, las palabras se negaron a salir de su boca; aun sí, estaba segura que con lo poco que había logrado revelar, Shinji ya sabría perfectamente de lo que estaba hablando. Ritsuko apretó con fuerza la copa entre sus manos, haciendo esfuerzos por contener las lágrimas, que amenazaban con salir de sus ojos.

Por su parte, Shinji miró a la mujer con profunda pena por su situación. También, sintió una profunda rabia hacia su padre, por haberse aprovechado de esta increíble mujer, y por haberla hecho sufrir de esa forma.

Al verla sentada así a su lado; tan vulnerable, tan frágil, tan distinta a la fría y competente científica que todo el mundo conocía, el joven sintió que debía hacer algo por ella. Fue ese momento, en que Shinji Ikari tomó la decisión que marcaría un antes y un después en su vida.

 "NO VOY A HUIR; NUNCA MÁS"

Ritsuko, quien seguía concentrada en su dolor y en contener el llanto que amenazaba con salir, sintió repentinamente que le quitaban la copa de las manos para dejarla en la mesita de centro. Luego de eso, se vio sorpresivamente atrapada en unos brazos que la sujetaban con firmeza y delicadeza a la vez. Al alzar la vista, se encontró con un par de ojos azules que la miraban con comprensión.

— Debería llorar, doctora. No es bueno que se quede con todo eso adentro — dijo Shinji, aún sin estar realmente seguro de qué lo impulsó a decir esas palabras, ni cómo sacó el valor para decirlas; pero estaba seguro de que era lo correcto. Él lo sabía mejor que nadie; llorar ayuda.

La mujer observó con sorpresa a Shinji por unos segundos, considerando sus palabras. Luego de meditarlo un momento; tal vez estimulada por el fuerte, pero gentil abrazo en el que la tenían atrapada, o por esos hermosos ojos azules que la miraban con comprensión; fue que se permitió la libertad de dejar salir todo lo que tenía adentro.

Ristuko Akagi lloró como nunca antes en su vida. Todo su dolor y toda su frustración, salieron junto con sus lágrimas en forma de llanto. Lloró por su madre, por Gendo y la forma en que dejó que este la utilizara durante tanto tiempo. Lloró por ella y su soledad, por todo lo que había aguantado en silencio por tantos años. Con cada lágrima que salía, la mujer sentía que se iba quitando un peso de los hombros, pero lo más importante, por primera en su vida, sentía había alguien ahí para apoyarla, abrazarla y reconfortarla cuando más lo necesitaba.

Por su parte, el Tercer Elegido no pudo reprimir un par de lágrimas, ante el lastimero llanto de la mujer que estrechaba entre sus brazos. Ella siempre había sido la viva imagen de la pulcritud, la determinación y el conocimiento, pero en el fondo, había sufrido mucho más de lo que nadie pudiera imaginar.

 

Con renovada fuerza, y una recién descubierta determinación, Shinji se permitió estrechar con mayor fuerza el abrazo en que tenía a la mujer, mientras ella se aferraba a su camisa y continuaba llorando sus penas.

Fue así como los minutos fueron pasando lentamente, hasta que el llanto de Ritsuko fue bajando en intensidad, para luego de un tiempo, desaparecer.

Luego de que su llanto terminara y sus ojos se secaran, Ritsuko se quedó por largos minutos aferrada a la camisa del Tercer Elegido, disfrutando de momento, de sentirse protegida, de sentir que por primera vez en su vida, había alguien ahí para ella. Ese último pensamiento la hizo estremecer y sentirse bien por partes iguales.

Fue en ese momento en que Ritsuko supo que debía recobrar la compostura. No podían quedarse así para siempre. Debía terminar con ese abrazo, aunque le pesara. Aun había cosas por hablar. Con eso en mente, se apartó lentamente del abrazo que tanto estaba disfrutando.

— ¿Se siente mejor? — preguntó Shinji, viendo como la mujer se liberaba del abrazo, interesado por ver si ella se había calmado.

— Sí, gracias — respondió ella, mientras Shinji le tendió un pañuelo. Ritsuko lo aceptó con una débil sonrisa en señal de agradecimiento, se secó las lágrimas y se limpió la nariz.

— Usted ha sufrido mucho, doctora; y no solo por mi padre, ¿verdad? — aventuró el joven Piloto EVA, mirando con seriedad a la mujer.

— Sí, es verdad. Pero finalmente encontré las fuerzas para dejar eso atrás. Terminé con tu padre ayer por la tarde. Eso te lo debo a ti — dijo ella, con una pequeña sonrisa, mientras estrujaba el pañuelo en sus manos.

— Me alegra escuchar eso, doctora — respondió el joven, gratamente sorprendido por esta revelación.

— Por favor, llámame Ritsuko — dijo ella.

Shinji se sorprendió por esas palabras de la mujer sentada junto a él, impactado por la confianza que le estaba dando a permitirle usar su nombre. No pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios, dando un asentimiento de cabeza.

Ritsuko pudo dejar de observar la feliz sonrisa del Tercer Elegido, sorprendida como algo tan simple como permitirle usar su nombre, podría alegrarlo tanto. No pudo evitar su propia sonrisa, mientras se detenía contemplando los profundos y azules ojos del joven ante ella; teniendo la certeza, de que podría perderse fácilmente en esos ojos si no tenía cuidado. 

¿Qué tenía este joven que provocaba ese tipo de reacciones en ella? ¿Qué tenía este joven que con su sola mirada, hacía que su adolorido corazón se acelerará de una forma hasta ahora desconocida para ella? ¿Cómo es que este joven había sido capaz de ver en ella, lo que ningún otro hombre había visto antes? Tenía que saber… ¡No! Necesitaba saber.

— Shinji. Debo decirte que lo que me dijiste ayer en el laboratorio, fue lo más hermoso que alguien me haya dicho jamás. Tus palabras llegaron muy profundo en mi corazón — dijo la mujer, mirando fijamente a los ojos del joven Piloto EVA.

Shinji sintió la mirada de la mujer, una mirada que pareció traspasarlo y ver en lo más profundo de su ser. No pudo evitar que un fuerte sonrojo se apoderada de él, ya que podía sentir como sus mejillas ardían. Aun así, de alguna forma se las arregló para sostener la mirada de la científica. Una mirada que a la vez parecía preguntarle algo. Una mirada que parecía pedir a gritos una respuesta; una respuesta que solo él podía dar.

Muchas cosas pasaron por la mente de Shinji Ikari, mientras contemplaba los hermosos ojos de la mujer sentada junto a él. Pero curiosamente, ninguna de esas cosas contemplaba el huir. Por el contrario; todos sus pensamientos llegaban a la misma conclusión. Es por eso que luego de unos segundos, su boca pareció moverse por sí sola, revelando finalmente eso que desde hace ya tiempo albergaba en lo más profundo de su corazón.

— Lo que dije ayer en laboratorio, es lo que realmente siento por ti, Ritsuko… ¡Te amo!

Los ojos de Ritsuko Akagi, casi salieron de sus orbitas al escuchar esas dos simples, pero a la vez tan significativas palabras. Su corazón comenzó a bombear con tanta fuerza, que por momentos pensó que iba a estallar.

"Te amo"

Esas palabras se repetían una y otra vez en la cabeza de Ritsuko, sin poder quitar la vista del joven frente a ella; y es que al ver los decididos ojos de Shinji, solo pudo ver sinceridad en ellos. Este joven sentado junto a ella, no estaba bromeando, ni tampoco trataba de obtener algún tipo de ventaja de esta situación. Estaba totalmente segura de que Shinji había dicho esas palabras de corazón.

Ritsuko sintió como sus ojos se humedecían otra vez.

Mientras, un nerviosísimo Shinji observaba fijamente a la mujer junto a él, totalmente consciente de que se había jugado la vida con sus atrevidas palabras, pero que expresaban lo que él sentía verdaderamente por ella. Ahora solo le restaba esperar la reacción de la científica, ante lo que le había confesado.

En este punto, Shinji hubiera esperado cualquier tipo de reacción de ella; enfado, rechazo, negación, incluido burlas, al considerarlo solo un niño tonto; lo que nunca hubiera esperado, es que ella se lanzara a sus brazos; pero así era. Ritsuko Akagi estaba ahora entre sus brazos; incluso podía sentir su suave respiración en su oreja, causándole una sensación electrizante.

Abrazada fuertemente a Shinji, la mujer consideraba seriamente lo que estaba a punto de hacer, la línea que estaba a punto de cruzar.

El joven al cual abrazaba con todas sus fuerzas, era un adolescente, mientras que ella ya era una mujer madura. Lo que pensaba hacer técnicamente era un delito. Si Misato, cualquier otra persona; o peor aún, alguien del alto mando de NERV, llegaba a enterarse de lo que pensaba hacer; de seguro la encarcelarían. Pero simplemente no podía dar marcha atrás. Esto es algo que no podía dejar pasar, por más descabellado que fuera, simplemente no podía.

Este joven al cual se aferraba en un fuerte abrazo, le ofrecía todo lo que ella siempre había buscado, aquello que tanto necesitaba y siempre se le había sido negado… amor.

Ritsuko se separó un poco de Shinji y lo miró directo a los ojos. Nuevamente, pudo ver en esos ojos de forma palpable la veracidad de sus palabras. En ese momento la científica supo que ya no había vuelta atrás. Su decisión estaba tomada. Fue así como la mujer tomó el rostro del Tercer Elegido entre sus manos y lo besó.

Shinji abrió los ojos desorbitados, totalmente sorprendido por esta nueva acción de la mujer frente a él, pero pronto la sorpresa fue reemplazada por el placer de una caricia largamente anhelada en secreto. Fue así como; siendo impulsado por todos esos sentimientos que en ese momento lo abordaban en forma casi asfixiante, que el joven Piloto EVA se dejó llevar, devolviendo el beso a la mujer, haciendo realidad una de sus más anheladas fantasías.

Es así, como la extraña pareja se besó con ternura durante largos momentos, explorándose sin prisa, mientras iban conociendo los labios del otro. Fue así como con el correr de los segundos, ese tierno beso fue transformándose paulatinamente en uno más apasionado. La lengua de Ritsuko irrumpió repentinamente en la boca de un sorprendido Shinji, explorándola y dándole placer a la vez. Para Shinji, pese a ser su primer beso real, ya que el de Asuka no puede contar como tal, intentó no quedarse atrás y trató de devolver el favor a la mujer de la mejor forma posible, causando que el placer de ambos se incrementara.

Luego de largos segundos, cuando finalizó el apasionado beso que compartían, se separaron lentamente. Ritsuko observó a Shinji con ojos húmedos y una hermosa sonrisa que él jamás había visto en ella. Era como si fuera a explotar de la emoción. Eso lo remeció por entero.

— Gracias, Shinji. No tienes idea de lo que has hecho por mí — dijo ella ampliando su sonrisa, mientras le daba una tierna mirada — Me has devuelto las ganas de vivir. Me has hecho sentirme mujer por primera vez en la vida.

Shinji escuchó impactado lo que Ritsuko le estaba revelando. Jamás hubiera imaginado que sus palabras pudieran significar tanto para ella. Pero aún no había terminado; faltaba algo, lo más importante.

— Sé que una relación entre nosotros no sería bien vista. Tu eres tan joven aun y yo mujer adulta, pero… si somos precavidos, si tú lo deseas, yo… quiero intentarlo. Quiero estar contigo.

Shinji apenas daba crédito a lo que había escuchado de boca aquella hermosa mujer. ¿Había escuchado correctamente? ¿Acaso estaba soñando? ¿Ella en verdad lo había aceptado? ¿Así de fácil?

Miró a Ritsuko aún sin poder creer sus palabras. Miró a sus ojos buscando confirmar lo que sus oídos habían escuchado y que su corazón anhelaba con locura. Tenía que asegurarse; comprobar que todo esto no era un sueño.

— ¿Es cierto lo que dices? ¿En verdad tú… quieres…? — preguntó el joven Piloto EVA, sin poder terminar lo que decía, ya que producto de la emoción, sus palabras apenas salían de su boca.

— Sí Shinji. Quiero — respondió Ritsuko, ampliando su sonrisa, a la vez que acariciaba una mejilla.

Ambos se miraron a los ojos fijamente por largos segundos, con la emoción rebozando sus corazones. Shinji sonrió, sin poder evitar que una lágrima de felicidad escapara de su uno de sus ojos. Por su parte, y sin darse cuenta, Ritsuko también derramaba lágrimas de emoción. El paso que ellos estaban a punto de dar era muy importante para ambos y ya no había vuelta atrás. Al contemplar la emoción en los ojos del otro, supieron que la decisión ya estaba tomada.

Un nuevo beso no se hizo esperar, al que le siguió otro y otro; cada beso más intenso que el anterior. Ciertamente las cosas estaban comenzando a escalar, ambos podían sentirlo. Los besos ya no estaban siendo suficientes, necesitaban más.

Ritsuko no dejó de sentirse incómoda por la situación. Si bien ella estaba bien con seguir adelante, Shinji aún era joven e inexperto, por lo que no quería presionarlo, y de paso, asustarlo. No quería crear una brecha entre ellos, no ahora que recién se habían encontrado.

Un nuevo beso, mucho más intenso que el anterior, hizo estremecer a Ritsuko, haciéndola sentir cosas que no experimentaba desde hace mucho tiempo.

Se separaron del beso con un sonido húmedo, quedando sus bocas unidas unos segundos por un hilillo de saliva. Ambos respiraban pesadamente, con el rostro sonrojado y ojos algo nublados. Se miraron a los ojos, buscando algo en el otro, algo que les indicara lo que debían hacer a continuación. Finalmente, y luego de largos segundos de estar mirándose a los ojos, fue Ritsuko la que rompió el silencio.

— No tienes que irte esta noche, si no lo deseas — dijo la mujer casi en su susurro, haciendo audible aquel deseo que había despertado en ella, un deseo que estaba segura había visto en los ojos de Shinji.

El joven Ikari estaba congelado al escuchar esas palabras, esa invitación. No era tonto, sabía lo que había detrás de esa propuesta. Era algo que él también deseaba, pero… ¿Sería correcto?

Miro los ojos de la hermosa mujer junto a él, y no pudo ver malicia en ellos. Solo pudo ver emoción, expectación y deseo… deseo de ser querida, deseo de ser amada. Esa sola certeza fue suficiente para que su corazón latiera desbocado.

Shinji Ikari experimento algo completamente nuevo para él. Sintió como si todo el amor que sentía por esta increíble mujer, estuviera brotando por cada puro de su cuerpo, como un deseo casi irrefrenable que se apoderase de él; un deseo por amar a esta mujer, un deseo de demostrarle cuanto significa ella para él. Esa certeza terminó por zanjar con todas sus dudas. 

— Yo… me gustaría quedarme — logró decir Shinji con algo de nerviosismo, pero totalmente decidido.

Ambos se miraron a los ojos por largos segundos, como si estuvieran confirmando con la mirada lo que estaban por hacer, el camino que iban a recorrer de ahora en adelante. Shinji pudo ver una profunda necesidad y deseo por ser amada, mientras que Ritsuko pudo ver un profundo amor y un deseo por demostrar ese amor. Ambos se sonrojaron furiosamente, sabiendo que no se iban a detener, sabiendo que cada uno tenía lo que el otro necesitaba y que estaban dispuestos a compartirlo, a experimentarlo y vivirlo… juntos.

Con una última mirada, la improbable pareja se fundió en un nuevo beso, cargado de pasión, deseo y amor. Esta vez, ninguno de ellos se detuvo. 

 

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Era entrada la noche, y Shinji estaba recostado de espaldas en una cómoda cama de dos plazas, mirando el techo de la habitación. Ritsuko descansaba su cabeza sobre el pecho de él, rodeándolo con un brazo, mientras él devolvía en abrazo. Ambos estaban desnudos, cansados y sudorosos, pero con una gran sonrisa en los labios.

Shinji apenas creía todo lo que estaba pasando, todo lo que habían hecho en esa cama. Su cara se volvió completamente roja ante ese recuerdo. Fue lo más excitante y hermoso que había experimentado en su vida. En un inicio estaba temeroso y nervioso, pero con la ayuda de una paciente y comprensiva Ritsuko, las cosa fueron avanzado has finalmente estar juntos como pareja, como hombre y mujer.

Obviamente, él era totalmente inexperto en la materia, pero Ritsuko había demostrado ser una compañera gentil y dispuesta a guiarlo y enseñarlo en los caminos en se estaban adentrando juntos. Se sonrojó al recordar que aparentemente fue un buen alumno, considerando cuan feliz y complacida se mostró Ritsuko, una vez le tomó el ritmo a lo que estaban haciendo. Sonrió.

Jamás penó que algo así podría ocurrirle a él, que su primera vez sería con una mujer adulta. Una mujer que estaría dispuesta a enseñarle y guiarlo; y mucho menos, que esa mujer sería la mismísima Ritsuko Akagi, la mujer que ama.

Ahora podía sentir a Ritsuko aferrada a él. Podía sentir el peso, la suavidad y el calor de su cuerpo; y la suavidad de su piel. Todas estas eran cosas que jamás pensó llegaría a experimentar. El joven no pudo evitar pensar en la cara que pondría Misato, si se llegara a enterarse de esto.

El pensar en su tutora, trajo a la mente de Shinji el mayor de sus miedos. Ritsuko es una mujer que rondaba los 30 años, mientas que él, un adolescente cercano a los 15 años. Una relación que a todas luces no era normal, siendo además, legalmente cuestionable y sancionable con prisión para la persona mayor de este caso, Ritsuko.

Al menos por esta noche estaban cubiertos. Había montado una coartada, para hacerle creer a Misato, que esa noche se quedaría en casa de Touji. Ella no lo cuestionó, pero ya había acordado con Touji que este le cubriera las espaldas si Misato lo llamara para confirmar la historia.

Touji había aceptado esta extraña petición, pero a cambio tendría que contarle toda la verdad, si quería seguir contando con él para cubrirle las espaldas. Pese a esto, confiaba totalmente en la discreción de su amigo. Sabía muy bien que Touji no se iría de lengua. Desgraciadamente, no podía asegurar esto de Kensuke, por lo que tendría que tener mucho cuidado de ahora en adelante. Pero todo el esfuerzo varía la pena.

Al fin podía estar con la mujer de sus sueños y estaba dispuesto a seguir a su lado, no importando lo difícil que esto resultara. Aun así, estaba consciente de que, pese a todo el esfuerzo que pusiera de su parte, esta relación no duraría para siempre, por mucho que amara a Ritsuko.

Por su parte, la científica estaba con los ojos cerrados, escuchando el latir del corazón de Shinji. Aún le costaba trabajo creer que ese joven de casi 15 años sin experiencia previa, la haya hecho experimentar cosas tan increíbles.

Es cierto, tenía nula experiencia y estaba hecho un puñado de nervios; pero luego de pacientes palabras, y de guiarlo y enseñarle adecuadamente como incursionar en los caminos del sexo, las cosas finalmente comenzaron a caminar. Lo que a Shinji de faltaba en experiencia, lo compensaba con entusiasmo y vitalidad. No pasó para que fuera tomando el ritmo y… ¡Cielos! Aprendió muy rápido.

Aun pese a su nerviosismo e inexperiencia, Ritsuko no podía negar el hecho de que Shinji la había hecho disfrutar como nunca antes en su vida. Tal vez el punto aquí, es que para Shinji, lo que habían compartido fue mucho más que sexo; él le había hecho el amor.

Ese solo pensamiento hizo que la cara de Rirtsuko comenzara arder, completamente roja ante ese pensamiento, ante lo que este joven sentía por ella; ante lo que la hacía sentir. Sonrió.

Ella estaba feliz, no podía negarlo. Por primera vez en la vida había experimentado lo se sentía que un hombre le hiciera el amor; porque después de lo que hicieron, Shinji se había convertido en un hombre hecho y derecho; y sería una mojigata si negara que quería más; necesitaba más de él, y esto no se refería solo a la parte sexual. Por fin había encontrado alguien que la respetaba, que la quería y la valoraba como persona. Alguien que la hacía sentirse importante, sentirse mujer; sentirse amada.

En ese momento, Ritsuko no pudo evitar estrechar los ojos. Pese a toda las felicidad que había experimentado las pasadas horas, también era muy consciente de que esta felicidad, era extremadamente frágil.

Si alguien se llegaba a enterar de su relación, ella iría derecho a la cárcel por corrupción y abuso de menores; eso, si es que llegaba a la cárcel. Gendo Ikari o la misma Misato, podían encargarse de que ella pasara una "agradable" estadía de por vida en la peor mazmorra de NERV. Pero de todos los peligros que debían afrontar, el mayor de todos, era ella misma.

Ella había hecho cosas horribles al seguir la investigación de su madre; pero sobre todo, al intentar complacer al maldito de Gendo Ikari. ¿Qué pensaría Shinji de ella, si supiera toda la verdad? ¿Qué pensaría si se enterara de todo lo que se esconde tras el "Proyecto de Complementación Humana"? ¿Seguiría amándola al conocer esas verdades? Eso era algo en lo que no quería pensar.

Por ahora, Ritsuko disfrutaría de esta relación. Se dejaría amar y haría todo lo que estuviera a su alcance, por hacer feliz a quién le había traído vida a su agonizante corazón. Sobre todo lo demás; solo el tiempo lo dirá.

 

FIN

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Notas del Autor: ¡Hola a todos! Aquí estamos con una nueva historia centrada en una pareja que es bastante extraña y fuera de lo común.

¿Cómo fue que se me ocurrió una idea para semejante historia? La verdad no lo recuerdo muy bien, solo sé que de pronto la idea estaba rodando por mi cabeza y tenía que escribirla o no podría dormir tranquilo; así que aquí está.

Espero que esta loca idea sea del agrado de todos y le den una oportunidad a esta improbable pareja dispareja.

Saludos y nos leemos.