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Poseerte es mi delirio 

Presumía a ciencia cierta lo agresiva que podría llegar a convertirse tal chica ante tales provocaciones pues es de admitir que tiene un fuerte temperamento, por lo tal sin dudarlo dos veces pegue mi cuerpo contra el suyo para hacerle complicado el hecho de mover sus piernas y que por ende terminara golpeando alguna zona delicada de mi cuerpo inmovilizándola así casi por completo.

— Suéltame ¿Qué haces? — forcejeando contra mi mientras intenta soltarse exclamo aquella.

— No es evidente, a las fieras se les sujeta para poder dominarlas para que no se hagan daño ellas mismas y tampoco lastimen a su dueño.

— ¿Pero qué dices? Yo no soy una fiera menos un animal y tampoco eres mi dueño.

— Perfectamente lo sé — comenté de forma sarcastica.

Por alguna razón al verla sometida la temperatura en mi cuerpo empezó a elevarse por lo que la sensación abrupta de calor empezó a hacerse notar cada vez más, podía sentir como a cada paso la sangre que recorre a través de mis venas se iba calentando provocando que me encontrara bastante extasiado, su olor me provocaba, su rostro y porque no decirlo su figura también, quería hacerla mía, quería su ser solo y enteramente para mí.

Y sin más a pocos segundos de aquello iniciar Milena dejo de forcejear rindiéndose por completo al notar que en comparación a mi fuerza y tamaño difícilmente podría hacer algo para obtener su libertad, su cuerpo empezó a temblar podía sentir como el miedo se iba apoderando de ella, pero a pesar de ello su actitud era firme.

— Estás lista — refute aquello con la maldad evidente saliendo por mis poros, sin dudas hacer aquello me hacía sentir vivo, pero, aunque raro a fin de cuentas era la única forma que yo conocía para expresarme pues desconozco como abrir mis sentimientos sin recurrir a mi autoridad.

— No suéltame, no sé qué es lo que pretendes solo no me lastimes, créeme no soy nadie solo déjame en paz.

Estando allí la miré a los ojos por lo que pude ver aquel miedo que se había forjado como cual vivo reflejo en ella el cual se podía palpar en su piel y junto a tal reflejo la fragilidad apareció, simplemente aquella se había quedado completamente quieta por lo que si me lo proponía podía llegar a hacer cualquier cosa que yo quisiese, aunque en aquel momento desconocía cuales planes tenía el destino en mi contra para que yo no pudiera cumplir con mis deseos.

La verdad tenía la completa intención de hacerla mía en aquel momento, más bien no había forma alguna de que lo que dijera o hiciese aquella cambiara mi pensar puesto que costara lo que me costara ella me pertenecería.

Aproveche para iniciar con mi acto perverso pues no podía darme el lujo de perder el tiempo así que luego de observarla de pies a cabeza, la mire fijamente a los ojos y deje formar una sonrisa completamente maliciosa en la comisura de mi boca mientras que ella solo se dedicaba a observarme con pasividad.

Acerque aún más mi rostro pegando mi cara completamente a su mejilla izquierda para dejar que su perfume fuera inundando mi olfato y allí abandone un delicado beso, cosa por la cual yo mismo me desconocía puesto que la brusquedad forma parte de mis actos salvo con ella que por más rudo que intente ser el impulso de la delicadeza me domina.

Darle aquel beso me hizo sentir más que vivo así que inmediatamente embriagado por tal sentimiento, deslice mi cabeza hasta su cuello para iniciar con tal deseoso momento, allí justo allí pegue mi boca semi abierta y cerrando mis dientes propine una primera mordida llena de dulzura lo suficientemente fuerte como para emitir cual jadeo excitante por parte de ella, pero lo suficientemente débil como para que no le provocara demasiado dolor.

— ¡Ahhhh!

Sin tardar casí como cual susurro aquel leve sonido broto de entre sus labios quienes aunque estaba tomados por el querer se dejaban dominar por el rechazo mientras replicaban sin tregua — podrás tener mi cuerpo, pero mi alma nunca te pertenecerá no podría nunca llegar a sentir nada por alguien como tú, solo eres un cerdo más del montón.

Sus palabras son sumamente hirientes y pesadas pudiendo aquellas por alguna razón dar que sentir en mi alma cosa casi imposible de lograr pero que para aquella era fácil de provocar, podía sentir su odio junto a un evidente resentimiento pero tal sentimiento en vez de alejarme alimentaba aún más mi deseo, mi furia y mi anhelo de poseerla.

Estaba sumamente elevado listo para arrancarle la ropa de su cuerpo, pero Ivanty no me lo dejaría tan fácil, en mi descuido mientras le daba la espalda a aquel corcel, en silencio se acercó a nosotros tras notar como Milena estaba siendo retenida y abalanzándose en mi contra me obligo a separarme.

Aquel se encontraba más que listo para lastimarme, relincho con rudeza dándome cual advertencia y pegando su hocico contra mi espalda propino una mordida, la verdad poco le falto a ciencia cierta para arrancar un trozo de aquella zona quien aunque podía con su enorme fuerza simplemente no lo hizo.

Milena al notar como me alejaba de ella no tardo en acercarse a Ivanty refugiándose así a un costado de él, la tranquilidad en su rostro tras finalmente soltarse no tenía comparación alguna, su actitud me infundía curiosidad pues no entendía que le sucedida, porque, aunque sus palabras decían abiertamente que me alejase su cuerpo era capaz de decir otra cosa.

— Eres un monstruo Alexander — refuto aquella sin tregua.

— Yo no para nada, meramente soy libre de expresar mis emociones y eso hago.

— Pero para hacerlo no necesitas obligar a nadie, que clase de persona eres como para tener que recurrir a tal jugada.

— Una que hasta que no obtiene lo que le place no se encuentra en paz.

— Pues te tengo una noticia eso conmigo no funciona.

— De verdad no te gusto, no infundo ni la más mínima sensación en ti, ni el más mínimo sentimiento.

— Como crees que me gustaría alguien como tú.

— ¿Qué tengo de malo?

— De verdad quieres que lo enumere.

— Sí, estoy dispuesto a escuchar lo que tengas para decir.

— Pues respira hondo y escucha... primero tu arrogancia es atroz, donde está la amabilidad y el respeto que debes por educación manifestar, una mujer que se respete no aguantaría que tú la humillaras de la manera en que lo haces, peor aún donde queda mi libre albedrio, como adulta puedo llegar a tomar mis propias decisiones y eso incluye si estoy o no contigo, pero para ti parece incluso gracioso pasar por encima de mis derechos.

Sus palabras eran sumamente duras, pero como dijo Christian me lo merecía había actuado como un completo idiota y ella no lo iba a dejar pasar como desapercibido, simulando tener vergüenza por mi comportamiento agache mi cabeza e intentaba encubrir aquella felicidad que se había dibujado en mí.

Milena me había grandemente sorprendido ante tal valor demostrado, sin dudas aquella chica tenía cual temple de una guerrera de armas tomar por lo que conquistarla iba a ser más que un reto uno que estaba dispuesto a tomar.

Durante un tiempo más mantuve la cabeza agachada escuchando las reprimendas que aquella había venido realizando en contra mía y cuando por fin término de hablar pensé que lo correcto era marcharme para dejarla en paz un tiempo pues lo mejor sería reorganizarme antes de hacer un nuevo intento.

— Disculpa tales molestias.

Así lo hice y tras despedirme le dejé sola con Ivanty en aquel corral.