Capítulo 6: El Susurro del Corazón - La Huida
La carta de su madre se convirtió en un faro de esperanza en la oscuridad que envolvía a Ryeowook. Las palabras llenas de amor y de aliento, escritas con una caligrafía que le recordaba a su infancia, le devolvieron la fuerza que había perdido.
Ryeowook se dio cuenta de que no podía seguir viviendo en la prisión que Jungkook había construido para él. Necesitaba escapar, necesitaba encontrar su propia voz, su propia libertad.
La oportunidad se presentó un día, cuando Jungkook tuvo que salir de la Academia por un asunto familiar. Ryeowook aprovechó la ocasión para escapar. Tomó su mochila, la que había dejado olvidada en un rincón de la habitación, y salió sigilosamente del estudio de música.
El corazón le latía con fuerza en el pecho, el miedo lo acompañaba cada paso que daba. Pero la esperanza, la esperanza de volver a ser libre, lo empujaba hacia adelante.
Ryeowook corrió por los pasillos de la Academia, sintiendo la adrenalina recorriendo su cuerpo. Llegó a la entrada principal, donde el portero lo esperaba con una mirada de sorpresa.
"Ryeowook, ¿qué haces aquí?" preguntó el portero, su voz era un susurro de preocupación. "Jungkook no te dejará salir."
Ryeowook no respondió. Solo corrió hacia la puerta, sintiendo el aire fresco en su rostro, la libertad que lo esperaba.
"Te voy a detener," gritó el portero, pero Ryeowook era demasiado rápido.
Salió de la Academia y corrió hacia la calle, sintiendo el asfalto bajo sus pies, el viento en su cabello, la libertad que lo inundaba.
Corrió hasta que sus pulmones ardieron y sus piernas se cansaron. Se detuvo en un parque, un lugar tranquilo y silencioso, donde el aroma a tierra mojada y a flores llenaba el aire.
Ryeowook se sentó en un banco, sintiendo el peso de la mochila en sus hombros, el alivio de haber escapado.
Pero la libertad era efímera. Sabía que Jungkook lo buscaría, que no se rendiría tan fácilmente.
Ryeowook necesitaba un plan, un plan para escapar del control de Jungkook, un plan para recuperar su vida.
En ese momento, un susurro suave lo hizo levantar la mirada. Era Lily, con una sonrisa que lo llenó de alegría.
"Ryeowook," dijo Lily, su voz era un bálsamo para su alma. "Te estaba buscando."
Ryeowook sintió un alivio inmenso. Lily estaba ahí, para él, para siempre.
"Lily, tengo que contarte todo," dijo Ryeowook, su voz se quebraba. "Tengo que contarte lo que me ha pasado."
Lily lo escuchó con atención, sus ojos reflejaban la tristeza y la compasión que sentía por él.
"Ryeowook," dijo Lily, su voz era un susurro de consuelo. "No estás solo. Yo estoy aquí para ti."
Ryeowook se sintió reconfortado por las palabras de Lily. Sabía que no estaba solo, que tenía a su mejor amiga a su lado.
Juntos, Ryeowook y Lily elaboraron un plan para escapar de la Academia Seúl. Un plan que les daría la libertad que tanto anhelaban, un plan que les permitiría vivir sus vidas sin miedo, sin dolor, sin el susurro del corazón que los atormentaba.
La huida había comenzado, y Ryeowook sentía que, por fin, podía respirar. La esperanza, la esperanza de un futuro mejor, lo inundaba. El susurro del corazón, antes un eco de miedo, ahora se había convertido en un canto de libertad.